¿Y qué es el niño interior?
Todos tenemos en nuestro interior la intuición, la
creatividad y las emociones vivas de nuestra infancia, pero si en nuestra
infancia real tuvimos que negar una parte de nosotros para sobrevivir en la
familia o en el medio en que nos tocó crecer, nuestro niño interior quedó
lastimado y seguirá reclamando atención como niño que es, sin importar la edad
cronológica que tengamos. Por el contrario, un niño interior sano nos permite
disfrutar la vida a plenitud, pues deja que el adulto se desenvuelva de acuerdo
a su edad y le ayuda a expresar sus emociones y sentimientos sin miedo ni
vergüenza.
El primer principio para rescatar a nuestro niño
interior herido es “Sumar y no restar”, esto significa que lo ideal es dejar de
reprimir nuestros sentimientos y emociones infantiles, para dejarlas ser parte
de nosotros. Desafortunadamente, a los niños reales, los que actualmente son
menores de edad, les tratamos de una manera tal que aprenden a reprimir lo que
sienten, incluso pueden olvidarse de sentir.
¿Cómo sabré si mi niño interior está
herido?
Si en mi infancia real me faltó vivir algo, lo más
seguro es que mi niño interior esté reclamando eso en mi vida actual como
adulto, y lo manifiesta con emociones, sensaciones y actitudes. Muchas veces,
cuando discutimos, sale a relucir la frase “Te estás portando como un niño”, y
es verdad: Sentimos vergüenza, sentimos culpa, hacemos berrinche, nos enojamos
sin razón, tomamos como personal cualquier comentario, nos lastimamos y también
lastimamos a nuestra pareja y a la gente que queremos. No tenemos la capacidad
de manejar adecuadamente nuestras emociones y terminamos explotando o
aislándonos, sin resolver el reto que nos presentan nuestras relaciones con los
demás.
El niño no piensa como adulto, no analiza ni razona, en
lugar de eso generaliza: Si mi papá me abandonó, todos los hombres me
abandonarán. Si mis dibujos o cantos enojan a mi mamá, a nadie le va a gustar
que yo dibuje o cante. Si se ríen de mí en la escuela o en mi casa, yo tampoco
me puedo tomar en serio. Si la gente que quiero me dice que le estorbo, yo me
considero un estorbo. En la vida emocional, este niño continúa pensando de la
misma manera, aunque en el trabajo y los estudios sea un adulto con éxito.
Si no puedo controlar mis emociones cuando pienso que
alguien me afecta, lo más seguro es que el que reacciona es mi niño herido y no
mi yo adulto: Vergüenza injustificada, ira o rabia exagerada, tristeza
constante, burlas o chistes para evadir los sentimientos. ¿Han escuchado decir
que alguien tiene un “carácter fuerte” porque se enoja con facilidad, hace
mucho berrinche y discute hasta por el menor motivo? Bueno, en realidad se
trata de una persona con un carácter débil, que no puede controlar al niño
herido que hay en su interior y por lo tanto explota a la menor provocación.
También puede ocurrir lo opuesto: En lugar de explotar y reaccionar con coraje,
se reacciona con exagerada tristeza y aislamiento, como si la persona fuera
culpable de todo, porque eso es lo que se le hizo creer al niño interior.
Mi niño interior tiene miedo de crecer.
Todos los niños lastimados se aferran a algo para
sentirse seguros y en su mundo, a su edad es lo más normal porque los niños no
son independientes: Dependen de sus padres para sobrevivir. En el mundo de los
adultos esta conducta también se da con mucha frecuencia, cuando un adulto se
aferra desesperadamente a algo se llama adicción.
Las adicciones más comunes son las de consumir alcohol,
tabaco o drogas, y como son mal vistas por la sociedad, normalmente se realizan
en lugares privados, entre amigos o a escondidas, como cuando éramos niños y
hacíamos algo que podía ser castigado. Los más rebeldes no se ocultan, más bien
se esfuerzan en demostrar que no tienen miedo a nada porque nuevamente cada
reacción depende del tipo de herida que sufrió el niño interior.
El niño interior no se aferra solamente a estas
adicciones, puede aferrarse a la actividad, al conocimiento, a la religión o a
cualquier otra cosa, incluso a los sentimientos: tristeza, enojo, alegría. No
son personas que tengan tristeza, enojo o alegría, más bien son personas
enojadas, tristes o alegres, así las describimos y es su manera de no dejar
salir al niño interior, que tiene miedo de demostrar otros sentimientos porque
aprendió a adaptarse o a “agradar” siendo de esa manera. Si ese niño pequeño
tuvo que aferrarse a una actitud ante la vida para poder sobrevivir, terminó
convenciéndose de que esa era la única actitud ante la vida, y su yo adulto
simplemente pensará “pues ni modo, yo así soy”.
Sentirnos dueños o parte de otra persona es otra forma
de adicción que proviene de nuestro niño interior. Los celos desmedidos o
injustificados reflejan el temor permanente de ser abandonados como ocurrió en
nuestra infancia (el abandono puede ser físico, emocional o de ambos tipos). El
adulto puede razonar y darse cuenta de que necesita cambiar algunas actitudes,
y a pesar de esto sigue sintiendo como niño, lo que le impide actuar de una
manera asertiva y espontánea en su mundo actual. Ante el sentimiento infantil
de estar herido, prefiere protegerse para no lastimarse más.
Casi siempre que peleamos airadamente con nuestra
pareja o con nuestra gente de más confianza o más cercana, sin darnos cuenta o
sin querer darnos cuenta reaccionamos a emociones, sentimientos y situaciones
del pasado y se las echamos encima a una persona del presente.
¿Se puede sanar mi niño interior, si está
herido?
Sí es posible. Hay heridas muy profundas que son
resultado de una violación o de un abuso constante, ya sea físico, emocional o
de ambos, en esos casos el niño interior está más lastimado y tal vez necesitará
más tiempo para recuperarse, pero con constancia y apoyo sin duda lo logrará. Para
ello habrá que tocar la herida en vez de esconderla, aunque duela, para sentir
y adueñarnos completamente de nuestro potencial como adultos. Si asumimos
nuestras capacidades y habilidades adultas y las combinamos con las de nuestro
niño interior, llegaremos a ser personas, en el sentido más completo de la
palabra.
1.
Para sanar al niño
herido se requiere querer crecer y recibir el apoyo de otra persona. Si
queremos hacerlo solos, hay muchas posibilidades de que nos estemos dejando
llevar por nuestro hábito de consentir a nuestro niño interior, en lugar de
ayudarle a crecer y desarrollarse.
2. El miedo y la
vergüenza están en el camino para sanar al niño herido. Habremos de
encontrarles y transformarles, pues hay un miedo y una vergüenza enfermizos y
un miedo y una vergüenza sanos.
3. Aceptar la propia
historia de vida es la parte esencial para sanar a mi niño herido.
4.
El niño herido es
capaz de perdonar y de perdonarse. Ésa es una ganancia extra que
podemos obtener.