lunes, 14 de diciembre de 2015

Para actuar

"Si tu signo es jugar, juégalo todo:
tu camisa, tu patio, tu salud.
Si tu debes jugar de cualquier modo
juega bien, con virtud,
pero ay amor, ay amor,
no te juegues el corazón..."
(Silvio Rodríguez)

Es muy importante saber lo que necesitas en tu vida y hacerle caso a esa necesidad. Es el mejor camino para estar en contacto contigo y para tomar decisiones asertivas que atiendan a lo que necesitas y no a lo que deseas, que generalmente es algo distinto.


Si tienes hambre, come.

Si tienes sueño, duerme.

Si tienes tarea, hazla.

Si estás cansado, descansa.

Si vives con rencor, perdona.

Si extrañas tu pasado, aprende de él.

Si esperas mucho del futuro, comienza a construirlo.

Si tienes deudas, paga.

Si alguien te daña, aléjate.

Si tienes amigos, búscalos y déjate encontrar.

Si alguien te gusta, haz que lo sepa.

Si no te gusta tu vida, cámbiala.

No es excusa vivir aguantando tu vida y a las gentes que habitan en ella, en vez de tomar la decisión de aceptar o de cambiar lo que hay.

Tampoco es excusa rechazar a la gente por sus actos, en lugar de asumir la responsabilidad de lo que uno mismo hace o no hace.

Y tampoco es una solución culpar a otra persona para no asumir el camino, a veces muy difícil, de reconstruir tu propia vida y cubrir tus necesidades.



"Si tu signo es arder, arde con todo:
tu camisa, tu patio, tu salud.
Si tu debes arder de cualquier modo
arde bien, con virtud,
pero ay amor, ay amor,
no te quemes el corazón..."
(Silvio Rodríguez)

Si te aman, ama.

Si te desprecian, ve a donde te valoren.

Si estás confundido, decide.

La decisión que tomes enfocará tu vida hacia el camino que tú deseas: a tu integración o tu desintegración.

Y si la decisión que tomaste no resulta como esperabas, entonces será el momento de tomar otra decisión sin castigarte ni tener que resignarte a vivir aguantando... A veces se gana, a veces se pierde, una decisión puede llenar tu vida de luz u oscurecerla, y siempre será posible decidir de nuevo para mantener la llama encendida o para alejar la sombra cuando esta comienza a empañar la visión de tu propia vida.

Aquí he hablado de decisiones personales, tal vez también de pareja o familiares y aún en estos niveles llega a parecer difícil cambiar una decisión cuando la tomamos alejada de la realidad. Pero cuando una sociedad entera toma decisiones ajenas a sus necesidades, las consecuencias también requerirán del interés y la participación de mucha gente para volver a tomar una decisión que vaya de cuerdo con lo que sus vidas requieren. En distinta escala, estoy hablando de lo mismo, tal vez convenga ser más coherentes al actuar para no terminar cumpliendo caprichos momentáneos que después generarán mayores necesidades:


Hasta luego.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Aceptar la realidad con humildad

"Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable."
(Eduardo Galeano)


Aceptar la realidad es básico para poder modificarla o simplemente para moverse en ella, pero en ocasiones preferimos escaparnos a un mundo ideal y hacer como si ese fuera el real: Una pareja ideal, una familia ideal, un trabajo ideal, una situación económica ideal, un auto ideal, una casa ideal, una relación ideal… Pero si todo es ideal significa que solo está en el mundo de las ideas y que nadie más puede verlo, únicamente quien se lo imagina.

Si quitamos el mundo ideal y nos quedamos solamente con el real es probable que nos haga falta creatividad e imaginación para poder transformarlo, y si no podemos transformar nuestra realidad, terminaremos frustrados y le transmitiremos ese sentimiento a nuestros seres cercanos.

Así que necesitamos tener los pies bien puestos sobre la tierra y al mismo tiempo tener muy claro cuál es el ideal que perseguimos para enfocar hacia allá todas nuestras acciones y decisiones. Esto es muy distinto a escaparse a uno de estos mundos. Si la realidad que debes aceptar es que tu relación de pareja se está hundiendo y únicamente eres capaz de ver esto (lo que no quieres), entonces será muy útil visualizar cómo es tu relación ideal (lo que sí quieres) para encaminar tus palabras, tus actos y tus decisiones hacia esa meta.



Con mucha frecuencia ocurre, siguiendo el ejemplo anterior, que realmente la relación está muy dañada, a tu pareja le molesta cualquier cosa que tú propongas y no le interesa ni tantito saber cuál es tu ideal en cuanto a su relación. Lógico: Si la relación está dañada ambos están lastimados (eso es parte de la realidad que hay que aceptar) y antes que escuchar al otro, a ambos les importa más ser escuchados: Las dos partes de esta relación tienen su propio ideal de “lo que debería ser” y es importante que ambos sean escuchados con atención.

La humildad es el factor básico para que la relación vuelva a funcionar, para conocer el ideal y las metas de esa otra persona importante en tu vida. Si has llegado a esta etapa es muy importante que evites descalificar y acusar utilizando frases como “estás mal”, “es que tú no entiendes”, “a ti no te importa”, “grábate bien esto…”, "¿por qué siempre haces tal o cuál cosa?"... La humildad implica tener presente que estoy aceptando lo que hay en la relación, así que serán más útiles las frases incluyentes como “te escucho”, “no lo había visto así”, “déjame asimilar lo que dices", "esto no lo había pensado”.

Una relación dañada, o cualquier otro mundo real que estemos afrontando, tomará algo de tiempo para irse alineando con el mundo ideal que tienes visualizado. Y necesitas ser constante en la retroalimentación con tu pareja o con la persona con la que tengas un conflicto.


Cada relación dañada tiene su propia historia donde tal vez hubo groserías, insultos, malos entendidos, maltratos, enojos y tristezas. Mucho ojo: Al estar hablando puedes despertar en tu memoria alguno de esos momentos y si eso ocurre, tu cuerpo vuelve a tener exactamente la misma sensación que tenía cuando enfrentó un conflicto (miedo, enojo, tristeza, ganas de golpear o gritar…). 

Uno de los mayores retos al aplicar la aceptación, la humildad y la constancia, es el de responder a lo que está sucediendo aquí y ahora, y no a emociones y sensaciones del pasado que están guardadas en tu memoria personal. Este reto únicamente se puede vencer desde tu interior, recordando que estás aceptando tu realidad y lo que hay en tu vida porque es una decisión tuya, porque quieres y no porque “tienes que”.


"Todos los edificios, todos esos carros, una vez fueron solo un sueño en la cabeza de alguien"
(Peter Gabriel)

Hasta luego. 

jueves, 10 de diciembre de 2015

Mateo despierta empatía

"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque poca de ellas lo recuerdan"
(Antoine de Saint-Exupery)


Mateo es un niño de 2 años de edad, vive en Aguascalientes y convive prácticamente todo el tiempo con adultos que lo aman y lo valoran. Él ha pasado su corta vida rodeado de amor y de apoyo y en los últimos días ha comenzado a hablar. Habla poco, aunque todos saben que sí entiende mucho de lo que escucha y lo que espera su familia es que ahora que dice sus primeras frases se podrán comunicar más fácilmente.

Pero Mateo comienza a adoptar nuevas conductas: De repente y sin causa aparente comienza a golpear a las personas que le están hablando sin importar quiénes sean, y así dura un rato dando golpes hasta que se calma de nuevo.


Preocupados ante este cambio, y sobre todo decididos a no declarar a su hijo como un problema solamente por esos golpes ocasionales, sus papás deciden indagar un poco más y con un poco de ayuda notan que el pequeño solamente muestra esa conducta agresiva cuando está con adultos, pues al interactuar con otros niños no hay ningún problema.

Reconstruyendo los hechos, los papás de Mateo descubren que Mateo quiere hablar como adulto pero su lenguaje y su vocabulario aún están muy limitados y no puede expresar todo lo que quisiera. Una vez entendido esto, deciden hacer algunos cambios en su relación con Mateo, empezando por hablarle más despacio y también por darse el tiempo de escucharlo y atenderlo en las ocasiones que el niño quiere "platicar", así tanto ellos como él sabrán que los niños y los adultos pueden llegar a hablar igual si se apoyan mutuamente, ¡pero un bebé de 2 años no puede pensar como adulto! También están recibiendo apoyo para apoyar a su hijo en el desarrollo del lenguaje con ejercicios apropiados a su edad.

El otro cambio importante es que ahora Mateo asiste a una guardería a convivir con otros niños como él, y de esa manera deja de percibirse a sí mismo como una especie de "adulto chiquito" para sentirse tal como es: un niño.

"La única patria que tiene el hombre es su infancia"
(Rainer María Rilke)

Sus papás y otros adultos que quieren a Mateo decidieron ponerse en sus zapatitos y desde ahí se dieron cuenta de cómo ve el mundo. Esto es empatía, y gracias a eso se salvó de vivir con la etiqueta de ser grosero, peleonero, macriado y tantas otras que se le pueden colgar a un niño inquieto cuando no alcanzamos a conocer la razón de su inquietud. 

Los niños que viven con esas etiquetas y otras peores crecen convencidos de que son todo eso que les dicen, todo menos un niño.

Hasta luego.

martes, 8 de diciembre de 2015

Indispensable

"Con un poco de amor, trabajando por un poco más..."
(Silvio Rodríguez)


El amor por sí solo nunca es suficiente para mantener viva una relación... Pero sí es indispensable. 

Si tienes pareja y además te amas sinceramente, dale de tu amor, todo el que puedas. Esa es la semilla donde pueden crecer los demás ingredientes que necesita la relación.

Si te perdonas y te justificas demasiado rápido cada vez que lastimas a tu pareja... Hace falta amor.

Si pones más atención en lo que no te gusta que en lo que te agrada de tu pareja... Hace falta amor.

Si exhibes los secretos de tu pareja en las pláticas con otras personas "de toda tu confianza"... Hace falta amor.

Si pides que te quiera pero tú ignoras a tu pareja... Hace falta amor.




Si tienes amor compártelo porque así es como funciona, si no lo compartes lo vas a desperdiciar y hasta puedes llegar a creer que no lo tienes.

Hasta luego.

martes, 27 de octubre de 2015

Parejas controladoras

"Hay hombres que pueden vivir con una mujer controladora, aunque vivir así es estresante. Puede ser por meses o años, pero al final, por mucho que el hombre ame a su mujer, acabará rebelándose, pues donde no hay confianza real y efectiva, no se vive en paz".
(Tomado de la página www.todamujeresbella.com)





"Mejor yo lo hago, tú siempre lo haces mal".

Las parejas llegan a desarrollar estrategias muy extrañas en la lucha por el poder, una que resulta muy curiosa y dañina para la relación de pareja y para las demás personas a su alrededor (por ejemplo los hijos), es cuando una persona juega a victimizarse cargando con las obligaciones y responsabilidades de los dos, quejándose de tener que hacerlo todo y al mismo tiempo impidiendo que su pareja haga cosas. Si las hace, entonces la reacción será quejarse de lo mal que están hechas y de que tendrá que hacerlas de nuevo.
 

Es una forma dolorosa de controlar la relación, está basada en el autosacrificio y la denigración de cualquier intento que haga la pareja por actuar dentro de la relación. El resultado cuando los miembros de la pareja adoptan estos roles es como si uno de ellos aceptara cargar con la cruz de tener que controlar todo lo que se haga o diga y el otro acepta su condición de dependiente e incapaz de valerse por sí mismo. Curiosamente, ambos se sienten manipulados por el otro pero no sueltan su rol, pues al mismo tiempo encuentran una zona de confort desempeñando su papel.
"Aunque me canse más pero que quede bien, porque tú eres muy mal hecho".

La persona que agarra el rol de "Yo sí hago bien las cosas" se entrampa asumiendo cada vez más y más responsabilidades, trabajos domésticos, decisiones financieras, horarios y permisos, hasta sentir que de verdad no le queda tiempo para nada porque no tiene apoyo. No se da cuenta que si su pareja le ofrece apoyo, sistemáticamente lo rechaza o lo denigra. Se siente sola.
 

Y quien adopta el rol de sumisión, de creerse menos hábil que su pareja, corre el riesgo de en verdad convertirse en una persona sin decisión propia, con miedo a comprometerse con la vida y con otras gentes. Es una persona que se siente sola, pero mantiene su rol que le da cierta ilusión de seguridad porque es más cómodo seguir órdenes que asumir responsabilidades.
"Me desespera que no hagas las cosas como yo digo".

¿Recuerdan la película "Intensa mente"? Me acordé porque en ella aparecen 2 personajes que representan perfectamente lo que estoy comentando aquí: Alegría es una chica optimista y dinámica que siempre está dispuesta a verle lo bueno a la vida y además es tan motivadora que todos le hacen caso, así que se siente con el derecho de organizar a todos los demás. En algún momento entra en conflicto con Tristeza, que es más lenta y contemplativa, no es muy buena para eso de las relaciones interpersonales y por si fuera poco, siempre le encuentra algún aspecto negativo hasta a los mejores proyectos. 

Obviamente Alegría está segura de que la actitud de Tristeza está mal y que lo que ella haga estará equivocado y causará problemas, así que se encarga de tratar de limitarla e impedir que actúe. En algún punto de la película, Alegría está tan convencida de que solo ella puede hacer lo correcto, que termina cargando a una Tristeza que decidió dejarla hacer lo que sea, incluso llevarla arrastrando por los caminos de la vida, ¿quién manipula a quién?
"Me enoja que sea tan negativo: siempre le encuentra "peros" a todo lo que le digo".

En la película, Alegría entiende a Tristeza y se da cuenta que esa forma de ver las cosas considerando también los riesgos posibles también resulta útil, por lo que termina aceptando a esa persona con todas sus diferencias. También tristeza acepta las diferencias de Alegría y hasta aparece más activa hacia la parte final de la película, y eso no va en contra de su naturaleza: Si nos peleamos con nuestra tristeza la hacemos crecer hasta convertirse en depresión, pero si la aceptamos nos permite actuar y no solamente contemplar la vida.
En la relación de pareja ocurre que al estar peleando y tratando de controlar o de mantener el estilo sumiso para "no molestar" a quien controla, ambas partes se estancan en su desarrollo personal. Quien se dedica a controlar a otros no los deja crecer: ¡si crecen se vuelven responsables de su propia vida! Y una persona responsable puede irse y construir su propia historia, pero la persona controladora se sentiría muy sola, así que no puede permitir eso. Con esta mentalidad, prefiere seguir atada a la quejumbrosa "necesidad" de hacerse cargo de su pareja, aunque el precio sea que tampoco podrá crecer, ya que no se puede atender para no descuidar a esa otra persona.
"Tú no decidas, para eso estoy yo".

lunes, 12 de octubre de 2015

Enemigo imaginario

"La realidad es para aquellos que no pueden soportar la fantasía"
(Tomado de un meme de las redes sociales)


¿Y si esa amenaza que te hace vivir con ansiedad todos tus días no fuera real? ¿Y si solo te la estás imaginando? 


Pues resulta que el efecto es el mismo que si la amenaza fuera de verdad: te tendrá con el estrés al tope y con esa terrible sensación de que en cualquier momento va a ocurrir algo terrible aunque no tengas palabras para describir lo que va a pasar.

Es muy importante hablar y escuchar a la gente de tu confianza. 

Cierto que a veces minimizan lo que te ocurre y parece que no te entienden, pero en otras veces -que también pueden ser muchas-, tal vez seas tú quien se esfuerce en cargar con una amenaza imaginaria sin darte cuenta que tú eres el autor de ese enemigo que enfrentas a diario. 

En todo caso, abrirte al diálogo con otra persona generalmente trae más consecuencias favorables que perjudiciales, y hasta puede alejar al enemigo imaginario que boicotea tus iniciativas.

"Ni tu peor enemigo te puede hacer tanto daño como tus propios pensamientos"
(Frase atribuida a Buda)


El miedo a no poder, la vergüenza de mostrarte ante los demás, el temor al ridículo, la creencia de que no vas a poder, la sensación de que te rechaza esa persona que tanto te gusta, el compararte con otros en condiciones desfavorables, ... Todas estas y otras más son las caras del enemigo imaginario que a veces dejamos andar junto a nosotros, acompañándonos por la vida.


Hasta luego.

viernes, 2 de octubre de 2015

Cuento: Dos ranitas (No hay garantías)

"Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos pueden descubrir hasta dónde se puede llegar".
(T.S. Eliot)


En el centro del bosque hay un estanque grande y antiguo, los animales saben que siempre ha estado ahí y los mamíferos llegan a sus orillas día tras día para tomar agua y refrescarse, las aves multicolores bajan de las nubes y las copas de los árboles para beber y remojan sus plumas en sus aguas. A todos les gusta venir al estanque porque siempre lo encuentran lleno de vida y adornado con flores, plantas de vivos colores, lirios, mariposas y muchos insectos juguetones revoloteando sobre él. Las ardillas dicen que siempre está contento, pero el estanque nunca ríe, ni se enoja, simplemente está ahí y disfruta la compañía de todos esos seres que llama “los suyos”.


Dentro del estanque viven unos animales verdes que por las mañanas se enojan cuando llegan los demás, porque el ruido que hacen al chapotear en la superficie del agua los despierta muy temprano: son las ranas y las tortugas. En realidad las ranas son más enojonas que las tortugas, y también son más ruidosas. Por las noches gritan y gritan croac-croac para desquitarse de los otros animales y no dejarlos dormir, o al menos eso creen ellas, porque la mayoría de los animales se arrullan con su rítmico croar. Las únicas que no duermen son las lechuzas, y eso no les conviene mucho a las ranas.

Este día, mientras se asolean tranquilamente sobre un lirio a mitad del agua, dos ranitas se ponen a platicar y llegan a la conclusión de que el estanque debe ser de ellas, las ranas, porque ellas siempre han vivido ahí. Así, juntaron a las demás ranas y les contaron su descubrimiento, provocando con ello una discusión muy fuerte, pues había ranas que estaban de acuerdo y otras que pensaban que esa era una idea muy egoísta. El estanque solamente escuchaba, como era su costumbre.

La discusión se agravó cuando las tortugas asomaron su cabeza fuera del caparazón para aclarar que ellas también vivían en el mismo estanque y tal vez desde mucho antes que las ranas. Después dijeron lo mismo las plantas y flores de las orillas, las mariposas y los demás insectos. Todos reclamaban el derecho de haber vivido durante más tiempo en ese estanque, que seguía escuchando, silencioso e impasible.

Esa noche, por primera vez, las ranas no cantaron, en un extremo del estanque se amontonaron las que decían ser dueñas del lugar y en el otro las que pensaban que el estanque era y debía seguir siendo de todos. Las lechuzas que bajaron esa noche a beber agua encontraron un ambiente muy hostil, pero sabias como eran, no quisieron participar en la discusión: ellas bajan por agua y nada más.


Al siguiente día el sol llegó al estanque y encontró muy despiertas y sentadas junto al estanque a las ranas y las tortugas más viejas de la comunidad. Entre los animales siempre se respeta a los más ancianos, porque son los que han vivido más cosas y eso les da mucha sabiduría (esa es la teoría, aunque también sabemos que al que no quiere aprender lo único que le llega con los años es la vejez, pero esa es otra historia). Entre todos ellos se imponía con su sola presencia una venerable tortuga tan viejita que tenía arrugado hasta el caparazón. Todos creían que llevaba más de cien años viviendo en el estanque y ella fue la que habló a las dos ranitas que empezaron a correr el rumor de que el estanque tenía dueño, y les dijo así:

- Los pájaros no son dueños de las nubes aunque vuelan entre ellas. Las ardillas no son dueñas de los árboles aunque en ellos se aniden. Los peces que viven en el mar tampoco dicen que éste les pertenece. Ustedes quieren decir que tienen este estanque, que es suyo, y yo lo que veo es que solo tienen avaricia, envidia y orgullo. Nosotras, las ancianas, no queremos vivir otra noche de rencor como la que acabamos de pasar. Por favor, acepten que todos podemos vivir aquí o venir a disfrutar de estas aguas como hasta ahora.

Pero las dos ranitas se sintieron ofendidas y se enojaron, así que respondieron con coraje:

- Pues si lo que dices es que no están a gusto con nosotras, nos iremos. ¡Seguro que encontraremos un estanque mejor que éste!

Las ranas y tortugas ancianas se entristecieron y trataron de detenerlas, de convencerlas de que este estanque es su hogar y el de todos:

- ¡No se vayan, por favor! Aquí hemos vivido siempre, nunca hemos salido de aquí porque no existe otro estanque en el bosque… ¿A dónde van a ir?

- A cualquier lugar, ¡Será mejor que aquí! – Reprocharon las dos ranitas.

- No se vayan, se van a arrepentir y lo más seguro es que no puedan sobrevivir más de un día fuera de aquí. – Insistió todavía la tortuga mayor, pero ya no la escucharon. Las dos ranitas iban brincando rumbo a los árboles del bosque con la energía y la ilusión de los jóvenes tras la aventura. Por primera vez en mucho tiempo, el estanque se sintió triste pero nadie las siguió: el único lugar seguro en este bosque es el estanque.

Las primeras horas fueron muy tranquilas, los alrededores del estanque eran frondosos, húmedos y llenos de vida, así que las dos ranitas marchaban felices brincando y croando con gran entusiasmo.


Pasado el mediodía, con el calor del sol cada vez más fuerte sobre sus espaldas, se terminó la cordialidad y comenzaron a discutir entre ellas. Viendo que difícilmente podrían ponerse de acuerdo, hicieron un pacto: Cada una avanzaría por su lado en direcciones opuestas y en tres días más se volverían a encontrar en ese mismo sitio para platicarse acerca del mejor lugar que encontraron para vivir, después ambas se irían al lugar que les gustara más. Así fue. Una marchó por los claros del bosque, alejándose del centro y la otra se fue hacia el lado contrario, internándose más en la vegetación.

El camino fue difícil para las dos. Los pájaros y gatos salvajes trataron de atraparlas más de una vez, con frecuencia encontraban cerrados los caminos y tenían que hacer grandes rodeos para avanzar, pasaron hambres en lugares donde escaseaban los insectos o donde éstos eran tan agresivos que las atacaban a ellas primero… En fin, cada una por su lado llegó a pensar que estaba equivocada y que las viejitas sabias tenían razón. Claro que las dos, cada una por su cuenta, retomó su camino con más ganas después de recordar a las viejitas. Al fin y al cabo lo único que llevaban era su orgullo y eso las hacía avanzar.

Sucedió que al amanecer del tercer día la ranita que se había ido alejando del centro llegó al final del bosque y se encontró cara a cara con el desierto árido donde solamente había cactus, huizaches y espinas por todas partes. Por más que forzaba la vista no se veía agua, solamente rocas y los rayos del sol no calentaban rico, más bien caían convertidos en un calor que quemaba. La ranita volvió a pensar que podía haberse equivocado y que aún podría regresar al estanque y disculparse con las viejitas sabias, pero con este simple pensamiento su corazón se llenó de enojo y nuevamente dejó le brotara el orgullo: “¡Seguiré adelante!”, pensó y comenzó a brincar sobre la tierra seca, cuidando que no la viera ningún pájaro, pues no había árboles ni plantas que la cubrieran.

Al poco tiempo, cansada y casi deshidratada por tanto sol, se detuvo a descansar a la sombra de un gran huizache, espiando al cielo todo el tiempo para asegurarse que no se la llevara un ave. Pero en una tierra distinta a la suya también los enemigos son diferentes, así que cuando se dio cuenta ya había sido atrapada por una víbora hambrienta. En sus últimos momentos se dio cuenta de lo terca que había sido y dejando a un lado su orgullo, sintió vergüenza… 

“¡Ah, si le hubiera hecho caso a las viejitas!” “¿Cómo le habrá ido a mi amiga?”


La tarde de ese mismo día, la otra ranita se detuvo asustada ante un gran muro de rocas y musgo. Donde ella estaba el ambiente se sentía cargado de humedad y todo el día había estado brincando de un lado para otro esquivando pájaros y gatos salvajes, pues aquí los hay por montones, ya ni siquiera intenta contarlos de tantos que son. Y ahora esto. No puede avanzar, pues si sube a esa muralla de roca la verán los pájaros y se la comerían, pero tampoco puede regresar ni quedarse ahí parada, pues los gatos acechan y se van acercando entre la espesa vegetación. Tiene que tomar una decisión. En ese momento se acuerda de las viejitas sabias y piensa que hubiera sido mejor quedarse en el estanque, tal vez hasta podría, si escapa con vida, regresar y disculparse… Pero no… Ese solo pensamiento es suficiente para que se le revuelva el estómago y de inmediato se arrepiente de haber pensado en volver… “¡Seguiré adelante!”

De pronto las hierbas se agitan violentamente y la ranita escucha el ronquido de dos gatos que se lanzan contra ella. No es tiempo de pensar y sin dudarlo brinca al muro y sigue brincando, escalando entre el musgo resbaloso que no deja subir a los gatos. Pero el verde llamativo de su espalda es un imán para los ojos de los pájaros que revolotean en los árboles cercanos y se dejan caer sobre ella, que ahora rebota entre las piedras como pelota de goma. Es muy ágil y ligera, tiene buenos reflejos, pero sabe que se va a cansar rápido, y entonces… pero resulta que todavía no es su última hora, casi por azar cae en un hueco entre las piedras y se desliza por él. Allá afuera se queda el ruido pavoroso de las alas golpeteando y los gruñidos de los gatos, pero la ranita ya no se detiene. Continúa internándose en esa cueva, asustada y nerviosa, los latidos de su corazón se oyen con gran fuerza y le da más miedo que aparezca otro animal en esa cueva, atraído por el ruido de sus latidos y su respiración agitada.

Pronto descubre que no está en una cueva, sino en un túnel, allá abajo se ve una luz que le muestra la salida y se acerca a ella, pero no se atreve a salir. Antes de llegar se detiene y pone atención a los olores y sonidos que llegan del exterior, no quiere más sustos. Y en efecto, se oyen cosas raras, hay un suave rugido que no se calla ni un solo instante, le recuerda al agua del viejo estanque, pero aquella no hacía ruido. Después puso atención a los olores frescos, vivos. En un momento le cayó encima todo el cansancio de estos días de fatiga y decidió lanzarse afuera. Entonces encontró el río y avanzó hacia él, como hipnotizada.

¡Era tan bonito! Nunca había visto que el agua se moviera, solamente en los días lluviosos, pero esto era diferente, aquí el agua jugaba con las ranas, los peces, las tortugas, los insectos… Recorrió el lugar, calmó su hambre con algunos mosquitos descuidados y respiró muy hondo, satisfecha. Una voz en su oído izquierdo la saludó:


- ¡Hola! Tú no eres de por aquí, ¿verdad?

Sorprendida, la ranita volteó y se encontró con varias ranas como ella que la observaban con curiosidad. Sin saber qué hacer, solamente respondió:

- No, no soy de aquí, vengo del estanque que está en el centro del bosque… Pero me gustaría quedarme aquí, ¿con quién puedo hablar para pedirle permiso?

Todas las ranas rieron divertidas con la ocurrencia de la ranita recién llegada.

- ¿Te imaginas si tuviéramos que pedir permiso para vivir? ¡Qué cosa más loca! ¡Como si el río fuera de alguien!

Todavía asombrada, la ranita recién llegada miraba suplicante a todas las demás y solo se atrevió a preguntar:

- ¿Entonces...?

- ¡Bienvenida, déjate de cosas! ¿Qué, así son todas las ranas en tu estanque?

- No. Allá también son como ustedes… ¡Ojalá pudieran venir a conocer este lugar tan bonito!

El sol comienza a esconderse y con él se va yendo este día agitado, nuestra amiga ranita se queda sentada entre el río y una gran roca redonda, haciendo un repaso de su sueño de ser la dueña del estanque, de su viaje tan arriesgado, de su amiga a la que ya no podrá encontrar porque no se atrevería a viajar de nuevo por ese bosque lleno de animales come-ranas y finalmente sus recuerdos se detienen en las viejitas sabias. Ya no tiene coraje, ni orgullo. Por un momento sintió vergüenza de su egoísmo, pero ahora solamente siente paz.

Pudo hacerlo. Encontró un hogar, tiene una nueva familia y lo único que lamenta es haber dejado a todos sus amigos por pura soberbia. Le costó muy caro encontrar un lugar para vivir.

Mirando el reflejo de la luna en las aguas siempre inquietas del río se le escapa un suspiro y dedica dos últimos pensamientos a su estanque:

“¡Ah, si le hubiera hecho caso a las viejitas!” “¿Cómo le habrá ido a mi amiga?”

Después brinca sobre una rama que roza la superficie del agua y se une al coro de ranas croadoras en el río que alimenta al bosque.

En el estanque, dos ranas lloran la partida de sus hijas, están de luto y saben que nunca regresarán porque así lo han dicho las viejitas sabias: No existe otro lugar para las ranas fuera de ese estanque, y esa es la moraleja de esta historia. O al menos eso creen las viejitas sabias.

El estanque sonríe con la ingenuidad de las ancianas, sabe que todas las historias tienen más de una moraleja, depende de cuál personaje sea el que la diga. Pero el estanque no dice nada, se queda quieto y disfruta la candorosa compañía de sus ranitas, sus tortugas, sus mariposas y todos los demás.

F I N

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"Aquellos que no se arriesgan no sufrirán derrotas, sin embargo, nunca tendrán victorias"
(Richard Nixon)



Muchas veces escuchamos que este mundo es de los audaces y que siempre debemos arriesgarnos por nuestros sueños. Otras veces nos dicen que cada quién habla según como le va en la feria, y eso quiere decir que cada uno puede vivir de manera diferente una misma experiencia. De hecho lo que para unos es muy arriesgado y difícil, para otros puede ser una actividad cotidiana. Y para una misma persona, una misma experiencia tiene significado diferente en distintos momentos de su vida.

El caso es que no hay garantías. Sí hay que hacerle caso al corazón y a nuestros deseos para tratar de alcanzarlos, si no, alguien terminará pagándonos por ponernos a hacer realidad sus sueños o los de otra gente. 

Luchar por tus sueños funcionará mejor si te das la oportunidad de medir el riesgo que se va a tomar para reducirlo en la medida de lo posible. 

También ayuda mucho hacerlo por ti y no por impresionar o por demostrarle algo a otros.

Además, sirve bastante ser flexibles para conseguir nuestro objetivo: si nos aferramos eternamente a la primera opción que tuvimos sin hacer caso a las señales que la vida nos va dando, podemos dejar pasar muchas oportunidades.

Una última recomendación: Lucha por tus sueños con humildad, dejando la soberbia guardada para poder dar y pedir ayuda cada vez que sea necesario. 

Aún así no hay garantías, pero sí hay más probabilidades de aprender y de que nuestra visión del mundo se haga más amplia que cuando decidimos no arriesgarnos a hacer lo que nos gusta hacer.

Hasta luego.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Vivir bajo amenaza

"¿De qué otra forma se puede amenazar que no sea de muerte? Lo interesante, lo original, sería que alguien lo amenace a uno con la inmortalidad."
(Jorge Luis Borges)


En nuestra sociedad enferma hay muchas actitudes, patrones y malos hábitos que nos hacen daño; tratemos de no reproducirlos con la gente que queremos:

Una amenaza es un aviso de que hay algún peligro acechando, de que hay riesgos que se deben considerar o de que puede ocurrir un desastre. Así, la amenaza nos ayuda a prevenir tormentas, tsunamis, heladas, sequías y otros desastres naturales; incluso quisiéramos tener más amenazas, por ejemplo una amenaza de terremoto para poder tomar todas las medidas de prevención con suficiente tiempo. Estas amenazas, a pesar de anunciar sucesos terribles, son nuestras aliadas por el simple hecho de ponernos sobre aviso con anticipación. Provocan miedo, aterrorizan, y al mismo tiempo dan la oportunidad de prepararse para enfrentar la situación o para escapar de ella.


Hay otras amenazas que nos avisan de desastres que no son naturales sino creados por el hombre, y también nos espantan y aterrorizan igual, pero con un agravante: En las amenazas de desastres naturales el miedo o terror dura poco tiempo y nos obliga a reaccionar, y en las amenazas humanas esa sensación de miedo y terror puede durar mucho tiempo, incluso años, y por lo tanto se va volviendo “normal” llevar nuestra vida con la sensación de “querer escapar” de algo, aunque a veces no sabemos exactamente de qué. ¿Les parecen conocidas?

Amenazas económicas, como los créditos con intereses atracadores, inflación, devaluaciones, bajos sueldos, impuestos, encarecimiento y otras terroríficas situaciones que nos quitan el sueño cuando nos ocurre a nosotros o a la familia. Muchas veces estas amenazas son resultado de malas decisiones financieras, tomadas a pesar de todos los avisos de que ocurriría un desastre después.

Amenazas laborales (ahora les dicen “mobbing”, que en español significa “acoso”), estas son una forma aprobada desde el mismo gobierno (al menos en este México lindo y querido) para advertir a toda la gente que debe sentir miedo de no tener algo en el trabajo: antigüedad, prestaciones, ingresos o hasta el trabajo en sí, que en este caso es el mayor miedo de todos porque de él depende nuestra capacidad para afrontar otras amenazas de esta vida moderna.

Amenazas en lo escolar, como el conocido “bullying” (que no tiene una traducción al español pero nos hace pensar en situaciones de hostigamiento, agresión y acoso entre estudiantes) que ha hecho desertar o cambiar de escuela a una considerable cantidad de niños y jóvenes, también está la amenaza permanente de perder el año escolar si no le echas ganas, o llevar alguna materia rezagada por no poder aprobarla, o a ser expulsado en el peor de los casos. Hay una señal o un aviso previo a cada una de estas situaciones.

Amenazas políticas, que recurren siempre a espantos como “es un peligro para México” o a promesas como “terminaremos con la corrupción” y nos ponen a temblar porque generalmente se debe entender literalmente al revés cada promesa y compromiso que hacen los políticos. Y mientras más inseguridad tengan en su propia persona, más duras serán sus reacciones, porque la gente que no cree en su propia autoridad termina gritando y amenazando con más fuerza, creyendo que así se demostrará quién pone orden.


Algunas personas queremos escapar de estas situaciones. Otras, por el contrario, buscan acercarse para ser parte de los que amenazan, porque los admiran y envidian esa forma de “poder”.

Estos ejemplos ilustran amenazas “cotidianas” de nuestra vida urbana, tan ordinarias que se van volviendo parte de nuestras relaciones diarias y precisamente por eso se mantiene la sensación de alerta que precede a un desastre… Aunque éste no ocurra (que es lo deseable), la sensación persiste y está a nuestro alrededor todo el tiempo como si fuera una nube de mosquitos de esos lugares calurosos, que nos rodea, zumba y zumba, molesta y a la larga se vuelve parte del entorno.

Para confirmar que ya adoptamos la sensación de vivir bajo amenaza como un estilo de vida, le pusimos el nombre de “estrés”.


Y dentro de las amenazas a desastres provocados por los humanos hay otros niveles, uno de los peores es el que incluye las amenazas a la salud, a la paz y a la estabilidad. A nivel mundial el mayor ejemplo de esto son los grupos terroristas como el Estado Islámico, y en México hay un equivalente en lo que han dado en llamar “Delincuencia Organizada” sin decir quién o quiénes son los que la organizan. La amenaza de estos grupos es directa e insensible. En México han provocado grandes migraciones de pueblos y ciudades, desplazando a personas o hasta a familias enteras en busca de lugares más seguros para establecerse. A nivel mundial ocurre lo mismo actualmente en Siria, donde la amenaza se ha ido cumpliendo y han tenido que huir cientos de miles de personas hacia Europa y otros países. Los que tienen la fuerza no toleran a los demás y lo demuestran cada vez que pueden. Este nivel de amenaza está basado en el terror y no es posible negociar con él.


Pero volviendo a las amenazas cotidianas, las que construimos los seres humanos “civilizados” en nuestros entornos más privados, me faltó mencionar a dos que resultan especialmente importantes:

La amenaza familiar, donde es común escuchar a los padres poner condiciones a los hijos para que “sean buenos” o si no, los sacarán de la escuela, los pondrán a vender chicles en una esquina, los meterán en un internado a ver si ahí los aguantan, los dejarán de querer, los dejarán de ayudar… En fin, el catálogo de amenazas en casa puede ser tan extenso y variado como lo sea el catálogo de frustraciones y miedo a la vida de los padres. Hasta es posible asustar con fantasmas, creencias y críticas al físico o a cualquier rasgo individual (algo parecido a lo que hace el gobierno al amenazar con el “peligro para México”).

¿Qué efecto tienen estas amenazas en el desarrollo de los hijos? Exactamente el mismo que tienen sobre los adultos las amenazas que vivimos a diario y que revisamos brevemente en los textos que están acá arriba, y en los hijos es un poco peor porque en este caso quien los amenaza es la persona que los quiere y se preocupa por ellos: mamá, papá o ambos. Si los hijos viven constantemente un ambiente de presión y crítica, aprenderán a tener miedo al futuro y a sus propias decisiones. No es casualidad que muchos hijos de familia busquen salir de su casa como sea con tal de escapar de esa sensación de vivir bajo amenaza y pasen muchos años, si no es que toda su vida, en relaciones codependientes tratando de encontrar la aceptación que les hizo falta en el hogar.

Los embarazos prematuros, la deserción escolar, las adicciones, el pandillerismo, la depresión, todos ellos son síntomas de que los hijos quieren escapar del estrés ocasionado por la amenaza constante de padres demasiado estrictos o demasiado indulgentes (ningún extremo es bueno).

Y cuando salimos de casa y encontramos a una persona con quien compartir nuestra vida y hacer un nuevo proyecto, puede aparecer la amenaza de la pareja, que se basa en el miedo a ser rechazados y a la soledad, entonces entran a vivir en la casa de esa pareja los celos, la inseguridad, la sobrevigilancia, la duda. Si las amenazas crecen lo suficiente, en poco tiempo habrá un nuevo par de padres con la autoestima suficientemente baja para aguantar lo inaguantable de su pareja, y para criar hijos en un mundo hostil (bajo amenaza) del que trataron de escapar anteriormente.


Hay amenazas que se cumplen. Hay otras que no. Pero en la mente y el corazón de quien te quiere, cada amenaza que recibe es una herida que necesitará su tiempo para sanar. Y aquí empieza la paradoja: Si las amenazas se cumplen, se vive bajo una forma de terrorismo que inmoviliza la voluntad. Si las amenazas no se cumplen, a la sensación de vivir siempre en estado de alerta se le agrega la convicción de que no se puede confiar en la gente que quieres, porque no cumple sus promesas (aunque cumplirlas ocasionaría, de nuevo, un desastre).

Es difícil esquivar el estrés de las amenazas cotidianas, derivadas de los desastres inventados por los humanos, lograrlo dependerá en gran parte de tomar decisiones pensando en un beneficio a largo plazo y no solo en la satisfacción inmediata.

En cambio en la privacidad del hogar sí es posible hacer cambios aplicando un poco más de aceptación y los 5 ingredientes del amor (comunicación, confianza, respeto, contacto y compromiso) para cambiar las amenazas por un estilo más sano de convivencia. Claro que estos 5 ingredientes primero habrá que aplicarlos en uno mismo para después poder compartirlos con los demás.

"Todo peligro pierde mucho de su amenaza cuando se han descubierto sus causas"
(Konrad Lorenz)

Hasta luego.