miércoles, 27 de abril de 2016

Hay que aferrarse a los sueños



Hay que aferrarse a los sueños
con fuerza para que no se vayan 
llevándose una parte nuestra.

Hay sueños así
Uno los conoce de pequeños 
los adopta se encariña con ellos
los alimenta los cuida les ayuda a crecer y
disfruta cómo se van haciendo más y más grandes.
El día menos pensado son más fuertes que uno y
se van nomás sin despedirse
sin dar las gracias y llevándose lo que pueden
porque uno también debe ir
creciendo y fortaleciéndose 
para que nuestro sueño no nos rebase
porque si lo hace se lleva con él
nuestras ganas de soñar
nuestra fe en hoy y mañana
nuestra propia seguridad
el amor a la vida y a los demás
y hasta el color de la oscuridad. 
Si mi sueño se va se lleva mi ser y
deja a un extraño ocupando este cuerpo
sin manos ni pies porque sin sueños 
de nada sirve que estén.
Por eso hay que soñar sin dormir
caminar junto a ese sueño
paso a paso palpitante 
a nuestro ritmo de corazón
alcanzarlo será lejano
más cerca o inaccesible
no importa solo importa 
que esté con uno y así
uno tiene razones para seguir.

Hay que aferrarse a los sueños
con fuerza para que no se vayan
llevándose una parte nuestra.


Hasta luego.

lunes, 25 de abril de 2016

5 segundos antes de explotar

"La civilización comenzó la primera vez que una persona enojada lazó una palabra en lugar de una piedra".
(Sigmund Freud)


¿Una palabra, un gesto, un comentario o simplemente crees que alguien no está de acuerdo contigo y eso es suficiente para explotar y darle su merecido a esa persona? Y cuando explotas lo que sigue es poner cara de furia para darle miedo a esa otra gente, gritarle todos los insultos que puedas y si es posible ponerle una golpiza, para que sepa que a ti nadie te va a decir qué debes hacer, que de ti nadie se ríe. Y se siente bien, sientes mucho poder, un gran desahogo por haber gritado y demostrado que a quien se meta contigo te lo vas a fregar.

Es como una tremenda borrachera pero todo sucede en pocos segundos, unos cuantos minutos si acaso. Después llega la cruda, la resaca y el momento de asumir las consecuencias y pensar en lo que hiciste, porque en el momento en que explota el coraje no es posible pensar... ¿o sí?

Si vives estas explosiones de ira acostumbrarás decir que no lo puedes evitar, que así eres, que no te vas a esperar a que te hagan algo y por eso mejor atacas primero, y que las otras personas deberían tener más respeto cuando hablan (en la gran empresa que es el crimen organizado hasta hicieron famosa la frase "Pa' que aprendan a respetar").


Cuando estalla el enojo tu campo de visión se cierra y por ende se vuelve más reducido, no distingues lo que está a tu alrededor sino únicamente el objeto de tu coraje, que queda centrado justo enfrente: Cuando explotas, literalmente no ves otra cosa más que a la persona que te hizo enojar.

Antes de que explotaras tal vez estabas haciendo algo importante como prepararte para un examen, ir a recoger a tus hijos a la escuela, terminabas un trabajo que ya urgía entregar o le demostrabas tu cariño a la persona que amas. Pero cuando te enojas por lo que dijo o hizo otra persona, te olvidas de todo eso y peleas con tanto coraje que tal vez hasta destruyas algo que habías conseguido con mucho esfuerzo. No siempre ganas, pero lo importante no es vencer sino demostrar que no te dejas de nadie.


Si has vivido o estás viviendo esta situación, te pregunto:

¿Te has dado cuenta que le estás dando más importancia a la opinión de otra persona que a tu propia vida? Eres tú quien vuelve más importante a esa otra persona.

¿Sabes que te preocupa más quedar bien con los demás para que digan que eres muy valiente, aunque eso significa que traicionas tus propios proyectos? ¿Con quién quieres quedar bien? A veces explotas con gente que ni conoces pero su opinión es más valiosa que lo que quieres para ti.

¿Sabes que cuando reduces tanto tu visión y solamente ves a quien consideras tu enemigo, también dejas de ver tus metas y objetivos personales? ¿Cuántas veces quieres volver a empezar?

¿Has notado que te estás aislando? Tu círculo de amistades puede reducirse bastante, es poca la gente que va a estar dispuesta a acompañarte si tú no quieres que te contradigan nunca, o si piensas que cada opinión o sugerencia es una orden ¡y a ti nadie te dice qué debes hacer, faltaba más!

También podrías darte cuenta de otra cosa: ¿sabes que cuando los demás descubren que explotas fácilmente eres más manipulable? Basta con hacerte enojar para que reacciones de una manera destructiva y hasta autodestructiva. Y eso puede ser divertido para alguien más.

Una última pregunta: ¿Te has dado cuenta que tu cuerpo te envía una señal cuando va a explotar? Es una sensación muy rápida, como si un rayo pasara velozmente por tu cuerpo, tus músculos se tensan y están listos para tirar el primer golpe, los puños están apretados, la quijada también y tu respiración se hace más rápida y corta ¡Ya está todo listo para explotar y demostrar que tú no te dejas de nadie! 

"...un niño inocente murió en un tiroteo a las puertas de su colegio de Nueva York. La directora, Ada Mitchum, se reunió con sus compañeros y amigos. “¿Cómo se sienten?”, les preguntó.
"Yo estoy tan enfadado -contestó uno de los chicos- que tengo ganas de quemar todos los coches de la pandilla que mató a Jeff”. “Bien, bien -contestó la directora- pero yo creo que pueden estar aún más enfadados”. “Pues yo estoy tan enfadado que iría a sus casas y los echaría de la ciudad”, dijo otro chico. “Bien, bien -contestó la directora-, pero yo creo que pueden estar aún más enfadados. Pueden estar tan enfadados que decidan terminar el colegio, ir a la universidad, estudiar derecho y ser los abogados y los jueces que metan en la cárcel a las personas que han matado a Jeff”."

Creo que sí es posible cambiar esta explosiva manera de vivir sin que te sientas cobarde ni creas que te estás traicionando, pero lograr este cambio requiere de tu voluntad, constancia y amor:


Identifica la sensación que es como el botón de arranque para tus explosiones de ira, cuando aparezca esa sensación tienes muy poco tiempo, tal vez medio segundo para decidir detenerte un momento (a menos que te estén atacando físicamente, claro).

Detente 5 segundos. Solamente 5 segundos para respirar profundo y pensar para qué. ¿Para qué voy a olvidar lo que me importa? ¿Para qué le doy tanta importancia a otra persona? ¿Para qué me desvío de mis metas, de lo que quiero para mí y los míos?

Después tú decides si gritas, golpeas, guardas silencio o dialogas. Puedes descubrir nuevas habilidades en ti, y hay una cualidad excelente que podría dar buenos resultados y te ayudaría vivir sin tantos rencores ni corajes y sin estar al pendiente de lo que hacen los demás sino atendiendo  tu propia vida, esta habilidad se llama negociar, y aparece automáticamente si logras poner tu voluntad, tu constancia y tu amor en darte esos 5 segundos. 

Si logras hacer esto, sería recomendable que posteriormente hagas ejercicios de respiración de manera continua, hablarte claro antes de hablar con los demás y, si hubiera un problema específico con alguna persona, buscar otra manera de afrontarlo para mejorar esa relación o terminarla bien, según lo que más convenga. 

"La ira es como el fuego: Solo se puede apagar al primer chispazo, después es tarde".
(Giovanni Papini)

Por último, y también para hacerlo de manera permanente, podrías animarte a observar a la gente que conoces para descubrir quiénes son capaces de manejar su enojo de una manera más constructiva. Si descubres que cerca de ti hay gente así, anímate a hablar con esa persona y pregúntale cómo lo hace. Siempre podrás aprender algo nuevo. Estas son opciones posibles.

Hasta luego.

miércoles, 20 de abril de 2016

Howard Gardner, autor de la teoría de las inteligencias múltiples

"...las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.
...no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética."
(Howard Gardner)


Saber que existe una persona con la que podemos coincidir en sus pensamientos y su manera de ver el mundo, es encontrarnos con un real amigo. No importa si esa persona aparece en un libro, una película, en el trabajo o entre los conocidos: existe, influye y eso es lo que la vuelve tan importante como todas las amistades. Eso me ocurrió al leer esta breve entrevista a un gran hombre que se quiere reinventar a sí mismo constantemente y que además sabe que reinventarse, seguirse conociendo, es una necesidad de todos los seres humanos. 

Howard Gardner es el autor de la teoría de las inteligencias múltiples, evidencia científica de que realmente cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Sus descubrimientos, su forma de ver el aprendizaje y de creer que todos tenemos alguna habilidad y capacidad para adaptarnos a nuestro ambiente, su filosofía en general me llenan de optimismo y lo quiero compartir porque es un gusto saber que hay hombres que viven el conocimiento desde un punto de vista tan humanizante, por llamarlo de algún modo. 

Desafortunadamente, después de leerlo y reflexionarlo, caigo en cuenta que este México lindo y querido, y la verdad no sé si todo nuestro planeta, está gobernado por las malas personas que plantea el señor Gardner: Por eso las cosas están tan mal para muchos en beneficio de unos pocos. En un país corrupto se premia al cinismo y a la habilidad para burlarse de la ética y la honestidad, en un país corrupto la gente honesta duda y se sabe insegura... y aquí vivimos. Soy un hombre creyente y por lo mismo tengo fe en que esas personas (gobernantes, empresarios, narcos) caerán por sus propios actos debido a que su ambición no tiene límites y se vuelven autodestructivos, pero también estoy consciente de que en esta época la corrupción ha tejido unas telarañas muy complejas para sobrevivir agarrándose de todo, absolutamente TODO lo que hay en nuestra sociedad. Tal vez no alcance a ver la caída de esas personas que presumen del poder para sí mismas, pero elijo seguirme descubriendo y conociendo de la manera más ética que me sea posible.

¿Para qué saber? Para hacer, para imaginar, para inventar, para transformar, para mover, para entender, para enseñar, para evolucionar, para compartir, para crecer sin envejecer...
(hemebe)

Volviendo al tema de este escrito, el trabajo de Howard Gardner es tan grande que lo ha trascendido, y por lo mismo es importante difundir quién es este autor y cuál es su obra. Enseguida reproduzco la entrevista que tomé del diario "La Vanguardia" de España. Si prefieren verla en su entorno original, den clic sobre esta ruta: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20160411/401021583313/una-mala-persona-no-llega-nunca-a-ser-buen-profesional.html 

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“Una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”




Por qué cuestiona que la inteligencia es lo que miden los tests?
Porque yo soy un científico y hago experimentos y, cuando mido la inteligencia de las personas, descubro que algunas son muy buenas solucionando problemas pero malas explicándolos. Y a otras les pasa lo contrario.

¿Y si hay personas diversas es porque también tiene que haber diversos talentos?
Por eso he dedicado 400 páginas a describir siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical, espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal.

¿Y por qué no muchas más: la culinaria o la mística o la teatral o la ecológica?
Porque no cumplen los requisitos que sí cumplen esas. Y espero acabar demostrando que además hay una inteligencia naturalista, otra pedagógica y otra existencial para plantearnos preguntas trascendentes. Pero no más.

Hoy los colegios ya plantean sus programas según esas inteligencias múltiples.
Y yo no me dirigía a los pedagogos, pero fueron ellos los primeros que adoptaron mis teorías.

¿Por qué?
Porque comprobaban cada día en las aulas que las categorías de tonto o listo no cubren la diversidad del talento humano. Y, por tanto, que los tests de inteligencia no miden realmente nuestras capacidades, sino sólo la de resolverlos.

Su teoría, además, era cómoda para consolar a niños con malas notas y a sus papás.
Se abusó de ella al principio porque no se comprendió bien. En Australia, la administración la manipuló para explicar que había grupos étnicos que tenían inteligencias diferentes de otros.

"creer saber envejece y querer saber rejuvenece."
(Lluis Amiguet)

¡Qué peligro!
En ese punto, empecé también a preguntarme por la ética de la inteligencia y por qué personas consideradas triunfadoras y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para ellas mismas.

Esa ya es una pregunta filosófica.
Pero yo soy un científico e inicié un experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevisté a más de 1.200 individuos.

¿Por qué hay excelentes profesionales que son malas personas?
Descubrimos que no los hay. En realidad, las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.

A mí se me ocurren algunas excepciones...
Lo que hemos comprobado es que los mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos.

¿No puedes ser excelente como profesional pero un mal bicho como persona?
No, porque no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética.

Para hacerte rico, a menudo estorba.
Pero sin principios éticos puedes llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.

Resulta tranquilizador saberlo.
Hoy no tanto, porque también hemos descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como el lujo de quienes ya han logrado el éxito.

“Señor, hazme casto, pero no ahora”.
Como san Agustín, en efecto. Otra mirada estrecha lleva a estudiantes y profesionales comodones a ser lo que consideramos inerciales, es decir, a dejarse llevar por la inercia social e ir a la universidad, porque es lo que toca tras la secundaria; y a trabajar, porque es lo que toca tras la universidad..., pero sin darlo todo nunca.


Sin ilusión, la vida se queda en obligación.
Y otros son transaccionales: en clase cumplen lo mínimo y sólo estudian por el título; y después en su trabajo cumplen lo justo por el sueldo, pero sin interesarse de verdad limitan su interés y dedicación. Y son mediocres en todo.

¿No descubren algún día de su vida algo que les interese realmente?
Algunos no, y es uno de los motivos de las grandes crisis de la madurez, cuando se dan cuenta de que no hay una segunda juventud. Otra causa es la falta de estudios humanísticos: Filosofía, Literatura, Historia del Pensamiento...

¡Qué alegría! Alguien las cree necesarias...
Puedes vivir sin filosofía, pero peor. En un experimento con ingenieros del MIT descubrimos que quienes no habían estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50, eran más propensos a sufrir crisis y depresiones.

¿Por qué?
Porque las ingenierías y estudios tecnológicos acaban dándote una sensación de control sobre tu vida en el fondo irreal: sólo te concentras en lo que tiene solución y en las preguntas con respuesta. Y durante años las hallas. Pero, cuando con la madurez descubres que en realidad es imposible controlarlo todo, te desorientas.

¿En qué país influyó más su teoría de las inteligencias múltiples?
En China editaron cientos de títulos sobre inteligencias, pero las entendieron a su modo: querían que su hijo único fuera el mejor en todas.

Pues no se trata exactamente de eso.

Cada sociedad y persona entiende lo que quiere entender. Cuanto mayor te haces, más difícil es adaptar tu vida a un descubrimiento y más fácil adaptar el descubrimiento a lo que ya creías que era la vida. Por eso, voy a clase a desaprender de mí y aprender de los jóvenes.


Hasta luego.

jueves, 14 de abril de 2016

Confía en ti

"Lo único que hay que hacer con un buen consejo es pasarlo: nunca le sirve a uno mismo".
(Oscar Wilde)


El terapeuta no da consejos, su trabajo es acompañarte cuando avanzas por esas partes difíciles en el camino de la vida y ayudarte a descubrir cuál es la mejor solución entre tus opciones posibles. Tú decides porque se trata de tu vida, de tu cuerpo, de tus emociones, de tus pertenencias, de tu experiencia y de lo que pasa contigo.

Es muy fácil dar un consejo sobre un problema ajeno: no importa si resulta bien o mal, el que tiene el problema asumirá las consecuencias y el que dio el consejo no corre ningún riesgo, ¡hasta se le agradece por ser tan "bien intencionado!". Y encima, el que tiene el problema seguirá creyendo que no puede resolver sus cosas a menos que le den un buen consejo.


Por eso cierro este texto con un "anticonsejo": No aceptes con fe ciega los consejos constructivos, y mucho menos de alguien que no ha construido. En estos casos es mejor probar, experimentar y descubrir tu propia forma de hacer, y claro: siempre es válido hablar, platicar con personas de confianza para ordenar tus ideas, no para que te digan qué hacer.

"Toma consejo en el vino, decide después con agua".
(Benjamín Franklin)

Hasta luego.

martes, 12 de abril de 2016

Una tragedia en el periódico para recordar que el amor no es suficiente

"ignoraba que el adolescente que vivía bajo su techo estaba profundamente deprimido, había comprado ilegalmente un arma y la había escondido en casa para preparar junto a su amigo Eric una masacre"
(Diario The Guardian, acerca de los padres del asesino de Columbine)


Ya había hablado en este espacio acerca de que el amor no es suficiente, también dije que aunque no es suficiente sí es indispensable en cualquier relación, y tratando de profundizar un poco más en el tema he sugerido 5 ingredientes que debe haber en toda relación para poder decir que efectivamente hay amor. Hoy sigo creyendo que esos 5 ingredientes son capaces de hacer que las relaciones duren, crezcan y ayuden a que los miembros de esa interacción se vuelvan mejores cada vez. Además estoy convencido de que cuando dejamos a esos ingredientes entrar y actuar libremente dentro de nuestra relación, con toda seguridad comenzarán a brotar otros ingredientes igual de nutritivos para la relación, y si a estos nuevos elementos les seguimos permitiendo manifestarse libremente, la relación seguirá avanzando hacia situaciones cada vez mejores.

Claro que estos elementos no se pueden dar en cualquier relación, se necesitan condiciones adecuadas y esas condiciones deben crearse entre todos los miembros de la relación. Un error que cometemos con frecuencia es aportar los 5 elementos creyendo que con eso aseguraremos el correcto funcionamiento de la relación, con un sencillo razonamiento: Si pongo todos los elementos, el resultado será más rápido. Pero NO funciona así, básicamente por dos razones:

1. Para que los 5 elementos de una relación sana funcionen, deben estar presentes en TODOS los que participan de esa relación.

2. La única manera de que todos los participantes de la relación aporten estos 5 elementos es COMPARTIRLOS en lugar de darlos.

Dar y recibir. Entregarse a los demás y también recibir a los demás. Si tu forma de "amar" es solamente dar o nada más recibir, lamento decir que lo que estás haciendo se parece más a "controlar" que a "amar". Y controlar no siempre es algo que queremos hacer conscientemente.


¿Qué pasa cuando no incluimos los 5 ingredientes o elementos en una relación? Desafortunadamente, con uno solo de estos elementos que falte comenzarán los conflictos de difícil solución, esos que nos dejan la sensación de estar dando vueltas en círculos en lugar de avanzar. Así ocurre cuando no hay comunicación, o confianza, o respeto, o contacto o peor aún, compromiso. Cuando falta uno o más de estos ingredientes, comenzarán a aparecer algunas cualidades muy negativas para las relaciones humanas: malos entendidos o chismes, desconfianza, falta de respeto que puede llegar a agresiones verbales o físicas, poco contacto físico y el que llegue a haber también cargado de reproches y rencores, y un compromiso casi nulo.

Si te refugias en la idea de que "yo estoy aportando mis 5 elementos, así que yo estoy bien y que cambien los demás", ¡mala señal!, porque estás cerrando la puerta al intercambio de ideas, sentimientos y pensamientos, a COMPARTIR lo que ocurre contigo y con cada miembro de la relación. Pero eso sí: podrás creer que todo está bien aunque no te des cuenta de lo que pasa con los demás (bien dicen que no hay peor ciego que el que no quiere oir).

En las relaciones donde no se aportan y comparten estos ingredientes, pero creemos que todo está bien porque "hay amor", aparecen patrones de conducta autodestructivos: secretos, mentiras, chismes, complicidades, alianzas y discriminaciones... Entre otras muchas cosas.


Enseguida reproduzco el triste testimonio de una madre que, en una situación extrema, vivió la expresión total de estas conductas destructivas y autodestructivas en el seno de su propia familia. La nota es bastante amplia, y si gustan pueden leerla en su entorno original que es el periódico "El Diario" de España, que a su vez tradujo la noticia de "The Guardian". Para leer, dar clic sobre el título:

El hijo de Sue Klebold y un amigo mataron a 13 personas en la escuela de secundaria de Columbine. Han pasado dos décadas desde la masacre pero le sigue atormentando una pregunta: ¿Qué podría haber hecho para evitarlo?


The Guardian - Emma Brockes

Hasta luego.

domingo, 10 de abril de 2016

Cada pueblo tiene el gobierno que merece

“No es un signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.”
(Krishamurti)


Hace 3 años comentaba en este espacio que México podría llegar a ser una sociedad de enfermos mentales si las condiciones económicas, políticas y sociales seguían avanzando por el mismo rumbo, es decir, rindiendo culto a la corrupción y a la impunidad mientras se explota a la honestidad y la responsabilidad. Increíblemente, nuestros gobernantes decidieron seguir por el mismo rumbo y no solo eso, sino que han pisado a fondo el acelerador acumulando más abusos, desvergüenzas y actos de corrupción que, desafortunadamente y contra toda lógica, nos siguen pareciendo "normales" y por lo tanto, así de "normal" sigue siendo que las nuevas generaciones (o sea nuestros hijos) vean como deseable y noble la aspiración de ser un buen corrupto en el futuro, y muchos se comienzan a preparar desde pequeños.


Este jueves 7 de abril del 2016, la Comisión Internacional de Derechos Humanos (CIDH, para más rápido) se atrevió a diagnosticar al gobierno de este México lindo y querido como "esquizoide", ante las muchas demostraciones de que efectivamente presenta un desorden de personalidad que no le permite distinguir la realidad. En esta situación en particular la CIDH acusó al gobierno de México de presionar, acosar y desdeñar a los investigadores del Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI, ya en confianza) y al titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. También hizo la acusación de que la violencia, la inseguridad y la criminalidad han ido en aumento sin que el Gobierno parezca interesado en tomar medidas correctivas (arreglar este desorden) ni mucho menos preventivas (esto implicaría asegurar educación, salud, trabajo y vivienda a los habitantes de este país, y para eso habría que invertir dineros que ahorita se usan para... bueno, para lo que estén usándolo en este entorno de corrupción).

Las respuestas del Gobierno negaron contundentemente todas esas acusaciones, aseguraron que aquí no pasa nada y demostaron una profunda indignación ante tamañas ofensas. Al mismo tiempo, los noticieros del país, incluso los de aquellos medios que tratan de disminuir la mala imagen de nuestros gobernantes, siguen difundiendo noticias nada tranquilizadoras. Una reseña muy descriptiva de este incidente apareció en la columna "Astillero" del diario "La Jornada", y es recomendable leer esta nota para no hacernos de la vista gorda y compartir de esa manera la esquizofrénica mentalidad de esos gobernantes que sistemáticamente rechazan la realidad y hasta ofrecen pruebas de la belleza, paz y armonía que reina en nuestra sociedad.


La parte más preocupante de esta ola esquizoide es cómo tratan los noticieros maquilladores de la realidad a las víctimas. Simplemente afirman con fingida ingenuidad que si secuestraron, torturaron, mataron o desaparecieron a alguien, seguramente fue porque tenía nexos con el crimen organizado. ¡Claro! Y con el mismo tono de inocencia continúan afirmando que ni el gobierno ni el ejército ni la policía y ni siquiera los guaruras contratados por algún funcionario-político-empresario-narco o similar podrían lastimar a una persona decente. ¿Y vamos a creer semejante mentira? Tristemente sí. Se repite tanto en radio, televisión, periódicos e Internet que la oleada de gente que un día protesta indignada por la injusta desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, al poco tiempo puede estar acusando no solo a los desaparecidos sino también a sus familiares de tener nexos con el crimen organizado. ¿Cuál es el mensaje de fondo? ¿Se lo merecen?

"Primero debo poner orden en mi casa"
(Vox populi)

Esta es nuestra aportación individual a la esquizofrenia de nuestra sociedad. Para mantener la cordura, tenemos la obligación personal y moral de mantenernos informados y reaccionar ante el dolor de todos nuestros semejantes y no solamente cuando le ocurra algo a nuestros familiares u otras gentes cercanas. Nuestra sociedad sí está enferma y nosotros formamos parte de ella. Tenemos en nuestras manos la decisión personal de buscar nuestra evolución y crecimiento, o dejarnos llevar por la corrupción y la impunidad en cualquier de sus presentaciones: todo lo que está enfermando y obstaculizando la salud de nuestra enfermedad.




“Pedro Algorta, abogado, me mostró el gordo expediente del asesinato de dos mujeres. El doble crimen había sido a cuchillo, a fines de 1982, en un suburbio de Montevideo. La acusada, Alma Di Agosto, había confesado. Llevaba presa más de un año; y parecía condenada a pudrirse de por vida en la cárcel. Según es costumbre, los policías la habían violado y la habían torturado. Al cabo de un mes de continuas palizas, le habían arrancado varias confesiones. Las confesiones de Alma Di Agosto no se parecían mucho entre sí, como si ella hubiera cometido el mismo asesinato de muy diversas maneras. En cada confesión había personajes diferentes, pintorescos fantasmas sin nombre ni domicilio, porque la picana eléctrica convierte a cualquiera en fecundo novelista; y en todos los casos la autora demostraba tener la agilidad de una atleta olímpica, los músculos de una fuerzuda de feria y la destreza de una matadora profesional. Pero lo que más sorprendía era el lujo de detalles: en cada confesión, la acusada describía con precisión milimétrica ropas, gestos, escenarios, situaciones, objetos... Alma Di Agosto era ciega. Sus vecinos, que la conocían y la querían, estaban convencidos de que ella era culpable:
- ¿Por qué? -preguntó el abogado.
- Porque lo dicen los diarios.
- Pero los diarios mienten -dijo el abogado.
- Es que también lo dice la radio -explicaron los vecinos -. ¡Y la tele!”
(Eduardo Galeano - La cultura del terror 6)

Hasta luego.