La mentira es un veneno, no importa si la dice uno mismo o si nos la arroja otra persona, el efecto es igual de dañino y muchas veces es irreversible, así que a cuidar las palabras que salen de tu boca y también las que entran a tus oídos. La medicina contra este mal puede ser dolorosa, pero casi siempre es efectiva: es la verdad y también hay que saber usarla. La dualidad, siempre con sus dos caras.
Hasta luego.
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