jueves, 19 de diciembre de 2013

Orgullo sano y orgullo malsano

"La mayor desgracia de un hombre es tener su orgullo más grande que su corazón"
Victoria Morales F.


Hay un orgullo sano que te ayuda a crecer, te permite valorar a tu propia persona y reconocer tus habilidades, destrezas y capacidades, al mismo tiempo que aceptas también tus limitaciones y defectos, no para criticarte sino para motivarte a mejorar. Ese orgullo también te ayuda a relacionarte y convivir con las demás personas con un trato igualitario, reconociendo y aceptando a los demás tal como son. El orgullo sano produce seguridad cuando lo vives, despierta tu naturaleza creativa y está fuertemente ligado a tu dignidad.


Hay otro orgullo malsano que no te ayuda a crecer, sino que tiende a destruirte, se basa en la constante comparación con otras personas y a la sensación de tener que demostrarles que tú eres mejor; este orgullo no te permite competir ni convivir. Al contrario del orgullo sano, éste nace de la inseguridad y de una débil autoestima, se manifiesta en las personas que se sienten amenazadas y tienen miedo de ser avergonzadas o aplastadas por los demás, así que prefieren tomar la iniciativa y usar como tapete a cualquier persona que lo permita, hasta llegar al extremo de ofender y humillar a las gentes cercanas.


El orgullo sano te alimenta, te hace crecer y te mantiene unido con la gente. El orgullo malsano te hace sentir inferior, te paraliza y te aísla cuando lo vives.

"El orgullo de los mediocres consiste en hablar siempre de sí mismos; el orgullo de los grandes hombres es de no hablar nunca de ellos."
Voltaire

¿Cómo pueden coexistir estos dos orgullos? En realidad se trata de uno solo: cuando se manifiesta espontáneamente como reconocimiento o aceptación es sano, y cuando se manifiesta como una reacción agresiva o violenta a lo que hacen otras personas, es malsano (en esta liga se puede ver otro comentario acerca del orgullo: http://hemebe-psicoterapia-ags.blogspot.mx/2011/08/orgullo-y-perfeccionismo.html). El orgullo malsano también se llama vanidad o soberbia.


El orgullo, en cualquiera de sus presentaciones, es una parte tuya y tú lo puedes manejar y controlar, siempre que tengas el deseo de hacerlo. El solo hecho de darte cuenta que tu poder de decisión puede definir a tu orgullo, y representa un cambio hacia una actitud más humilde ante el mundo.

"Lo único capaz de consolar a un hombre por las estupideces que hace, es el orgullo que le proporciona hacerlas."
Oscar Wilde


¿Quieres combatir el orgullo malsano? Reconócete a ti mismo sin exigir que lo hagan los demás. Date la oportunidad de reconocer méritos, habilidades y cualidades en la gente con la que convives, tal vez te des cuenta que te rodean personas más valiosas de lo que tú creías.

Hasta luego.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Personas manipuladoras

"Amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño"
Joaquín Sabina



Todos manipulamos. Lo hacemos para imponer nuestra visión del mundo a los demás y sobre todo lo hacemos en la infancia, porque cuando somos niños no sabemos negociar ni tener empatía. Estas habilidades, que implican escuchar, respetar, confiar, ser asertivos y tener clara nuestra postura ante la vida, se irán desarrollando mientras crecemos, hasta llegar a lo que llamamos elegantemente “negociación” o “acuerdos”, y de esa manera no hay ninguna duda que las personas que participen en la negociación estarán tratando de convencer a los demás, mediante argumentos y explicaciones adecuadas, que su punto de vista es el más conveniente para hacer mejor las cosas.

Y funciona, así se llega a acuerdos importantes como definir la lista del súper, convencer a abuelita de cuidar a los niños,  o conseguir el contrato para realizar un trabajo importante. En estos casos, el resultado final es una sensación de convencimiento y satisfacción por ambas partes, el famoso ganar – ganar, porque todos perciben que obtienen algo positivo del acuerdo y que, a su modo, cada quien hizo valer su punto de vista en la discusión. Eso es una negociación sana.

Pero hay personas que aún siendo adultas, siguen manejando sus relaciones con la manipulación como principal medio de contacto con los demás. Estos son algunos tips para identificar cuando estamos envueltos en una manipulación:


Los manipuladores no han madurado su estilo de comunicación, es decir, se siguen comunicando de manera infantil y entre su repertorio puede haber berrinches, llanto, silencios prolongados, gritos y otras expresiones útiles para no decir directamente lo que quieren, y para no escuchar a su interlocutor.

Los manipuladores son agresivos. En ocasiones su agresividad es activa y entonces utilizan amenazas y violencia, en principio de manera verbal pero pueden llegar también a la violencia física cuando creen que no les están prestando la debida atención.

También manejan la agresividad pasiva, en ella hay frases para sabotear y quitarle valor a lo que dicen los demás, otras expresiones las usan para inhibir a otras personas (inhibir = provocar vergüenza o miedo); otra forma de agresividad pasiva es criticar después de que ocurrieron las cosas, y amenazar antes de que ocurran.

Los manipuladores tienen miedo a fracasar, y tienen mucho más miedo a ser exhibidos ante los demás, así que elaboran estrategias muy sofisticadas para culpabilizar a los demás y hacerles sentir mal.

En general, su estrategia sigue estos dos pasos: primero buscan que te ofrezcas a ayudar y que te intereses en sus problemas, después tratan de involucrarte hasta poderte hacer responsable si no puedes resolverlos. Claro que si el problema se resuelve, el mérito se lo llevarán ellos.

Los manipuladores no hablan de su relación. No conversan de los problemas y las situaciones que afectan a su relación con la gente cercana, esto podría poner en duda su verdad y rompería la estrategia de cargar a los demás con su responsabilidad. Prefieren callar e imponerse para sentirse “seguros”. Lo más común es que guarden un agresivo silencio cuando son cuestionados, y que este silencio se prolongue por horas o días, hasta que el manipulador necesite algo de la otra persona.

“El hombre poco claro no puede hacerse ilusiones, o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a otros.
Stendhal


Los manipuladores proyectan sus aspectos negativos sobre los demás. Critican, culpan, juzgan, caen muy bien o muy mal, amenazan, inventan historias de los demás, guardan silencios prolongados, se hacen la víctima, hablan de los hechos como “nunca” o “siempre”… Y en ningún caso se dan cuenta que esa actitud proviene de ellos y no de la persona con la que interactúan.


¿Puede un manipulador cambiar su estilo de relacionarse? ¡Claro! Todos podemos reeducarnos emocionalmente, pero antes de resolver los problemas interpersonales, hay que atender los intrapersonales:

Aprender la empatía. Sin importar qué edad tenga, cualquier persona puede aprender a vivir los valores básicos para adquirir una comunicación asertiva: respeto, tolerancia, confianza, empatía… Al incorporar estos elementos a su repertorio, puede darse la oportunidad de admitir su cariño y su rechazo hacia otras personas y actuar en consecuencia. 

Recordemos que los manipuladores no han llegado al nivel de madurez emocional que les permita sentirse dueños de sus sentimientos, por esa razón se avergüenzan y tienen miedo de sentirse expuestos ante los demás. Para adquirir estas habilidades es indispensable la participación de otra persona que sí maneje su comunicación de manera asertiva y, claro está, que la persona que manipula quiera dejar de hacerlo.

Mejorar la autoestima. El miedo a la crítica social, la vergüenza y la comparación constante con los demás tienen sus raíces en una autoestima lastimada. Un manipulador vive con inseguridad y eso lo hace vivir al pendiente de lo que los demás piensan de él o ella, sin llegar a darse cuenta de su propia autopercepción. Le da tanto valor a la opinión de los demás, que olvida la suya.

Aprender a actuar solo. Detrás de las actitudes del manipulador hay un enorme miedo a ser rechazado o a perder a alguien. De hecho, los silencios tan prolongados que tiene cuando se le cuestiona algo son una tortura interminable, representan su aislamiento y ese miedo a no ser aceptado tal como es. La paradoja es que en los intentos por superar el miedo al rechazo, se aisla.

Una persona que manipula puede necesitar ayuda profesional para dejar de dudar de su autoestima, para quitarse de encima la necesidad de salirse siempre con la suya y para aceptar que hay pérdidas en esta vida. La ayuda profesional es útil porque permite que la persona se reconcilie consigo misma y se reconozca como valiosa y segura, independientemente de lo que opinen otras gentes.


Todos manipulamos, en mayor o menor medida. Y a todos nos sirve revisar qué tan manipuladores somos. Si descubrimos que algunas de sus características nos quedan a la medida, tendremos la oportunidad de mejorar un poco nuestra propia persona. Es sano hacer esta tarea en uno mismo antes de buscar manipuladores allá afuera, entre todas los demás personas.


Para este escrito tomé los conceptos del ensayo “Guía para sobrevivir a los manipuladores cotidianos”, de Juan Carlos Vicente Casado, aunque no en su totalidad. Puede leerse el escrito original completo en esta ruta: http://www.geocities.com/jc_vicente/sobrevivir/index.htm, me parece un texto muy recomendable.

Hasta luego.

viernes, 13 de diciembre de 2013

5 cosas para este fin de año...

"Abre tus ojos, mira tu interior, ¿estás satisfecho con la vida que estás viviendo?"
Bob Marley


Viene el fin de año, las fiestas decembrinas, las grandes comilonas y los momentos de encuentro y disfrute con la gente que queremos. También llega la oportunidad de evaluar cómo va nuestra vida, pues al terminar un año cerramos otro ciclo y podemos ver si nos apegamos a los buenos propósitos con los que lo empezamos. 


El material original de este texto apareció como un resumen de las 5 quejas más frecuentes que tienen las personas en su lecho de muerte. Mi intención al adaptarlo a una evaluación de fin de año es la de hacer una revisión de nuestras actitudes y nuestro compromiso con nosotros mismos durante los meses más recientes, para corregir el rumbo en caso de ser necesario. De esta manera, habrá menos posibilidades de lamentarnos y quejarnos en el inevitable ocaso de nuestra vida. El texto original aparece en esta ruta: 

Aquí van esas 5 cosas que podemos revisar ahora mismo para saber si vamos bien en la ruta que nos hemos trazado para vivir:

1. ¿Tuviste el coraje de vivir fiel a tí mismo, y no como otros esperaban de tí?

Cuando miramos hacia nuestro pasado con claridad, es fácil ver cuántos sueños no hemos alcanzado. La gente que no se enfoca a cumplir la mitad de sus sueños tendrá miedo de morir sabiendo que fue debido a las elecciones que tomó, o que no tomó. Es muy importante tratar de honrar al menos algunos de tus sueños en el camino. Ya será demasiado tarde cuando pierdas la salud, cuando se vaya la persona a la que no te atreviste a hablarle o cuando te descubras pensando “hubiera hecho tal o cual cosa”. Ser fiel a lo que quieres conlleva una libertad de la que muy pocos se dan cuenta, hasta que ya no la tienen.

2. ¿Le dedicaste demasiado tiempo al trabajo?

Si sientes que te perdiste de muchas experiencias de tus hijos y de la compañía de tu pareja, sí. 

Al gastar tanto tu vida en una existencia de trabajo, pierdes de vista el para qué trabajas ¿no era para vivir mejor con la gente que quieres? Si olvidamos que éste es el objetivo, entonces parecerá que la meta principal del trabajo es el trabajo en sí, tu tiempo de calidad lo dedicarás a las horas que te pagan y a la gente que quieres le entregarás tu tiempo más deficiente. Al simplificar tu estilo de vida y tomar decisiones conscientes en el camino, es posible que no necesites todos los ingresos que crees. Y mediante la creación de más espacio en tu vida, puedes ser más feliz y más abierto a nuevas oportunidades, otras más compatibles a tu estilo de vida.

Es justamente la posibilidad de alcanzar un sueño, lo que hace que la vida sea interesante.
Paulo Coelho

3. ¿Tuviste el coraje de expresar tus sentimientos?

Muchas personas suprimen sus sentimientos para mantener la paz con los demás. Como resultado, se conforman con existir a medias y nunca llegan a ser lo que son realmente capaces de ser. Por si fuera poco, muchas enfermedades se desarrollan a consecuencia de la amargura y el resentimiento que se va formando y cargando en el interior de quienes no se atreven a mostrarse tal como son.

No podemos controlar las reacciones de los demás. Sin embargo, aunque las personas pudieran reaccionar con rechazo cuando empieces a hablar honestamente, al final se planteará la relación a un nivel nuevo y más saludable. Si permanecen las actitudes de rechazo hacia tu expresión más honesta, también tenes la opción de soltar las relaciones poco saludables de tu vida. De cualquier manera, tú ganas.

4. ¿Estuviste en contacto con tus amigos y familia?

A menudo no valoramos plenamente los beneficios de los parientes y los viejos amigos hasta después de mucho tiempo de ausencia. Muchos se atrapan tanto en sus propias vidas que dejan que las amistades de oro se desvanezcan, aunque se lamentan con frecuencia por no dar a las amistades el tiempo que se merecen. Para las personas con un estilo de vida ocupado, es común que los amigos y los familiares desaparezcan por el camino de la vida, dejando una sensación de vacío y soledad. 

Al evaluar el resultado de este ciclo llamado 2013 te darás cuenta que, por ejemplo, la gente quiere tener sus asuntos financieros en orden, y no es por el dinero o el estatus, sino porque quieren tener sus cosas en orden para el beneficio de aquellos a quienes aman. Al final todo se reduce al amor y las relaciones. Eso es todo lo que alimenta nuestras vidas: el amor y las relaciones.

5. ¿Te permitiste ser más feliz?

Muchos no se han dado cuenta que la felicidad es una elección. Se quedan atrapados en patrones y hábitos antiguos, en la zona de “confort” de la familiaridad. El miedo al cambio los hace vivir fingiendo ante los demás y para sí mismos, cuando en realidad anhelan reír de verdad y tener esa estupidez en su vida de nuevo. Lo que los demás piensan de ti es problema de ellos, tu responsabilidad real es trabajar en tu propia evolución para ser la mejor persona que tú quieres ser, y eso, a la larga, beneficiará también a tu círculo social.


La vida es una elección. Es tu vida. Elige concientemente, elige sabiamente, elige honestamente. Elige felicidad.

¿Qué tal te fue en el 2013?

Hasta luego.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Volver a empezar

"Ten en cuenta que el gran amor y los grandes logros requieren de grandes riesgos".
Dalai Lama



Cuando una pareja busca ayuda quiere resolver de inmediato todos sus problemas para que su relación funcione de lo mejor. Que el marido sea como ella lo quiere, así como era de novio. O que la mujer sea como él quiere, tal vez no como era de novia, pero sí como él quiere. Lamentablemente esto no es posible, y si una de las dos partes insiste en que la otra debe ser "como yo quiero" o más directamente "como yo digo", la relación no va a funcionar. Es más: ya no funciona. 

Si ambas partes están de acuerdo en esforzarse por cambiar el estilo, la dinámica de su relación, hay más esperanzas de que la pareja siga avanzando junta por la vida. Para bien o para mal, no hay garantías de que la relación se salve simplemente yendo a terapia, se requiere algo más que hacer acto de presencia ante un asesor o terapeuta. Se requiere voluntad para romper el molde de la relación y hacer uno nuevo, rescatando lo que hace crecer a ambas partes y no solo a una. 


Cuando una pareja se pelea, discute, chantajea, humilla, ignora o realiza cualquier otra forma de comunicación no asertiva (o sea, con ganas de fregar) y esta forma de comunicarse se vuelve cotidiana, es como si esa pareja ya estuviera separada, porque está lejos de la meta que se propuso al emprender un proyecto de vida en compañía de la persona que ama.  La pareja que hace eso se está traicionando: uno de sus miembros, si no es que los dos, están actuando en contra de sus propias creencias y valores.

Si en la relación no hay respeto, se da esa traición al compromiso. Después viene la decepción ¡Claro! Si únicamente mostramos la peor de nuestras facetas, nos olvidaremos de que tenemos otras mejores, más agradables. Después viene la etapa de reclamos, las quejas y la sensación de estar soportando a la otra persona... y a uno mismo. En ese momento es muy fácil justificar la ruptura con el menor pretexto, o hacer como que seguimos pero deseando no estar ahí.



Las vidas falsas, como pantallas para que los hijos u otras personas crean que están viviendo con una pareja feliz, son uno de los peores intentos por rescatar la relación: En una pareja se ama o no se ama; no se puede hacer "como que se ama." Además, ni los hijos ni las demás personas son tontos y rápidamente se dan cuenta de que algo anda mal en la relación. Tal vez le sigan la corriente a esa pareja que se dedica tan bien a la actuación, pues a los hijos también les da miedo perder a los papás, y a otras personas tampoco les interesará mucho interferir en la obra que representan esas dos personas que juegan a la casita, pero todo eso sigue siendo una pantalla. 

Vivir así se vuelve peligrosamente "normal": La gente puede pasar mucho años de su existencia haciendo "como que vive". Y entre esa gente puede haber niños que crecen pensando que vivir así es lo correcto.


"Amarse a uno mismo es el principio de una historia de amor eterna"
Oscar Wilde

Aunque no hay garantías, una pareja dañada puede recuperarse si vuelve a encontrarse con su parte más honesta, si ambos se comprometen de nuevo (como si volvieran a casarse) y deciden creer en que pueden ser mejores personas. Curiosamente, cuando la pareja se recupera, primero cada uno de sus miembros se reconcilia consigo mismo.



Cuando una pareja vuelve a emprender un proyecto de vida conjunto, no regresa al mismo lugar ni a la misma situación de antes. Al reconciliarse cada uno con su propia persona, crean las condiciones para hacer de su hogar un mejor lugar, con una dinámica más creativa, respetuosa y amorosa.

Hacer crecer a la pareja es el trabajo de dos personas que están cambiando mientras conviven entre ellas, con su familia, trabajo, amigos y demás. No es forzoso que las dos personas crezcan o cambien al mismo tiempo y de la misma manera como si fueran siameses, tampoco se trata de que siempre piensen igual ni que estén de acuerdo en todo, pero sí es necesario que las dos estén dispuestas a aceptar la evolución en sí mismas y en la persona que se convirtió en su compañía durante esta vida. 




Si no aceptamos esta condición, aparece de nuevo el reto de querer que mis deseos estén por encima de la realidad: Que mi pareja sea como yo quiero, o que yo tenga que ser como mi pareja quiere.

¿Y si las dos personas se reencuentran consigo mismas y al mismo tiempo se dan cuenta que ya no quieren o no pueden seguir en esa relación? 

Esta es otra posibilidad (recordemos que no hay garantías), si ambas personas llegaron al punto de reconocer sus sentimientos y sus responsabilidades dentro de la pareja, y son capaces de hablar de ello sin lastimarse ni tratar de culpar o chantajear al otro, también serán capaces de cerrar bien su relación. Terminar bien es posible cuando se hace con amor y respeto a uno mismo y a la otra persona, y en ocasiones es la mejor opción.


"No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas."
Paulo Coelho

Por último, tengamos presente que cada pareja es distinta, es única, y lo mejor es que cada una atienda a su situación específica, sin querer imitar lo que le funcionó a los Vargas, a los Gómez o a los Méndez.

Hasta luego.