A medida que crecemos y avanzamos en la escuela o en nuestro aprendizaje, de la manera que sea, también vamos formándonos una forma de ver el mundo y de entenderlo, de modo que, sin darnos cuenta, terminamos por adaptar todas las nuevas experiencias y aprendizajes al molde de nuestra percepción. Esta acción se llama "tener una ideología", y aunque en principio es algo muy útil porque nos ubica en una posición definida respecto al resto del mundo y nos permite tener un punto de referencia para asimilar la realidad y el conocimiento, con el paso del tiempo se va convirtiendo en un lastre difícil de cargar.
La ideología se compone de un conjunto de ideas, creencias, disciplinas y otras expresiones sistematizadas alrededor de una creencia básica. Los ideólogos más aferrados pueden elaborar extensas teorías acerca de su creencia básica, algunas veces hasta se vuelven convincentes y jalan más adeptos que les apoyen apegándose a "la verdad". Y por su parte, entre los seguidores de una ideología también están los más fanáticos, resistiéndose a ver el mundo sin filtros ideológicos y volviéndose más rigidos cada vez, tanto en sus relaciones como en sus pensamientos y en su físico.
¿Ya estás pensando en alguna ideología? A lo mejor te acordaste de alguien más o menos terco, pero la verdad es que todos estamos expuestos, ya que es casi seguro que en algún momento de nuestras vidas hemos defendido o asumido alguna postura ideológica, ya sea religiosa, política, filosófica, artística, económica, etc. A lo mejor no nos hemos dado cuenta, pero de que vivimos una ideología, lo hacemos.
Entre más fanatismo se demuestre hacia una ideología cualquiera, más cerrados estaremos a nuevas experiencias y aprendizajes, y menos flexibles seremos en nuestra vida diaria. Quien maneja la ideología propia con suficiente flexibilidad puede permanecer firme y leal a sus ideales y al mismo tiempo respetar y aceptar las ideas de otros, aunque no las comparta (esto se llama tolerancia). Quien no es capaz de hacer esto, se irá sintiendo cada vez más aislado y le puede llegar a parecer que el mundo es un lugar muy limitado, hostil y aburrido.
Pensando en algo más o menos como esto, se me ocurrió el siguiente dibujo:
Es un poco como lo que mencionaba ayer: Si la mente no recibe alimentos diferentes será capaz de producir menos y de poca calidad, si se alimenta de forma variada, será capaz de construir puentes que le permitan ampliar su horizonte, acercarse a los demás y dejar que los demás también se acerquen. Independientemente de la ideología que se siga, ampliar la perspectiva es una decisión personal.
Merecen mención aparte los fanáticos de algún deporte, artista, partido político o religión, que rompen el concepto de ideología para entrar a una especie de ósmosis o simbiosis que les permite sentirse parte de lo que admiran y tomarse como personal todo aquello que pueda afectar a sus ídolos (el fanatismo tiene ídolos, no creencias básicas). Mis respetos para esos eternos adolescentes que viven el mundo a través de la idea que tienen de lo que otros hacen.
Hasta luego.
La ideología se compone de un conjunto de ideas, creencias, disciplinas y otras expresiones sistematizadas alrededor de una creencia básica. Los ideólogos más aferrados pueden elaborar extensas teorías acerca de su creencia básica, algunas veces hasta se vuelven convincentes y jalan más adeptos que les apoyen apegándose a "la verdad". Y por su parte, entre los seguidores de una ideología también están los más fanáticos, resistiéndose a ver el mundo sin filtros ideológicos y volviéndose más rigidos cada vez, tanto en sus relaciones como en sus pensamientos y en su físico.
¿Ya estás pensando en alguna ideología? A lo mejor te acordaste de alguien más o menos terco, pero la verdad es que todos estamos expuestos, ya que es casi seguro que en algún momento de nuestras vidas hemos defendido o asumido alguna postura ideológica, ya sea religiosa, política, filosófica, artística, económica, etc. A lo mejor no nos hemos dado cuenta, pero de que vivimos una ideología, lo hacemos.
Entre más fanatismo se demuestre hacia una ideología cualquiera, más cerrados estaremos a nuevas experiencias y aprendizajes, y menos flexibles seremos en nuestra vida diaria. Quien maneja la ideología propia con suficiente flexibilidad puede permanecer firme y leal a sus ideales y al mismo tiempo respetar y aceptar las ideas de otros, aunque no las comparta (esto se llama tolerancia). Quien no es capaz de hacer esto, se irá sintiendo cada vez más aislado y le puede llegar a parecer que el mundo es un lugar muy limitado, hostil y aburrido.
Pensando en algo más o menos como esto, se me ocurrió el siguiente dibujo:
Es un poco como lo que mencionaba ayer: Si la mente no recibe alimentos diferentes será capaz de producir menos y de poca calidad, si se alimenta de forma variada, será capaz de construir puentes que le permitan ampliar su horizonte, acercarse a los demás y dejar que los demás también se acerquen. Independientemente de la ideología que se siga, ampliar la perspectiva es una decisión personal.
Merecen mención aparte los fanáticos de algún deporte, artista, partido político o religión, que rompen el concepto de ideología para entrar a una especie de ósmosis o simbiosis que les permite sentirse parte de lo que admiran y tomarse como personal todo aquello que pueda afectar a sus ídolos (el fanatismo tiene ídolos, no creencias básicas). Mis respetos para esos eternos adolescentes que viven el mundo a través de la idea que tienen de lo que otros hacen.
Hasta luego.
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