sábado, 24 de abril de 2021

Cuento: La nueva Tierra, parte 4

 Ver Parte 1

Ver parte 2

Ver parte 3


Jade


La nueva Tierra, parte 4


“...y sé que nadie en este mundo está solo, pero puedo sentir la desesperanza de la soledad…

Escucho ese estribillo noche y día, parece que las estaciones de radio no tienen otra canción para poner y no me gusta nada, me deprime pensar que la gente se tiene que convencer a sí misma de que no está sola, aunque así se sienta. Yo en verdad no creo que la gente pueda estar sola, me parece una idea imposible porque siempre podemos estar en contacto con alguien y también porque la soledad no significa estar alejado de los demás, de hecho a veces paso algunos días sin ninguna compañía, solo moviéndome entre desconocidos y me siento bien, de vez en cuando me hace falta ese espacio. “Lo más triste no debe ser estar solo, sino estar aislado de los demás, porque aislarse es una decisión y estar solo es una condición temporal, no pasa nada”, pienso mientras intento sacar de mi cerebro ese estribillo que revolotea y amenaza con anidar en mi cabeza. ¿Por qué a la gente le gusta tanto esa canción? ¿Será simplemente porque la escuchan sin parar?

“...y sé que nadie en este mundo está solo, pero puedo sentir la desesperanza de la soledad…

Las noticias hablan de una epidemia imparable, como si una rara enfermedad muy contagiosa estuviera afectando a muchas personas y obligándolas a permanecer aisladas, es una tendencia inusual porque ya lleva varios meses circulando en las redes y en Internet y no baja su popularidad, sigue siendo noticia de titulares porque hay mucha gente famosa entre los afectados: empresarios, estrellas del deporte y de la música, políticos, y en general personas emprendedoras que han sido reconocidas por las mayorías, han tenido tanto éxito que eso les convirtió en personas millonarias y en un ejemplo a seguir, pero ahora muchos de ellos ya no se ven más que en videos, algunos de hace mucho tiempo y otros recientes donde se les puede escuchar tratando de explicar lo difícil que es vivir sin energías y lejos de la gente que aman, tal vez refiriéndose a sus fans y seguidores. O tal vez eso quieren creer sus fans y seguidores. En fin. Las caras tristes, la voz inexpresiva, la mirada fija en algún punto o en la nada, todo su aspecto deja ver un gran sufrimiento y cuando terminan de transmitir, uno se queda con una tristeza interminable, una inmensa sensación de vacío y desesperanza en el interior, aun cuando la mayor parte de las personas que se dejan ver en esos mensajes videograbados se ven tristes, sí, pero a la vez tranquilos y reflejan una gran fortaleza espiritual.

Hace 2 o 3 años nadie se imaginaba que podría existir una enfermedad como esta, que sin ninguna explicación está dejando al mundo vacío de ídolos, de líderes, de confianza y amor, parece una maldición, ¿cómo es posible que las mejores personas del planeta hayan sido alcanzadas por este mal? Cierto que por cada uno de estos enfermos famosos debe haber miles de contagiados anónimos entre las personas normales, los que trabajamos, los “de a pie”, pero eso no es raro ni es noticia, al fin y al cabo, como dicen unos comentaristas ingeniosos pero no muy listos en su noticiero nocturno: “los que siempre han estado mal ya están acostumbrados”. Lo realmente sorprendente es que aquellos que tienen los recursos para aislarse de los problemas del mundo, no lo han podido hacer. Y nadie sabe explicar de manera creíble qué enfermedad es esta que quita la fuerza, las ganas, las defensas del organismo, y obliga a la soledad. Mientras tanto, la epidemia continúa propagándose.

El presidente de Estados Unidos ha comenzado a dirigir a su país encerrado en el salón oval de la Casa Blanca, y se lamenta por estar condenado a no poder salir de ella pero al mismo tiempo se compromete a continuar trabajando por el bien de todo el planeta; es un Presidente con mucha autoestima, creo yo, al considerar que las decisiones que tome por su país beneficiarán a todo el mundo. Muchos otros países están haciendo lo mismo y mantienen encerrados a sus dirigentes para que hagan su labor con todos los cuidados posibles, siempre frente a las cámaras de unos resignados y bien pagados reporteros que también comparten ese encierro, como si se tratara de un reality show. Todo se hace con esas medidas de higiene que ya todos conocemos y que se van volviendo cotidianas, parte del paisaje y la leyenda urbanos. Cubrebocas. Sana distancia. Aislamiento. Desconfianza. Paranoia. Miedo.

Los más famosos cantantes están dejando de aparecer en público, solamente los más arriesgados aparecen de vez en vez, y cada vez más esporádicamente en algún programa de TV, pero la mayoría está optando por hacer todas sus presentaciones vía streaming, a veces en directo y a veces con versiones editadas, y al despedirse todos cierran sus videos diciendo que aman a su público y que desean volver a estar cerca, en persona muy pronto, pero la verdad es que están asustados y se encierran, estén o no contagiados, porque tienen miedo de tener que vivir encerrados si se enferman ¡qué cosa!

Lo mismo está ocurriendo con empresarios, líderes religiosos, deportistas y finalmente hasta con la gente común que antes nos reuníamos en restaurantes, teatros, cines, estadios, parques, bares y salones para divertirnos y convivir, pero ahora que los jugadores no se atreven a jugar en público ya no hay partidos en los estadios, las canchas están vacías, no hay artistas dando funciones y mucho menos hay quien se atreva a encerrarse en una sala de cine con un montón de desconocidos: tal vez uno de ellos esté infectado ¡y uno solo podría contagiar a todos! El aire, esa sustancia invisible que nos da vida cada vez que respiramos, lo único que todos compartimos porque ha entrado y salido de los pulmones de toda la humanidad y de todos los animales, ahora es el vehículo por el que viaja el mal. Y el aire, el oxígeno, tiene que seguir entrando a nuestros organismos, a nuestros cuerpos... ¡qué buen sistema para alcanzar a todos!

Este mundo sigue cambiando muy rápido, hoy ni siquiera podemos ir a misa o al servicio religioso porque la gente vive aterrorizada de la gente. Algunos padres y pastores valientes y llenos de fe siguen abriendo las puertas de su iglesia para todo aquel que busca paz y consuelo, pero muy pocas personas se atreven a ir. En las empresas se dan facilidades para que la gente trabaje desde su casa, y lo mismo ocurre en las escuelas. Si no fuera porque a todos nos parece normal, sería asombroso ver la cantidad de edificios fantasmales que parecen ir a la deriva como barcos vacíos en estos mares de concreto.

¡Caray! Me quedo parado frente al gran ventanal de una tienda grande, debe ser una Elektra o Coppel, y observo el noticiero detrás del cristal, desde la calle prácticamente desierta. No tengo prisa. Nunca me había detenido a pensar en lo importante que es reunirnos y tener espacios para estar junto a la gente que queremos y también junto a la que toleramos, convivir para compartir nuestros gustos y pasiones apoyando cada quien a su equipo favorito, orando, bailando, emocionándonos con una historia, estudiando, trabajando, o también discutiendo y defendiendo nuestras ideas cuando son distintas a la de alguien más, al fin y al cabo eso también es convivir… ¿Cuánto tiempo resistiremos aislados y desconfiando de los demás? Estas noticias me confunden y aunque no deseo cambiar mi punto de vista, ahora dudo: tal vez sí sea posible estar solo. 

- - - - - -

- Como van las cosas, al rato hasta nos va a dar miedo tener pareja y hacer el amor, ¿verdad? –Volteo a la izquierda y me encuentro con una joven sonriente mordiendo una manzana con aire de despreocupación mientras ve el mismo noticiero ahí, de pie junto a mí. No la había visto antes y solo atino a sonreír también, sin embargo es obvio que estoy sorprendido y en vez de sonrisa me apareció un gesto medio bobo en la cara. Ella rió más. 

- ¿Te fijas que solo estamos tú y yo en esta calle? -comenta ella- Quiero ir al sur, pero necesito tomar el 37 y con ese maldito miedo que tiene toda la gente, ni pasan los camiones, ¡tengo más de una hora aquí parada esperando!

Me gusta la frescura y desfachatez de la muchacha, y mientras escucho su voz alegre que quiere parecer seria y molesta, me inmovilizo mirando sus ojos negros como el espacio pero sin soles, lunas ni estrellas, enmarcados por una cabellera juguetona y esponjada de tantos rizos moviéndose como serpientes con el aire del atardecer; su piel blanca contrasta perfectamente con la brillante negrura de su pelo y de sus ojos. Viste una blusa verde con algún adorno rojo que no alcanzo a distinguir bien porque me da pena fijar mi vista en su torso, también usa unos jeans blancos holgados. Sé que no soy un tipo galán ni conquistador, pero algo tiene esta mujer que me tiene hipnotizado. Bella, despreocupada, con su manzana y ese pelo... No sé, tal vez así se sintió Adán.

- ¿...no crees? ¡Oye, te estoy hablando!

- Oh, disculpa, me distraje.

- Sí, ya lo noté. Te decía que con el miedo que tienen ahorita todos de todos, fácilmente podemos entrar a esta tienda, tomar lo que queramos y salir sin que nadie nos moleste, ¿verdad? Mira a las pobres chavas que atienden aquí, están agazapadas atrás del mostrador, casi te juro que están rezando para que no vayamos a entrar nosotros ni nadie.- Volvió a reir y esta vez mi risa también salió natural y espontánea. Pegadas a la pared del fondo, más allá del mostrador, las 3 chicas que atienden esta tienda están tratando de ser invisibles, como si fueran un adorno o un aparato más de los que se venden aquí.

- Me voy a ir caminando, quién sabe cuánto tiempo más tendré que estar aquí esperando el camión.

- ¿Dices que vas para el sur? Yo también voy para allá, ¿te parece si caminamos juntos?

- ¡Claro! ¡Diciendo y haciendo, órale! A mover los pies porque mi casa está lejos. Dijo ella mientras se iba encaminando por la banqueta.

- ¡Oye! No te gusta perder el tiempo, ¿verdad? ¡Espérame! Yo quiero caminar contigo, no atrás de ti.

- Pues acelera el paso, mi chavo. –su risa es un imán que me atrae con fuerza, aunque no quiero estar consciente de eso todavía. -Es cierto, no me gusta perder el tiempo, pero eso no significa que deba vivir siempre de prisa, de hecho si pasas tus días apresurado, rápido y tratando de hacer todo en un solo momento, pierdes más el tiempo, porque al final te quedas con la sensación de que no disfrutaste al 100% lo que hiciste y que no te alcanzó el día, ¿ves? ¡Perdiste el tiempo!

- Eso me ha pasado muchas veces, pero siempre creí que estaba aprovechando mi tiempo, porque de esa manera alcanzo a hacer más cosas que cuando me lo tomo con calma.

La chica camina jugueteando con sus manos, hace gestos y muecas con su cara de por sí expresiva y de cuando en cuando se detiene frente a los amplios escaparates donde se refleja su imagen para hacer distintas poses con graciosa coquetería, mirando su figura en distintas posiciones, a veces sensuales, a veces divertidas, a veces grotescas, pero siempre espontáneas y frescas. ¡Carajo! ¡Me gusta! Y lo peor es que ella lo sabe. Mientras pienso esto, ella sigue hablando conmigo. Parece que no sabe estar callada.

- Hacer mucho sin descansar no es garantía de aprovechar más el tiempo. Pero depende lo que te interese. Por ejemplo, yo acabo de estar parada más de una hora en la parada del camión, y mientras tanto aproveché para organizar mis pendientes, divertirme con las caras asustadas de los dependientes en todas las tiendas, revisar mis mensajes en el Telegram y el Whats, ver las noticias en la tele, y además te conocí. Por cierto, me llamo Jade.

Diciendo esto, extiende su mano ágil hacia mí, que la saludo automáticamente y al sentirla me parece más fuerte de lo que aparenta… tardo un poco en reaccionar y solo atino a responder:

Soy Jacobo. ¡Qué bonito nombre tienes!

- ¡Tranquilo, tranquilo! Pareces un buen compañero de viaje, pero ahora eres tú el que no quiere perder el tiempo.

- No, de veras me gusta tu nombre, es bonito y no es muy común. Y también me gusta tu forma de no perder el tiempo, creo que yo me hubiera aburrido si hubiera estado ahí parado más de una hora, sin hacer nada.

- Pero igual hubieras estado ahí durante esa hora, ¿verdad? Y no estuve sin hacer nada, estaba atenta a mi alrededor y a mi propia persona, eso me ayudó a tener paciencia mientras esperaba.

- Cierto, creo que esa actitud debe ser la paciencia.

- ¿Quién sabe? Yo sólo trato de enfocarme en lo que hay en vez de en lo que no hay, y cuando no puedo hacerlo, por lo menos me mantengo ocupada.

Continuamos caminando, nos alejamos de los locales comerciales y de las fachadas atractivas de las grandes tiendas y negocios del centro para adentrarnos en la zona de calles más angostas, con casas habitadas en lugar de establecimientos. Por el camino nos cruzamos con muy poca gente, la mayoría va en sus autos con la mitad de la cara oculta por su cubrebocas y las ventanas arriba, o si va a pie camina una o dos cuadras mirándonos nerviosamente, después toca o abre una puerta y se encierra. 

Los parques invitan a caminar, correr y jugar, pero nadie les hace caso. Allá en el cine de la Plaza hay gente, unas cuantas personas que no resisten el encierro en su casa y prefieren encerrarse en este otro lugar que, según dice, garantiza la sana distancia indicada por las reglas de higiene y la etiqueta antisocial, me imagino que al entrar se acomodan lo más lejos que pueden unos de otros y ven la película para olvidar el miedo, abrazando a sus hijos o a su pareja como si eso evitara que se vayan a contagiar de este mal moderno de la humanidad. Jade y yo caminamos sintiendo la calle nuestra y esta vez pienso con gusto, por primera vez en bastante tiempo, que las cosas cambian muy rápido.

Es tanto el silencio en las calles que escuchamos perfectamente todo lo que ocurre al interior de cada vivienda, en la mayoría se oyen canciones pegajosas, y esa tonadita enfadosa “...y sé que nadie en este mundo está solo, pero puedo sentir la desesperanza de la soledad…”, en otras casas se escuchan las noticias que continúan reportando cualquier cosa acerca de esa rara pandemia de debilidad y soledad, en este momento el Papa transmite sus mensajes llamando a todos los hombres y mujeres “hermanos” y desde la cómoda seguridad de su encierro nos invita a permanecer unidos y cercanos moralmente, aunque estemos alejados físicamente. Los demás líderes religiosos y políticos hacen el mismo exhorto, utilizando cada uno las palabras que les dan estilo propio. ¡Qué rara enfermedad! ¡Como si hiciera falta otra razón para que los humanos nos tuviéramos más miedo!

Jade se queda en su casa, pero antes tomo nota de su domicilio y su número de celular, me grabo bien sus ojos y me guardo junto a mi colección de momentos sus labios sonriendo, porque así los imagino escondidos tras ese cubrebocas censurador y censurable, después continúo mi camino más al sur y el tramo que me falta para llegar a la casa de mis tíos se me hace muy corto, hasta me parece que estoy en otra ciudad. Por primera vez desde que llegué a vivir aquí no me siento adoptado, no: siento que soy parte de todo esto, que ya no soy un migrante y que me acabo de “nacionalizar” tapatío…

En el principio, y sobre todo con la zozobra de las condiciones en que llegué, todas las calles, caminos y avenidas eran iguales, laberintos que no llevaban a ninguna parte porque no había un lugar a donde ir, misterios sin relación con nada conocido, todo era nuevo e indiferente para mí, recién llegado de otro mundo. Con el tiempo conocí a una persona, luego a otra y a otras más y poco a poco las calles y las casas fueron teniendo nombre, cara y anécdotas de conocidos, de gente que se va ganando un lugar en mi vida y me hace un lugarcito en la suya, así le he dado sentido a los lugares de esta ciudad. Cuando una calle te lleva a alguien que quieres, la ciudad ya es tuya aunque no lo sepa. Con el tiempo, sobre todo con el buen tiempo bien vivido, los males se van curando; hoy supe cuál calle me lleva a Jade y me siento afortunado, vivo. La acabo de conocer y me encontré una rara enfermedad llamada futuro en sus ojos, de esa sí quiero contagiarme.


Ver parte 5

jueves, 22 de abril de 2021

Estómago

Estómago


Bolsa lisa, húmeda y caliente, con una puerta para entrar y otra para salir, el estómago es como una madre que sale de la cocina llevando comida caliente a su familia y debe comer a su hora, puntual como reloj, pero a veces no tiene comida, la memoria de su dueño o dueña debe estar presente antes que su hambre para cumplir su noble trabajo de distribuir generosamente el alimento y los nutrientes que cada parte del cuerpo necesita.

 

El estómago es el equilibrio se siempre recibir y dar. Cuando entrega lo que comimos y bebimos ya está descompuesto y de nuevo listo para ser usado en otros órganos, hasta que los últimos restos llegan a la salida, donde se debe expulsar lo que ya no sirve.

 

El estómago recibe, y si recibe mucho se estira y se acostumbra a estar lleno de lo que sea, a cambio de vivir trabajando la digestión sin parar. Si recibe muy poco se comienza a comer a sí mismo llenándose de úlceras y dolores ácidos. Y si recibe la porción justa trabaja el tiempo necesario, descansa lo suficiente y sus jugos gástricos no lo atacan.

 

A veces recibe corajes, tristezas, decepciones, miedos o vergüenzas, chatarra que no se deshace ni con todos sus ácidos, el dueño o dueña de ese estómago puede y debe quitarle todo eso que hace daño, para que no termine comiéndose a sí mismo otra vez. Quien dijo que “las penas con pan son buenas” fue un sabio: un bocado de alimento puede salvar al estómago de consumirse cuando solamente recibe emociones indigestas. 


Hasta luego.

martes, 20 de abril de 2021

Cuello

 Cuello


Paso obligado en el largo camino

desde el sentimiento hacia la razón

y también de regreso

o desde la boca hacia tu centro.

Guardián atareado de un túnel vital

que nunca descansa

y no sé cómo hace para hacer tanto:


Sostiene tu cabeza que a veces pesa

porque sin parar piensa y piensa

cuando se llena de historias densas.

Deja entrar la vida cada vez que comes o respiras

Deja salir tu voz para que hables, cantes

grites, llores y le pongas palabras a lo que piensas,

a lo que no piensas y a lo que sientes.

Gracias al cuello gira la alta torre

donde moran tus accesorios que perciben

las imágenes, los sonidos y los olores del mundo

y también por él suben todas

las emociones que tu mente consume

para crear tus sueños e ilusiones

o tus pesadillas y decepciones.

Eso tú lo decides.

Por tu cuello transita igual el oxígeno

limpio que inhalas, el quemado que exhalas

y la sangre que alimenta a tu cerebro,

los impulsos sensoriales también viajan por aquí

igual que las instrucciones

de cómo mover o qué hacer con el cuerpo.


Este canal infatigable es demasiado frágil

para su gran responsabilidad,

el mínimo daño y hasta un simple resfriado

afectan el tráfico normal de tu sangre,

nervios, oxígeno, nutrientes, impulsos…

¡qué gran caos para tus habilidades,

tus capacidades y tus creencias!


Hasta luego.


miércoles, 14 de abril de 2021

Los niveles en el juego del amor

 


La atracción es una cosa espontánea, simplemente se da cuando una persona te gusta y si a esa persona le pasa lo mismo contigo “hacen clic” y se conectan, por lo menos físicamente. Así empiezan muchas relaciones, con el típico "flechazo" porque “de la vista nace el amor”, dicen. Y si la cosa llega hasta ahí tal vez haya un final feliz y dos personas se retiren satisfechas por haber ligado y encontrado al amor de su vida por un instante efímero, ¡bendita ilusión! ¡Amar sin complicaciones! Obviamente la atracción no es amor, aunque puede ser pasión o romanticismo o qué se yo, alguna otra emoción de esas que nos dejan satisfechos y con el ego bien alimentado.

Si después del “flechazo” la relación sigue, tal vez pienses que encontraste el amor y ojalá que sí, todo es posible. Sin embargo, es muy común encontrar gente decepcionada de su pareja y de sí misma porque después de convivir bastante tiempo (eso de “bastante” es una cantidad que puede variar mucho entre una persona y otra) resulta que esa persona en la que invirtió tanto tiempo no era lo que esperaba y “no valora” todo el amor que se le dio.

Sí. Nos ha pasado a muchos, y si no lo hemos vivido en carne propia seguramente conocemos al primo, a la novia, al amigo o a quien sea que le haya ocurrido. Los seres humanos nos confundimos fácilmente y muy rápido, queremos creer que lo que sentimos por la persona que nos gusta es amor y creemos con toda seguridad que esa persona siente lo mismo hacia uno, o sea hacia mí.

Las relaciones tienen varios niveles, como en los videojuegos, y aunque sí hay atajos para llegar al máximo nivel, también hay trampas que te pueden engañar y hacerte detener en un nivel intermedio creyendo que ahí es el nivel final, el amor.

Los niveles tienen nombre, y no tienes que pasar necesariamente por todos, pero es muy sano reconocerlos porque el compromiso emocional cambia en cada uno de ellos, la interrelación es cada vez más profunda a medida que se sube de nivel, por ejemplo:

1.       Conocido

2.       Compañero

3.       Amistad

4.       Afecto

5.       Aprecio

6.       Cariño

7.       Amor

Piensa en alguna persona que corresponda a cada nivel… cambia mucho la sensación en cada uno, ¿verdad? Cada nivel que avanzas se vuelve más exclusivo, cabe menos gente en él, porque a medida que profundizas más en una relación, también vas conociendo más a la persona con quien te relacionas, y dejándote conocer, hasta llegar al punto del amor, en el que exageras la diferencia que hay entre una persona y todas las demás, respetando su individualidad.

La pasión de un “flechazo” también nos hace exagerar la diferencia entre nuestro estímulo sexual y todas las demás personas, pero es una situación diferente, que exige satisfacción inmediata y por eso se le llama deseo.

Y aquí está una de las razones más comunes por las que existen los problemas de pareja: Es muy fácil sentir “algo” (uno de los 7 niveles) y pensar que ese sentimiento es amor. Y si lo crees, tal vez des tu amor a cambio de compañía, o de amistad, o de aprecio, o de cariño, o de… lo que sea, pero no es amor y obviamente el nivel de compromiso no será el mismo en las dos personas que llevan esa relación.

O tal vez ocurra lo contrario y tú sientas un gran afecto o cariño por alguien que se enamoró de ti y por más que quieras nunca podrás darle de regreso lo que te brinda en la relación, porque el amor que te dan es más grande que lo que tú sientes. No están en el mismo nivel.

Como sea, uno de los principales problemas de las parejas es que las dos personas están seguras de que lo que sienten es amor y por ende lo que siente su pareja también debe ser amor, sin darse la oportunidad de saber en cuál nivel del juego están. En esa trampa de pensamiento mágico hasta se llega a creer que los dos quieren o aman igual y parece hasta ofensivo revisar qué sentimientos están en juego dentro de la relación, aunque la convivencia esté basada en puras discusiones, pleitos y maltratos.

Vale la pena darse un tiempo para revisar primero en uno mismo (porque luego somos muy buenos para revisar a la pareja y decirle todo lo que debe cambiar, para que me quiera como yo quiero) qué es lo que siento y si estoy dispuesto (o dispuesta) a aportar más a nuestra relación.

El nivel en el que te encuentres se puede volver una zona de confort, de modo que en lugar de cuestionarte, vas a asegurar que estás bien y obviamente das amor. Te sugiero que revises los 5 ingredientes del amor para ver si tú los estás aportando (recuerda que primero en uno mismo) y si no es así, puedes empezar a hacerlo.

Si la relación está dañada o estancada, tal vez sea necesario buscar ayuda profesional. Si vienes de una relación que ya terminó y sigues pensando que la forma en que se trataban tu pareja y tú es el verdadero nivel del amor, también puede ayudarte un profesional. En ambos casos, lo más importante es descubrir en uno mismo todos los niveles y saber que puedes ser desde un conocido hasta un amor. Si identificas esto en tu propia persona, podrás identificarlo en otras, y podrás alimentar tu autoestima y la relación para avanzar los niveles que quieras en este juego de la vida, del amor. Y si deseas quedarte en el nivel del “flechazo” está bien, todo se vale si lo haces de forma consciente, bien ubicado en el nivel de relación donde quieres moverte, con respeto a ti mismo y a la otra persona.

Hasta luego.


martes, 6 de abril de 2021

Corazón

 Corazón


El corazón es el reloj de tu vida,

aún si duermes, él camina.

 

Tic-toc, tic-toc.

 

Le das cuerda cada día, cuidas y alimentas

bien al guardián de tu valor

de tu confianza y de tus momentos.

 

Tic-toc, tic-toc.

 

Cuatro espacios tiene el corazón

en cada uno nace el tiempo

y el sentimiento en cada latido

se reparte por todo tu cuerpo.

 

Tic-toc, tic-toc.

 

Cada espacio es una estación

donde puede parar o avanzar el amor

solo deja que fluya todo

lo que sabe hacer el corazón.

 

Tic-toc, tic-toc.