lunes, 31 de octubre de 2011

Mark Gungor y los dos cerebros

Entre mis correos viejitos encontré este video, lo grabó Mark Gungor, un señor que a mi gusto es un excelente motivador y decidí subirlo hoy a este blog porque me gusta mucho la manera en que aborda una de las situaciones más reales en nuestras relaciones de pareja:

Somos diferentes.

Y también me gusta la manera en que insinúa cómo tratar con esta realidad:

Respetemos nuestras diferencias.


Aunque este video me llegó por correo, existen en Internet otros trabajos de Gungor, algunos gratuitos pero solamente en inglés, of course, y otros en un DVD con costo, empaque y toda la cosa.

Pero a mí lo que me interesa es sembrar la propuesta de este señor para ver si crece y da frutos en alguien que la lea: Si es posible abordar nuestras diferencias divirtiéndonos con ello, entonces es posible ver la vida con humor y optimismo. Entonces también es posible que surja la tolerancia, la confianza y el respeto, sobre esa base se puede alcanzar una relación de larga duración, con dos personas comprometidas.

Gracias por leer, hasta luego y si quieren dejar su opinión, será bien recibida.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Agradecimiento

En la terapia individual siempre está latente el riesgo de que las dos personas que se encierran a hablar acerca de un problema por resolver, terminen volviéndose cómplices que cuchichean a solas en un cuarto.

En la terapia de pareja el riesgo es que el terapeuta, asesor o como gusten llamarle haga alianza con uno de los miembros de la pareja, en lugar de apoyar a ambos para que refuercen su relación o decidan terminarla, si es lo mejor para ellos.

En la terapia familiar existe el riesgo de que el mismo terapeuta sea tragado entero por el sistema disfuncional que acude a buscar opciones para funcionar correctamente.

En la terapia grupal el riesgo de alianzas es menor porque los mismos miembros del grupo monitorean su avance, pero el terapeuta puede darse sus mañas para preferir las dinámicas, el liderazgo y las representaciones en lugar de abordar los conflictos.

Y aún así, con todos estos riesgos y otros muchos que están latentes en la relación humana que se da al interior de un consultorio, quien necesita ayuda se anima a acudir, abrir su corazón y sus pensamientos y avanzar hacia el cambio. Por su valor, confianza y determinación, agradezco y envío un saludo con mucho aprecio a quienes han coincidido conmigo para compartir una parte de su historia y de sus pasos por el camino que conduce a ser mejores personas.

El camino hacia el alma pasa por el corazón y guía los pensamientos.
El vehículo que circula por ese camino es la confianza.
En algún punto de ese camino está el "yo" que cada uno quiere llegar a ser.
Iniciamos el camino solos y de la misma forma llegamos al final.
Que siempre tengamos el valor y la confianza para seguir caminando.

Hasta luego.

martes, 25 de octubre de 2011

Las etapas de una vida normal

¿Y con qué derecho puede Eric Ericsson (o cualquier otro psicólogo) decir cuáles son las etapas por las que debe pasar una vida para decir que se desarrolló bien? ¿De verdad se puede decir que una vida es normal y otra no?

Es muy difícil responder a estas cuestiones, los llamados psicólogos del desarrollo lo han tratado de hacer encontrando rasgos equivalentes en las distintas edades del ser humano, pero aún no se ha podido definir qué es normal y qué es anormal con un criterio aceptado por todos. La historia la escriben los vencedores, y las definiciones de "normalidad" las escriben las mayorías... o al menos eso nos han hecho pensar.

En nuestro país es visto como normal pertenecer a la religión católica o a la cristiana, y todos los que no están dentro de estas creencias son anormales; sin embargo, a escala mundial el catolicismo o el cristianismo no son las religiones que cuentan con mayor número de adeptos, es decir, no serían las religiones de la gente normal.

En nuestra cultura, todavía en un incipiente despertar, lo normal es la familia de papá y mamá casados y con hijos, y todo lo que no se apegue a este esquema será anormal, descartando del mundo de lo bien visto a la homosexualidad, la unión libre, la soltería a edad avanzada, las madres solteras y otro montón de conductas, preferencias y formas de relacionarse que existen y se practican día a día por gente tan humana como todos.

El apego al dinero, la imagen que mostramos en este mundo material y la adicción a tener son otras cuestiones "normales" y bien vistas, aunque rayan en la hipocresía porque las mayorías también están de acuerdo en opinar que no debemos vivir para estos fines.

Y sin embargo, sí es necesario contar con un parámetro que nos permita identificar si estamos dentro de la normalidad, para aceptarnos a nosotros mismos y desenvolvernos satisfactoriamente entre los demás. En el mundo físico es más fácil hacer esto, pues es fácil notar si una persona va alcanzando la estatura y el peso que le corresponde de acuerdo a su edad, si es capaz de realizar los movimientos que realizan sus compañeros, si habla correctamente o si no se entiende lo que dice, si es fuerte o débil, ágil o lenta, alegre o seria, atractiva o fea. Todos estos son rasgos que se ven o se perciben con el contacto cotidiano, y no requieren un gran esfuerzo para identificarlos.

Entrar al mundo interior y decir que hubo un accidente que dejó secuelas en el ánimo, en el autoconcepto o en el respeto a sí mismo, es una cuestión muy diferente pero real, de ahí la importancia de definir ciertos parámetros de lo que debe ser y hacer, en su mundo interior, una persona que se desarrolla de manera sana. En el mundo físico, la medida de normalidad corresponde a rasgos como los que se mencionan en el párrafo anterior, y en la vida psicológica o espiritual, la medida que permite identificar si vamos por el camino de desarrollo "normal" es el conflicto.

Si entro en conflicto conmigo mismo con más frecuencia de la que me permite sentirme cómodo, tal vez haya un niño herido en mi interior, o no he alcanzado la etapa que me permite relacionarme sin vergüenza con los demás, o podemos estar atorados en cualquier momento de nuestra vida solamente porque no podemos reconocer sin que me cause conflicto que mientras a mí me gusta el color rojo, otra persona prefiere el verde, mientras yo disfruto el pozole, otro puede saborear un pastel, mientras a mí me gustan las mujeres, alguien más puede inclinarse hacia su mismo sexo, y que aún teniendo nuestras preferencias muy distintas o muy similares, hemos pasado por etapas de desarrollo que nos han permitido llegar hasta el punto en el que nos encontramos hoy, y seguiremos avanzando en el camino de la vida.

¿Cuál vida es "más normal", entonces? ¿La que se parece más a la mía, la que se apega más a los valores en los que yo creo? Me parece que la vida "más normal" (por llamarle de algún modo) es la de aquellas personas que sufren menos conflictos internos sin lastimar a terceros (el que anda por ahí fregando al prójimo sin ningún conflicto o remordimiento está más cerca de ser un psicópata que una persona normal), las personas que son honestas consigo mismas también lo son con el mundo en general.

Como dicen los filósofos venezolanos del grupo Desorden público: "El hombre bueno no teme a la muerte, no teme a la noche oscura".

Sea pues: Seguiré hablando de normalidad, de etapas de la vida y de algunos otros conceptos, aclarando que son solo eso: conceptos, puntos de referencia, señales en el camino de la vida que casi todos podemos reconocer, ideales que deseamos alcanzar en nuestro afán de ser mejores, pero no un dogma ni una verdad rígida y absoluta. La verdad es una obra que se construye entre mucha gente y que nunca está terminada, pero nos podemos aferrar a ella si entendemos su flexibilidad.

Gracias por leer, y también se vale opinar.

Hasta luego.

lunes, 24 de octubre de 2011

Autoestima según Ericsson

La autoestima nace con uno mismo.

La autoestima a veces crece a la par que uno mismo, a veces se va quedando más chaparrita y en ocasiones alcanza mucha más altura que uno mismo.

La autoestima se puede resquebrajar y hasta destruir.

La autoestima se puede reconstruir en cualquier momento de la vida.

La autoestima se desarrolla a lo largo de toda la vida, es la meta de vivir siendo el mejor amigo de uno mismo.


Ericsson (y no es marca de teléfonos) propone 8 etapas para el desarrollo de la autoestima, a lo largo de la vida:


1. La primera etapa es la de "Confianza Básica" contra "desconfianza" donde queda conformada la autoestima. Esta etapa es muy importante en el desarrollo de la persona, pues según sea ésta, así llevará la confianza, la fe, la aceptación de sí misma y hacia los demás, ya que el niño percibe que es importante y valioso para las personas que lo son significativas.
La satisfacción de obtener logros le dará la seguridad necesaria para "arriesgarse" a dar el siguiente paso. Entonces las crisis, depresiones y ansiedades serán contractivas y no destructivas. El niño en esta etapa está para recibir, no tiene la capacidad para dar.

2. En la segunda etapa “Autonomía frente a vergüenza” comienza a darse cuenta de que puede dar, empieza a tener autocontrol y fuerza de voluntad. Se atreve y no. Debe recordarse que hay que alentar lo positivo de cada etapa para que la autoestima se vaya enriqueciendo y afirmando. El ejemplo de los padres es muy importante, pues es más fácil desarrollarse en un ambiente de flexibilidad que en uno de rigidez; en uno que ponga límites, que él tendrá que respetar y cumplir, pero también que provea el respeto a su persona.

3. De los 4 a los 6 años (iniciativa frente a culpa), ya se dirige su voluntad a un propósito; se le llama esta etapa lúdica o de juego. Hace y deshace, construye y destruye, compone y descompone;
todo esto le va dando seguridad. Su curiosidad sexual y fantasías no deben ser coartadas, sino encauzadas. Si esta etapa se resuelve bien, pasa a la siguiente.

4. Laboriosidad contra inferioridad: aquí su autoestima lo hace ser responsable, cooperar en grupos, y se despierta su interés en aprender

5. De los 12 a los 16 años, empezando con la pubertad, se llega a la adolescencia. Es la crisis en donde las etapas anteriores se cuestionan; se pone en juego la construcción de la "identidad". La
persona se vuelve egoísta, solitaria, de carácter cambiante; la misma está feliz, que enojada, no sabe qué le pasa ni qué quiere.
En esta etapa puede recuperar aclarar y fortalecer su autoestima. Darle confianza, comprensión, respeto y ayuda le facilitará esta difícil etapa.

6. En la sexta etapa, "intimidad contra aislamiento" comienza ya a realizarse compartiendo, aprecia la intimidad, la amistad profunda e integra el sexo al amor. La persona ya es madura y busca trascender. Si no se consolidaron las etapas anteriores se provocará aislamiento y estados de neurosis.

7. En la etapa de "generatividad contra estancamiento", las personas son productivas creativas, consolidan y cuidan su familia, amigos y trabajo. Hay una total proyección del ser humano a relacionarse y ser productivo. En caso contrario las personas se encuentran estancadas, no aman, no son creativas ni productivas. Viven en el egoísmo, no se han encontrado a si mismas (etapas anteriores no superadas). Su autoestima es baja con todas sus consecuencias.

8. La ultima etapa, "integridad contra desesperación", es la integración de todas las etapas. Aquí, la fe, seguridad armonía, espiritualidad y el orden dan todos sus frutos. Al estar satisfecho y feliz de una vida plena, la trascendencia y los valores supremos de amor, bondad, paciencia, y todo lo que significa sabiduría se manifiestan. El individuo vive mas consciente y pleno.

Arriba dice que esto de la autoestima consiste en ser amigo de uno mismo, y quien vive plenamente esta especie de amistad se da cuenta que es algo más que eso: es sentir el amor a sí mismos y por ende, a los demás y a la vida en general. En este camino hacia la autoestima se vale detenernos un poco para revisar, ¿qué tal están mis emociones hoy? ¿coinciden con mis pensamientos? ¿están de acuerdo con mis actos? Si respondo que no, es buen momento de decidir qué partes de mí mismo quiero reconstruir antes de seguir el camino.

La autoestima vive de la manera en que uno mismo ve el mundo.

La autoestima se alimenta de las relaciones de uno mismo con los demás.

La autoestima cree en lo que uno mismo cree.

Las 8 etapas que reproduzco en este escrito, y la pirámide de la autoestima, las tomé de un ensayo anónimo que bajé hace algunos años de Internet, no recuerdo de qué página pero lo pueden bajar si gustan desde aquí:


Gracias por leer, hasta luego.

lunes, 17 de octubre de 2011

Niños heridos, niños rescatados

¿Alguna vez te has sorprendido soñando con ser alguien más grande? Tal vez te ha ocurrido esto o alguna otra cosa parecida, de esas cosas simples que se disfrutan bastante por el solo hecho de vivirlas.

Si te ha ocurrido, y al darte cuenta sientes que eso te motiva para seguir creciendo y no es un pretexto para regañarte y hacerte sentir mal, eres de las afortunadas personas que saben convivir con su niño interior y lo dejan expresarse, porque el punto de todo esto es que, por más años que cumplamos, los adultos y los niños tendremos siempre necesidades muy parecidas que satisfacer:

·       Recibir y dar amor.
·       Comprensión.
·       Aceptación.
·       Reconocimiento.
·       Apoyo.
·       Libertad.
·       Independencia.
·       Confianza.
·       Consejos.
·       Control.
·       Ser escuchados.
·       Apoyo para descubrir el mundo.
·       Ser investigadores (curiosos).
·       Tener seguridad.
·       Crecer.
·       Jugar incansablemente.
·       Soñar a ser grandes.
El adulto amigo de su parte infantil busca cómo satisfacer estas necesidades, el que no disfruta esa amistad, se boicotea para no alcanzar la satisfacción de una o varias de ellas. La tarea de rescatar al niño interior cuando está herido es de vital importancia para que nuestra verdad más profunda se atreva a expresarse, primero ante nosotros mismos y después ante quien sea: Solamente se puede lograr creyendo en uno mismo y aceptándose tal cual, si mi niño interior no cree en él y se avergüenza de ser quien es, estará a la sombra de un adulto que no vive para su presente, sino para atender ese pasado que le duele.

Rescatar al niño herido es darle al adulto actual la oportunidad de revalorar su propia historia para hacerse dueño de sus acontecimientos y vivir el aquí y ahora acompañado de su yo-niño en su versión más sana, la que quiere aprender, experimentar y conocer más el mundo, la que se da cuenta que por más tiempo que pase no alcanzarán a vivir todo en el corto lapso de una vida, pero encuentra en eso un reto y una motivación, en lugar de un pretexto para no hacer.

Es posible vivir descubriendo el mundo cada día sin fingir saberlo todo. Es posible cambiar la posición del Rey Mierdas por una postura de sencillez y agradecimiento por estar aquí, el tiempo que podamos. Es posible vivir sin miedo ni resentimiento con la vida.

Hay varios talleres dedicados al rescate del niño herido, y como ocurre con todas estas cosas, hay muchas formas de enfocar ese taller, si te interesa rescatar a tu niño herido, ya sea en sesiones de terapia o asistiendo a algún curso o taller, ten siempre en cuenta que se trata de rescatarte a ti mismo en otra época, cuando contabas con menos recursos de los que tienes ahora.

También hay varios libros interesantes sobre este tema, aquí comparto uno que estoy leyendo, lo escribió un ingeniero de Tabasco llamado Ernesto Rodríguez Moguel y él mismo lo subió a un sitio web llamado "Gestiópolis.com", de donde yo lo bajé, pueden buscarlo en esa página o descargarlo de acá:

http://www.4shared.com/document/zVBRifGf/Rescata_a_tu_nio_herido.html

Gracias por leer, hasta luego.

viernes, 7 de octubre de 2011

Jobs

Antier murió Steve Jobs y hoy todos son sus admiradores. Yo sigo sin conocer mucho acerca de él, creo que fue un buen hombre, ingenioso y decidido, pero además honesto, cualidad poco común.

Aquí reproduzco un video que me compartió mi hermano Rubén hace dos o tres años... me gusta mucho escuchar al famoso Jobs, espero que también a ustedes les deje un agradable sabor recibir estas palabras:


Y también reproduzco un dibujo homenaje de un monero de Guanajuato. Esta imagen también me impresionó desde la primera vez que la vi:



Hasta luego.

jueves, 6 de octubre de 2011

Los otros

Desde que estamos chicos nos enseñan a darnos cuenta de que somos parte de algo más grande que nosotros mismos, a desarrollar nuestro sentido de pertenencia para saber que somos miembros de una familia, de un grupo escolar, de un equipo deportivo, de un grupo de aficionados que comparten el mismo gusto por un artista o un equipo determinado, o simplemente porque nos tocó nacer en "nuestra" localidad (pueblo o ciudad), tener cierto color de piel, hablar el idioma español (o cualquier otro), creer en Dios como lo pide nuestra religión y desarrollar los mismos valores que la mayoría ... El sentido de pertenencia nos ayuda a crear la sensación de que "somos iguales" a los que están a nuestro alrededor.

Y así vamos desarrollando nuestras redes sociales, buscando la empatía y el espejo donde podamos encontrar nuestras mismas costumbres, gustos y expresiones. Aprendemos a ser parte de un grupo y nos llamamos "nosotros". Esta identidad nos da seguridad y confianza para segur adelante, tal como el niño va conociendo su vecindario y reconociendo donde hay más similitudes con sus intereses, así los jóvenes y adultos seguimos tratando de ampliar nuestro mundo encontrando más gentes afines a nosotros.

¿Y qué pasa con los que no coinciden con nuestra forma de ver el mundo? ¿Con los que no siguen la misma religión? ¿Con aquellos que hablan otro idioma y tienen otro color de piel? ¿O con los que se ven iguales a nosotros pero no son de aquí?

Fácil: Si algunas personas son diferentes no son parte de nosotros, son "los otros" y junto con nuestro sentido de pertenencia se nos ha enseñado a discriminarlos y rechazarlos. Tristemente la humanidad ha evolucionado con esa idea de "grupos" cerrados y en muy raras ocasiones ha sobrepasado el límite de lo que considera son "diferencias" irreconciliables con sus semejantes.


Muy raro es que un pueblo se muestre abierto a costumbres ajenas de manera pacífica (aunque sí los hay), es más común que de vez en cuando emergen sujetos excepcionales que alcanzan a vivir ese sentido de pertenencia con toda la humanidad y no con un grupo específico. Lo más común es que el temor a lo nuevo, a lo desconocido, nos guíe y nos lleve a ese lugar seguro que llamamos "nosotros" para justificar nuestro rechazo a todos los que son distintos.

Recuerdo que cuando estaba chico, en mi pueblo había un chavo más grande que yo que no podía hablar y todos le decíamos nada mas "el mudo", el pobre chavo nunca pudo jugar con nosotros, los niños de mi generación, porque todos estábamos convencidos de que él era un niño malo, siempre que se acercaba hacía unos ruidos espantosos y gesticulaba tratando de hacerse entender pero lo único que conseguía era verse más grotesco y asustarnos, así que salíamos corriendo y los más aventados de mis amigos lo atacaban sin que ninguna persona tratara de impedirlo o defendiera al pobre mudo. Incluso los adultos se burlaban de él y nos decían que no lo dejáramos acercarse. Ahora lo pienso y me imagino la desesperación del pobre muchacho que creció solo y rechazado, quién sabe qué trataba de decirnos (a lo mejor eran puras mentadas, pero incluso eso ya era comunicación); esa desesperación es la que justifica sus gestos exagerados y sus ruidos extraños que trataban de decir algo. Pero aunque trataba, nunca creímos que él fuera como nosotros, porque interpretábamos su lenguaje corporal como agresión.

"La revolución es el recurso de los desesperados", estaba escrito en una pared, y es cierto. Nada más que la revolución de los desesperados es violenta y causa mucho daño, tanto que a veces el logro revolucionario no compensa todo el daño causado a la sociedad.


Cuando relegamos a los que consideramos "diferentes" los agrupamos primero en el genérico "los otros", y poco a poco los vamos convirtiendo en masa, un montón de gente que vista así ni siquiera parece humana. La masa. Cantidades inimaginables de personas que no comparten algunas características superficiales con nosotros y por ese solo hecho, les negamos el derecho de reconocerles todas las características más profundas que tenemos en común.

¿Has tenido la desagradable experiencia de ser tratado como uno de "los otros" en lugar de uno de "nosotros"?

Atrás de este concepto se encierra una de tantas razones por las que quieren justificar las guerras, el sufrimiento y las muertes de algunas personas: No se preocupen: son "los otros". Y entonces tratan de decirnos que está bien que muera tal o cual persona, o tal o cual grupo de personas, como si en verdad hubiera alguien capaz de decirnos cuáles vidas valen más y cuáles valen menos.

No importa si en este momento soy de los de "nosotros" o de "los otros", la vida sigue dando vueltas y, al final, todos somos humanos. Me quedo con el reto de ser más tolerante y de ir incluyendo en mi grupo de "nosotros" a "los otros" o, por lo menos, de aceptar a la gente tal como es sin pretender que soy un mejor ejemplo para los demás.

Hasta luego.