lunes, 25 de julio de 2011

3 actividades básicas

Estar en el presente. Respirar adecuadamente. Confiar en ti. Son 3 actividades indispensables para funcionar adecuadamente en lo individual y en las relaciones con los demás.

Estar en el presente es resultado de pensar en función de lo que ocurre aquí y ahora, de hacer caso a lo que nos ocurre en el momento en que ocurre. Una vez que nos despedimos de la tentación de dejar entrar los modelos del pasado, también dejamos ir la nostalgia, la sensación de tristeza y el límite que nos autoimponemos con nuestra propia historia (es que yo soy así). De la misma manera, una vez que nos despedimos de la tentación de estar siempre planeando a futuro, también soltamos el miedo y la indecisión. Puedo conservar todos mis recuerdos sin vivir amarrado a ellos, puedo soñar un futuro muy hermoso y al mismo tiempo mantenerme despierto, y entonces me queda el presente para desenvolverme.

Respirar adecuadamente ayuda a que nuestro cuerpo se sienta vivo y, por ende, también nuestra mente, pensamientos y sentimientos se sentirán igual. Puede ser difícil de creer, pero a muchos se nos olvida respirar adecuadamente: Si mi respiración es lenta y corta, voy a tender a encorvarme (¿para qué saco el pecho si no lo lleno de aire?) y sin darme cuenta mis pensamientos serán más íntimos, tal vez depresivos o nostálgicos. Si mi respiración es muy rápida y entrecortada estaré más atento al exterior y mi cuerpo estará tenso, especialmente de la cintura hacia arriba, en este caso es muy fácil que me desconecte de mis sentimientos y que me enoje por asuntos insignificantes. Como ocurre en todas las cuestiones de la conducta, los pensamientos y las emociones, la expresión exagerada de la respiración termina por enfermarnos. Aquí también aplica el principio de que ningún extremo es bueno: Ni respirar poco y lento ni respirar demasiado y muy rápido. Un ritmo de respiración pausado pero profundo y hacer ejercicio físico periódicamente para forzar al cuerpo a ventilarse son una buena forma de mantenernos en equilibrio y salud. Respirar bien es una necesidad básica, si lo hacemos podemos prevenir muchas enfermedades, tanto físicas como emocionales.

Confiar en ti es el tercer elemento de esta tríada. Me decía mi gurú cada vez que le planteaba una duda o cuando me invitaban a participar en un buen proyecto: "Cree en ti. Créetela, si no, no servirá de nada todo lo que has estudiado". Y es verdad: Vivir en el presente y respirar bien me llevan a ser responsable de mis actos, de mi salud, de mi vida. Me conducen a decidir mi camino y si no tengo confianza en mí, si no creo en la persona que soy, no podré tomar las decisiones adecuadas para mí. A veces decido en función del que fui hace 10 años, o tomo mis decisiones pensando en el hombre que quiero llegar a ser, pero que aún no soy. A veces me angustio con un problema y sin darme cuenta disminuyo mi respiración y me voy sintiendo atrapado, o me enoja lo que está ocurriendo y acelero mi respiración provocándome una taquicardia y más coraje.

Estos 3 elementos pueden rescatar a cualquier persona. Solamente tenemos un cuerpo, una vida; si perdemos el tiempo extrañando al que fuimos y lo que ya vivimos; o soñando en el que un día voy a ser, solamente estoy rechazando a la persona que ya soy en este momento. En otras palabras: Me estoy boicoteando yo solo.

Estar en el presente. Respirar adecuadamente. Confiar en ti. 3 elementos que te permiten aceptarte tal como eres, primer paso para empezar a dirigir a tu persona hacia los cambios que quieres lograr.

Hasta luego.

jueves, 21 de julio de 2011

2 personas

Al pensar en una relación se piensa en 2 personas, no en una sola.

Si empiezas la relación pensando únicamente en tu bienestar y tus expectativas, será muy probable que con el tiempo te resulte muy cansado y hasta te dé coraje darte cuenta que tu pareja no cumple todo el tiempo tus gustos y hace cosas muy diferentes a las que hacían cuando se conocieron; te costará también mucho trabajo darte cuenta de que están viviendo una etapa distinta de la relación y hasta podrías llegar a la conclusión desesperanzada de casi todas las personas que viven la relación pensando que de ahí obtendrán todas las satisfacciones y beneficios para su propia vida, negando las necesidades de su pareja: "Ya no te importo".

Si por el contrario, empiezas la relación pensando únicamente en complacer a tu pareja sin importar lo que tengas que hacer para conseguirlo (es que amo tanto a esta persona, que se merece todo), tarde o temprano te va a alcanzar una sensación de vacío e insatisfacción que te puede deprimir, enojarte y tal vez llegues a sentir que "la gente" (o sea, tu pareja) no sabe valorarte en toda tu dimensión. Entonces puedes optar por insistir en dedicarte exclusivamente a tu pareja hasta casi ahogarla o hacer lo contrario y demostrarle tu rencor dejando de darle atenciones. "Ya no me importas".

En ambos casos, el común denominador es que únicamente se piensa en una persona, lo que vuelve bastante difícil la comunicación entre la pareja. Normalmente las relaciones de codependencia y las separaciones dolorosas se gestan así, desde una relación en la que una o las dos partes involucradas piensan no en la pareja, sino solo en una persona; el patrón de comunicación más evidente en estos casos son los intentos constantes por controlar o manipular a la otra persona (la lucha por el poder, nuevamente).

Cuando pensamos la pareja en términos de dos, no me pierdo yo ni se diluye la otra persona, sino que ambos sumamos nuestro ser a una relación viva que se convierte en otro ser independiente. Si aceptamos que ambos tenemos expectativas, interés y ganas de participar en la relación, estamos dando el primer paso para vivir una experiencia de auténtico contacto y comunicación, pues reconocemos que las dos personas que forman parte de esta relación tienen una vida igual de valiosa. Independientemente de cuál haya sido la historia de cada quién, se puede empezar una historia nueva siempre y cuando ambos tengan la disposición a respetar esa condición única de la relación: se piensa en términos de dos personas que se comparten y al mismo tiempo se permiten crecer en lo individual sobre la base del amor, la confianza, el compromiso personal y el diálogo.

Habrá problemas, broncas y malentendidos como en toda relación, sin embargo hay más posibilidades de encontrar soluciones satisfactorias para ambas partes cuando las dos coinciden en esta visión.

lunes, 18 de julio de 2011

La salud como camino

El nombre de este post es el título de un libro que escribió Rüdiger Dahlke, un sujeto que antes fue coautor de "La enfermedad como camino" y autor de "El mensaje curativo del alma" (el libro que más me ha gustado de Dahlke). Todos sus libros tratan de explicar la estrecha relación que hay entre nuestras actitudes y nuestro estado de salud, con una premisa muy sencilla: hay unas actitudes que enferman y hay otras que sanan, sin pretender darle un poder mágico a la "actitud positiva", pues hay ocasiones en que la enfermedad debe aparecer como la mejor opción, el cuerpo es muy sabio.

Éste es un pequeño extracto del libro que da nombre a esta entrada, y que está escrito como si fuera la salud quien se expresa, respondiendo a las dudas e inquietudes de cualquier persona:

"La propiedad en sí no es el problema, solo que muchas veces le entregas el corazón. Confundes amor con posesión y no reconoces que ningún ser humano puede poseer el alma de otro. El alma siempre es libre y el cuerpo también debe permanecer libre. Puede convertirse en el escenario del amor, allí donde es expresado, pero a pesar de eso el amor sigue siendo libre. Permítete también en el amor corporal más libertad, para que puedas disfrutar más de la sexualidad; eso sería lo mejor para tu cuerpo. Así podrías acercarte más a mí. Siempre que tu alma dependa de alguna propiedad te estarás limitando. ¡No te aferres a ella! En realidad no puedes poseer nada, porque no puedes llevarte nada material. La idea de que posees un trozo de tierra no le importa en lo más mínimo a las lombrices que viven en ese lugar que crees tuyo. Para jugar a ese juego necesitas a otras personas, pero te aconsejo que no te lo tomes muy en serio, podría llegar a costarte la vida.

Siempre que ates tu corazón a la materia se quedará estancado y sufrirá, dejarás de sentirte libre y enfermarás. Posee y utiliza tus propiedades, en lugar de ser poseído por ellas, y deja que sean útiles para tu evolución. Entonces quizá incluso te ayuden a acercarte a mí. El dinero fluirá igual que fluye la vida, así que resérvale su espacio, porque también la pobreza puede enfermarte y aquel a quien le sobre el dinero, si aprende a compartirlo, transitará por el camino del bienestar."

Hasta luego.

sábado, 16 de julio de 2011

21 días sin quejas

Hace unos meses envié a los cuates más cercanos, por correo, un archivo que alguien más me mandó a mí con un reto interesante, que consiste en durar 21 días sin pronunciar una queja. Yo aún no he podido completar las 3 semanas sin quejarme, y varias veces me he descubierto en mis pláticas cotidianas con las quejas como tema central.

Como dije al mandar aquel correo, la finalidad de este reto no es ignorar los problemas, volverse un ser conformista y hacer como que no pasa nada ("¡Vamos ganando aunque no parezca!").

Para nada: La esencia de este reto es que podamos ser capaces de hablar con un lenguaje más asertivo, describiendo los problemas y dificultades que enfrentamos en lugar de simplemente quejarnos de ellos. Al describir nuestro problema o situación particular con la mayor claridad que nos sea posible, estamos dándole su justa dimensión e importancia, cosa que no ocurre cuando nada más nos quejamos.

Lo que ocurre si nos acostumbramos a usar este tipo de lenguaje puede ser sorprendente, en mi caso descubrí que muchas de las conversaciones que tengo a diario están basadas en la queja y el reclamo (uno puede ser excluido por varios conversadores cuando deja de quejarse); después descubrí que si dejo de quejarme también dejo de buscar a quién echarle la culpa de lo que pasa (es muy cómodo tener un culpable, así yo no tengo que esforzarme) y descubrí también que hay responsables de las situaciones; otro gran descubrimiento fue que en algunos casos yo también soy corresponsable... En fin, aún cuando no he completado mis 21 días de abstinencia quejosa para vencer esta adicción, sí he notado resultados positivos, pues abordar un problema sin que la queja sea prioridad me ha permitido buscar opciones de solución más fácilmente e involucrar a otras personas que comparten una situación parecida.

Sin más rollos ni explicaciones, aquí dejo la ruta para descargar este reto:


A quienes quieran seguirlo les deseo mucha constancia y éxito, la mayor satisfacción va a ser el logro individual de cada quién, con el consiguiente crecimiento personal y espiritual.

Hasta luego.

miércoles, 13 de julio de 2011

In memoriam, Facundo Cabral

Facundo Cabral fue más que un cantante o un autor, hizo mucho más que pararse frente a un micrófono a cantar, en su juventud estuvo de pie junto a su gente en Argentina apoyando las luchas contra las dictaduras, fue un precursor de los autores del estilo "ayúdese usted mismo", pero ante todo fue un auténtico poeta, ese título muy pocas personas lo llevan dignamente y en su caso, su ejemplo de vida fue el de la honestidad.

Yo lo conocí escuchando un disco que grabó con Waldo de los Ríos y que mi hermano mayor llevó a la casa, hecho que siempre le agradeceré porque con Facundo empecé a escuchar muchas frases que se me quedaron grabadas de por vida: "eso es algo que los grandes no entienden jamás", "el perro no dice nada, el gato ya lo sabía", "buscando agua encontró petróleo, pero se murió de sed", "deseo poco, y lo poco que deseo, lo deseo poco", "no soy de aquí, ni soy de allá", "buen día, América del Sur"... No tengo palabras para decir lo triste que me sentí al saber cómo murió.

A falta de palabras, les comparto esta entrevista en 3 partes que me hizo llegar mi amiguita Adrianis con la leyenda de "amena charla de un charlista extraordinario".

Abajo de cada video vienen los links de donde fueron tomados, y hay más segmentos de esta entrevista por ahí:

http://www.youtube.com/watch?v=kSZW4W7mQPc&feature=fvst

http://www.youtube.com/watch?v=e4KJXmNzyDM&feature=fvwrel


http://www.youtube.com/watch?v=BnnSJRPX82g&feature=fvwrel

Y antes de despedirme: ¡Bienvenido a este blog, mi estimado Lic. Villalobos!

Hasta luego.

Las técnicas y la entrega desinteresada

Recuerdo cuando empezamos el curso de sexualidad humana en la facultad, a cargo del maestrísimo Javier Castañeda. Hubo un día en que él preguntó qué era lo que más nos interesaba y yo, jovencito y presuntuoso, le dije que me interesaba conocer técnicas para mejorar mi desempeño sexual con las mujeres.

También recuerdo su respuesta, que no voy a reproducir aquí textualmente aunque valdría la pena por la riqueza de esas ideas, pero fue muy extensa, así que me voy a limitar a la idea central: Podría ser que yo aprendiera todas las técnicas sexuales del kamasutra y otra cantidad igual, pero si no era capaz de entregarme desinteresadamente, nunca estaría satisfecho con mi desempeño sexual, pues en realidad nunca sería capaz de aceptarme a mí mismo.

¿Y por qué platico esto? Pues porque esta anécdota tiene relación con la entrada anterior, en la que hablaba de la infinidad de teorías, técnicas y métodos que puede aprender un terapeuta, pero en este campo y en toda relación humana sucede lo mismo: Lo más importante es tener esa capacidad honesta de entregarse a la persona que está ahí, exponiendo su vida de la manera más sincera posible, el cómo entregarse resultará natural si estoy ahí al 100%, y resultará mucho mejor que si estoy más preocupado por escoger una técnica o una teoría en luga de poner atención a la persona.

Como en toda relación, esta solamente funciona si hay confianza y respeto mutuos, a partir de ahí, el resto es dejarse fluir con el aquí y ahora: Confío en que soy una persona completa, confío en que estoy con una persona completa, y ambos somos buscadores.

Hasta luego.

lunes, 11 de julio de 2011

Y ¿qué es un psicoterapeuta?

Cada vez que uno habla de un psicólogo o psicoterapeuta, tiene que saber también qué clase de profesional es: Los hay psicoanalistas, gestaltistas, conductistas, sistémicos, cognitivos, familiares, de pareja, infantiles, hipnoterapeutas, ludoterapeutas y una larga lista de etecés. Y es cierto: al referirse a un terapeuta no sabemos a ciencia cierta de qué nos están hablando, a qué se dedica realmente esa persona.

Cuando entré a estudiar la licenciatura en la UdeG tuve la fortuna de contar con buenos maestros que enseñaban de maravilla las teorías que explican la personalidad, así conocí el yo, el ello y el súper yo, conocí el consciente y el inconsciente y otro montón de cosas que me ayudaron a hacerme una idea de cómo estamos formados en esa parte que nadie puede ver ni tocar, pero que es supuestamente sobre la que debemos actuar. Hasta ahí, en los primeros semestres de la carrera, todo iba bien.

Después empezamos a cursar las materias prácticas con niños que sufrían alguna limitante en su desarrollo y en ese momento de nada nos sirvió la teoría que habíamos visto, así que empezamos a revisar todo lo que les ocurría a los pequeños desde un punto de vista más físico, desde un campo de acción que se llama fisiología y ahora parecía que toda la vida psíquica y las reacciones emocionales obedecían a causas casi mecánicas del organismo, me parecía una postura menos humanista que la teoría revisada anteriormente, pero funcionaba mejor para tratar de hacer más independientes a los chicos que acudían a la clínica de la Universidad.

Pasada esa etapa, entramos a la psicología de la educación, con otro montón de teorías distintas como las etapas de desarrollo de un tal jean Piaget y el desarrollo de las habilidades cognitivas que planteaba un tal Vigotsky, ambas teorías interesantes, convincentes y también muy lejanas de aquellos rollos psicoanalíticos que hacían ver tan bonita la estructura de la personalidad. Había mucho otros teóricos que se salían de las cuestiones clínicas y entraban más de lleno en la esfera de la pedagogía, la sociología y las relaciones de enseñanza-aprendizaje, y funcionaban bastante bien para los fines que persigue la psicología del aprendizaje.

Después vinieron las prácticas en hospitales psiquiátricos, el acercamiento a personas con esquizofrenia, psicosis, autismo y otras enfermedades que me ponían a pensar seriamente si de verdad quería dedicarme a esto de la psicología. En estos casos tampoco funcionaba mucho la teoría de la personalidad de Freud. Recuerdo que nos dedicábamos a hacer largas descripciones de los rasgos de conducta más visibles en los pacientes y después comparábamos con lo que decía el DSM-III, última versión del catálogo de enfermedades mentales en aquellos días. Dicho sea de paso, tampoco este manual tenía un origen claro, pues lo elaboraron los médicos psiquiatras y decían que lo debíamos seguir los psicoterapeutas. Y tampoco se interesaba mucho en los oscuros misterios del yo, el ello y todos aquellos entes de las más profundas personalidades, era una cuestión descriptiva que remitía a etiquetas predefinidas, y cada etiqueta sugería algunas acciones y medicamentos útiles para los síntomas.

Cuando llegó el gran momento de empezar a atender pacientes que asistían por su propia voluntad coincidió que yo estaba asesorado por 3 excelentes terapeutas: Sandra Sarmiento, una terapeuta de enfoque familiar sistémico (su forma de explicar la terapia partía de teorías basadas en los enfoques físicos de la teoría de sistemas), Ceci Álvarez, terapeuta 100% gestalt (esa teoría del aquí y ahora: actuar con lo que resulta importante para el paciente en el presente, sin durar mucho tiempo escarbando en el pasado) y por Javier Castañeda, un señor que dice ser gestalt pero que incorpora a su terapia todos los enfoques que le puedan ser útiles, incluyendo aspectos chamánicos. Además de ellos, tenía a mis tutores de la Universidad, que no se esforzaban nada por mantener un mismo enfoque teórico entre ellos, lo que representaba el problema de explicar lo que hacía con mis pacientes de acuerdo a distintas teorías, y eso equivalía casi a contar una misma historia en 2 o 3 idiomas distintos.

En esos días no alcanzaba a explicármelo, pero en realidad escogía a qué terapeuta iba a recurrir para que me retrolalimentara, dependiendo de la problemática que tuviera mi paciente, pues una sola teoría no bastaba para explicarme lo que pasaba en la personalidad de quien acudía a mí, y un solo método de trabajo tampoco parecía ser una opción muy eficaz. La única honrosa excepción es Javier Castañeda, tipo demasiado abierto como para rechazar un enfoque, cualquiera que sea, si ve que le puede resultar útil para ayudar a sus pacientes.

Y ahora, con el paso del tiempo, la oferta terapéutica se ha vuelto cada vez más variada, me han buscado personas que buscan constelaciones familiares con muñequitos, otras quieren ludoterapias para niños pero que no sean muy agresivas, hay quien pide hipnosis para resolver rápidamente bronconones que deben implicar esfuerzo personal, o solamente una interpretación de personalidad según el eneagrama y un sinfín de cosas más.

Ante esta gran variedad de enfoques y teorías, veo dos verdades muy reales: Es muy difícil que un terapeuta conozca todas las teorías existentes en la actualidad, y aún si domina las teorías, necesita conocer otros mecanismos prácticos para poder actuar en la terapia y provocar cambios, que en realidad es lo que necesitan los pacientes.

En algún momento de mi vida decidí "especializarme" en terapia gestalt y entré a estudiar esa maestría. ¡Oh, sorpresa! Salí conociendo aún más enfoques terapéuticos de los que vi en la licenciatura.

¿Debemos volvernos todólogos? ¿Debemos conocer el último grito de la moda en terapias alternativas, para darle gusto a los clientes conocedores o para apantallar a los clientes recién llegados al medio de la salud emocional? Mi respuesta es NO.

NO: La personalidad humana es bastante compleja y por ello existen distintas teorías, cada una de ellas dirigida a explicar un problema o situación específica (a explicarlo, no siempre la teoría dice cómo solucionarlo). La ética debería obligar al terapeuta a reconocer su campo de acción en vez de convertirse en un eterno explorador de nuevas rutas de experimentación en los terrenos de la terapia. La ética debería poner un límite al ego que dice "sí puedo" aún sin conocer las técnicas precisas. Pero la ética es una cuestión personal y debe vencer a la tentación de influir sobre esa persona que viene a pedir nuestra ayuda pensando que un terapeuta debe "saber de todo" en cuestiones de salud emocional, equilibrio mental y relaciones humanas.

En mi caso trato de ser ético y ofrecer únicamente lo que sé a la gente que se acerca a pedirme apoyo, pero ofrecerlo al 100%. Nada más necesito eso y estar seguro de que mis pacientes quieren ayudarse a ser mejores personas. La teoría y la técnica saldrán de acuerdo a lo que se requiera trabajar.

Hasta luego.

jueves, 7 de julio de 2011

Saber lo que queremos

Somos capaces de hacer mucha tonterías cuando no sabemos lo que queremos, pero una vez que lo sabemos, cuando las cosas que hacemos tienen un objetivo y un propósito, el número de tonterías que hacemos disminuye drásticamente. Es parte de lo que llamamos "crecimiento personal", aunque es necesario distinguir qué cosa son las "tonterías", para ubicarnos:



Para mí, en el contexto de esta breve reflexión, una tontería es algo que se hace por impulso, por satisfacer una necesidad inmediata, por darle gusto a otra persona o por contradecir a otra persona, pero invariablemente es un hecho que trae o puede traer consecuencias negativas para el que lo realiza. Es el equivalente al berrinche que hace el niño pequeño rompiendo sus juguetes o destruyendo cosas que después va a extrañar. Casi siempre se toma como ejemplo a los adolescentes, esos seres que ya dejaron la niñez pero aún no entran al mundo de los adultos, y en ese ínter viven tantos cambios físicos y mentales que es casi inevitable llegar a cometer alguna tontería, aunque sea mínima.



Pero las tonterías aparecen a cualquier edad de la vida y por esta razón hay conflictos de pareja, discusiones entre padres e hijos, pleitos con los amigos y, en ejemplos más severos, divorcios, abandono de hijos, violencia innecesaria y planes de vida rotos o desechos.



Cada uno de nosotros tiene trazada una línea de vida imaginaria, por la cual quiere transitar y para la que tiene el potencial suficiente. Si la fe o la convicción en esta línea de vida se rompe, empieza a aparecer esa sensación de "no saber lo que se quiere" y éste es el momento ideal para tomar la decisión de hacer una tontería, que puede ser algo tan sutil como dejar de echarle ganas a la escuela o algo más notorio como engañar a la pareja y empezar a soltar pistas para que se note, pues la intención de estas tonterías (quitarle valor a mi vida, a lo que he hecho) no funcionaría si no se enteran los demás. Una tontería es un sabotaje a nuestros propios deseos.

domingo, 3 de julio de 2011

Amor es... ¿suficiente?

Donde hay amor todo funciona bien, decían mis papás y mucha gente más. Y es cierto. Sin embargo hay varias relaciones en las que existe el amor y aún así se presentan una serie de dificultades que hacen la vida bastante difícil para todos los que interactúan, y aquí entran todo tipo de relaciones, desde las románticas de noviazgos, deslices y bodas, hasta las más fraternales como las relaciones entre padres e hijos, las amistades o cualquier otra que gusten: Hay amor y con todo y eso hay muchos problemas que obligan a "soportar" a la otra o a las otras personas.


La primera vez que escuché esto de tener que soportar a alguien con quien has decidido vivir me costó trabajo asimilar la idea, yo creía firmemente que si amas a alguien entonces no tienes que soportar a ese alguien. ¿Qué ocurre para llegar a este extremo?


No tengo una respuesta exacta o única, como ocurre muchas veces en estas cuestiones que dependen de la naturaleza humana, no hay una sola causa sino varias posibilidades. Voy a comentar las que se me vienen a la mente en este momento:


1. Idealizamos demasiado el concepto "AMOR". Por ejemplo, las novelas y las historias de princesas nos han metido una idea demasiado exagerada de lo que el amor por sí solo puede lograr. Y esta idea nos la encajan también a los hombres, aunque la mayoría de la gente piensa que estas historias solamente afectan  a las mujeres, hay varios tipos por ahí queriendo ser el príncipe azul y varias chicas queriendo ser la princesa encantadora. El primer problema es que la historia no termina cuando se declaran amor eterno y se deciden a vivir muy felices, como en las caricaturas o los cuentos. No, si ambos están sanos pueden durar muchos, muchos años viviendo sin el disfraz de príncipe o princesa.


2. Aprendimos que el amor va ligado con nuestra fé religiosa. Cuando nos ocurre esto hay una idea de fondo muy peligrosa: "EL AMOR REQUIERE SACRIFICIO". Mamás o papás esclavizados a los hijos tiranitos, esposas aguantadoras de sus viejos, novias que consienten constantemente al novio, personas sobreprotectoras... Ejemplos hay muchos, lo más curioso de todo es que quien vive el amor de esta manera siempre carga una sensación de insatisfacción, de estar "dando más" a la relación, y será muy difícil hacerle ver que efectivamente da más y encima de eso se niega a recibir lo que la otra parte le pudiera aportar. Y esto tiene su trasfondo neurótico: Si recibo, entonces demuestro menos amor, y si sigo dando, merezco más porque me estoy sacrificando. Entones yo digo una frase que deberíamos tener siempre presente: El amor no es sacrificio.


3. Creemos que el propósito del amor es encontrar un complemento. En esta teoría, al menos uno de los que participan en la relación se convence de que solamente puede ser una persona completa si ama a su pareja y ésta le corresponde de la misma manera. Sobra decir que desde el momento en que una persona se ve a sí misma como incompleta, existe un problema para asumir las responsabilidades que la vida va presentando durante sus distintas etapas. Al no asumir la plena responsabilidad, a menos que tengamos a la persona amada cerca para sentir ese "complemento", automáticamente convertimos a la persona amada en cómplice y corresponsable de nuestros actos. Es decir: tenemos a quien culpar por los errores que podamos cometer. Esto de necesitar un complemento es una situación que va de la mano con las dificultades para crecer interiormente.

Hay más, muchas más posibilidades: El mor es compartir la crianza de los hijos. El amor es vivir en la misma casa. El amor es respetarnos. El amor es darnos cada uno nuestro espacio. El amor es obedecer... De hecho cada uno de nosotros, de acuerdo a nuestra propia personalidad y tendencia patológica, podemos crear alguna nueva variante en esto de representar y actuar el amor. Es lo más normal, ya que hemos sido educados más o menos con los mismos estereotipos sociales del amor y particularmente con las variantes que prefirió nuestra familia. Se aceptan todas las aportaciones que quieran hacer en los comentarios de este espacio.

Entonces queda una duda: ¿Existe el amor "sano"? Y en este caso sí pienso en una respuesta única: Sí. Sí existe.

En mi corta experiencia, el amor sano lo viven aquellas personas que no centran su relación exclusivamente en el amor, sino que dejan entrar a su relación otros sentimientos, emociones y actitudes, no al azar, sino como experiencias de crecimiento. Así, dentro de la relación es válido todo tipo de expresiones cuidando la regla de oro de no lastimar a la pareja, y entre otras, las expresiones más comunes que he visto son el respeto, la flexibilidad en las reglas, la comunicación, la confianza, el interés por la otra persona...

Creo, y es mi humilde opinión, que el elemento que une toda esta variedad de sentimientos y los convierte en una actitud diaria, es el compromiso. El compromiso con uno mismo permite tomar la decisión de disfrutar a una persona en lugar de aguantarla, es lo que le da sentido a muchas tareas que se realizan cotidianamente después de qude pasó el efecto "príncipe azul" y es lo que ayuda a que dos personas, o las que estén en la relación, se ayuden a crecer en vez de quedarse viendo como envejecen. El amor por sí solo, desligado de otras emociones y sentimientos, y sin rastros de compromiso, puede ser una experiencia apasionante y encantadora, pero solo en un presente sin futuro.

Hasta luego.