En la vida diaria, una persona orientada hacia la generosidad, la vocación de servicio, la creatividad o la lealtad, frecuentemente se salta ese trámite burocrático del juicio y se declara a sí misma "culpable" sin más rodeos, y sin importar que haya pruebas y hechos a su favor. ¿Se escucha raro? Hay más gente castigándose a sí misma de la que nos podemos imaginar, el truco aquí es que una persona que se echa a la espalda todas las culpas que puede, no lo hace conscientemente... al menos al principio.
Es fácil reconocer a estos culpables porque constantemente están diciendo cosas como "perdón", "disculpe", "no fue mi intención", o "¿le parece bien?", y otras por el estilo, pues generalmente son gentes muy bien educadas y corteses, aunque por dentro tengan toda clase de reclamos, mentadas y maldiciones... para sí mismos.
Como ocurre la mayoría de las veces, las dos caras de la moneda están presentes también en los culpables: Sumisión y obediencia hacia el exterior, reclamos y berrinches hacia el interior, además de esa sensación constante de "¿por qué yo?", debida a que efectivamente creen cargar con la culpa de muchas cosas que ocurren a su alrededor, en su círculo social.
Tal como ocurre en la vida social, donde se atrapa a un culpable y se le castiga para que todos los "no culpables" (no me atreví a decir "inocentes") se sientan bien, también en los sistemas familiares, laborales o amistosos es muy útil tener un culpable a la mano para que el grupo pueda desempeñarse de manera "normal".
Por todas estas razones, debemos ser muy cuidadosos al detectar en nuestras filas, o en nuestro círculo social y familiar, a una persona que actúa como culpable y trata de autocastigarse: Usualmente, la reacción normal de quienes rodean al culpable es empezar a apapacharlo y tratar de convencerlo de que no tiene la culpa de nada, casi casi hasta solicitar su canonización (en México es muy común la frase "Pepe el Toro es inocente", en honor a un súper héroe de las películas rancheras), pero si hacemos esto automáticamente estamos confirmando su teoría y convirtiéndolo en un mártir que sufre y sufre y por lo tanto, necesita consuelo para soportar su castigo.
Lo que se sugiere es dar al "autoculpable" el mismo trato que a los demás miembros del grupo o familia, es decir, demostrarle con hechos que es tan culpable como todos los demás cuando una situación no resulta como todos lo habían planeado; hay 2 cosas difíciles en estos casos: la primera es resistirse a la tentación de dejar que cargue con la culpa (al cabo ya está acostumbrado), y la segunda es ser naturales al dejar de tratar como mártir o culpable a quien adopta ese papel, es decir, este esfuerzo por hacer que una persona suelte todas las culpas que cree estar cargando no funcionará si hacemos burla, escarnio o bromeamos acerca de su situación. Seriedad, por favor.
Así que la tarea es ver en qué situaciones me descubro jugando el rol de culpable y ver para qué lo hago (sí, si adopto ese papel es porque obtengo algún beneficio, por mínimo que sea), también queda como tarea descubrir a nuestro alrededor a esos culpables voluntarios y, si nuestra intención es buena, podremos aportar nuestro granito de arena para hacerle ver esta diferencia simple, pero importante:
Si te sientes culpable pasarás la vida esperando tu castigo (y provocándolo), pero si te reconoces responsable, podrás afrontar los errores cometidos (por ti o por tu grupo) y buscarles solución: caminarás sin carga sobre tus hombros.
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