lunes, 29 de julio de 2013

Vínculo y escisión, según Laing

"Que la vida sea digna de ser vivida depende de si hay amor en la vida."
Ronald D. Laing


Un vínculo representa unión, relación entre dos partes por lo menos. En informática es muy utilizada esta expresión para indicar que puede acceder a otro lugar dando clic sobre el vínculo adecuado; a éste también se le llama "enlace", palabra que también nos refiere a la unión y relación con otro ente. Esta unión existe aunque el otro no esté presente físicamente.

En términos sociales, psicológicos y afectivos, los vínculos nos permiten saber que formamos parte de algo más grande, nos dan el sentido de pertenencia a un grupo que puede ser la familia, los amigos, el equipo de trabajo, la nacionalidad o cualquier otro. 


Ronald D. Laing aborda este tema en su libro "La voz de la experiencia" con estas palabras:

"Si consideramos que una relación constituye un vínculo, y ese vínculo una atadura, entonces resulta casi imposible no sentirnos atados por algo, un hilo, una cuerda, una soga, una cadena de acero, o margaritas.

Un vínculo puede experimentarse de modo positivo o de modo negativo, sintiéndose atado al otro por algo o por otro. La atadura puede ser agradable o desagradable, deseada o no deseada, cordial o impuesta, en dos sentidos o en un solo sentido. En gran cantidad de metáforas encontramos variaciones de este tema: “Es como un lazo enredado a mi cuello”, “Es como mi cable de salvación”, “Es mi ancla”, “Todavía está atado a las faldas de su madre”, “Los amigos están atados con hilos invisibles”…"
Es frecuente encontrar frases "motivadoras" que nos animan a terminar una relación cuando no nos sentimos a gusto en ella, y por puro sentido común y apelando a la supervivencia, así debería de ser, sin embargo los vínculos que mantienen unida a esa relación pueden ir más allá de sentirse bien o mal en ella, y además pueden involucrar a más personas. Uno puede estar vinculado con otra persona a través de otras personas, como los hijos o la mamá. También puede estar vinculado por situaciones subjetivas como un ideal imaginario o una esperanza, que es más frecuente de lo que podríamos suponer en primera instancia.

Aún en los casos en que el vínculo es desagradable y no deseado, continúa sirviendo para dar ese sentido de pertenencia a las personas y no es, de ninguna manera, un destino inevitable. Salvando las condiciones específicas que definen la relación, es posible cambiarla o concluirla si no ayuda a que crezcan quienes forman parte de ella.

Por otra parte, retomando de nuevo las palabras de Ronald D. Laing:

"Hay otras personas que aseguran no tener tales conexiones con los demás, ni recuerdos de haberlas perdido, ni sensación de mantener ningún otro tipo de conexión con los otros."

"Hay personas que no se sienten unidas a sus seres semejantes en la misma situación."

El modo en que nos comportamos con los demás, en que se dan nuestras relaciones entre unos y otros, repercute directamente en nuestra manera de percibirnos a nosotros mismos y a los demás. 

Una persona que no siente el vínculo con los demás tiene una escisión, una condición que no es simplemente sentirse alejada de otras personas, sino que se siente ajena por completo al resto de las personas. En esta condición anti social no existe el apego hacia ningún grupo o persona en especial y se pueden presentar conductas de rechazo extremo debido al miedo o angustia que ocasiona la posibilidad de crear un "puente", un lazo de unión con otro.


Así, las relaciones humanas pueden agruparse de manera general en los que viven sintiendo que forman parte del mismo grupo, que no están solos; y aquellos que viven su existencia como una interminable soledad, sin esperanza ni deseo de unirse a algo o a alguien más. En el primer grupo, aún cuando aparezcan rencillas y problemas de relación, será menos probable que estos problemas se conviertan en abismos infranqueables, dado que los vínculos ayudarán a encontrar algún punto en común.

"Pero no me crea sólo porque yo lo digo, mírese al espejo y véalo por usted mismo."
Ronald D. Laing

Queda pendiente revisar la infinidad de vínculos que se dan en las relaciones sociales y la forma como se generan.

Hasta luego.

domingo, 28 de julio de 2013

Recomendación: Comprendiendo miedos y tensiones

"La vida es una enfermedad de transmisión sexual y la tasa de mortalidad es del cien por cien."
Ronald D. Laing


Hurgando en la página http://maspsicologiaporfavor.blogspot.mx/, me encontré un video educativo de Walt Disney, realizado a petición de una compañía farmacéutica por allá de principios de los 80's con el propósito de ayudar a comprender el origen de algnas enfermedades y propiciar su prevención. 

El video se titula "Comprendiendo miedos y tensiones" y explica de una manera clara y comprensible los rasgos y manifestaciones de la ansiedad y el estrés. Este corto no tiene retoques ni reediciones, se muestra con la misma calidad de audio y video que estaba disponible hace poco más de 30 años, y aunque no me acaba de convencer el estilo musical de Disney en esa etapa, el contenido es interesante y recomendable.

Forma parte de una serie de 4 videos, con una duración de 10 minutos cada uno, y como me gustó mucho y además me pareció valioso para cualquier persona interesada en la psicología, decidí traérmelo y reproducirlo también en este humilde espacio, como pueden ver:


Y si prefieren verlo en su hábitat natural, lo pueden encontrar en la siguiente dirección de YouTube:

Hasta luego

jueves, 25 de julio de 2013

Los órdenes de la ayuda (4 de 5)

"No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a descubrirlo en su interior."
Galileo Galilei



En teoría, este principio es de las primeras cosas que los maestros trataron de enseñarnos durante la carrera, y en teoría yo lo aprendí muy bien, aunque en la práctica tardé bastante tiempo más.

Y claro. Lo que describe Bert Hellinger en este cuarto orden de la ayuda nos permite entender la diferencia entre un ayudador y un cómplice:
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El “ayudador“ debe ver a la persona que pide ayuda como parte de un sistema.  Solamente de esta manera puede ver lo que necesita y a quién en la familia le debe algo. Así también puede percibir quién en la familia necesita su respeto y su ayuda, y a quién tiene que dirigirse el paciente para reconocer y dar los pasos decisivos.

Es decir que la empatía del “ayudador“ no tiene que ser personal, sino tiene que ser sistémica. El “ayudador“ no debe establecer una relación personal con el paciente.
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Resistamos la tentación de "ayudar" dándole la razón en todo a esa persona que necesita ayuda. Lo único que conseguirás es formar una relación codependiente que también necesitará ayuda.


Hasta luego.

miércoles, 24 de julio de 2013

De la tele: Vivir el presente

"El agua que tocas en la superficie de un río, es la última de la que pasó y la primera de la que viene: así el instante presente."
Leonardo Da Vinci


Hurgando en los cajones del tiempo ya ido me encontré un video del programa "Prende tu día", al que me siguen invitando y por lo tanto sigo yendo tratando de cumplir puntualmente mi cita para aparecer todos los lunes a las 9:30 de la mañana (se repite aproximadamente a las 5:00 de la tarde). 

En Telecable cambiaron los métodos y tecnologías para grabar los programas y debido a esa modernidad, ahora es más difícil recibir una copia de mi aparición en el programa: el que lo vio lo vio y el que no, pues se salvó.

Paradójicamente, el tema desempolvado es "Vivir en el presente", que también abordé en este blog allá por el 12 de enero de este año (aquí tengo pruebas de ello). Y aquí está... mi intención no es refugiarme en el pasado, sino dejar para el presente eterno que es el Internet este video, dura poco más de 19 minutos, así que queda bajo su propio riesgo abrirlo y aguantarlo:


Hasta luego.

martes, 23 de julio de 2013

Figura paterna

"Los padres deberían darse cuenta de cuánto aburren a sus hijos."
George Bernard Shaw



Muchas veces he pensado que si mis hijos fueran mis pacientes no volverían conmigo. En varias ocasiones me ha hecho falta aplicar con ellos un poco de lo que comparto en este espacio o en el consultorio, y afortunada o desafortunadamente, en la etapa que están viviendo no pueden escoger otro modelo de padre con quien recurrir, así que es al papá al que le toca moldearse y ser flexible, en un esfuerzo por llegar a ser el buen padre que quiero llegar a ser para estar bien y, si es posible, regalar un poco de ese estar bien. 

Claro que esto también aplica al 100% para la madre en cualquier hogar, pero en este caso estoy reflexionando desde mi posición personal como figura paterna.

Los hijos de los "ayudadores" (de cualquier índole) también enfrentan momentos difíciles al interior de sus relaciones familiares, y los "ayudadores" también tenemos mucho que aprender de ellos en esa relación diaria, solo que debemos estar dispuestos a hacerlo. Por ejemplo, hoy he vuelto a aprender que la autoridad en casa se debe ejercer con firmeza y con amor al mismo tiempo. Funciona mejor y es de más ayuda que usando uno solo de estos ingredientes.

Hasta luego.

domingo, 21 de julio de 2013

Los órdenes de la ayuda (3 de 5)

"Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años."
Mark Twain


Y es muy frecuente descubrir gente buscando alianzas para hablar de otras personas o hacer berrinche porque los demás no hicieron lo que uno quería. También se repite la historia de jugar al desvalido para echarle la culpa de nuestros errores a otros y, no como cosa rara, encontramos niños heridos de 40 o 50 años de edad que todavía lloran y hacen berrinche desconsolados porque no recibieron de sus padres todo lo que esperaban recibir.


Si en verdad queremos ayudar a estas personas, lo primero que debemos evitar es hacer esas alianzas de crítica destructiva y los apapachos exagerados o demasiado frecuentes, para encontrar detrás de las quejas y los berrinches al adulto responsable y preguntarle directamente si desea cambiar su forma de afrontar a la autoridad y si necesita mayor contacto físico. Romper el esquema de comunicación por berrinche o de la víctima permanente cuesta mucho cuando no se asume desde la postura de adulto a adulto.

Aquí está el tercer orden de la ayuda, tomado íntegramente en palabras de Bert Hellinger:
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Muchas personas que ayudan, por ejemplo psicoterapeutas y trabajadores sociales, piensan que deben ayudar como padres a sus hijos pequeños. También aquellos que solicitan ayuda, esperan recibir la ayuda como de padres a sus hijos, y asimismo recibir posteriormente de sus terapeutas lo que aún esperan y exigen de sus padres.

¿Pero qué sucede cuando los “ayudadores“ responden a estos deseos?

Ellos comienzan una larga relación con sus clientes, y se encontrarán en la misma situación que los padres: paso a paso le tienen que poner límites al cliente.

Muchos “ayudadores“ quedan atrapados en la transferencia y contra transferencia del hijo a los padres y de esta manera obstaculizan la despedida de los padres, así como la de ellos mismos. Solamente en situaciones donde el “ayudador“ lleva a cabo un movimiento interrumpido puede ponerse en el lugar de uno de los padres.

El tercer orden de la ayuda sería entonces que un “ayudador“ se enfrente a una persona adulta, que busca ayuda de manera adulta, y que rechace ubicarse en la posición de sus padres.


El desorden aquí sería permitirle a un adulto pedir ayuda como un niño, tratarlo como un niño y decidir algo por lo que él mismo debe tomar la responsabilidad y encarar las consecuencias.
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Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista. Michael Levine

Mucha atención a la etapa que está viviendo cada persona, no vayamos a cometer el error de querer que un adolescente o un infante nos responda de la misma manera que el adulto. El lenguaje y el esquema de pensamiento en los menores de edad es distinto y a los adultos nos corresponde buscar la adaptación.

Hasta luego.

Los órdenes de la ayuda (2 de 5)

"Aquí no es bueno el que ayuda sino el que no jode"
Ricardo Arjona

Reproduzco el segundo orden de la ayuda, de Bert Hellinger, pensando en tantas veces que me he metido en problemas por pensar que puedo resolver situaciones ajenas cuando nadie lo pide. Jugar a las adivinanzas. Dar y dar consejos sin considerar todo el contexto donde se están dando las dificultades. Menospreciar la capacidad de los demás...

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La ayuda está al servicio de la supervivencia por un lado y del desarrollo y del crecimiento, por otro. Pero tanto la supervivencia, el desarrollo y el crecimiento dependen de circunstancias especiales, externas e internas. Muchas circunstancias externas están predeterminadas y no son cambiables, por ejemplo una enfermedad hereditaria o también consecuencias de accidentes y de culpas. Si la ayuda no toma en cuenta estas circunstancias externas o las niega, la ayuda está condenada al fracaso. Sucede lo mismo con los acontecimientos de orden interno, por ejemplo la implicación en el destino de otros en una familia y el amor ciego.

Para muchos “ayudadores“ parece difícil soportar el destino del otro y lo quieren cambiar. Pero no porque el otro lo necesita o lo quiere, sino porque ellos mismos lo aguantan con dificultad. Cuando el otro permite la ayuda, no es porque lo necesita, sino porque le quiere ayudar al “ayudador“. Entonces este ayudar se convierte en tomar y el recibir ayuda, en dar.

El segundo orden de la ayuda sería entonces, someterse a las circunstancias y solo interferir apoyando mientras éstas lo permitan. Esta ayuda es cuidadosa y tiene fuerza.

El desorden sería cuando la ayuda niega u oculta las circunstancias, en lugar de encararlas junto con quien está solicitando la ayuda. Querer ayudar en contra de las circunstancias debilita a ambas partes, al que ayuda y al que necesita la ayuda.
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Hasta luego.

viernes, 19 de julio de 2013

Ignorar lo que necesitamos

"No compres nunca lo que te sea inútil bajo el pretexto de que es barato."
Thomas Jefferson


Los mexicanos no sabemos comprar. No sé si esta afirmación aplique también para otras sociedades, pero en México, salvo honrosas excepciones, la gente no sabe comprar y adquiere sus cosas por impulso, por seguir la moda, por aparentar cierto estatus ante los demás, por aprovechar "ofertones" que nunca lo son en verdad... Lamentablemente son muy pocas las personas que planean y eligen sus compras con un sentido práctico y funcional, resistiendo a la tentación de comprar para dar una imagen "actual".

El resultado es que se tiran muchos celulares y equipos informáticos por obsoletos, simplemente porque apareció un nuevo modelo. Se compran autos más caros y llamativos (muchas veces no de mucha calidad ambiental ni 100% seguros). Se "necesita" una colección de "gadgets" y accesorios. Se consume mucho alimento y bebida chatarra porque se ve más "cool" traer una lata o un empaque de marca que un recipiente con comida casera...

Compramos sin razonar porque hemos sido educados para ignorar lo que en realidad necesitamos. 

Lo ideal sería alejarse de la publicidad, descubrir qué necesidad queremos satisfacer y después buscar el satisfactor considerando también nuestra capacidad real, para no adquirir cosas que rebasen nuestro poder de compra. Debemos estar conscientes de nuestros propios límites para no ser esclavos de los créditos ni vivir soñando con tener siempre las últimas novedades, pues ésa es una carrera que no se puede ganar: Si se adquiere una cosa por el estatus de estar al último grito de la modas en tecnología, el gusto durará a lo mucho un par de meses, porque la sociedad de consumo está hecha para generar nuevos diseños y apariencias continuamente.

"Me han platicado" que estos hábitos de compra irracional producen endeudamientos muy grandes. Confusión en las prioridades familiares (comeremos menos, pero tendremos un buen auto). Vergüenza y discriminación social. Adicción, algunas personas sienten un vacío en su interior si no están apostando, gastando, presumiendo o derrochando de algún modo su dinero. Pérdida de identidad, uno puede llegar a sentir que no está a la altura de los demás si le falta adquirir tal o cual cosa.

Comprar sin razonar es desperdiciar dinero, tiempo, planes, vida. (Recomiendo ver esta entrada, que muestra un video interesante sobre la necesidad de consumir sin medida)


"Hay gente que pasa su vida haciendo cosas que detesta para conseguir dinero que no necesita y comprar cosas que no quiere para impresionar a gente que odia."
Emile Henry Gauvreay

¿Todo esto afecta en algo a nuestra vida diaria, a nuestras relaciones?

Sí: En nuestras negociaciones diarias, nuestros intercambios de afectos y emociones, ocurre lo mismo que en nuestras negociaciones o intercambios económicos. Es decir que si no sabemos comprar, difícilmente sabremos hacer buenos intercambios en nuestras relaciones. Si no nos damos tiempo para conocer nuestras necesidades físicas y satisfacerlas de manera práctica, ¿seremos capaces de identificar nuestras necesidades emocionales? ¿Pondremos atención a lo que otra persona nos puede ofrecer o pedir en términos de actitudes y emociones? 

Todo lo que dice en las líneas de arriba acerca de las compras, se adapta muy bien a las relaciones interpersonales.

Los mexicanos no sabemos comprar. Hemos sido educados para ignorar nuestras necesidades y las del prójimo. Para desconocer nuestros límites y nuestros alcances. Para seguir las tendencias de la moda o de la competencia. Para confundir nuestros valores. Para convertir nuestras relaciones en cosas desechables, pasajeras, devaluables.

Esto puede cambiar, ayuda mucho seguir los órdenes de la ayuda (hoy debería aparecer aquí el segundo orden, pero me nació este escrito estilo alegato) y siempre debe ser una decisión interior, personal. Si uno mismo se ayuda a cambiar su manera de administrar el dinero y los bienes materiales, el resultado también se puede trasladar a las relaciones familiares, amistosas, románticas y de cualquier otra índole.


Hasta luego.

jueves, 18 de julio de 2013

Los órdenes de la ayuda (1 de 5)

"Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela."
Pitágoras


Creo que se nota que me ha gustado mucho la manera en que Bert Hellinger plantea esas cosas que afectan más nuestras relaciones, y también creo que estos planteamientos sirven dentro y fuera de las constelaciones familiares, por eso voy a reproducir en este blog algunos de ellos empezando por los órdenes de la ayuda, pero teniendo en cuenta las siguientes aclaraciones:

Estos textos se publican oficialmente en la página www.hellinger.com

No los estoy reproduciendo exactamente como los originales, para evitar confusiones estoy evitando colocar aquí las referencias a las aplicaciones prácticas de estas ideas en las constelaciones familiares, ya que no estoy certificado (todavía) como facilitador o coordinador de estos trabajos.

Los textos son muy claros, me da mucha tentación de comentarlos y tal vez en alguna otra entrada lo haga, aunque por el momento pienso que solamente sería redundante tratar de decir algo más sobre ellos.

Aquí está el primer orden de la ayuda, útil para cualquier persona interesada en mejorar sus relaciones y no solamente para ayudadores profesionales (llámense psicólogos, maestros, enfermeras, sacerdotes, orientadores, o de cualquier otra manera). Cualquiera puede conocer y aplicar en su vida estos principios:
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El primer orden de la ayuda sería que uno da solamente lo que tiene y solo espera o toma lo que necesita.

El primer desorden de la ayuda comienza allí, donde uno quiere dar lo que no tiene, y el otro quiere tomar lo que no necesita; o cuando uno espera y exige del otro lo que éste no puede dar, pues no lo tiene, pero también donde alguien no debe dar algo, pues con este dar le quitaría al otro algo, que solo él debe o puede llevar y puede o debe hacer.

El dar y el tomar tiene sus límites. El arte de ayudar consiste en percibir esos límites y someterse a ellos.

Esta forma de ayuda es humilde, renuncia a la exigencia y también al dolor. Tenemos que saber asimismo, que esta humildad y esta renuncia contradicen las formas tradicionales de ayuda verdadera, y el que ayuda de esta manera se expone a reproches y fuertes ataques.
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Esta imagen simboliza el estar ofreciendo lo que se tiene, se ve muy bonita porque habla acerca de actitudes que podemos desarrollar de manera personal si ponemos suficiente empeño e interés. El mensaje también aplica en las cuestiones materiales como el dinero, casa, coche, ropa, comida... Si se toma más de lo que la otra persona tiene, o si uno ofrece más de lo que en realidad tiene, el resultado será una catástrofe económica con deudas, empeños, preocupaciones y tal vez hasta conductas delictivas con tal de "ayudar" dando más de lo que es posible. 

Quien no conoce su límite en las compras y adquisiciones materiales, tampoco lo conocerá en los intercambios de actitudes y emociones. 

Hasta aquí el primer orden o principio de la ayuda. 

No son ideas complicadas, pero prefiero colocarlas así por separado para saborear y digerir cada una, ya que su sencillez también puede ser engañosa.

Hasta luego.

lunes, 15 de julio de 2013

Bert Hellinger y el arte de ayudar

"Un hijo que está perdonando está acusando al mismo tiempo a los padres, se está poniendo por encima de ellos y pierde a los padres, su suerte y su felicidad.Todo lo que sucede en cuanto lo puedo aceptar, decir que sí así como fue, se convierte en una fuerza; en cuanto lo rechazo o lo perdono quedo débil, me pongo por encima y la vez quedo pequeño."
Bert Hellinger



Acabo de conocer a Bert Hellinger gracias a mi amiguita Tere Martínez (¡saludos hasta Tepic!), él es un terapeuta sistémico, maestrísimo alemán que aportó a este mundo las "Constelaciones Familiares", y también se da tiempo para escribir y dar a conocer sus ideas humanistas, en sus libros y reflexiones deja frases sabias y directas acerca de las relaciones, uno de los problemas centrales en nuestra vida.

Y como me gustó mucho la percepción que tiene este hombre acerca de las relaciones humanas, voy a reproducir la introducción de uno de sus escritos ("Los órdenes de la ayuda"), publicado en la página hellinger.com, en este texto habla acerca de la importancia de la ayuda y de lo inevitable que es necesitarnos mutuamente (la base de "Hacer tratos justos"): 


"La ayuda como compensación

Como seres humanos dependemos de la ayuda de otros. Solo así nos podemos desarrollar. También necesitamos ayudar a otros. Quien no es necesitado, quien no puede ayudar a otros, se aísla y se atrofia. El ayudar entonces no solo sirve a los otros, sino a nosotros mismos. En regla general la ayuda es recíproca, por ejemplo en una pareja; y se regula según la necesidad de compensación. Quien recibió de otros lo que desea o necesita, quiere retribuir, es decir quiere dar y con este acto compensar la ayuda recibida.

A veces nos sentimos limitados en la compensación, por ejemplo frente a nuestros padres. Lo que ellos nos regalaron es demasiado grande como para poder encontrar una compensación en el dar. A ellos solo podemos darles el reconocimiento por el regalo recibido y el agradecimiento desde el corazón. La compensación solo se logra dando a otros, los cuales a nosotros tampoco nos pueden devolver, pero están dispuestos a pasar lo recibido, por ejemplo a los propios hijos.

Para poder ayudar, primero tenemos que haber recibido y tomado. Solo entonces sentimos la necesidad y la fuerza de ayudar a otros, especialmente cuando esta ayuda nos exige mucho. Esto presupone que aquellos a quienes queremos ayudar y lo que estamos dispuestos y capaces de dar, lo necesiten y quieran recibir. Si no, nuestra ayuda cae en el vacío. En este caso separa en lugar de unir."

Por si fuera poco, amenazo con reproducir posteriormente otros dos textos de Hellinger acerca del orden: el de la ayuda y el del amor. Espero les gusten sus ideas tanto como a mi, y que además sirvan de motivación para creer que ayudar es un arte posible. 

Termino este escrito con una foto de Bert Hellinger y un poema que escribió el año pasado, lo encontré en la página www.gestiondemociones.com:


"Lo mismo


Un airecillo sopla y susurra,
el vendaval golpea bramando.
Pero es el mismo viento,
la misma melodía.

La misma agua 

nos sacia y nos ahoga,
nos sostiene y nos sepulta

Lo que vive consume,
se mantiene y destruye,
en el uno como en el otro,
impulsado por la misma fuerza.

Es ella la que cuenta.
Pues entonces ¿A quién sirven las diferencias?

Bert Hellinger

Carta Diciembre 2012"


Hasta luego.


domingo, 14 de julio de 2013

Culpables y responsables

"En el análisis y gestión de los conflictos, la tentación de buscar culpables es más intensa y estimulante que la de encontrar las causas y soluciones."
José Luis Rodríguez Jiménez






Lo más deseable es que todas las personas que participan en una relación estén aportando actitudes y emociones constructivas y nutritivas, según lo último que escribí en esta bitácora... Después estuve pensando en este tipo de negociación y me quedé con la sensación de que tal vez mis palabras pudieran interpretarse como si fuera obligatorio estar dando siempre una buena cara o una buena actitud, pase lo que pase.

Y entonces me encontré un texto que habla de algo parecido, es decir, de reconocer que no podemos vivir siempre de buenas ni sentirnos plenos y realizados las 24 horas de todos los días del año, pues si así fuera, ¿a qué hora enfrentaríamos nuestros miedos y resolveríamos nuestros problemas? ¿Cómo llegaría a conocernos realmente la gente que convive con nosotros, si siempre traemos puesta la máscara de "no hay problema, todo está bien"? ¿y llegaríamos a conocernos nosotros mismos? El texto me gustó mucho, me lo presentó mi amiga Niña Lupita (saludos hasta Monterrey) y al parecer lo escribió una terapeuta de Coyoacán, lo pueden leer aquí y estoy seguro que les va a gustar, porque es bueno quitarse de encima esa sensación de que si no somos siempre felices no somos "normales".

Pero aclaro una cosa también: El ejercicio que propuse en el escrito de "Hacer tratos justos" es útil, nos puede ayudar a mejorar la relación en la medida en que lo tomamos objetivamente y nos sirve de referencia para darnos cuenta si en verdad sacamos lo mejor de nosotros de una manera honesta y no por aparentar una imagen ante los demás.

Vamos a descubrir defectos, conductas dañinas, actitudes destructivas y emociones que no nos hacen elevarnos ni unirnos con los demás... También vamos a descubrir cualidades y virtudes, actitudes de apoyo y emociones que nos reconcilian con la vida y con los demás. Estos son los sabores de la vida, estamos hechos de todos estos ingredientes y cada uno es nuestro, forma parte de nuestra persona y está ahí para ser usado por nosotros. 

En alguna ocasión anterior también hablaba de la dualidad, y la dualidad vuelve a salir a colación ahorita porque es la base de nuestra existencia, el motor que nos impulsa a movernos y a cambiar, a evolucionar. Solamente hay que tener cuidado de no usar esa dualidad como un escudo a nuestro favor:

En el intercambio diario de actitudes y emociones con los demás, con frecuencia caemos en la tentación de buscar culpables: cuando decidimos que otra persona tiene la culpa de que algo haya salido mal, podemos descansar y esperar tranquilamente a que el supuesto "culpable" sea castigado como se merece... como si eso fuera a arreglar todos los problemas en esa relación. Cierto que los chivos expiatorios son muy útiles y muy solicitados, pero rara vez dura mucho el efecto distractor y generalmente, sin importar que el culpable se ofrezca voluntariamente o sea designado de manera prepotente, la realidad demuestra que cualquiera puede cometer un error, o varios, ¿y entonces? Entonces podemos afrontar nuestra conducta para buscar una solución... O designar otro chivo expiatorio y seguir creyendo que uno está bien y tooooooooodos los demás, están mal. En ese caso podemos pensar sin ningún remordimiento algo más o menos como esto: "¿Qué haría el mundo sin mi?"

Tampoco es sano irse hasta el otro extremo y asumir el rol del chivo expiatorio (aunque todos quieren uno, es muy raro que alguien los aprecie en verdad), igual como no funciona culpar siempre a otro sin analizar, tampoco es funcional vivir siempre culpándose de todo, en primera porque es muy difícil que alguien tenga un poder tan grande como para afectar tooooooooodo lo que hacen los demás, y en segunda porque un "equivocador" profesional no podría hacer que su autoestima sobreviviera mucho tiempo. 

¿Y cómo llega una persona a creerse verdaderamente un culpable incondicional? A veces por una cuestión de afecto mal entendido, a veces por ganar favores a futuro, a veces para cobrar después el sacrificio que se está haciendo en el presente... Y a veces porque no ha aprendido a sentirse responsable de sí mismo. 

Sea cual sea el caso, estamos ante una trampa que nos impedirá hacer tratos justos con los demás, ya sea que nuestra tendencia nos lleve a culpar a otros o a nosotros mismos, no estamos siendo conscientes del intercambio real de actitudes y emociones, así que nunca vamos a hacernos responsables por las actitudes no creativas que aportamos a nuestra relación.

"A veces, lavándonos las manos nos ensuciamos la conciencia".
Anónimo.

Dejemos de buscar culpables (dentro y fuera de uno mismo) y comencemos a vivir con responsabilidades*. Si con frecuencia te descubres culpando a alguien o a ti mismo, ya sea en broma, con indirectas, distrayendo, con tono sarcástico, con agresión muy directa o de cualquier otra forma (la creatividad no tiene límites), tal vez sea hora de revisar si tu propia actitud está aportando a la creatividad y el crecimiento de la relación, o si estás optando por la salida del sacrificio, en la cual los problemas solamente se remedian castigando a un culpable.

Amor no es sacrificio. Ninguna persona debe sacrificarse, voluntaria o involuntariamente, para que otra persona viva feliz y tenga éxito. 

Aquí queda nuevamente la invitación a tener presente lo que cada uno de nosotros aporta a sus relaciones, asumiendo la responsabilidad de sus actos y tomando las decisiones que crea convenientes para mejorar lo que aporta.

Hasta luego.

* Responsable: La persona que es capaz de responder por sus actos.