sábado, 22 de noviembre de 2014

Los hijos crecen... ¿miedo?

Hace unos días escuché Radio BI a las 6:00 de la tarde, en el programa "Para vivir mejor", a la psicóloga gestalt e hidrocálida María Teresa Verdín hablando acerca de los hijos adolescentes y de algunas problemáticas que surgen en el ambiente familiar ante esta etapa. Me gustó mucho cómo manejó el tema de una manera sencilla, amigable y bien documentada. Me gustó tanto que aquí retomo ese tema y muchas de las ideas que ella expuso, con todo el respeto y el reconocimiento que me merece.


Si tienes hijos, tal vez te hayas dado cuenta que a veces nos da miedo de que crezcan o, por el contrario, quizás te cuestionas por qué no crecen más rápido para que hagan su propia vida. Uno de estos extremos guía la vocación de los padres, y será decisivo para que el futuro adolescente o adulto aprenda a desenvolverse en el mundo por sí mismo... o a no hacerlo.

Cuando no nos atrevemos a enfrentar la realidad de que los hijos están creciendo corremos el riesgo de aumentar el nivel de sobreprotección hasta convertirlo en un chantaje permanente para que los hijos no se atrevan a irse, y muchas veces no lo hacen, pues se siente culpables de abandonar a sus pobres padres, tan desvalidos. A los papás que tienen este miedo les encantó la infancia de sus niños, porque en aquellos días los hijos les hacían caso en todo, los idolatraban y los tomaban como modelos de lo mejor que hay en el mundo. Pero aunque no lo quieran, los hijos crecen y necesitan hacer su vida. Lo único que estarán logrando estos padres es transmitir sus miedos a sus hijos, creando lazos enfermizos disfrazados de afecto y amor filial.



Por el contrario, los papás que quieren seguir haciendo su vida como cuando eran solteros o por lo menos cuando no tenían hijos, estarán enviando señales desde edades muy tempranas para que sus hijos se atrevan a probar suerte en la vida y se animen a seguir su propio camino... aunque todavía no estén listos para ello.

Como ya sabemos, ningún extremo es bueno, lo ideal es encontrar el equilibrio en la vida, la mesura: Los hijos no pueden empezar bien su propia vida si son demasiado chicos, pero tampoco lo podrán hacer si quieren empezar demasiado grandes. Y no debemos tener dudas en esto:

Los chicos de preescolar, primaria o secundaria dependen de sus papás y necesitan estar cerca de ellos, aunque sean rebeldes y hasta groseros ocasionalmente, pues estos son síntomas normales de la confusión que viven en el proceso de llegar a encontrar su propio camino.

Los chicos de preparatoria o universidad, aquellos que ya rebasan los 15 años, están en la edad de explorar su responsabilidad y prepararse para construir su propia independencia.


"Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros."
(Sócrates, 470 AC - 399 AC)

Pero si tenemos hijos de 25 años (¡un cuarto de siglo!) o más y no asumen su rol de adulto, o no los dejamos hacerlo, debemos prestar atención y asumir que tenemos un problema en casa: A esta edad uno ya no está pensando si quiere ser adulto o no, porque ya se es adulto. Ya no es una opción aunque muchos jóvenes (y papás de jóvenes) se aferran a esta bonita ilusión y se privan de alcanzar su desarrollo. 

¿Qué están esperando? La vida sigue, no se detiene por nadie y será más difícil subirse a ella y seguirle el ritmo entre más tiempo pase sin aceptar su condición de adultos, de seres autosuficientes o interdependientes. Pero si no abren los ojos a tiempo, tanto los papás como los hijos podrían quedarse esperando toda la vida... ¿a qué? a que se vayan los miedos. Pero hay malas noticias: Los miedos se van cuando actuamos, pero se quedan y se hacen más grandes cuando estamos inmóviles.



Muchos miedos están bien fundados y son razonables, los chicos pueden salir lastimados, perderse en alguna adicción o resultar en un embarazo prematuro, entre otros riesgos reales. Para ayudarles a pasar exitosamente la experiencia de la adolescencia y entenderlos, la Psic. propone prestar atención a estos 4 miedos comunes de los papás:

Miedo 1 - Los chicos pasan de la dependencia a la independencia en todos los terrenos de su vida: Empiezan a ir solos a la escuela y a las reuniones o fiestas, tratan de ganar su propio dinero trabajando, quieren hacer sus propias cosas y dejar de imitar exactamente lo que hacen mamá y/o papá. Es la edad en que los padres dicen con frecuencia "pero si era tan buen niño o niña". Y lo más probable es que lo sigan siendo, pero ahora pelean por descubrir su manera de hacer las cosas y por encontrar lo que realmente les gusta hacer, en algunos casos se apegarán a lo que hacen sus padres, pero ya no por imitación o admiración a ellos, sino porque tienen un interés propio en esas actividades. 

En otras ocasiones encontrarán actividades y ocupaciones muy distintas a lo que acostumbraban hacer en familia, y si las disfrutan y no causan conflictos con los valores familiares será una salida sana (artes, deportes, excursiones, oficios...). Incluso hay ocasiones en que esas actividades pueden causar conflicto a la familia, pero si realizarlas no implica que alguien saldrá lastimado o perjudicado, no hay razón para impedir que se dedique a eso.

"La vida no debería echarlo a uno de la niñez sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud".
(Miguelito)

Miedo 2 - Los chicos también viven una fuerte dualidad y se debaten entre la compañía y la soledad. Tan pronto rechazan a los adultos que siempre han querido, como los vuelven a buscar con más cariño y respeto que antes. A veces parece un comportamiento caprichoso, juguetón o chantajista. En realidad es la expresión de las confusiones que vive el adolescente al descubrir su propio espacio íntimo y querer vivirlo al máximo pero también compartirlo. 

A muchos papás les preocupa y les asusta que sus hijos o hijas se vayan a aislar y se vuelvan antisociales, pero recordemos que en esta edad de cambios y justo en el conflicto de saber en quién se puede confiar realmente, los jóvenes adolescentes prefieren la compañía y el contacto de sus iguales, es decir, de otros jóvenes más que de sus papás y otros adultos. Esto no significa que le hayan perdido el respeto y el valor a esos adultos: los siguen queriendo y respetando tanto o más que antes, pero
necesitan reafirmar sus opiniones y confrontar sus ideas con otros iguales. Si tu hijo o hija adolescente tiene amistades entonces no hay que preocuparse de que llegue a aislarse. Habrá que ocuparse más bien de saber quiénes son esas amistades y qué le aportan, pero de una manera amigable y no invasiva. Después de todo, esas amistades son las personas más importantes e influyentes en su vida.

Miedo 3 - Los chicos y las chicas se vuelven conscientes de su sexualidad. Esto no significa que forzosamente empiecen a tener una vida sexual activa, pero sí es más obvia la atracción erótica hacia otras personas y el interés específico en relacionarse con una en especial. El erotismo y la curiosidad también se dirigen hacia su propio cuerpo, que está cambiando y tomando forma y tono más de adulto, despertando oleadas de hormonas que provocarán también cambios en el estado de ánimo, y en la relación con los papás. 

Lo ideal es que los papás manejen el tema de la sexualidad con sus hijos en un clima de confianza y apertura, pero si los mismos padres (o uno de ellos) tienen dudas o conflictos respecto a su sexualidad, o si vivieron experiencias difíciles con su sexualidad en algún momento de su vida, tal vez les convenga pedir ayuda terapéutica para ayudarse a sí mismos y para poder acompañar a su hijo en esa etapa de descubrimientos. La sexualidad va más allá del placer físico y la atracción hacia otra persona, implica las maneras de desenvolverse en el mundo, de saberse aceptados o rechazados, de sentirse dueños de sus decisiones y gustos.



Miedo 4 - Los chicos y chicas buscan asumir una responsabilidad, saberse útiles le da un sentido de seguridad a su existencia y al mismo tiempo les permite sentirse más libres. Por fin tienen la oportunidad de demostrarse a sí mismos que son capaces de hacer algo y de ganar su propio dinero. Ambas cosas se resumen en que se convierten en personas productivas, y éste es el primer paso para llegar a ser en el futuro adultos autosuficientes e interdependientes.


"Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta."
(Aristóteles)

Al leer esto tal vez te identifiques con una situación específica, de cualquier manera no te preocupes demasiado: La vida da opciones y la mayoría de las veces hay que seguir la intuición para seguir el camino más conveniente, claro que la pura intuición no basta y por lo mismo será importante plantear todas las dudas y comentarios que haya, en cualquier área de la vida, usando los ingredientes básicos del amor:

Comunicación, confianza, respeto, contacto y compromiso.

Si eres padre o madre de familia, confía en tus hijos, transmíteles ese sentimiento y a cambio, ellos te permitirán seguirlos acompañando en el camino de la vida, a su estilo. Si eres hijo o hija, te hago la misma recomendación: confía en tus padres y a cambio podrás ir por la vida sin miedo a la soledad, porque nunca estarás solo o sola.

Hasta luego.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Tarea

"Construir felicidad y compartirla con quienes podamos".


Algunos pacientes me han dicho, después de comentar sus avances, que esperan que yo sea con mi familia tal como soy con ellos en el consultorio. Otros, unos pocos, me han dicho además que me quieren dejar una tarea para tener siempre presente que llevo conmigo el propósito de ser una mejor persona con la gente que quiero y "para que vea lo que se siente".


Ya sé lo que se siente. He ido y seguiré yendo a ayudarme cuantas veces sea necesario (muchas gracias maestrísimo Javier Castañeda), y es justo decir que me da mucho gusto recibir esta retroalimentación tan honesta en algunas gentes que se acercan a mi. Si les gusta lo que les ofrezco y me desean lo mismo, me comprometo a aplicarme con más ganas; y si me dejan tareas con propuestas creativas igual que hago yo con ellos, me parece que estamos haciendo un trato justo, pues ambos compartimos lo que tenemos.

Eso sí: Jamás podré ser con mi familia como soy en el consultorio, afortunadamente tengo la voluntad de mostrarme como soy y convivir como esposo, padre, hermano, hijo o amigo. Sería muy cansado para mí (y mucho peor para los demás) si todo el tiempo estuviera interpretando o "terapiando" a quienes están a mi alrededor (con todo y eso, hay personas que tratan de "no ser ellas" cuando saben que hay un psicólogo cerca). 


Pensándolo bien, de las cosas que hago y recomiendo en el consultorio hay una que sí trato de llevar siempre conmigo para usarla lo más que pueda: Aceptarme y aceptar a los demás tal como son.

Hasta luego.

martes, 18 de noviembre de 2014

Amar o aguantar

"Los hombres han inventado la vida en sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos."
(Schopenhauer)


Hace unos días escribí acerca de la importancia de tener, además de amor, valor en nuestras relaciones. Y después se me vinieron a la memoria algunas parejas que no han renunciado a su relación durante años y años de estarse peleando, humillando, insultando, exhibiéndose mutuamente o, simplemente, ignorándose. Entonces pensé que es necesario hacer una aclaración obvia pero también útil (eso espero):

Una relación que dura mucho no es necesariamente una sana relación. Las personas que prefieren vivir sintiéndose mal en lugar de enfrentarse a la vida sin esa mala compañía, están viviendo una relación enfermiza.  Aunque ya lo había mencionado en alguna ocasión, vale la pena repetir esto: Aguantar a una persona no es amarla. Si amas a alguien no tienes que aguantar su presencia, sino disfrutarla y aprovecharla para que ambos aprendan y crezcan en una sana compañía.

"No se necesita mucho valor para aguantar. Se necesita mucho valor para soltarse y dejar ir."
(Anónimo)

Así que no nos engañemos: No digas que estás con una persona por valor ni porque eres valiente, cuando es todo lo contrario: Si vives inconforme por tener que aguantar a la gente con la vives, hay que reconocer que estás ahí porque no te animas a enfrentar su enojo, su decepción, sus rencores, sus reclamos o sus malos tratos. Estás ahí porque te da miedo enfrentar la vida a solas (en realidad cada uno enfrenta su propia vida siempre, pero es bonito tener la ilusión de que otra persona la enfrenta junto a uno, aunque sea limitándonos o menospreciándonos). 


En algunos casos es posible que en realidad haya amor en esa relación donde las personas se lastiman y se dañan la autoestima mutuamente. Pero sigue venciendo el miedo y solamente podrá haber amor y valor cuando se atrevan a enfrentar sus problemas. Si no pueden hacerlo solos hay que pedir ayuda profesional y para eso estamos los terapeutas familiares y de pareja, o el profesionista que te inspire más confianza. 

Lo importante es dejar de vivir aguantando y pensando que "un día van a ver...", porque mientras no llegue ese día, seguiremos viviendo con limitaciones, con miedo y con frustración, porque no es posible tener una vida emocional limitada sin que esto afecte al resto de nuestra existencia.

Por último, una breve reflexión: Si dos personas viven quejándose mutuamente sin terminar su relación, entre ellas existe una especie de sociedad en la que una está dispuesta a abusar y hacer el papel de "mala" y la otra está dispuesta a aceptar el abuso todo el tiempo que sea necesario.

Hasta luego.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Amor, valor y cobardía

"La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí. 
Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar."
(Silvio Rodríguez)



Para amar se necesita valor. Los amores cobardes no pueden durar. Si tú eres de las personas que piensan que amar es nada más sentirse bien, entonces lo que buscas no es amor, sería suficiente tener un amante para sentir pura pasión; o una persona tan cuidadosa como una madre para que te proteja y te haga sentir siempre seguro y bien cuidado; también pudiera ser una compañía para las fiestas y eventos y así pasársela bien. Si se enoja te puedes pelear e irte. Si no te hace caso puedes desquitarte ignorando a esa persona. Si te aburres puedes echarle la culpa y empezar a salir con alguien más.


Pero si lo que quieres es comprometerte con el amor, entonces hay que estar listo para sentirse bien y además para resolver algunos conflictos, porque las relaciones sanas están vivas y van cambiando conforme van creciendo los que están en ella. Enojos, reclamos, malentendidos, suposiciones, deseos, enfermedades, cambios de trabajo y tantas otras cosas que ocurren durante la vida de una pareja, le dan sabor e interés a permanecer en ese proyecto de vida.

Los amores valientes se unen para enfrentar esas dificultades que van apareciendo en toda la extensión de la palabra amor, y van construyendo su felicidad de esa manera, porque cada reto superado les permite saber que son capaces de hacer y lograr más de lo que creían.


Los amores cobardes no enfrentan, se paralizan y se quedan pensando. Simplemente se van distanciando hasta disolver la relación como si no pasara nada, o por el contrario, explotan con los problemas más pequeños e insignificantes y eso les da pretexto para acabar rápido con la relación.

Si estás convencido de que el amor es solamente pasárselo bien, lo más probable es que salgas huyendo cada vez que se presenta un problema con tu pareja y que te acostumbres a relaciones fugaces para no comprometerte mucho, porque si no sufrirías mucho. Por el contrario, si está convencido de que el amor son puros problemas y nada de paz, tú serás quien explota, se enoja e inicia los pleitos para justificar que no te animas a mantener una relación, porque se sufre.

Entre las peores consecuencias de un amor cobarde está la sensación de haber fracasado y cargar con muchos "hubieras", porque muchos de los miedos que hay en la vida de pareja son puras suposiciones: que si te va a engañar, que si piensa más en otra persona, que si se va a morir y me voy a quedar solo, que si le hace más caso a su mamá, que si me vio feo, que si me critica demasiado. Es algo muy parecido a tenerle miedo a los fantasmas, un amor cobarde se detiene cuando se imagina tantas cosas en lugar de confirmar si son reales o no...

El amor no es suficiente para mantener una relación y hacerla crecer, hace falta el valor para tomarse en serio uno mismo y animarse a ir por la vida acompañado como dicen: "en las buenas y en las malas", entonces no se sufre sino que se aprende de las dificultades al irlas venciendo en compañía de la persona que quieres y te quiere.

Hasta luego.

martes, 4 de noviembre de 2014

Mundo e hijos "reloaded" - NO a los sermones

"¿Tú, qué has hecho con el miedo de tus hijos?"
Margarita Guerra


Hace algunas semanas la página "Mundo e Hijos", hermana de este blog que fue engendrada por mi querida amiga y colega Magui y que sigue siendo alimentada y coordinada por ella, cumplió su primer año y lo festejó cambiando de vida: Al inicio, en su etapa "bebé", fue una página de facebook con mucha aceptación, bastantes visitas y suficientes "me gusta" como para motivarse a seguir adelante con más ganas. Ahora, permaneciendo aún dentro de facebook, entra de lleno a una nueva etapa como página web.

Es decir que ahora "Mundo e hijos" es en realidad dos mundos: El sociable y escurridizo facebook, donde todo transcurre muy rápido y se vuelve difícil atrapar o conservar una idea por la velocidad a la que cambian sus contenidos, y además el portal de Internet donde es posible encontrar y consultar todos los temas que Magui ha seleccionado cuidadosamente a lo largo de todos estos meses.

La ruta es http://mundoehijos.com/ y si les interesa entender más a los pequeños (hijos, alumnos, sobrinos, o lo que sean) y tener tips para saber cómo tratarlos (y también cómo tratar a los grandes de la familia), esta página radicada en Guadalajara, Jalisco, es la indicada.

Como dije al principio, este blog y "Mundo e Hijos" son hermanos, así que allá también encontrarán algunos escritos que originalmente estuvieron en este espacio y aquí comenzarán a ver algunos textos que Magui ha publicado en su propio mundo... e hijos.

En esta ocasión reproduzco su escrito "NO A LOS SERMONES, SÍ A LAS PREGUNTAS", que además de haberme gustado mucho, le da continuidad a dos ideas publicadas previamente aquí:


Hace unos días un colega y amigo Heriberto Membrila escribió en su blog “Adultos regañones” yo lo compartí el domingo 16 de Marzo (http://mundoehijos.com/2014/03/) y me gustaría seguir por esta línea que a muchos papás les llamó la atención y ayudó a que cayeran algunos veintes. Esta semana compartiré con ustedes una propuesta para dejar de ser adultos regañones. A esta propuesta yo le llamo NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS y creo que también va a complementar el escrito de este mismo amigo “Dos preguntas antes de dormir” del 9 de Febrero 2014.

Los sermones no son la mejor alternativa porque se convierten en el desahogo de la frustración por la conducta inadecuada del chico y ponemos en práctica lo que aprendimos de niños… los regaños y/o los golpes.

¿Qué se dice en un regaño? (Radiografía de un regaño)

- La conducta que estuvo mal.
– Todo lo que pudo pasar, (Pedirle que se imagine lo que hubiera pasado si… y lo que no hubiera pasado sino…).
– Preguntarle porque lo hizo… obvio sin espacio a respuesta pues es más bien un reclamo (¿Cómo se te ocurre?, ¿en qué cabeza cabe?, ¿Pues qué no piensas?
– Decirle TODO lo que perderá por tan reprochable conducta y como el enojo es mucho pues lo que se antoja que pierda es exagerado (No saldrás a la calle dos meses!!, No jugaras en el X-box seis meses!!, etc.) o tal vez se considere que unos golpes no vendrían mal, (también).
– En este espacio del regaño también entra la narración del padre o madre de la infancia devastadora que tuvo y la forma en que la supero, con lo cual “se supone” que el chico regañado entrará en consciencia de “todo” lo que tiene y no lo valora y aparte se porta muy mal.
– Ocasionalmente, (ésta es opcional) el chico tendrá que escuchar la narrativa (al estilo adulto) que se hace para diferentes personas del suceso reprochable, al papá, la tía, abuelita y/o vecina. Que seguramente verán al chico con ojos de “que poca… te pasaste…. muuuy mal”.

Les quiero preguntar, si analizamos esta radiografía de un regaño… ¿De verdad creemos que le puede servir a alguien? Pensando que somos adultos y que alguien con mucha autoridad se acerca a nosotros con actitud de mucho enojo y nos dice algo parecido a lo anterior, ¿Nos ayudaría a aprender?, ¿Respetaríamos más a esa persona que se dice ser autoridad?, ¿Cómo respetar y escuchar a alguien que no se detiene a escuchar argumentos y analizar la situación?, ¿Cómo respetar y escuchar a alguien que juzga y sólo busca descargar su impotencia por su incompetencia para educar?


NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS…
La estrategia de realizar preguntas no es nueva, la usó Sócrates y la llamó mayéutica que proviene del griego μαιευτικη que significa “dar a luz”, le da este nombre pues su madre era comadrona y él tenía la ideología que el saber era dar a luz un nuevo conocimiento. Es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un conocimiento aprendido por otra persona. La idea es que la verdad está oculta en el interior de uno mismo.

Los sermones no funcionan porque NO son aprendizajes que el chico adquirió, son aprendizajes y conclusiones y vivencias del padre o madre que sermonean y esto no le ayuda a nadie. La idea es que los adultos ayudemos a los niños o adolescentes a pensar en sus conductas y sus repercusiones para que pueden generar alternativas, soluciones y compromisos. 
Es muy probable que si tú decides cambiar los sermones por preguntas te encuentres con un problema muy frecuente… EL SILENCIO de tu hijo, recuerda que has acostumbrado a tu chico a callar y de un momento a otro le das la palabra y lo llevas a pensar y esto implica asumir responsabilidades y compromisos y no es cómodo (es probable que se resista y se escude en un NO SÉ o SILENCIO).
Te sugiero que no violentes la plática. Sólo hazle saber que es una plática pendiente y que le darás tiempo razonable para que piense en la pregunta que le hiciste y que además tienes otras más y que te gustaría conocer su opinión. De tal manera que cambias la jugada y lo llevas a pensar en sus conductas, (para tu hijo es más cómodo escuchar tu sermón, que ponerse a pensar y reflexionar en su conducta).
Ante una conducta determinada, no importa cuál sea, es importante que le preguntes…

– ¿Qué piensas de lo que paso?, es probable que el chic@ conteste “pues que está bien” o “pues que está mal”… por lo que la siguiente pregunta deberá ser… ¿Por qué?, como padre te interesa investigas sus razonamientos e investigar qué fue lo que lo llevó a tomar las decisiones que tomó.
– Hasta este punto el chico tal vez,  ha dicho lo que  saben que tienen que decir… por lo que las siguientes preguntas podrían ser: Suponiendo que yo no me diera cuenta de tu conducta… ¿Estaría bien?…. Pensando en que te comportas igual fuera de la escuela, ¿Cómo crees que te iría? PUES MAL, TENDRÍA PROBLEMAS CON OTRAS PERSONAS ¿Qué vas a hacer para cambiar esto?, NO SÉ… Pues piénsalo y me lo dices más tarde, ¿Me gustaría saber cómo te puedo ayudar y yo voy a PENSAR (no en base al enojo), las consecuencias por esta conducta.

Esto es una sugerencia de preguntas por una conducta inadecuada. Hay situaciones en las que se puede inducir una respuesta, pero partimos de que los chicos DE CUALQUIER EDAD tiene las respuestas a las preguntas y saben lo que necesitan para que las conductas inadecuadas no se vuelvan a presentar.

Con los niños desde tres años, podemos aplicar preguntas… ¿Qué hiciste… que piensas de lo que hiciste?… Como te sientes?… porque crees que está bien o mal?…que hiciste que estuvo mal?, que pudiste hacer diferente?, Si vuelve a pasar… que vas a hacer?… que aprendes?… Si lo vuelves a hacer ¿Qué crees que voy a hacer yo?… ¿Cómo crees que se va a sentir o que me voy a sentir…?

En fin, como se pueden dar cuenta hay muchas preguntas que llevarán a los niños a darse cuenta de…. los alcances de su conducta, de cómo la pueden evitar, de las personas que salieron perjudicadas, de las opciones que tienen para evitar que vuelva a pasar, etc. ¿No es acaso todo esto lo que esperamos que aprendan nuestros hijos?, ¿Les gustaría que con el paso del tiempo ellos solos razonarán todas estas preguntas, sin tenernos a un lado realizándoselas?, Es decir ,que las aprendan y las hagan suyas y les ayuden a discernir en un problema y tomar decisiones… Este es el objetivo de preguntar. Lograr que tengan consciencia de sus actos, de las repercusiones y de las consecuencias, así como de los aprendizajes que les generó dicha vivencia.
Lo más probable es que en muy poco tiempo de que tu estés implementando este sistema, tu relación con tu hijo cambie, es muy probable que sea más cordial, menos tirante y que frente a eventos desagradables, él ya tenga razonamientos y respuestas a preguntas que ni siquiera le has realizado… es decir que tu hijo solo te brinde un razonamiento de lo que hizo mal y cómo lo va a cambiar. ¿No me crees?…. Pues te invito a que lo intentes y me compartas tus vivencias… Este es el resultado personal y de muchos papás que se han atrevido a emplearlo, tu puedes ser uno más de ellos.
Esta propuesta tal vez tiene algunos inconvenientes…


INCONVENIENTES
– No es fácil guiar con preguntas… Es más fácil el sermón.
– Reclama un grado importante de auto-control, razonamiento y paciencia.
– Tendrás que buscar alternativas de desahogo.
– Tienes que invertir tiempo en pensar en las preguntas y escuchar el discurso de tu hijo.

Alguna vez un adolescente que iba a ser regañado por su padre y empezaba con su historia de infancia (Pintaba para ser un sermón laaargo)… Y el adolescente le dijo… “Si, si, ya se que sufriste mucho de niño y en tus tiempo era diferente”… Efectivamente los adultos ya tuvimos nuestras vivencias y aprendizajes, nos toca acompañarlos en las suyas y ayudarlos a reflexionar para que no tarden tanto en aprender.

Para terminar con este tema NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS, les comparto este escrito que me pareció muy interesante y que creo que continúa con esta idea de preguntar antes que regañar o castigar. En este documento la profesora nos muestra una forma de generar empatía, por lo tanto de incrementar la inteligencia emocional, espero que les agrade.

No le enseñes a tus hijos a decir “LO SIENTO”.

La profesora de pre-escolar Ann Hardesty McKinley comparte su método para enseñarle empatía a sus preescolares. Los niños a esa edad no entienden las palabras “lo siento”, ella nos dice, “entonces, les enseño lo que lo siento significa”.

Yo soy la peculiar profesora de pre-escolar que no obliga a los niños a decir “lo siento” cuando lastiman a un compañero con palabras o acciones. Lo que si hago, es que le pregunten a su compañero, “estas bien?” Algunas veces la respuesta es “Si”, pero la mayoría de las veces es “No”. Después les digo que vayan y pregunten: “Que puedo hacer para que te sientas mejor”, en ese momento, les hago sugerencias de que hacer: “Necesitas ayuda para reconstruir tu torre de bloques? Necesitas un abrazo? Una toalla de papel mojada haría sentir mejor el dolor de ese golpe? Quieres que te deje solo?”. Se que esto funciona porque pasamos por estas situaciones en otoño, y en la primavera cuando algún chico se cae en el parque juegos, otros niños corren hasta donde esta el y le preguntan: “Estas bien? Que puedo hacer para que te sientas mejor?”.
El fondo de esto es que no estamos buscando culpables, estamos marcando la diferencia.
Me parece que con esta propuesta estaremos evitando los clásicos “me perdonas o lo siento” en automático en los que es evidente que los niños cumplen con el requisito exigido por el adulto, pero no cubren con el requisito de aprender y enmendar el error.

Ayudemos a nuestros peques a reflexionar, analizar y responsabilizarse gracias a SUS reflexiones.

Psic. Margarita Guerra 3338429604

sábado, 1 de noviembre de 2014

Verdad y mentira

"Si no tienes religión yo te recomiendo una: La verdad"
Gandhi.


Si nos acostumbramos a vivir en la mentira, creeremos que todo en la vida es falso. Por el contrario, si nos acostumbramos a vivir en la verdad tendremos la lucidez suficiente para distinguir lo real de lo falso. Tal vez nos cueste algunas desilusiones y uno que otro golpe de las ilusiones contra la realidad, pero al final aprendemos a tomar decisiones más asertivas cuando entendemos que vivir en la verdad no significa tener siempre la razón, ni que las cosas siempre resulten tal y como las habíamos planeado.

Esto viene al caso porque a veces nos gana la tentación de crearnos "un mundo aparte" en nuestra imaginación. En ese mundo nuestra pareja es ideal, nuestros hijos son ejemplares y nuestros padres son siempre el mejor ejemplo porque no tienen defectos. En ese mundo no caben los problemas, así que en ocasiones parece que es mejor esconderse ahí.



Tal vez tengamos la suerte de convivir con personas que nos aman y nos lo demuestran, quizás sí tenemos la dicha de contar con buenos padres e hijos. Y aún así, habrá dificultades y situaciones en las que debamos reaccionar para resolver algo. O para participar en la solución de un conflicto antes de que llegue a convertirse en problema. 

Para hacer esto necesitamos romper la burbuja protectora de ilusiones y mentiras en la que todo parece seguro, pero que desafortunadamente solo es imaginaria.

¿Cómo saber si estamos usando ese "mundo aparte"? Bueno, habría que revisar algunos indicadores de nuestro sentido de pertenencia, o nuestro compromiso hacia el grupo con el que nos relacionamos (familia, amigos, trabajo, etc.). Estas son algunas señales de alerta:

1. No sabes cuál es la mayor preocupación de tu pareja, papás, hermanos o amigos.

2. Tampoco sabes qué es lo que más les gusta (comida favorita, película favorita, canción favorita, mayor satisfacción personal, laboral, académica y familiar, etc.).

3. Es imposible recordar la última vez que ayudaste en las actividades y quehaceres de la casa / escuela / trabajo haciendo algo distinto a lo que normalmente te toca.

4. Te molesta cuándo te piden hacer algo distinto a lo que normalmente haces, porque sientes que con eso te están faltando al respeto.

5. Con frecuencia te sientes decepcionad@ porque lo que hacen los demás no es lo que esperabas que hicieran.

Si damos positivo en una o más de estas señales no hay que alarmarnos todavía, para considerarnos miembros permanentes de ese club de personas que prefieren vivir en la mentira aunque la realidad los golpee constantemente, debemos mantener estos síntomas durante varios meses, digamos que por lo menos 4 y de manera ininterrumpida. 

Si nos fijamos bien, estas 5 señales se parecen en que son como estar jugando a las adivinanzas: en lugar de hacer contacto con los demás y comunicarnos para saber qué quieren y hacerles saber lo que queremos nosotros, nos hacemos creer que no es necesario comunicarnos, porque al fin y al cabo "ya nos conocemos". Esto, que suena tan obvio, ocurre con mucha frecuencia en las relaciones cercanas (de pareja, entre hermanos, entre padres e hijos, entre amigos, en el trabajo, etc...). Jugamos a las adivinanzas y damos por hecho que ya sabemos lo que van a hacer los demás, lo que piensan y hasta lo que sienten, ¡órale! 


Vivir tiene sus riesgos, no importa de qué manera veamos la vida ni qué actitud tengamos ante ella. Nuestra opinión es subjetiva y a fin de cuentas la vida es una sola y nos seguiremos yendo con ella día a día. Por eso es mejor involucrarnos en nuestra vida y lo que tenemos en ella, no solamente en lo que quisiéramos llegar a tener. 

La clave para romper nuestros mundos imaginarios y salir de ellos está en la mesura, un concepto que se refiere a buscar el equilibrio, a no tratar de tener ni muy poco ni demasiado de las cosas. Dar mucho y pedir poco, o al revés, son conductas desmesuradas (o sea que rebasan la medida promedio de las cosas). Vivir en el extremo de lo poco o de lo mucho es vivir a medias, aceptando una parte de la vida y negando la otra. ¿Parece exagerado? Si miramos los comerciales, casi cualquiera de ellos invita a vivir en el extremo desmesurado de tener demasiado, o si se puede, tenerlo todo. Tal vez ahí aprendemos a formar estos mundos imaginarios.

Cada persona debe ser capaz de reconocer sus propias necesidades y las de la gente cercana. Reconocer las propias es una cuestión de supervivencia, reconocer las de los demás es la clave para convivir.

Muchas veces aprendemos a crear mundos imaginarios en nuestro propio hogar, donde papá y mamá o al menos uno de ellos decidió que sus hijos no deberían pasar por los mismos problemas y penurias que ellos vivieron y decidieron crearles una burbuja de seguridad, donde no entrarían las penas ni los problemas porque papá o mamá estaban ahí para detenerlos. ¿Resultado? Niños malcriados y berrinchudos que al crecer tuvieron muy poca tolerancia a la frustración y se convirtieron en tiranos desde pequeños.

Éste es un extremo. En el extremo opuesto tenemos hijos que crecieron con el mínimo de atención y tuvieron que inventar sus propias soluciones, creando una barrera entre ellos y los demás porque les cuesta trabajo creer en el afecto y el amor desinteresado. También se crearon una burbuja, un mundo aparte.



Invito a que revisemos qué tanto estamos provocando este refugio ilusorio en nosotros mismos o en los demás desde nuestro rol de hijos, padres, novios, amigos, etc... La realidad puede ser dura a veces, pero es más fácil de manejar si tenemos los pies bien puestos sobre la tierra.

Y por último un recordatorio: La verdad definitiva no existe, así que quien escoja este camino estará decidiendo convertirse en un buscador, en alguien que aprende mientras va creciendo.

Hasta luego.