martes, 26 de febrero de 2013

Ética y psicoterapia

"Ayudar representa por sí solo un acto de moralidad."
(AMAPSI)



Cuando estaba en la facultad me enseñaron el Código de ética del psicólogo, me parece que era una publicación de editorial Trillas, no estoy seguro. En la práctica, no hay un código o norma que regule el quehacer de nosotros los psicólogos, amén de que hay una exagerada variedad de corrientes, tendencias, opciones, variantes, alternativas o como gusten nombrarle a las maneras de hacer terapia, y el resultado es que en realidad no sabemos qué esperar en términos concretos de un psicoterapeuta, aún cuando hay un parámetro que permite definir los aspectos éticos en la relación terapeuta-paciente, que estandariza por lo menos los criterios de respeto, confianza y responsabilidad en la comunidad psicoterapéutica.

Y todavía falta mencionar que hay otro montón de personas que no cuentan con preparación académica y también ofrecen "terapia" basados en cualquier creencia mágica de las personas desesperadas que acuden a buscar estos servicios.
"Usted tiene 6 personalidades, así que aquí tiene 6 cuentas"

Este comentario viene a colación a partir de un escrito muy bien planteado en la revista "Adicción y ciencia": "¿Es posible una Ética para terapeutas personales dentro de las Comunidades Terapéuticas?", escrito por Antonio Jesús Molina Fernández. El artículo original y la revista se pueden consultar en esta ruta:


En julio de 2011 también abordé este tema con el título "Y... ¿qué es un psicoterapeuta?", en aquella ocasión cerré el escrito con la idea de que la ética depende de cada persona. Todavía creo que es así, aunque tristemente es casi imposible que cada uno de nosotros tenga la suficiente capacidad autocrítica para juzgar nuestra propia actuación y, sobre todo, para corregir nuestros errores y hacer más sanadora nuestra relación con la gente que se acerca a pedir nuestro apoyo.

Como he dicho antes, somos seres de comunicación, de relaciones, así que también en nuestro quehacer debemos estar comunicados y relacionados con una misma base ética, para ello es indispensable exponernos ante colegas calificados, de nuestra confianza, a fin de mantenernos dentro de límites éticos reales y no subjetivos.

Por cierto, en la página de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología, AMAPSI (de la que no formo parte, también por cierto), está disponible una versión del Código ético del psicólogo, que se puede consultar aquí.

¡Bienvenida la retroalimentación! 

Hasta luego.

domingo, 24 de febrero de 2013

10 reglas para el niño interior



10 reglas para el niño interior
Autor: John Bradshaw. Tomado del blog “planocreativo.wordpress.com”


1.-Está bien sentir lo que sientes
Los sentimientos no son buenos o malos, son. No hay nadie que pueda decirte lo que deberías sentir. Es bueno y necesario hablar de lo que sientes.


2.-Está bien querer lo que quieres
No hay nada que debas o no querer. Si eres consecuente de tu energía, querrás expandirte y crecer. Está bien y es necesario conseguir que se satisfagan tus necesidades. Es bueno pedir lo que quieres.

3.-Está bien ver y oír lo que ves y oyes
Todo lo que hayas visto u oído es lo que has visto y oído.

4.-Está bien y es necesario tener diversiones y juegos
Está bien divertirse con juegos sexuales.

5.-Es importante decir siempre la verdad
Esto atenuará el sufrimiento. Mentir distorsiona la realidad. Todas las formas de pensamiento distorsionado deben corregirse.

6.-Es importante conocer nuestros límites y retardar el premio
Así sufriremos menos en la vida.

7.-Es crucial desarrollar un sentido de la responsabilidad equilibrado
Esto significa aceptar las consecuencias de lo que haces y no asumir las consecuencias de lo que hacen los demás.

8.-Se pueden cometer errores
Los errores son nuestros profesores: nos enseñan a aprender.

9.-Se deben respetar y valorar los sentimientos, necesidades y deseos de los demás
Quebrantarlos conduce a la culpa.

10.-Está bien tener problemas
Hay que resolverlos. Está bien estar en conflicto. El niño debe entender que en la vida hay problemas, aceptarlo y entrenarse en resolverlos. Es mejor que quejarse por lo injusta que es la vida.

Son reglas lógicas, sencillas y muy útiles. Espero que nuestro niño interior no haga berrinche y las pueda seguir.

Hasta luego.

sábado, 23 de febrero de 2013

Creencias religiosas y fanatismo

Todos queremos ser mejores personas, pasamos por malas rachas, dudamos de nosotros mismos y en ocasiones nos refugiamos en al fé para encontrar la motivación necesaria y poder superar el sufrimiento. Es una condición humana tratar de trascender y llegar a ser mejores personas, sin embargo hay algunos que se aprovechan de esto y sin ningún escrúpulo prometen la salvación del alma y otras muchas cosas a quien adopte su fé.


Ayer vi una noticia acerca del líder de una secta religiosa en el norte de México, este señor estuvo abusando de las personas que se acercaron a su secta con la esperanza de encontrar alivio y paz espiritual. La fé es ciega. En la nota me llama la atención que el autor respeta esa condición humana que nos lleva a buscar opciones distintas para encontrar algo en qué creer, a qué aferrarnos. También hace una aclaración valiosa: Las personas que ingresan a una secta son tan normales como cualquier otra, no se trata de imbéciles ni de gentes fácilmente influenciables ni se les debe colgar ninguna etiqueta despectiva (todavía nos falta mucho en tolerancia religiosa). Son como nosotros, gentes que queremos tener fé para trascender y que escogemos una opción que nos convence y nos parece válida.


Al tener fé, se confía ciegamente en el líder, y muchas veces este líder no ve más allá de su propio beneficio terrenal, material, económico, sexual, social y etc.

Para ver la nota que motivó este texto, que viene en la revista Proceso,dé clic sobre el título de la revista.

Es necesario aclarar que para ser un fanático religioso no se requiere formar parte de una secta, conozco varios casos de personas que siguen la religión oficial o de las mayorías y de pronto se vuelven fanáticos capaces de agredir y hacer daño a quienes piensan de una manera diferente.


Aunque no domino el tema, soy creyente, y me preocupa que por inestabilidad emocional nos podamos encadenar a algo o a alguien que a la larga nos podría hacer daño. Dios no da la vida para avergonzar a las personas ni para obligarlas a castigarse constantemente. 

Si una persona empieza a dar señales exageradas de autocastigarse por sus creencias religiosas, o trata de obligar a los demás a seguir rituales extraños o hacer cosas vergonzosas y dañinas en nombre de la fé, es momento de buscar ayuda y evitar que una o más personas salgan lastimadas. 

Hasta luego.

jueves, 21 de febrero de 2013

Las heridas de nuestro niño interior

"No tengo verdaderas convicciones acerca de por qué le ocurren cosas malas a la gente buena o por qué se abusa terriblemente de algunos más que de otros. Ninguna de las respuestas religiosas convencionales me ha convencido."
John Bradshaw, en su libro "El niño interior"


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¿Y qué es el niño interior?

Todos tenemos en nuestro interior la intuición, la creatividad y las emociones vivas de nuestra infancia, pero si en nuestra infancia real tuvimos que negar una parte de nosotros para sobrevivir en la familia o en el medio en que nos tocó crecer, nuestro niño interior quedó lastimado y seguirá reclamando atención como niño que es, sin importar la edad cronológica que tengamos. Por el contrario, un niño interior sano nos permite disfrutar la vida a plenitud, pues deja que el adulto se desenvuelva de acuerdo a su edad y le ayuda a expresar sus emociones y sentimientos sin miedo ni vergüenza.

El primer principio para rescatar a nuestro niño interior herido es “Sumar y no restar”, esto significa que lo ideal es dejar de reprimir nuestros sentimientos y emociones infantiles, para dejarlas ser parte de nosotros. Desafortunadamente, a los niños reales, los que actualmente son menores de edad, les tratamos de una manera tal que aprenden a reprimir lo que sienten, incluso pueden olvidarse de sentir.
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¿Cómo sabré si mi niño interior está herido?

Si en mi infancia real me faltó vivir algo, lo más seguro es que mi niño interior esté reclamando eso en mi vida actual como adulto, y lo manifiesta con emociones, sensaciones y actitudes. Muchas veces, cuando discutimos, sale a relucir la frase “Te estás portando como un niño”, y es verdad: Sentimos vergüenza, sentimos culpa, hacemos berrinche, nos enojamos sin razón, tomamos como personal cualquier comentario, nos lastimamos y también lastimamos a nuestra pareja y a la gente que queremos. No tenemos la capacidad de manejar adecuadamente nuestras emociones y terminamos explotando o aislándonos, sin resolver el reto que nos presentan nuestras relaciones con los demás.

El niño no piensa como adulto, no analiza ni razona, en lugar de eso generaliza: Si mi papá me abandonó, todos los hombres me abandonarán. Si mis dibujos o cantos enojan a mi mamá, a nadie le va a gustar que yo dibuje o cante. Si se ríen de mí en la escuela o en mi casa, yo tampoco me puedo tomar en serio. Si la gente que quiero me dice que le estorbo, yo me considero un estorbo. En la vida emocional, este niño continúa pensando de la misma manera, aunque en el trabajo y los estudios sea un adulto con éxito.

Si no puedo controlar mis emociones cuando pienso que alguien me afecta, lo más seguro es que el que reacciona es mi niño herido y no mi yo adulto: Vergüenza injustificada, ira o rabia exagerada, tristeza constante, burlas o chistes para evadir los sentimientos. ¿Han escuchado decir que alguien tiene un “carácter fuerte” porque se enoja con facilidad, hace mucho berrinche y discute hasta por el menor motivo? Bueno, en realidad se trata de una persona con un carácter débil, que no puede controlar al niño herido que hay en su interior y por lo tanto explota a la menor provocación. También puede ocurrir lo opuesto: En lugar de explotar y reaccionar con coraje, se reacciona con exagerada tristeza y aislamiento, como si la persona fuera culpable de todo, porque eso es lo que se le hizo creer al niño interior.
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Mi niño interior tiene miedo de crecer.

Todos los niños lastimados se aferran a algo para sentirse seguros y en su mundo, a su edad es lo más normal porque los niños no son independientes: Dependen de sus padres para sobrevivir. En el mundo de los adultos esta conducta también se da con mucha frecuencia, cuando un adulto se aferra desesperadamente a algo se llama adicción.

Las adicciones más comunes son las de consumir alcohol, tabaco o drogas, y como son mal vistas por la sociedad, normalmente se realizan en lugares privados, entre amigos o a escondidas, como cuando éramos niños y hacíamos algo que podía ser castigado. Los más rebeldes no se ocultan, más bien se esfuerzan en demostrar que no tienen miedo a nada porque nuevamente cada reacción depende del tipo de herida que sufrió el niño interior.

El niño interior no se aferra solamente a estas adicciones, puede aferrarse a la actividad, al conocimiento, a la religión o a cualquier otra cosa, incluso a los sentimientos: tristeza, enojo, alegría. No son personas que tengan tristeza, enojo o alegría, más bien son personas enojadas, tristes o alegres, así las describimos y es su manera de no dejar salir al niño interior, que tiene miedo de demostrar otros sentimientos porque aprendió a adaptarse o a “agradar” siendo de esa manera. Si ese niño pequeño tuvo que aferrarse a una actitud ante la vida para poder sobrevivir, terminó convenciéndose de que esa era la única actitud ante la vida, y su yo adulto simplemente pensará “pues ni modo, yo así soy”.
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Sentirnos dueños o parte de otra persona es otra forma de adicción que proviene de nuestro niño interior. Los celos desmedidos o injustificados reflejan el temor permanente de ser abandonados como ocurrió en nuestra infancia (el abandono puede ser físico, emocional o de ambos tipos). El adulto puede razonar y darse cuenta de que necesita cambiar algunas actitudes, y a pesar de esto sigue sintiendo como niño, lo que le impide actuar de una manera asertiva y espontánea en su mundo actual. Ante el sentimiento infantil de estar herido, prefiere protegerse para no lastimarse más.

Casi siempre que peleamos airadamente con nuestra pareja o con nuestra gente de más confianza o más cercana, sin darnos cuenta o sin querer darnos cuenta reaccionamos a emociones, sentimientos y situaciones del pasado y se las echamos encima a una persona del presente.
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¿Se puede sanar mi niño interior, si está herido?

Sí es posible. Hay heridas muy profundas que son resultado de una violación o de un abuso constante, ya sea físico, emocional o de ambos, en esos casos el niño interior está más lastimado y tal vez necesitará más tiempo para recuperarse, pero con constancia y apoyo sin duda lo logrará. Para ello habrá que tocar la herida en vez de esconderla, aunque duela, para sentir y adueñarnos completamente de nuestro potencial como adultos. Si asumimos nuestras capacidades y habilidades adultas y las combinamos con las de nuestro niño interior, llegaremos a ser personas, en el sentido más completo de la palabra.
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1.     Para sanar al niño herido se requiere querer crecer y recibir el apoyo de otra persona. Si queremos hacerlo solos, hay muchas posibilidades de que nos estemos dejando llevar por nuestro hábito de consentir a nuestro niño interior, en lugar de ayudarle a crecer y desarrollarse.

2.     El miedo y la vergüenza están en el camino para sanar al niño herido. Habremos de encontrarles y transformarles, pues hay un miedo y una vergüenza enfermizos y un miedo y una vergüenza sanos.

3.     Aceptar la propia historia de vida es la parte esencial para sanar a mi niño herido.

4.     El niño herido es capaz de perdonar y de perdonarse. Ésa es una ganancia extra que podemos obtener.
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