jueves, 10 de diciembre de 2015

Mateo despierta empatía

"Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque poca de ellas lo recuerdan"
(Antoine de Saint-Exupery)


Mateo es un niño de 2 años de edad, vive en Aguascalientes y convive prácticamente todo el tiempo con adultos que lo aman y lo valoran. Él ha pasado su corta vida rodeado de amor y de apoyo y en los últimos días ha comenzado a hablar. Habla poco, aunque todos saben que sí entiende mucho de lo que escucha y lo que espera su familia es que ahora que dice sus primeras frases se podrán comunicar más fácilmente.

Pero Mateo comienza a adoptar nuevas conductas: De repente y sin causa aparente comienza a golpear a las personas que le están hablando sin importar quiénes sean, y así dura un rato dando golpes hasta que se calma de nuevo.


Preocupados ante este cambio, y sobre todo decididos a no declarar a su hijo como un problema solamente por esos golpes ocasionales, sus papás deciden indagar un poco más y con un poco de ayuda notan que el pequeño solamente muestra esa conducta agresiva cuando está con adultos, pues al interactuar con otros niños no hay ningún problema.

Reconstruyendo los hechos, los papás de Mateo descubren que Mateo quiere hablar como adulto pero su lenguaje y su vocabulario aún están muy limitados y no puede expresar todo lo que quisiera. Una vez entendido esto, deciden hacer algunos cambios en su relación con Mateo, empezando por hablarle más despacio y también por darse el tiempo de escucharlo y atenderlo en las ocasiones que el niño quiere "platicar", así tanto ellos como él sabrán que los niños y los adultos pueden llegar a hablar igual si se apoyan mutuamente, ¡pero un bebé de 2 años no puede pensar como adulto! También están recibiendo apoyo para apoyar a su hijo en el desarrollo del lenguaje con ejercicios apropiados a su edad.

El otro cambio importante es que ahora Mateo asiste a una guardería a convivir con otros niños como él, y de esa manera deja de percibirse a sí mismo como una especie de "adulto chiquito" para sentirse tal como es: un niño.

"La única patria que tiene el hombre es su infancia"
(Rainer María Rilke)

Sus papás y otros adultos que quieren a Mateo decidieron ponerse en sus zapatitos y desde ahí se dieron cuenta de cómo ve el mundo. Esto es empatía, y gracias a eso se salvó de vivir con la etiqueta de ser grosero, peleonero, macriado y tantas otras que se le pueden colgar a un niño inquieto cuando no alcanzamos a conocer la razón de su inquietud. 

Los niños que viven con esas etiquetas y otras peores crecen convencidos de que son todo eso que les dicen, todo menos un niño.

Hasta luego.

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