martes, 24 de abril de 2012

El hambre según Fritz Perls

Hoy rescato una frase de Fritz Perls que mi amiguita Manguis colocó en su página del facebook y yo, tranquilamente, me la fusilo aquí porque me gustó, porque tiene que ver con lo que alguna vez puse en este blog sobre la obesidad mental (el 13 de enero de 2012) y porque nos ayuda a reflexionar sobre nuestra conducta:

"El hambre de alimento mental y emocional, se comporta como el hambre física..."


Cada quien saque sus conclusiones...

Hasta luego.

lunes, 23 de abril de 2012

El librito de Feng Shui de Pooh

Sigo con la idea de difundir el Feng Shui, y esta vez les comparto un pequeño librito que contiene los conceptos más básicos y se acompaña con ilustraciones y ejemplos de la caricatura de Winnie Pooh.


El libro es claro y sencillo, muy recomendable para toda la gente que apenas empieza a conocer el Feng Shui y quiere un acercamiento con sus ideas centrales, y además tiene otro mérito: Está escrito, igual que los textos chinos, con muchos simbolismos, aunque para quienes hemos visto las caricaturas originales de Winnie Pooh (las que pasaban en la tele allá por los 70's, con unas voces padrísimas), esos símbolos serán más fáciles de reconocer.

Como ya se ha dicho en otros escritos sobre el Feng Shui, en esta disciplina no hay recetas, así que tomen estos símbolos como la puerta de entrada para despertar la intuición, el libro se los dejo en versión pdf aquí:

Y en versión libro electrónico en esta otra ruta:


Por último, les comento que este libro lo encontré en inglés, y me decidí a hacer esta adaptación al español porque me pareció interesante su planteamiento tan sencillo. Espero que les guste y les sirva.

Hasta luego.

sábado, 21 de abril de 2012

Nos robaron

Nos robaron. Este martes por la tarde dejamos nuestra poderosa Tsubame '94 en el estacionamiento del gimnasio olímpico del IDEA (Instituto del Deporte del Estado de Aguascalientes), como todos los días que nos toca  llevar a nuestra pequeña a su clase, pero esta vez ya no encontramos el carrito cuando salimos, y nos costó trabajo asimilar el hecho de que nos habían robado.

Mi primer impulso fue irme por las calles a ver si me encontraba una patrulla, con unas ganas casi enfermizas de pedirle al patrullero que recorriera todas las calles de los alrededores para ver si encontrábamos nuestro carro. Pero no hubo patrulla, solamente caminé y caminé hasta que decidí tomar un taxi e irme a mi casa, donde ya estaba mi señora y mis niños, que gracias a su bendita inocencia no dimensionaban la pérdida sufrida, hasta que a mi niña le cayó el veinte de que se había quedado sin su muñeca recién comprada. Y sin útiles escolares, Y sin mochila, y sin uniformes, y poco a poco fuimos haciendo el inventario de esa gran cantidad de cosas de poco valor monetario pero de mucha utilidad que nos acompañaban día a día y que dejamos ilusamente dentro de la Tsubame, igual que diario, sintiendo que en esa pretendida extensión del hogar todo estaría seguro.

Fue un ladrón, un bato joven, según nos dijo alguien que vio cuando arrancó dificultosamente el carro y se lo llevó.

Debo reconocer que la policía se portó muy amable, cuando hice el reporte del robo al C-4 me atendieron bien y con paciencia. También llamamos a amigos, estaciones de radio y a mucha otra gente, esperanzados en que alguien viera nuestro vehículo, modesto pero con un valor de uso incalculable. Después fui a la Procuraduría del Estado, donde apareció la burocracia y se acabó la agilidad de las acciones anteriores, llegué poco después de las 20:00 y salí 3 horas y pico más tarde, pero ya estaba interpuesta la denuncia.

Al salir de la PGJE me entretuve un buen  rato vagando por las calles que rodean al IDEA: El Cerrito, la colonia del Trabajo, el barrio del Estadio Victoria... En algunos lugares me llamó la atención que había mucha actividad, casi como si fuera de día, incluso en un parque había niños jugando en los columpios y señoras platicando en las calles aledañas, como si apenas fueran al mercado para comprar las cosas de la comida del día. Pero eran las 12:00 de la noche y mi sensación era de mucha preocupación, tal vez mi carro ya estaría desmantelado a estas horas.

En eso estaba cuando llamó mi esposa, después de un rato le entendí que ya habían encontrado la Tsubame y después de hablar con ella y con otro patrullero (también muy amable) me fui de regreso a la PGJE, con tan buena puntería que llegué cuando una grúa acababa de arribar llevando mi Tsubame.

Ahí estaba, parecía enterita y sana, pero al hablar con el policía de la grúa y convencerlo de que me dejara revisarla (nada más verla, porque hay cámaras y todo se sabe), me di cuenta que ya no tenía batería, ni catalizador, ni mochilas, ni loncheras... Entre otras cosas vi que quedó el estéreo (claro: yo me llevé la carátula), los asientos, el tablero completo, el motor, las llantas incluyendo la refacción, una blusita del uniforme de mi niña, un cuaderno y un folder de mi señora, por allá en el piso distinguí mi cedencial del trabajo y también vi que la alfombra estaba despegada en parte, ¡como si escondiéramos un tesoro en nuestro carrito! Ah, y también estaba tirado en el asiento del pasajero un candado pra el volante, doblado en clara señal de que ese artefacto no hizo invencible a mi carrito.

Me quedé hasta que los agentes del Ministerio Público levantaron su informe de inspección visual, según yo para estar muy listo, pero esos tipos no me dejaron ver ni por error lo que anotaron en su informe, y no tenían mucho interés en revisar exhaustivamente mi vehículo, pues ni siquiera se asomaron a la parte de abajo, aunque les dije que ahí estaba la llanta de refacción y que faltaba el catalizador. En fin, casi me daban ganas de quedarme a dormir junto a mi arañita, pero al final me regresé a mi casa a dormir.

Antes de irme me prometieron que al día siguiente podría sacar mi carro, yendo a la Agencia No. 1 del Ministerio Público, y en eso estaba cuando llegó otra grúa con un Tsuru, que también lo acababan de recuperar y que, como el dueño de ese carro no había interpuesto su denuncia ante la PGJE, en unos momentos más se iba a llevar su vehículo. "Suertudo", pensé en ese momento, y lo he seguido pensando hasta ahorita.

Al día siguiente me presenté puntual a las 8:30 en la Agencia No. 1, siguiendo las indicaciones de los policías nocturnos, y la burocracia me regresó a mi trabajo, avisándome que tenía que presentarme con ellos hasta las 13:30 horas. Ahí estuve a esa hora, corrí con suerte y me atendieron muy rápido, hice mi declaración comprobando que soy el dueño del carro recuperado, se asentó en mi expediente y me dijo la Lic. Ana, muy amable también, que mi Tsubame estaba lista para serme devuelta, pero solamente falta que los peritos hagan el avalúo del vehículo para saber el monto del daño, "es un trámite rápido y sencillo, pero lo van a hacer hasta que ellos tengan tiempo. Yo le hablo cuando pueda pasar a recoger su auto". Y aquí estoy, en la noche del sábado, platicando que mi carrito sigue acumulando tiempo en el corralón y yo también sigo esperando el día que los peritos tengan tiempo de ir y hacer el avalúo para que puedan liberarlo.

Justamente, hablando de la percepción de ciudades que crecen siguiendo el culto al carro, ahora agrego a mi percepción de esta ciudad la de que es un paraíso para los robacarros y ladrones de autopartes: En una tarde se llevaron mi auto, se pasearon, lo desvalijaron y lo dejaron tirado, se fueron y nadie les hace nada. Y yo, que quiero recuperar mi auto, ya llevo 5 días perdidos... Y los cobran, claro, por resguardar mi Tsubame en el corralón.

En fin, ya me desahogué, hasta luego.

martes, 17 de abril de 2012

El culto a San Carro

A veces, cuando voy por las calles de esta ciudad que ha cambiado tanto en el último cuarto de siglo, y que he visto como se transforma en los últimos 12 años, me doy cuenta que mi sensación al desplazarme por sus barrios, colonias y fraccionamientos también ha cambiado mucho.

En un principio, como es lógico, toda la ciudad era un misterio y el ir conociendo sus rincones era una mezcla de aventura y grabación, para retener en mi mente los lugares de interés y para irlos asociando con otras cosas. Poco a poco las calles, parques, plazas, tiendas y demás se fueron llenando de nombres y rostros familiares, con experiencias significativas, a veces agradables y otras no tanto, pero el hecho es que la ciudad me dejó volverme parte de ella.

Después de esa primera etapa vinieron mis recorridos solo o con algún amigo o amiga, y en esos días me invadía una confianza infinita, como si esta ciudad no tuviera fronteras y cualquiera pudiera desplazarse por sus calles sin temor a perderse, ni a nada. Un amigo me decía que la ciudad cambia tan rápido que la gente mayor no acababa de asimilar su transformación.

Ahora me parece que la capacidad de adaptación debe ser mayor. En una ciudad pequeña el desarrollo urbano se basa en la gente, sin embargo, cuando en la mente de quienes planean entran expectativas de llegar a ser una metrópoli en el corto plazo, el interés central puede cambiar.

Ahora, cuando recorro las calles de esta ciudad me parece dividida, incluso percibo una especie de marginación entre zonas muy cercanas, sobre todo con el auge de las vías rápidas, la reducción de espacios peatonales y el casi nulo interés por mejorar el transporte público.

En el inconsciente colectivo se están grabando algunas creencias erróneas (aunque el Reglamento de tránsito diga lo contrario), y con esta mentalidad van a crecer las nuevas generaciones, los niños que ya viven en Aguas. Esto es lo que percibo actualmente en mi ciudad adoptiva:

Cómo puede pensar el conductor inconsciente:

  • Los autos son más importantes que las personas.
  • Las colonias y barrios “desaparecen” cuando voy por las vías rápidas, pues la velocidad no me deja verlos. Ésta es una forma de marginación, todas las casas y construcciones que antes eran parte del paisaje ahora están lejos, si uno se pasa del lugar al que debería salir, ya no tiene que regresar una cuadra, sino varias.
  • Los autos tienen preferencia sobre los peatones, ¡claro! por eso solo hay avenidas y en ellas no hay forma de que pueda cruzar la gente.
  • Puedo conducir rápido aunque esté manejando en la ciudad, para eso hicieron estas vías. 

Cómo puede pensar el peatón promedio:

  • Los autos son más importantes que las personas.
  • Las colonias y barrios están divididos y aislados: cada vía rápida  se convierte en una frontera entre las gentes que viven de uno y otro lado de ella. Antes éramos vecinos, ahora somos dos colonias lejanas, porque ya no es fácil cruzar (otra forma de marginación).
  • Transitar en la calle es más lento, los puentes peatonales están lejos unos de otros y además de cruzar la vía rápida debo recorrer otras cuadras de ida y vuelta para subir el puente y regresar al punto al que quiero ir.
  • Transitar en las calles es peligroso, los autos no nos ven (o hacen como que no nos ven) cuando queremos cruzar.
  • Las calles no son para niños ni para personas mayores, se requiere agilidad para cruzar una vía rápida.
  • Los autos tienen derecho a correr tan rápido como quieran, para eso hicieron estas vías.

Quienes están planeando esta ciudad -y muchas otras- no piensan en que todavía habemos personas caminando. Con un transporte público caro, mal atendido y poco confiable, se está dando el tiro de gracia al peatón: Arréglatelas como puedas, o cómprate un carro, aunque los discursos ecologistas digan que debemos manejar menos.

No estoy en contra del progreso, sino del concepto de "progreso" como se está manejando actualmente. ¿Será posible equilibrar en el desarrollo urbano la comodidad de ir en auto con la necesidad de caminar?

Todos somos en algún momento gente de a pie y gente de carro, no estaría mal ver las cosas desde un ángulo más humano, sin tanta presión de tiempo y sin tener que pensar en función del auto, aunque sigue habiendo libertad de cultos y por lo tanto corremos el riesgo de que nuestras autoridades sigan adorando a San Carro.

Si se invirtiera una cuarta parte de lo que se gasta en desarrollo automotriz y sus alrededores (accesorios, vías rápidas, gasolineras) en desarrollar un medio de transporte más económico y eficaz (aunque no fuera velocísimo y apantallante), la percepción de nuestras ciudades sería menos estresante que como las conocemos hoy, pero eso ya es parte del reino de Utopía.

Hasta luego.

miércoles, 11 de abril de 2012

Consideraciones para hacer el perfil de un culpable

El culpable siempre merece ser castigado. Antes de eso, merece también un juicio y en ese acto, exponiendo todos los hechos y pruebas, se llega a la conclusión de que la persona juzgada es realmente culpable, o por el contrario, se demuestra su inocencia y se le exonera de toda culpa.

En la vida diaria, una persona orientada hacia la generosidad, la vocación de servicio, la creatividad o la lealtad, frecuentemente se salta ese trámite burocrático del juicio y se declara a sí misma "culpable" sin más rodeos, y sin importar que haya pruebas y hechos a su favor. ¿Se escucha raro? Hay más gente castigándose a sí misma de la que nos podemos imaginar, el truco aquí es que una persona que se echa a la espalda todas las culpas que puede, no lo hace conscientemente... al menos al principio.

Es fácil reconocer a estos culpables porque constantemente están diciendo cosas como "perdón", "disculpe", "no fue mi intención", o "¿le parece bien?", y otras por el estilo, pues generalmente son gentes muy bien educadas y corteses, aunque por dentro tengan toda clase de reclamos, mentadas y maldiciones... para sí mismos.

Como ocurre la mayoría de las veces, las dos caras de la moneda están presentes también en los culpables: Sumisión y obediencia hacia el exterior, reclamos y berrinches hacia el interior, además de esa sensación constante de "¿por qué yo?", debida a que efectivamente creen cargar con la culpa de muchas cosas que ocurren a su alrededor, en su círculo social.

Tal como ocurre en la vida social, donde se atrapa a un culpable y se le castiga para que todos los "no culpables" (no me atreví a decir "inocentes") se sientan bien, también en los sistemas familiares, laborales o amistosos es muy útil tener un culpable a la mano para que el grupo pueda desempeñarse de manera "normal".

Por todas estas razones, debemos ser muy cuidadosos al detectar en nuestras filas, o en nuestro círculo social y familiar, a una persona que actúa como culpable y trata de autocastigarse: Usualmente, la reacción normal de quienes rodean al culpable es empezar a apapacharlo y tratar de convencerlo de que no tiene la culpa de nada, casi casi hasta solicitar su canonización (en México es muy común la frase "Pepe el Toro es inocente", en honor a un súper héroe de las películas rancheras), pero si hacemos esto automáticamente estamos confirmando su teoría y convirtiéndolo en un mártir que sufre y sufre y por lo tanto, necesita consuelo para soportar su castigo.

Lo que se sugiere es dar al "autoculpable" el mismo trato que a los demás miembros del grupo o familia, es decir, demostrarle con hechos que es tan culpable como todos los demás cuando una situación no resulta como todos lo habían planeado; hay 2 cosas difíciles en estos casos: la primera es resistirse a la tentación de dejar que cargue con la culpa (al cabo ya está acostumbrado), y la segunda es ser naturales al dejar de tratar como mártir o culpable a quien adopta ese papel, es decir, este esfuerzo por hacer que una persona suelte todas las culpas que cree estar cargando no funcionará si hacemos burla, escarnio o bromeamos acerca de su situación. Seriedad, por favor.

Así que la tarea es ver en qué situaciones me descubro jugando el rol de culpable y ver para qué lo hago (sí, si adopto ese papel es porque obtengo algún beneficio, por mínimo que sea), también queda como tarea descubrir a nuestro alrededor a esos culpables voluntarios y, si nuestra intención es buena, podremos aportar nuestro granito de arena para hacerle ver esta diferencia simple, pero importante:

Si te sientes culpable pasarás la vida esperando tu castigo (y provocándolo), pero si te reconoces responsable, podrás afrontar los errores cometidos (por ti o por tu grupo) y buscarles solución: caminarás sin carga sobre tus hombros.

Hasta luego.

(Todas las imágenes las tomé del blog http://miladoozcuro.blogspot.mx/)

martes, 10 de abril de 2012

"Cuando me amé de verdad"

A Charles Chaplin le echan la culpa de haber escrito esto, al menos eso decía cuando este texto me llegó por correo y la verdad me gustó mucho:

"Cuando me amé de verdad"
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el
momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que
eso tiene nombre… autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy
contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es…
autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece
contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama…
madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es
ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona,
solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no
es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está
preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo
que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y
cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio,
mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se
llama… amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener
tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné
los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro
correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio
ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre
la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así
descubrí la… humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el
pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo
en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo
un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede
atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al
servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y esto es…
saber vivir!

No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los
planetas chocan y del caos... nacen las estrellas.
                                                           

Charles Chaplin