sábado, 16 de julio de 2011

21 días sin quejas

Hace unos meses envié a los cuates más cercanos, por correo, un archivo que alguien más me mandó a mí con un reto interesante, que consiste en durar 21 días sin pronunciar una queja. Yo aún no he podido completar las 3 semanas sin quejarme, y varias veces me he descubierto en mis pláticas cotidianas con las quejas como tema central.

Como dije al mandar aquel correo, la finalidad de este reto no es ignorar los problemas, volverse un ser conformista y hacer como que no pasa nada ("¡Vamos ganando aunque no parezca!").

Para nada: La esencia de este reto es que podamos ser capaces de hablar con un lenguaje más asertivo, describiendo los problemas y dificultades que enfrentamos en lugar de simplemente quejarnos de ellos. Al describir nuestro problema o situación particular con la mayor claridad que nos sea posible, estamos dándole su justa dimensión e importancia, cosa que no ocurre cuando nada más nos quejamos.

Lo que ocurre si nos acostumbramos a usar este tipo de lenguaje puede ser sorprendente, en mi caso descubrí que muchas de las conversaciones que tengo a diario están basadas en la queja y el reclamo (uno puede ser excluido por varios conversadores cuando deja de quejarse); después descubrí que si dejo de quejarme también dejo de buscar a quién echarle la culpa de lo que pasa (es muy cómodo tener un culpable, así yo no tengo que esforzarme) y descubrí también que hay responsables de las situaciones; otro gran descubrimiento fue que en algunos casos yo también soy corresponsable... En fin, aún cuando no he completado mis 21 días de abstinencia quejosa para vencer esta adicción, sí he notado resultados positivos, pues abordar un problema sin que la queja sea prioridad me ha permitido buscar opciones de solución más fácilmente e involucrar a otras personas que comparten una situación parecida.

Sin más rollos ni explicaciones, aquí dejo la ruta para descargar este reto:


A quienes quieran seguirlo les deseo mucha constancia y éxito, la mayor satisfacción va a ser el logro individual de cada quién, con el consiguiente crecimiento personal y espiritual.

Hasta luego.

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