Y así es.
La humildad es esa agradable sensación de estar agradecido con la vida, de esa manera siempre tratas de seguir aprendiendo de ella y de retribuirle algo, tanto hacia el exterior con la gente y las situaciones que forman tu entorno, como hacia el interior, ese lugar donde muchas veces olvidas hacerte caso, tomarte en serio e incluso puedes llegar al colmo de la vanidad si vives con la certeza de estar siempre en lo correcto, menospreciando la opinión de alguien o siendo condescendiente con las demás personas, porque al fin y al cabo solo tú estás bien.
Cierto que necesitas reafirmarte como persona única e irrepetible, estar seguro de tus ideas y de tu línea de vida, y mantener en alto tu autoestima para desenvolverte en el mundo. Todos necesitamos esto, pero no a costa de perder de vista que tu vida es tan valiosa como la de cualquier otro ser humano.
Cuando pierdes la humildad te impides seguir aprendiendo de la vida, tener buena compañía, ser asertivo contigo y con los demás. Humildad no es humillarte, es aceptarte tan buen maestro y a la vez tan buen discípulo como todos los demás.
Hasta luego.
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