martes, 28 de febrero de 2017

Método infalible para NO tener problemas en el matrimonio

(Tomado del facebook, o sea anónimo)


Si aceptas casarte, también aceptas afrontar los problemas que surgen en la vida matrimonial.

Casarse o iniciar vida de pareja en unión libre significa asumir el compromiso de vivir con otra persona que viene con su propia historia de vida, en la que intervino otra familia con costumbres distintas a la tuya y también con una forma muy particular de ver la vida y los problemas. Lo que para tí es un problema, tal vez para esa persona con la que elegiste vivir solo sea un inconveniente... Y a la inversa. 

Cuando ambos ven el mismo problema pueden darse distintas formas de abordarlo y resolverlo, incluso puede ser que los métodos de cada uno para afrontarlo sean opuestos. En todo caso, lo más valioso de la vida en pareja es la decisión personal de mantenerse unidos y afrontar las dificultades y problemas cotidianos aprendiendo de sus diferencias. Sumando a lo que ya sabes la experiencia de esa otra persona. Y a la inversa.

Porque en la vida seguirán habiendo problemas. Cuando resuelvas uno descubrirás que tienes la capacidad para enfrentar otro más complejo. O tal vez puedas manejar sin angustia ni ansiedad situaciones que antes suponían un problema, porque al enfrentarlo dejó de serlo. El matrimonio, la vida en pareja, permite afrontar esos problemas en compañía, y entre más flexibles sean los dos miembros de la pareja, más opciones tendrán para actuar.


Entre todas las opciones está la de salir huyendo y dejar ahí tirado el "problema" de la relación con otra persona en vez de afrontarlo. Pero antes de hacerlo conviene detenerse un poco a pensar si no fue por esa misma opción que antes decidiste salir de la casa de tus padres para dejar allá el "problema" de tu relación con ellos. En casos donde se aplica con rigor esta opción, tal vez también se haya abandonado la escuela para terminar de una vez por todas con el "problema" de la relación con los maestros o con algunos compañeros. Si no aceptamos otra forma de afrontar los problemas podemos terminar solos, o más bien aislados porque nadie está realmente solo, y si descubres que ya te aislaste de los demás, todavía entonces tendrás el problema de llevarte bien en tu relación contigo.

"Lo que critico en ti, lo corrijo en mí".
(Anónimo... o autor desconocido, que a mí gusto se escucha más triste)

Si la vida nos deja siempre un problema y decidimos aceptar esto con gratitud, como la oportunidad de aprender y evolucionar, podremos desarrollar una habilidad que solamente se adquiere con la experiencia y el contacto con otras personas: Negociar. Hablar con otra persona (u otras personas) para ponernos de acuerdo en algo que nos afecta a ambos. Ganar un poco, ceder un poco hasta llegar al punto más cercano a "ganar-ganar". Y ganar es una experiencia que se disfruta más en compañía. 

La relación de una pareja no se trata solo de amor o de sexo, básicamente se trata de acompañarse libremente.


Además hay un secreto egoísta en esto de negociar con los demás: Lo que ocurre afuera también ocurre adentro, así que también es posible aprender a llevarse bien con uno mismo. Una de las mejores formas de resolver problemas sin repartirle culpas a toda la gente que está a nuestro alrededor es convertirse en el mejor amigo de uno mismo.

¿Entonces ya sabes cuál es la mejor manera para NO tener problemas en el matrimonio? ¡Fácil!: NO te cases. 

Pero también sabes que esa solución NO impedirá que tengas problemas fuera del matrimonio.

Hasta luego.

domingo, 26 de febrero de 2017

3 etapas en psicoterapia

"El ser humano tiene un típico error: buscar culpables fuera de sí mismo, para cualquier problema. Si acertamos, es nuestra virtud, pero si erramos, seguramente será responsabilidad del otro."
(lamenteesmaravillosa.com)

¿3 etapas en la psicoterapia? Bueno, la verdad es que no todos pasamos por estas etapas. Y si pasamos por ellas, no todos las vivimos igual, pero en términos generales sí son aplicables a la mayoría de las intervenciones en psicoterapia:


Primera etapa: 

Casi siempre empezamos hablando de cómo es la gente con la que nos relacionamos, y nos damos cuenta que nuestros seres queridos han influido en nuestra historia personal. Muchas de nuestras actitudes, conductas y formas de reaccionar ante el mundo tienen que ver con la manera en que nos relacionábamos en casa mientras íbamos creciendo, como esponjas que absorben todo lo que ocurre en el entorno familiar. Algunas actitudes que entonces funcionaron, tal vez con el tiempo ya no resulten útiles e incluso ahora puede ser un problema seguir reaccionando como lo hacíamos en la infancia o en la adolescencia. Si nos damos cuenta de esto, es hora de cambiar algo en uno mismo.

Principal tentación en esta etapa: Culpar a los demás por habernos criado mal o por habernos "obligado a ser malos", con frases como "¡Por su culpa soy así!"


Segunda etapa:

Actualizar las reacciones a nuestra realidad actual. En esta etapa se descubre el libre albedrío y se trata de encontrar el rumbo hacia el que queremos dirigir nuestra vida, dejando de creer que estamos predestinados a seguir haciendo lo mismo que hicimos en la infancia, la adolescencia o con la pareja. Descubrimos que los demás han hecho lo mejor que han podido y que tienen también sus cualidades únicas y no solo defectos. Básicamente se trata de adueñarnos de nuestra propia historia, nuestras emociones, nuestros errores, nuestros aciertos, nuestra compañía, nuestro quehacer y en general todo lo nuestro sin juzgar si es bueno o malo, para contestar una pregunta: ¿Qué hacer con todo lo que tengo?

Principal tentación en esta etapa: Creer que "ya entendimos" por qué somos así y ya no necesitamos esforzarnos, como si fuera cosa de magia: "Ya entendí por qué soy así, con eso es suficiente para mejorar mi relación conmigo y con los demás".


Tercera etapa:

Aceptación e integración. Bajando del ladrillo que nos hacía creer que "ya sé todo de mí y por eso entiendo a todos los demás", estamos listos para ver la vida con agradecimiento y tomar decisiones más realistas, en el sentido de que son decisiones propias que vienen desde el interior. De nuestras propias necesidades y no como reacción a lo que hacen o dejan de hacer otras personas. Para muchos esto puede parecer egoísmo, narcisismo o hedonismo, pero no es así: Cuando estamos conscientes de que todo lo que hacemos es igual de importante que todo lo que hacen los demás, nos colocamos en una posición de aceptación y respeto con nuestro propio yo y con nuestros semejantes, confiamos en uno mismo y en las personas que queremos y dejamos de querer cargar con ellas o que nos carguen a nosotros, empezamos a ir al lado de la gente que queremos como compañía por la vida, no arriba ni abajo sino al lado.

Principal tentación en esta etapa: Aferrarse al gurú o terapeuta sin terminar de confiar en que nunca estaremos solos y podemos avanzar por la vida.


Hasta luego.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Errores y equivocaciones

Es parte de la vida: Ni vivir siempre en el error, ni vivir siempre exigiendo perfección.


Con frecuencia me pasa que lo que creo que es un error es solamente la forma diferente con la que otra persona hace las cosas. Entonces sí hay un error pero lo estoy cometiendo yo. 


Los errores dejan de serlo cuando aprendemos algo de ellos que nos permita cambiar. Entonces cada error o equivocación se convierte en una lección. ¿Cuánto cuesta aprender? Depende... ¿cuánto tardo en dejar de quejarme por el error y aceptarlo como experiencia de aprendizaje?

Hasta luego.

lunes, 13 de febrero de 2017

Razones para estar

"Sé fuego junto al fuego,
hielo junto al hielo.
Sé amor junto al amor
y vida junto a la vida."


No sé quién es el autor de este texto, ni siquiera sé su título, pero me gustó mucho y por eso lo comparto:

"Un hombre que regularmente asistía a reuniones con sus amigos, sin ningún aviso dejó de participar en sus actividades.

Después de algunas semanas, una noche muy fría el líder de aquel grupo decidió visitarlo.

Encontró al hombre en casa, solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida al líder. Se hizo un gran silencio.


Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las llamas en torno de los troncos de leña que crepitaban en la chimenea.

Al cabo de algunos minutos el líder, sin decir palabra, examinó las brasas que se formaban y seleccionó una de ellas, la más incandescente de todas, retirándola a un lado del brasero con unas tenazas. Volvió entonces a sentarse.

El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado pero inquieto. Al poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y el fuego se apagó repentinamente.

En poco tiempo, lo que era una muestra de luz y de calor, no era más que un negro, frío y muerto pedazo de carbón.

Muy pocas palabras habían sido dichas desde el saludo.

El líder, antes de prepararse para salir, con las tenazas regresó el carbón frío e inútil, colocándolo de nuevo en medio del fuego. De inmediato, la brasa se volvió a encender, alimentada por la luz y el calor de los carbones ardientes en torno suyo.

Cuando el dirigente alcanzó la puerta para irse, el anfitrión le dijo: Gracias por tu visita y por tu bellísima lección. Regresaré al grupo."

Hasta luego.