Caja
de los tesoros, orgullo para lucir, centro de la vida y del valor, del
sentimiento y la unidad. Respira, respirar, ¿para qué? Para que la vida siga
latiendo en tu interior.
Respira.
El
pecho es la unidad con los demás y el guardián de los afectos, ahí se guardan
los pulmones que conectan mediante el oxígeno a toda la humanidad y a la vida
entera.
Respira.
En
el pecho habita el corazón, motor y fuente de tu vida que desde su cómodo lugar
hace llegar sangre vital a todos los rincones del ser, sin importar lo
confinados que estén.
Respira.
Si
eres mujer, tu pecho además es fuente de vida y alimento cuando llega otro ser
de tu propia sangre. El pecho conecta con hilos invisibles al amor, con toda su
risa y su dolor.
Respira.
El
pecho es una resistente caja que se porta al frente con orgullo, fuerza y
flexibilidad para mantener su valioso contenido visceral con toda su húmeda
vitalidad.
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