domingo, 18 de julio de 2021

Cuento: La nueva Tierra, parte 6


Jade encontró sus alas.

La nueva Tierra. Parte 6

Cuando dos personas hablan acerca del amor, deben asegurarse de que las dos están hablando de lo mismo. Aún si esas dos personas se aman, el amor no es suficiente, también hace falta que ambas tengan valor y autoestima para que puedan construir juntas sus momentos de felicidad.

- Cuando tenía 13 o 14 años mi vida me parecía insoportable y mis amigas, con tan pocos años y con muy mal criterio como yo, me insistían mucho en que probara cristal, mariguana o cualquier otra droga “para que no me afectara lo que me estaba pasando”, decían...

Jade interrumpe su relato para jalar aire lentamente, yo la miro callado, inmóvil y pensando si eso fue un suspiro o un bostezo, o falta de oxígeno, o ganas de disfrazar un sentimiento triste que casi se le escapaba camuflajeado entre su tono de voz y una lagrima que alcanzó a asomar por el rabillo de su ojo. Después de esa pequeña pausa hace una mueca que me parece graciosa y continúa:

- … Llegué a tomar alcohol varias veces y hacía como que me gustaba, pero en realidad era solo el deseo de no sentir nada, el alcohol me daba asco desde que me pasaban el segundo vaso, pero seguía tomando con la esperanza de que llegaran esos sentimientos mágicos de bienestar y alivio que tanto anunciaban mis amigas. Pero nunca llegaron, así que nos acostumbramos a verme siempre deprimida, quejándome por todo y haciendo como que no me importaba nada. Entonces mis amigas pensaron que yo necesitaba algo “más fuerte” y fueron más lejos con sus consejos, y más y más lejos, hasta que un día me encontré con que me estaban animando a suicidarme. No me asusté y les seguí la plática riendo y bromeando con mi amiga la muerte, pero ese día me sentí muy sola, tan sola que ni siquiera me consolaba la idea de ir a visitar a mi amiga de la que bromeaba tanto, y no se me antojó vino, cerveza, cigarros ni nada de lo que me ofrecían. No sé qué clase de amigas te dicen esas cosas cuando estás mal, ahora que veo desde lejos ese momento, sigo sin entenderlo… tal vez cada una de nosotras estaba tan inconforme con su propia existencia, que queríamos saber si era posible terminar con tanto sufrimiento a través de una de nosotras, como si la ofreciéramos en sacrificio para que las sobrevivientes quedaran en paz, y yo resulté ser la elegida por mi tendencia a vivir quejándome y soñando en lugar de aprovechar mi realidad y vivir con lo que tenía a mi alcance. Lo único bueno de ese día es que me harté, me alejé de todos, me di el tiempo para pensar mejor las cosas, y tomé una importante decisión: “Si no me gusta mi vida la voy a cambiar por otra, pero no voy a acabar con ella”. Estuve pensando en esto varios días, hasta que llegué a la conclusión de que en realidad mis amigas tenían una visión muy corta. Y ya entrada en esta idea, también me pareció que mis padres no tenían la capacidad para entenderme y finalmente me fui de mi casa. De verdad pensaba que cambiar mi vida sería algo muy fácil. Y lo fue, pero el cambio no resultó como yo esperaba.

Está muriendo la tarde, el cielo se adorna con esos colores cálidos que poco a poco se obscurecen mientras la noche se abre paso hasta cubrir el último rayo del sol y el aire que transita libremente alrededor baja su temperatura lentamente; Jade y yo estamos en la azotea de la casa de mis tíos desde hace un buen rato, nos subimos a escuchar música mirando hacia la calle y de pronto a ella la atrapó la nostalgia, algo se rompió en su barrera protectora y se le empezaron a escapar los recuerdos. Jade conoce casi todo acerca de mí y es la primera vez que me cuenta acerca de su historia personal… de hecho, muy personal, eso me da gusto pero no me imaginaba que su adolescencia hubiera sido tan intensa. De cualquier manera entiendo que es un momento importante para ambos y la escucho atento, me pongo en su lugar y debe ser difícil hablar de estos hechos.

- Mis papás nunca entendieron por qué me fui y yo estaba convencida de tener la razón, pero después yo tampoco supe por qué me escapé de su lado. Tenía todas las comodidades que te brinda un hogar, incluyendo su cariño y sus cuidados… pero me fui con Nico y lo seguí de ciudad en ciudad, a veces de pueblo en pueblo y hasta entonces supe lo que es vivir mal de verdad, aunque todavía no lo quería creer: pensaba que todo lo que él hacía estaba bien. Yo no tenía problemas con mis papás pero siempre me quejaba y reclamaba que me hicieran más y más caso, creía que era infeliz. Con Nico conocí el miedo. El miedo me acompañaba todo el día y toda la noche y así fui perdiendo mi valor y mi valía… mi autoestima, pues. Ahora extrañaba muchísimo mi vida anterior y no me gustaba para nada ese presente… Me tomó años juntar el valor necesario para recordar que yo podía tomar de nuevo la decisión de cambiar esa vida que no me gustaba, por otra mejor, pero no me atrevía… ¡No me sentía capaz!

Yo continúo callado pero ahora tengo la boca abierta y no puedo disimular la sorpresa que me causan sus palabras. Nico es famoso, es un hombre exitoso y decidido, sabe colocarse en el momento justo al lado de las personas correctas y ha descubierto que este mundo no es de tierra, viento, fuego y agua sino de relaciones: las sabe cultivar tan bien que todas las personas lo miran… bueno, lo miramos con admiración, como un hombre bueno y preocupado por los demás y excelente para los negocios, gracias a su habilidad para convencer a cualquiera de lo que sea y a su carácter decidido y alegre, siempre relajado. Es muy popular porque parece que vive sin preocupaciones, se atreve a hacer cualquier cosa que le guste o que represente un reto para él porque “¿Para qué carajos me espero? ¡quién sabe si estaré vivo mañana!”, y la verdad es que esta filosofía de vivir al día, solo el presente sin preocuparse por lo que ya pasó ni por lo que está por venir es muy práctica y atractiva, por eso se ha llenado de admiradores y oportunistas que dicen ser sus amigos y de mujeres que quieren saber si de verdad es capaz de todo sin hacerlas esperar. Él se divierte.

La gente que prefiere esperar cuida mucho sus miedos y mira… bueno, miramos con envidia a él y a todos los que pueden vivir sin hacer caso de nadie más que de sí mismos. Nico sabe que es un hombre seguro y atractivo: si un hombre guapo y estable coquetea con una mujer es un seductor, pero si el que coquetea es feo y se le nota que no tiene dinero, es un acosador, así que él juega bien su rol de hombre seguro, siempre a su favor. El secreto de Nico es muy simple: es egoísta. No le interesa lo que pase con nadie más que con él mismo. Y bueno, Jade fue la pareja de este hombre de éxito y vivieron juntos durante varios años… ¡Qué sorpresa! Quiero portarme natural, como si nada de esto me afectara, pero sigo con la boca abierta ahí, frente a Jade.

Jade entró a la vida de Nico cuando era una adolescente y salió de ella siendo una adulta. El trato que recibió durante esa temporada fue humillante y vergonzoso, según lo que ella misma me dice:

- Al principio fue maravilloso, no podía creer que yo fuera tan afortunada, ¡vivía con el hombre que todas querían! Me llenaba de besos, siempre me decía piropos y palabras bonitas y me hacía sentir especial. Pero con el tiempo eso fue cambiando, no sé si conoció a alguien más, si dejé de ser el juguete nuevo o si simplemente ya no quería esforzarse más. Ahí tomé un camino equivocado: cuando me sacó de sus planes yo quise recuperar la vida que tuve al principio con él, quise resucitar un amor muerto en lugar de soltarlo antes de que se empezara a echar a perder. Al poco tiempo ya apestaba.

Los recuerdos de Jade deben ser muy dolorosos, porque hace una nueva pausa para jalar aire y dejar salir un leve suspiro, pero esta vez no hay lágrimas, sus ojos no pierden ese brillo que ilumina todo su rostro, y después de toser levemente para recomponer su voz, continúa contándome:

- Era una anulación completa de mi persona, ¡carajo! ¡me acuerdo y no me la creo! Es como si yo fuera su mascota y me estuviera entrenando para volverme loca: ¿Por qué nunca haces nada, no tienes iniciativa?” Y después: “¿Por qué hiciste tal cosa, no te he dicho que no hagas nada hasta que yo te diga que lo hagas?”. Al principio me llevaba con él cuando salía y criticaba a todas esas parejas que se les notaba que iban mal en su relación diciendo “nosotros nunca estaremos así”, incluso podía salir yo sola, pero cada 20 minutos sonaba mi teléfono con cualquier  pretexto, solamente para saber si yo no estaba “ocupada” con alguien, ¡imagínate cómo se ponía si yo no le contestaba alguna vez!  Después decidió salir solo y dejarme encerrada, cada fin de semana era lo mismo y entre semana, cuando estaba de buenas, me platicaba sus andanzas y me comparaba con sus amigas, obvio que siempre salía perdiendo yo en esas comparaciones. Así duramos años, le perdoné engaños con otras mujeres porque yo, estúpidamente, seguía pensando que él me amaba y que solo estaba jugando con ellas. Entonces me di cuenta de lo que no quería ver: él tenía otras parejas y me las restregaba en la cara todo el tiempo, y me seguía comparando… Incluso empezó a contarme sus confidencias sexuales, describiéndome “lo que le gusta hacer a todas las mujeres” y lo que él también hacía en la intimidad pero “solo si la chica es limpia, porque a veces salgo con unas que ni se bañan” y soltaba una carcajada. No me respetaba ni a mí, ni a ellas ni a nadie, no sentía amor ni siquiera por él mismo, solamente quería que todos lo admiráramos y lo tratáramos bien. ¿Y sabes qué me da más coraje? Yo lo hacía, aún conociendo su lado más cercano.

Yo escucho. Solamente escucho y no sé qué decir. Jade me parece tan frágil ahora que me da miedo romper su confianza con una palabra o una frase incorrecta.

- ¿Quieres hacer enojar a una persona controladora? Es muy fácil: desobedece sus indicaciones aunque sean muy tontas o ilógicas, actúa sin informarle lo que vas a hacer o peor aún: dile que haga algo, lo que sea. ¡Se prende rapidísimo cuando haces alguna de estas 3 cosas! Mientras más necesita sentirse poderoso y controlador, menos tolerancia y empatía tiene…

- ¿Qué hacías con él? –la interrumpo groseramente y la miro, incrédulo, ella me habla de una Jade desconocida, sumisa y capaz de aguantar cualquier desprecio o humillación sin quejarse-. ¿Por qué no te fuiste?

- No te rías de mí, pero yo creía que no me podía ir porque le hacía falta… creía que le estaba ayudando a volar, cada vez que me trataba bien yo pensaba que Nico ya sentía algo por mí, que me valoraba o que al menos estaba agradecido conmigo, pero él ya me había dado un lugar muy pequeño y ajustado en su vida, y ante sus ojos ese pequeño rincón era lo que yo merecía, ¿y sabes qué? Tenía razón: si yo estaba ahí recibiendo las migajas que le sobraban de su amor, es porque eso creía merecer, me convertí en una limosnera de cariño ¡y no quería que Nico se sintiera mal!

Jade hace otra pausa y esta vez respira muy profundo, creo que va a llorar pero sus ojos se iluminan de nuevo y sonríe con confianza, como solo ella sabe hacerlo. Su mirada se pierde en el infinito cada vez más oscurecido de la noche sin estrellas y su rostro me parece brillante, como una mona lisa de sonrisa enigmática, quita como una estatua. Casi sin pensarlo le suelto una idea que me llegó al escuchar su última frase… en realidad no es una idea, solo mi forma de asimilar lo que ella expresó:

- Si vives mendigando amor, te acostumbras a recibir solo las sobras del cariño de la gente que amas.

Ella está en una especie de trance, continúa con la mirada perdida allá lejos, sabrá Dios en qué punto y en qué distante momento. Voltea su rostro lentamente y me mira por un instante interminable como si yo no estuviera ahí, poco a poco se esboza con más claridad su sonrisa pero solo en los labios, sus ojos permanecen serios, casi tristes. Casi me arrepiento por lo que dije… a pesar de eso, creo entrever en su silencio un mensaje de asentimiento y continúa:

- Él tenía sus propias alas y yo había dejado de usar las mías pensando que con eso le ayudaba a ser mejor... ¡qué loca! Fue difícil soltarlo de mi interior, porque afuera ya no estaba aunque yo no lo creía ¡con eso de que estábamos tan cerca, pensé que seguía conmigo! También fue duro recordar cómo funcionan mis alas, después de tanto tiempo sin usarlas pensé que ya no servían, pero cuando empecé a aletear me gustó la sensación de libertad. Ten presente esto, Jacobo: si en una pareja ambos conocen la fuerza de sus alas pero uno quiere volar sin compañía, aléjate y deja que vuele para que no se estorben entre los dos; si no, uno o ambos van a salir lastimados con sus aleteos… ¿Me entiendes, verdad?

- No sé si te entiendo, en una pareja verdadera los dos pueden usar sus alas y volar juntos o por separado, pues hay confianza… me parece que aprendiste mucho viviendo con él. Pero no te imagino aguantando tanta humillación. Si te trataba bien solamente cuando lo complacías, él no te amaba, sólo te usaba.

- ¡Ja, ja, ja! ¡Nico no me trataba bien ni siquiera cuando yo lo complacía! ¡Y él no me enseñó nada, pero yo aprendí mucho con él!, sobre todo muchas cosas que no debo hacer, como aceptar que me ignoren, me rechacen o me pongan cara de asco cuando quiero dar amor.

Jade volteó conmigo y comenzó a hacer diferentes muecas y gestos de asco y rechazo, tan exageradas que le ganó la risa y yo también me puse a hacer lo mismo, me faltaba la gracia de Jade y mis muecas eran más bien grotescas, pero ella las encontraba muy divertidas.

- Oye Jacobo, hoy solo yo he hablado… ¿Te aburre escucharme hablando tanto de mi vida pasada, de mi ex?

- No. Para nada. La verdad estoy sorprendido de que me cuentes estas cosas tan impactantes y sigas así de entera… incluso te ves tranquila… ¿No le guardas rencor? Me parece que has vivido muchas cosas para ser tan joven…

Jade sigue haciendo gestos y muecas burlonas un rato más, después sonríe.

- Bueno, ya es hora de que sepas la verdad: tengo 120 años pero mi cuerpo nunca va a envejecer –interrumpe su discurso porque le gana una carcajada y cuando logra recuperar un poco de calma, dice:

- No sé si he vivido poco o mucho, pero lo que he vivido, lo he vivido al 100%. ¿Tú tienes una ex, Jacobo?

- Uf, no… A veces creo que me divorcié de mí mismo, que aquel chavito que yo fui es de otra vida y ese otro yo ahora es mi ex.

- Pues has las paces con él, cierra ese ciclo para que viajes ligero por la vida.

- Creo que ya está cerrado. Yo recuerdo al Jacobo chico que fui con gusto y un poquito de nostalgia, y también aprendí mucho con él.

- Así es mejor, ¿sabes?, a pesar de todo lo que ocurrió no vivo pensando en que Nico es malo y que solo me quiere hacer daño, no dedico mi tiempo a pensar en mi ex. En su momento y por mis propias razones yo escogí vivir con él, yo decidí estar a su lado todo ese tiempo aunque no me gustara cómo me trataba, yo quise aguantar todo eso y también, en otro momento, decidí que ya era hora de cambiar de vida para estar mejor, así aprendí que puedo hacer todo lo que quiera si estoy dispuesta a asumir las consecuencias por mis actos. Yo asumí las mías, mis consecuencias por haber sido una chiquilla rebelde y exigente me llevaron a una serie de experiencias con Nico en las que yo acepté anularme como persona y cuando lo entendí, decidí hacer otra cosa con mi vida, algo diferente. Y aquí estoy.

- Asumiendo otras consecuencias, claro.

- Sí, porque ahora decido hacer otras cosas. De eso se trata esto de vivir ¿no? Los “ex” pueden tener muy mala fama, pero todas las personas que criticamos a nuestro ex, ¡también somos “ex”! Por eso mejor me ocupo en pensar y hacer otras cosas.

Me gusta su razonamiento, su confianza. Me gusta que las consecuencias de nuestros actos nos hayan hecho coincidir hasta estar juntos aquí y ahora, se lo digo y me regala el abrazo más amoroso que he sentido desde hace muchos, muchos años. Siento su presencia mucho más cercana que su cuerpo, una extraña mezcla de fragilidad y firmeza… este anochecer ha sido muy productivo.

- Te amo, Jade.

- Cállate.

Me callo y reprimo el deseo de darle un beso. El abrazo sigue y habla por sí solo.

Ver parte 7


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