martes, 25 de octubre de 2011

Las etapas de una vida normal

¿Y con qué derecho puede Eric Ericsson (o cualquier otro psicólogo) decir cuáles son las etapas por las que debe pasar una vida para decir que se desarrolló bien? ¿De verdad se puede decir que una vida es normal y otra no?

Es muy difícil responder a estas cuestiones, los llamados psicólogos del desarrollo lo han tratado de hacer encontrando rasgos equivalentes en las distintas edades del ser humano, pero aún no se ha podido definir qué es normal y qué es anormal con un criterio aceptado por todos. La historia la escriben los vencedores, y las definiciones de "normalidad" las escriben las mayorías... o al menos eso nos han hecho pensar.

En nuestro país es visto como normal pertenecer a la religión católica o a la cristiana, y todos los que no están dentro de estas creencias son anormales; sin embargo, a escala mundial el catolicismo o el cristianismo no son las religiones que cuentan con mayor número de adeptos, es decir, no serían las religiones de la gente normal.

En nuestra cultura, todavía en un incipiente despertar, lo normal es la familia de papá y mamá casados y con hijos, y todo lo que no se apegue a este esquema será anormal, descartando del mundo de lo bien visto a la homosexualidad, la unión libre, la soltería a edad avanzada, las madres solteras y otro montón de conductas, preferencias y formas de relacionarse que existen y se practican día a día por gente tan humana como todos.

El apego al dinero, la imagen que mostramos en este mundo material y la adicción a tener son otras cuestiones "normales" y bien vistas, aunque rayan en la hipocresía porque las mayorías también están de acuerdo en opinar que no debemos vivir para estos fines.

Y sin embargo, sí es necesario contar con un parámetro que nos permita identificar si estamos dentro de la normalidad, para aceptarnos a nosotros mismos y desenvolvernos satisfactoriamente entre los demás. En el mundo físico es más fácil hacer esto, pues es fácil notar si una persona va alcanzando la estatura y el peso que le corresponde de acuerdo a su edad, si es capaz de realizar los movimientos que realizan sus compañeros, si habla correctamente o si no se entiende lo que dice, si es fuerte o débil, ágil o lenta, alegre o seria, atractiva o fea. Todos estos son rasgos que se ven o se perciben con el contacto cotidiano, y no requieren un gran esfuerzo para identificarlos.

Entrar al mundo interior y decir que hubo un accidente que dejó secuelas en el ánimo, en el autoconcepto o en el respeto a sí mismo, es una cuestión muy diferente pero real, de ahí la importancia de definir ciertos parámetros de lo que debe ser y hacer, en su mundo interior, una persona que se desarrolla de manera sana. En el mundo físico, la medida de normalidad corresponde a rasgos como los que se mencionan en el párrafo anterior, y en la vida psicológica o espiritual, la medida que permite identificar si vamos por el camino de desarrollo "normal" es el conflicto.

Si entro en conflicto conmigo mismo con más frecuencia de la que me permite sentirme cómodo, tal vez haya un niño herido en mi interior, o no he alcanzado la etapa que me permite relacionarme sin vergüenza con los demás, o podemos estar atorados en cualquier momento de nuestra vida solamente porque no podemos reconocer sin que me cause conflicto que mientras a mí me gusta el color rojo, otra persona prefiere el verde, mientras yo disfruto el pozole, otro puede saborear un pastel, mientras a mí me gustan las mujeres, alguien más puede inclinarse hacia su mismo sexo, y que aún teniendo nuestras preferencias muy distintas o muy similares, hemos pasado por etapas de desarrollo que nos han permitido llegar hasta el punto en el que nos encontramos hoy, y seguiremos avanzando en el camino de la vida.

¿Cuál vida es "más normal", entonces? ¿La que se parece más a la mía, la que se apega más a los valores en los que yo creo? Me parece que la vida "más normal" (por llamarle de algún modo) es la de aquellas personas que sufren menos conflictos internos sin lastimar a terceros (el que anda por ahí fregando al prójimo sin ningún conflicto o remordimiento está más cerca de ser un psicópata que una persona normal), las personas que son honestas consigo mismas también lo son con el mundo en general.

Como dicen los filósofos venezolanos del grupo Desorden público: "El hombre bueno no teme a la muerte, no teme a la noche oscura".

Sea pues: Seguiré hablando de normalidad, de etapas de la vida y de algunos otros conceptos, aclarando que son solo eso: conceptos, puntos de referencia, señales en el camino de la vida que casi todos podemos reconocer, ideales que deseamos alcanzar en nuestro afán de ser mejores, pero no un dogma ni una verdad rígida y absoluta. La verdad es una obra que se construye entre mucha gente y que nunca está terminada, pero nos podemos aferrar a ella si entendemos su flexibilidad.

Gracias por leer, y también se vale opinar.

Hasta luego.

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