viernes, 22 de junio de 2018

Psiqué te digo... de la aceptación


Es una cuestión de enfoques:

Si centras tu atención en lo que no te gusta de ti, de lo que haces, de lo que dices o de cómo lo dices, entonces estarás convirtiendo en importante todo eso que no te gusta y en esas cosas indeseables concentrarás tu vida. Bajo este enfoque, la vida es difícil y puedes justificar tantas cosas malas que ocurren, pues de alguna manera es normal si ves tantos defectos o limitaciones en tu persona.

Enfocarte en lo que no te gusta de ti te impedirá ver a la persona que quisieras ser y te amarrará a quien siempre has sido.

Existe el enfoque opuesto: Poner toda tu atención en tus ventajas, en tus habilidades, en los aspectos más desarrollados de tu persona, y esto incluye también a las personas nutritivas que te rodean, es decir, a tu capacidad de establecer relaciones sanas y enriquecedoras. En este enfoque, la vida puede parecer fácil, sencilla y divertida, se puede confiar en la gente y en las circunstancias en las que te desenvuelves.

Enfocarte en lo que te gusta de ti y de tu vida te impedirá afrontar retos y te amarrará a tu zona de confort, reduciendo tu tolerancia a la frustración... ¡al fin y al cabo solo importa lo que te gusta!

La sabiduría radica en entender que la dualidad de la vida te permite evolucionar y desarrollarte con tus virtudes y tus limitaciones, es decir, con lo que te gusta y también con lo que no te gusta de ti. Aceptar tu propia dualidad significa que estás listo para modificar esas partes de tu personalidad que aún pueden desarrollarse más, sin centrarte solo en ellas, y sin ignorarlas. Ningún extremo es bueno, ya que al irte a uno (lo que no te gusta o lo que sí te gusta) envías a la sombra al otro.

Aceptarte significa dejar de pelear contigo, reconocer a la persona que quieres llegar a ser y encaminarte hacia esa meta.

Con toda tu historia, con todo lo que eres, y sin esperar a que hayas superado todos tus defectos. Puede sonar contradictorio, pero solamente cuando te aceptas totalmente puedes empezar a cambiar. Si no reconoces tus limitaciones como algo tuyo, jamás podrás actuar sobre ellas.

Hasta luego.

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