Y así es.
Cuando todos nos quejamos de la corrupción pero la aceptamos como forma de vida, nos resignamos a vivir sin confiar en los demás ¡claro: son corruptos!
¿Aceptas colarte en las filas en vez de formarte?, ¿llegas a comprar productos robados o de dudosa procedencia solo porque son más baratos?, ¿regañas a tus hijos cuando dicen una "mala palabra" y tú enfrente de ellos mientas madres e insultas a todo mundo (hasta a tus hijos)?, ¿criticas y ofendes a los demás cuando les va bien porque seguramente "alguna tranza" hicieron?, ¿mueves influencias para alcanzar un mejor lugar en un espectáculo, en un colegio o en un trabajo porque "al cabo nadie entra por sus méritos, todos van porque tienen palancas"?
Nos quejamos cuando las calles están llenas de basura, huelen feo y se tapan las coladeras, y olvidamos que fuimos nosotros quienes no pusimos la basura en su lugar.
La corrupción está muy metida en el pensar y el sentir de nuestro país. Es la meta de muchas personas jóvenes, las nuevas generaciones, y es el orgullo de las viejas generaciones cínicas que disfrutan beneficios arrancados a las mayorías mediante engaños mientras se disfrazan de paladines o representantes de los intereses de los trabajadores "de a pie". Como dice la frase ahí arriba, el corrupto desconoce a quienes dice apreciar: colegas, amigos, socios, familiares, todos por igual son potencialmente explotables.
La base de la corrupción es la mentira. En casa, cuando regañas o sermoneas a tus hijos por decir mentiras o por robar un lápiz o un juguete de otros niños, seguramente la intención es buena. Pero la intención no es suficiente, puede ser necesario corregir también tu propio proceder.
Los candidatos que quieren el poder de esta nación se esfuerzan por demostrar que son los mejores tipos del mundo, que son un ejemplo de honestidad y que obviamente que son un ejemplo a seguir. Pero los políticos son humanos y como tales cometen errores y caen en tentaciones, eso es comprensible, lo que no se debe comprender ni tolerar es la manera en que afrontan las consecuencias después que caen en la tentación: Ninguno ha querido corregir o reparar el daño que ha hecho, al contrario, si pueden dañar más para obtener más beneficios personales lo harán.
Regresar los dineros robados. Hacer las obras que prometieron. Denunciar a quien está aprovechándose de su puesto o de su relación con alguien que tiene "poder". Utilizar los dineros de las recaudaciones para mejorar las condiciones de vida y bajar precios de combustibles. Dejar de repartirse esos dineros entre un pequeño grupo de "afortunados" -por no decir ladrones- que ignoran las necesidades de los demás. Gobernar para mejorar las condiciones de la población en general y no solo para quedar bien con quienes ya gozan de una buena posición económica.
Pero el corrupto engaña a su gente, a la que dice querer. Se vuelve un ser en el que no se puede confiar y con el paso del tiempo, su misma corrupción lo hace desconfiar no solo de los demás sino también de sí mismo, en ese momento es cuando los corruptos pueden hacer cualquier tipo de alianzas y tratos ruines: ya se perdieron el respeto a sí mismos y son capaces de perjudicar a sus hijos o padres si eso les permite seguir recibiendo dineros y bienes materiales para verse "poderosos". Si eso hacen con sus seres cercanos, no es de extrañar la forma en que ignoran al pueblo.
Hasta luego.
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