domingo, 31 de agosto de 2014

Un cuento: El país que nunca cambia

"Si pudieras marcharte ahora y volver hace diez años"
(Mark Twain)

Dicen que en cada uno de nosotros hay una puerta que lleva al país donde la historia nunca cambia. Hay quienes la cruzan despiertos y con mucha lucidez, yo nunca he podido, solamente abro esa puerta cuando tengo los ojos cerrados.

La primera vez que fui a ese país lo encontré muy verde y lleno de agua. Era como estar en un gran lago rodeado de brillantes techos rojos y con varias islas de buen tamaño flotando en su interior. Las islas se movían, eran como témpanos pero de tierra, cargada de vegetación y más casas con sus techos rojos, brillantes.

En este país la gente era muy amable, todos me trataron muy bien aunque no supe el nombre de nadie. El tiempo pasó y casi sin darme cuenta el agua fue aumentando su volumen. Cada vez se veían más chicas las islas y las casas alrededor del lago ya resentían la humedad en sus puertas. Comenté esto con la gente y a nadie le pareció extraño, al contrario, les gustaba ver cómo había más y más agua.

Debe ser normal. A lo mejor es la estación, aunque no ha llovido ni un día. Ya no pensé en eso hasta que me di cuenta de que las islas y la tierra firme se habían reducido demasiado, estos grandes guijarros de tierra se estaban desmoronando y se iban a perder en el mar en que ahora se estaba convirtiendo aquel lago.

Y así pasó. Los gigantescos terrones se empezaron a resquebrajar y a quitarse de encima aquellas casas de rojos techos brillantes, la vegetación falleció y la gente amable se vio envuelta en la desesperación… el dolor y la angustia se veían por todas partes y entre los gritos de mil voces, mil vidas se fueron yendo. Alcancé a jalar a tres niños cuando pisé tierra firme, pero su razón ya se había ahogado y ellos mismos se lanzaron de vuelta al agua. Durante todo el día lloré y floté mientras veía morir a todos en ese país.

No supe de mí, debe haber llegado un momento en que el cansancio me venció o que simplemente me quedé dormido, aferrado a algo que flotaba.

Al día siguiente me encontré sentado en un desierto. Entonces recordé que no sabía cómo llegué a este país y tampoco tenía la más remota idea de cómo irme. El dolor del día anterior se fue convirtiendo en miedo.

Pasó un día más y comenzó a brotar agua de esa tierra. Poco a poco, durante varios días, la humedad creció y se fue reuniendo en grandes charcos que también fueron creciendo y juntándose hasta llegar a ser un lago grande y fresco. Era hermoso contemplarlo y hundirse en su tranquilidad. De algún lado, unas manos tiraron algunos cubitos de tierra a ese gran recipiente. Con el agua viene la vida y así brotaron hongos, plantas, animales, casas con brillantes techos rojos y gente amable. Lentamente, muy despacio pero sin parar.

Y me vi entre la gente otra vez. En el mismo país vivo. Me fui sintiendo mejor y pude convivir con muchas personas, hacer cosas, compartir y hacer todo lo que se hace cuando estás a gusto con el lugar que habitas y con quienes te acompañan.

Así fue hasta que empecé a notar que el lago crecía y la tierra estaba encogiendo. Esta vez sí sabía que aquello no era normal y fui a prevenir a la gente. Y es que yo creía que era “mi” gente.


Como era de esperarse, todos reaccionaron de inmediato y en grupo: comenzaron a reírse de mi ocurrencia. Me desespera que se rían de mí, sobre todo si se trata de algo tan grave, y seguí insistiendo mucho tiempo mientras veía cómo se iban derritiendo esa especie de témpanos de tierra.

Recuerdo que una vez, en el otro extremo de la cuadra donde yo estaba sentado, aparecieron tres niños que venían a burlarse de mí. Como ya estaba acostumbrado los dejé acercarse y entonces supe que no se iban a burlar, me vieron simplemente y yo hice lo mismo: eran los niños que antes había rescatado y que se tiraron al lago después. Volteé a mirar otras caras y las observé con claridad, poniendo más atención. Todos eran rostros familiares, conocidos de una época presente y pasada, atrapados en un momento, un instante que ahora estaba a punto de irse otra vez.

Dejé de hablar y lanzar advertencias para dedicarme de lleno a observar y vivir las expresiones y las pláticas de la gente. ¡Bendita ignorancia! ¿De verdad no sabrían lo que estaba ocurriendo, o simplemente fingían que todo estaba bien? Al cabo después la vida seguirá otra vez. ¿Estaba yo en lo correcto, asustándome cada vez que la vida terminaba para volver a empezar? ¡Bendita belleza de la vida, que se está yendo siempre!

Abrí los ojos y me encontré en mi cama sin saber todavía bien, o no del todo, cómo salir del país donde la historia nunca cambia.

"No quiero soñar mil veces las mismas cosas ni contemplarlas sabiamente, trátame suavemente".
(Gustavo Cerati)


Hasta luego.

martes, 26 de agosto de 2014

¿Hay vida después?

"En la vida no queremos sufrir, queremos tocar el cielo."
Los Fabulosos Cadillacs


Que no nos preocupe si hay vida después de la vida
Está prohibido derrotarse solos
Y sacrificarse en nombre de los otros
No queremos que nuestros amados sufran
Y los dejamos creer que así debe ser
Dejamos la salud en prueba de amor
Y el miedo a luchar como muestra de la rendición

Que no nos preocupe si hay vida después de la muerte
No nos compliquemos pensando que allá
Serán compensadas nuestras necedades de acá
Donde podemos dar el ejemplo de ser responsables
De cada momento, decisión y acción
Y enfilarnos siempre a la vida y a la creación
Con cualquiera que quiera seguir ese camino

Que no nos preocupe si hay vida después de la muerte
Si sabemos que hay vida antes de la muerte
Si sabemos que es aquí y es ahora
Cuando podemos construir lo que será
Si es que es, la vida futura en el más allá.


Hasta luego.

viernes, 22 de agosto de 2014

Para reconciliarte contigo

"Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad".
Rabindranath Tagore


La meta de todas las psicoterapias es que la persona que acude a buscar ayuda termine tratándose a sí misma como si fuera su mejor amigo. Esta meta puede cumplirse si desarrollamos un genuino interés hacia nuestra persona, y hago hincapié al decir "interés", para que no vaya a confundirse con el egoísmo: si te preocupas únicamente por ti ignorando a los demás, todavía no te has dado el tiempo necesario para conocerte y estás viviendo una adicción narcisista.

El genuino interés hacia uno mismo significa que debemos invertir en nuestra persona, de manera que esa inversión termine por convertirnos en un mejor ser humano, ¿qué debemos invertir? Todo aquello que nos ayude a crecer cada uno a nuestra manera, sin peros ni justificaciones: Tiempo. Honestidad. Autocrítica y autovaloración. Confianza. Humildad. Respeto. Aceptación... 

La mayoría de nosotros hemos cometido errores y también hemos sido lastimados en nuestras relaciones. Muchos hemos decidido, inconscientemente, "castigarnos" por no saber llevar adecuadamente nuestras relaciones con los demás, y esta decisión llega a provocar heridas tan profundas que cuando decidimos recuperar nuestra capacidad de confiar en los demás nos damos cuenta que ya se atrofió y debemos rehabilitarla. Tardamos un poco más en darnos cuenta que nuestra capacidad de llevarnos bien con nosotros mismos también está dañada, y debe sanarse primero para que puedan funcionar nuestras relaciones con los demás.

Para llevarnos bien con nuestra propia persona necesitamos reconciliarnos con nosotros mismos. Volver a encontrarnos con quien realmente somos. Aceptarnos sabiendo que tenemos defectos y virtudes. Volvernos amigos de nuestro propio YO. 


Hay muchos caminos que llevan a la reconciliación, en esta ocasión comento uno que se basa en la comunicación con uno mismo, y no cualquier comunicación, sino la comunicación asertiva: Hablarnos claro y sin rodeos acerca de lo que en verdad nos interesa.  

He aquí algunos beneficios de hablarnos claro:

1.   Podemos mejorar nuestra relación con los demás si primero nos hablamos con honestidad a  nosotros mismos.

2.   Nos ayuda a ordenar nuestras ideas y emociones antes de afrontar una persona o situación difícil: Lo que queramos expresar, hay que decirlo primero a nosotros mismos. El hecho de tratar de expresarlo nos obliga a seleccionar las palabras más adecuadas y a desechar aquellas palabras o frases que no resultan útiles para nuestros fines.

3.   Nos permite tomarnos en serio y darnos tiempo de calidad. No el tiempo monótono y aburrido en que debemos estar solos porque no hay nada más qué hacer, sino el tiempo de revisar qué hacemos, hacia dónde vamos y quién nos acompaña por la vida.

4.   Nos permite conocernos más y saber más de nosotros mismos: Revisemos lo que más nos gusta y lo que menos nos gusta, en general. Cuando podemos incluir 

5.   Hablarnos claro nos libera. Perdonar y soltar el rencor que tenemos hacia alguien es otro de los beneficios, cuando decidimos hacernos cargo de nuestra vida terminamos por abandonar lo que es responsabilidad de otros.

6.   También es un camino para reconciliarnos con nosotros mismos. Esto significa dejar de culparte, de regañarte, de insultarte o quitarte valor, y empezar a valorarte y a decirte palabras de reconocimiento realista. Tratarte como si fueras tu mejor amigo, hablarte como si fueras la persona que más quieres.

7.   Desarrolla la autoconfianza necesaria para asumir los retos de nuestras relaciones diarias.

"La tortuga puede hablar más del camino que la liebre"
Jalil Gibrán

Después de hablar claro con uno mismo, es importante dejar salir las ideas y emociones para que no se queden días enteros dando vueltas dentro de nuestra cabeza: Expresemos nuestras ideas y sentimientos de la manera que más nos guste; para algunos será hablando, a otros les servirá escribir, habrá quien prefiera dibujar o hacer alguna señal en un papel, y habrá quien combine varios métodos. 


Trátate bien, mírate con buenos ojos. Habla claro contigo y con los demás. 


Hasta luego.

miércoles, 20 de agosto de 2014

La muerte, el amor y la vida

"La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene"
Jorge Luis Borges.


¿Qué es la dualidad? En esencia se refiere a dos características o rasgos distintos que están presentes en una misma persona. La dualidad nos permite ser completos, llegar a ser una unidad.

Vida - Muerte.
Amor - Odio.
Luz - Obscuridad.
Alto - Bajo.
Bueno - Malo.
Principio - Fin.
Creación - Destrucción.
Cuerpo - Alma.
Serenidad - Impulsividad.
Razonable - Excesivo.
...


La muerte, el amor y la vida viajan juntos tomados de la mano. En nuestro paso por esta tierra es fácil inclinarnos hacia una de estas figuras y complicarnos la existencia tratando de demostrar que es mejor que las otras dos, o que hasta son enemigas. Culturalmente tendemos hacia la vida, hacia la creación, hacia el desarrollo y por lo mismo nos creamos una imagen maléfica y misteriosa de la muerte.

Sin embargo la muerte no es enemiga de la vida, sino parte de ella. En lenguaje figurado podríamos decir que la vida es la luz, la claridad, y la muerte es la sombra, lo desconocido. Y como no es posible amar lo que no se conoce, decidimos rechazar y temer a la muerte, rogando a Dios que nunca nos alcance ni a nuestros seres queridos.

Pero desde que inicia nuestra vida, la muerte viaja con nosotros. Y el amor también. Entre más amor sentimos por la vida, menos miedo tenemos a la muerte y más motivados nos sentimos con su presencia: Como nadie sabe en qué momento terminará su vida física, tenemos que aprovechar todo el tiempo que tenemos, viviendo plenamente el presente.


"Algo hay tan inevitable como la muerte: es la vida"
Charles Chaplin.

Sin embargo, insistimos en complicarnos la existencia pensando que debemos aceptar una parte de ella (la vida) y rechazar la otra (la muerte). Lo que nos dé placer será bien recibido y atesorado, lo que nos haga pensar, esforzarnos, sufrir o batallar será rechazado instantáneamente. Suena lógico en principio. Desafortunadamente el miedo a nuestra sombra, a nuestra parte mortal, puede ser tan grande que terminamos abusando del placer y nos refugiamos en él hasta perdernos, y éste es el principio de las adicciones: Por creer que el placer nos da vida, no nos atrevemos a separarnos de eso que nos gusta tanto y que puede ser una sustancia ajena a nuestro organismo (tabaco, drogas, alcohol), una emoción (tristeza, alegría, melancolía, vanidad, orgullo...), una actividad (deporte, sexo, soñar, chismear, leer, ver la tele) o una persona (pareja, padres, hermanos, hijos...). 

En cualquier caso, decidimos aceptar el lado de la "vida" tal como la entendemos, es decir, aferrándonos a lo que creemos que nos da placer y por lo tanto vida, y negando el lado de la sombra, aquello que no nos produce un placer inmediato pero que también está al alcance de nuestro potencial y nuestras capacidades. 

Quien ha superado una adicción entiende perfectamente que hay más satisfacción y trascendencia en asumir el lado oscuro de su vida que tratando de vivir siempre en la ilusión del placer. Porque una vez que abusamos de él, el placer desaparece y no nos damos cuenta de ello aunque pasen años, y mientras tanto, seguimos tratando de encontrarlo repitiendo lo mismo inútilmente.

Triqueta, símbolo celta que representa la vida, la muerte y el renacimiento, así como los elementos tierra, agua y fuego.

Quien no tiene ninguna adicción vive plenamente la dualidad de la vida y por lo tanto es una persona íntegra, en el sentido de aceptarse con su luz y su sombra sin poner ningún "pero".

Aceptar nuestra sombra es aceptar lo desconocido: Soltar a la persona que nos daña pero sin la cual creemos que no podemos vivir. Soltar las ilusiones y sueños para empezar a actuar. Dejar tabaco, alcohol o drogas para buscar algo valioso en nuestra propia persona. Dejar de culpar a otros o a las circunstancias para hacernos responsables de nuestra vida. Aceptar la muerte es asumir el riesgo de vivir y de mejorar como personas.

"La muerte es la amiga que al final te tiende la mano".
Chalío, músico tapatío de la Colonia del Sur.

Si los aceptamos, la muerte, el amor y la vida irán caminando juntos de la mano con nosotros, reduciendo nuestros conflictos personales y mejorando nuestra relación con los demás. 

Esta es la auténtica reconciliación con uno mismo, y es posible llegar a este nivel de aceptación (sobra decirlo, pero voy a insistir: aceptación NO es resignación). Solamente aceptando y viviendo nuestra dualidad podemos alcanzar la unidad esencial.

Hasta luego.