"Amor se llama el juego en el que un par de
ciegos juegan a hacerse daño"
Joaquín Sabina
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Todos manipulamos.
Lo hacemos para imponer nuestra visión del mundo a los demás y sobre todo lo hacemos en la infancia, porque cuando somos niños no sabemos negociar ni
tener empatía. Estas habilidades, que implican escuchar, respetar, confiar, ser
asertivos y tener clara nuestra postura ante la vida, se irán desarrollando
mientras crecemos, hasta llegar a lo que llamamos elegantemente “negociación” o
“acuerdos”, y de esa manera no hay ninguna duda que las personas que participen
en la negociación estarán tratando de convencer a los demás, mediante
argumentos y explicaciones adecuadas, que su punto de vista es el más
conveniente para hacer mejor las cosas.
Y funciona, así se
llega a acuerdos importantes como definir la lista del súper, convencer a
abuelita de cuidar a los niños, o
conseguir el contrato para realizar un trabajo importante. En estos casos, el
resultado final es una sensación de convencimiento y satisfacción por ambas
partes, el famoso ganar – ganar, porque todos perciben que obtienen algo
positivo del acuerdo y que, a su modo, cada quien hizo valer su punto de vista
en la discusión. Eso es una negociación sana.
Pero hay personas
que aún siendo adultas, siguen manejando sus relaciones con la manipulación
como principal medio de contacto con los demás. Estos son algunos tips para
identificar cuando estamos envueltos en una manipulación:
Los manipuladores
no han madurado su estilo de comunicación, es decir, se siguen comunicando de
manera infantil y entre su repertorio puede haber berrinches, llanto, silencios
prolongados, gritos y otras expresiones útiles para no decir directamente lo
que quieren, y para no escuchar a su interlocutor.
Los manipuladores
son agresivos. En ocasiones su agresividad es activa y entonces utilizan
amenazas y violencia, en principio de manera verbal pero pueden llegar también
a la violencia física cuando creen que no les están prestando la debida
atención.
También manejan la
agresividad pasiva, en ella hay frases para sabotear y quitarle valor a lo que
dicen los demás, otras expresiones las usan para inhibir a otras personas
(inhibir = provocar vergüenza o miedo); otra forma de agresividad pasiva es
criticar después de que ocurrieron las cosas, y amenazar antes de que ocurran.
Los manipuladores
tienen miedo a fracasar, y tienen mucho más miedo a ser exhibidos ante los
demás, así que elaboran estrategias muy sofisticadas para culpabilizar a los
demás y hacerles sentir mal.
En general, su
estrategia sigue estos dos pasos: primero buscan que te ofrezcas a ayudar y que
te intereses en sus problemas, después tratan de involucrarte hasta poderte
hacer responsable si no puedes resolverlos. Claro que si el problema se
resuelve, el mérito se lo llevarán ellos.
Los manipuladores
no hablan de su relación. No conversan de los problemas y las situaciones que
afectan a su relación con la gente cercana, esto podría poner en duda su verdad
y rompería la estrategia de cargar a los demás con su responsabilidad.
Prefieren callar e imponerse para sentirse “seguros”. Lo más común es que guarden un agresivo silencio cuando son cuestionados, y que este silencio se prolongue por horas o días, hasta que el manipulador necesite algo de la otra persona.
“El hombre poco claro no puede
hacerse ilusiones, o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a otros.”
Stendhal
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Los manipuladores
proyectan sus aspectos negativos sobre los demás. Critican, culpan, juzgan,
caen muy bien o muy mal, amenazan, inventan historias de los demás, guardan
silencios prolongados, se hacen la víctima, hablan de los hechos como “nunca” o
“siempre”… Y en ningún caso se dan cuenta que esa actitud proviene de ellos y
no de la persona con la que interactúan.
¿Puede un
manipulador cambiar su estilo de relacionarse? ¡Claro! Todos podemos reeducarnos emocionalmente, pero antes de resolver
los problemas interpersonales, hay que atender los intrapersonales:
Aprender la empatía.
Sin importar qué edad tenga, cualquier persona puede aprender a vivir los
valores básicos para adquirir una comunicación asertiva: respeto, tolerancia,
confianza, empatía… Al incorporar estos elementos a su repertorio, puede darse
la oportunidad de admitir su cariño y su rechazo hacia otras personas y actuar
en consecuencia.
Recordemos que los manipuladores no han llegado al nivel de
madurez emocional que les permita sentirse dueños de sus sentimientos, por esa
razón se avergüenzan y tienen miedo de sentirse expuestos ante los demás. Para
adquirir estas habilidades es indispensable la participación de otra persona
que sí maneje su comunicación de manera asertiva y, claro está, que la persona
que manipula quiera dejar de hacerlo.
Mejorar la
autoestima. El miedo a la crítica social, la vergüenza y la comparación
constante con los demás tienen sus raíces en una autoestima lastimada. Un
manipulador vive con inseguridad y eso lo hace vivir al pendiente de lo que los
demás piensan de él o ella, sin llegar a darse cuenta de su propia
autopercepción. Le da tanto valor a la opinión de los demás, que olvida la suya.
Aprender a actuar
solo. Detrás de las actitudes del manipulador hay un enorme miedo a ser
rechazado o a perder a alguien. De hecho, los silencios tan prolongados que
tiene cuando se le cuestiona algo son una tortura interminable, representan su
aislamiento y ese miedo a no ser aceptado tal como es. La paradoja es que en
los intentos por superar el miedo al rechazo, se aisla.
Una persona que
manipula puede necesitar ayuda profesional para dejar de dudar de su autoestima,
para quitarse de encima la necesidad de salirse siempre con la suya y para
aceptar que hay pérdidas en esta vida. La ayuda profesional es útil porque permite que la persona se reconcilie consigo misma y se reconozca como
valiosa y segura, independientemente de lo que opinen otras gentes.
Todos manipulamos,
en mayor o menor medida. Y a todos nos sirve revisar qué tan manipuladores somos. Si descubrimos que algunas de sus
características nos quedan a la medida, tendremos la oportunidad de mejorar un
poco nuestra propia persona. Es sano hacer esta tarea en uno mismo antes de
buscar manipuladores allá afuera, entre todas los demás personas.
Hasta luego.
Para este escrito tomé los conceptos
del ensayo “Guía para sobrevivir a los manipuladores cotidianos”, de Juan
Carlos Vicente Casado, aunque no en su totalidad. Puede leerse el escrito
original completo en esta ruta: http://www.geocities.com/jc_vicente/sobrevivir/index.htm, me parece un texto muy recomendable.
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