lunes, 25 de abril de 2016

5 segundos antes de explotar

"La civilización comenzó la primera vez que una persona enojada lazó una palabra en lugar de una piedra".
(Sigmund Freud)


¿Una palabra, un gesto, un comentario o simplemente crees que alguien no está de acuerdo contigo y eso es suficiente para explotar y darle su merecido a esa persona? Y cuando explotas lo que sigue es poner cara de furia para darle miedo a esa otra gente, gritarle todos los insultos que puedas y si es posible ponerle una golpiza, para que sepa que a ti nadie te va a decir qué debes hacer, que de ti nadie se ríe. Y se siente bien, sientes mucho poder, un gran desahogo por haber gritado y demostrado que a quien se meta contigo te lo vas a fregar.

Es como una tremenda borrachera pero todo sucede en pocos segundos, unos cuantos minutos si acaso. Después llega la cruda, la resaca y el momento de asumir las consecuencias y pensar en lo que hiciste, porque en el momento en que explota el coraje no es posible pensar... ¿o sí?

Si vives estas explosiones de ira acostumbrarás decir que no lo puedes evitar, que así eres, que no te vas a esperar a que te hagan algo y por eso mejor atacas primero, y que las otras personas deberían tener más respeto cuando hablan (en la gran empresa que es el crimen organizado hasta hicieron famosa la frase "Pa' que aprendan a respetar").


Cuando estalla el enojo tu campo de visión se cierra y por ende se vuelve más reducido, no distingues lo que está a tu alrededor sino únicamente el objeto de tu coraje, que queda centrado justo enfrente: Cuando explotas, literalmente no ves otra cosa más que a la persona que te hizo enojar.

Antes de que explotaras tal vez estabas haciendo algo importante como prepararte para un examen, ir a recoger a tus hijos a la escuela, terminabas un trabajo que ya urgía entregar o le demostrabas tu cariño a la persona que amas. Pero cuando te enojas por lo que dijo o hizo otra persona, te olvidas de todo eso y peleas con tanto coraje que tal vez hasta destruyas algo que habías conseguido con mucho esfuerzo. No siempre ganas, pero lo importante no es vencer sino demostrar que no te dejas de nadie.


Si has vivido o estás viviendo esta situación, te pregunto:

¿Te has dado cuenta que le estás dando más importancia a la opinión de otra persona que a tu propia vida? Eres tú quien vuelve más importante a esa otra persona.

¿Sabes que te preocupa más quedar bien con los demás para que digan que eres muy valiente, aunque eso significa que traicionas tus propios proyectos? ¿Con quién quieres quedar bien? A veces explotas con gente que ni conoces pero su opinión es más valiosa que lo que quieres para ti.

¿Sabes que cuando reduces tanto tu visión y solamente ves a quien consideras tu enemigo, también dejas de ver tus metas y objetivos personales? ¿Cuántas veces quieres volver a empezar?

¿Has notado que te estás aislando? Tu círculo de amistades puede reducirse bastante, es poca la gente que va a estar dispuesta a acompañarte si tú no quieres que te contradigan nunca, o si piensas que cada opinión o sugerencia es una orden ¡y a ti nadie te dice qué debes hacer, faltaba más!

También podrías darte cuenta de otra cosa: ¿sabes que cuando los demás descubren que explotas fácilmente eres más manipulable? Basta con hacerte enojar para que reacciones de una manera destructiva y hasta autodestructiva. Y eso puede ser divertido para alguien más.

Una última pregunta: ¿Te has dado cuenta que tu cuerpo te envía una señal cuando va a explotar? Es una sensación muy rápida, como si un rayo pasara velozmente por tu cuerpo, tus músculos se tensan y están listos para tirar el primer golpe, los puños están apretados, la quijada también y tu respiración se hace más rápida y corta ¡Ya está todo listo para explotar y demostrar que tú no te dejas de nadie! 

"...un niño inocente murió en un tiroteo a las puertas de su colegio de Nueva York. La directora, Ada Mitchum, se reunió con sus compañeros y amigos. “¿Cómo se sienten?”, les preguntó.
"Yo estoy tan enfadado -contestó uno de los chicos- que tengo ganas de quemar todos los coches de la pandilla que mató a Jeff”. “Bien, bien -contestó la directora- pero yo creo que pueden estar aún más enfadados”. “Pues yo estoy tan enfadado que iría a sus casas y los echaría de la ciudad”, dijo otro chico. “Bien, bien -contestó la directora-, pero yo creo que pueden estar aún más enfadados. Pueden estar tan enfadados que decidan terminar el colegio, ir a la universidad, estudiar derecho y ser los abogados y los jueces que metan en la cárcel a las personas que han matado a Jeff”."

Creo que sí es posible cambiar esta explosiva manera de vivir sin que te sientas cobarde ni creas que te estás traicionando, pero lograr este cambio requiere de tu voluntad, constancia y amor:


Identifica la sensación que es como el botón de arranque para tus explosiones de ira, cuando aparezca esa sensación tienes muy poco tiempo, tal vez medio segundo para decidir detenerte un momento (a menos que te estén atacando físicamente, claro).

Detente 5 segundos. Solamente 5 segundos para respirar profundo y pensar para qué. ¿Para qué voy a olvidar lo que me importa? ¿Para qué le doy tanta importancia a otra persona? ¿Para qué me desvío de mis metas, de lo que quiero para mí y los míos?

Después tú decides si gritas, golpeas, guardas silencio o dialogas. Puedes descubrir nuevas habilidades en ti, y hay una cualidad excelente que podría dar buenos resultados y te ayudaría vivir sin tantos rencores ni corajes y sin estar al pendiente de lo que hacen los demás sino atendiendo  tu propia vida, esta habilidad se llama negociar, y aparece automáticamente si logras poner tu voluntad, tu constancia y tu amor en darte esos 5 segundos. 

Si logras hacer esto, sería recomendable que posteriormente hagas ejercicios de respiración de manera continua, hablarte claro antes de hablar con los demás y, si hubiera un problema específico con alguna persona, buscar otra manera de afrontarlo para mejorar esa relación o terminarla bien, según lo que más convenga. 

"La ira es como el fuego: Solo se puede apagar al primer chispazo, después es tarde".
(Giovanni Papini)

Por último, y también para hacerlo de manera permanente, podrías animarte a observar a la gente que conoces para descubrir quiénes son capaces de manejar su enojo de una manera más constructiva. Si descubres que cerca de ti hay gente así, anímate a hablar con esa persona y pregúntale cómo lo hace. Siempre podrás aprender algo nuevo. Estas son opciones posibles.

Hasta luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar?: