jueves, 21 de julio de 2011

2 personas

Al pensar en una relación se piensa en 2 personas, no en una sola.

Si empiezas la relación pensando únicamente en tu bienestar y tus expectativas, será muy probable que con el tiempo te resulte muy cansado y hasta te dé coraje darte cuenta que tu pareja no cumple todo el tiempo tus gustos y hace cosas muy diferentes a las que hacían cuando se conocieron; te costará también mucho trabajo darte cuenta de que están viviendo una etapa distinta de la relación y hasta podrías llegar a la conclusión desesperanzada de casi todas las personas que viven la relación pensando que de ahí obtendrán todas las satisfacciones y beneficios para su propia vida, negando las necesidades de su pareja: "Ya no te importo".

Si por el contrario, empiezas la relación pensando únicamente en complacer a tu pareja sin importar lo que tengas que hacer para conseguirlo (es que amo tanto a esta persona, que se merece todo), tarde o temprano te va a alcanzar una sensación de vacío e insatisfacción que te puede deprimir, enojarte y tal vez llegues a sentir que "la gente" (o sea, tu pareja) no sabe valorarte en toda tu dimensión. Entonces puedes optar por insistir en dedicarte exclusivamente a tu pareja hasta casi ahogarla o hacer lo contrario y demostrarle tu rencor dejando de darle atenciones. "Ya no me importas".

En ambos casos, el común denominador es que únicamente se piensa en una persona, lo que vuelve bastante difícil la comunicación entre la pareja. Normalmente las relaciones de codependencia y las separaciones dolorosas se gestan así, desde una relación en la que una o las dos partes involucradas piensan no en la pareja, sino solo en una persona; el patrón de comunicación más evidente en estos casos son los intentos constantes por controlar o manipular a la otra persona (la lucha por el poder, nuevamente).

Cuando pensamos la pareja en términos de dos, no me pierdo yo ni se diluye la otra persona, sino que ambos sumamos nuestro ser a una relación viva que se convierte en otro ser independiente. Si aceptamos que ambos tenemos expectativas, interés y ganas de participar en la relación, estamos dando el primer paso para vivir una experiencia de auténtico contacto y comunicación, pues reconocemos que las dos personas que forman parte de esta relación tienen una vida igual de valiosa. Independientemente de cuál haya sido la historia de cada quién, se puede empezar una historia nueva siempre y cuando ambos tengan la disposición a respetar esa condición única de la relación: se piensa en términos de dos personas que se comparten y al mismo tiempo se permiten crecer en lo individual sobre la base del amor, la confianza, el compromiso personal y el diálogo.

Habrá problemas, broncas y malentendidos como en toda relación, sin embargo hay más posibilidades de encontrar soluciones satisfactorias para ambas partes cuando las dos coinciden en esta visión.

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