jueves, 23 de junio de 2011

Tristes corajes

Este dibujo complementa la idea del coraje reprimido con una tristeza permanente o temporal. Mientras más tiempo dure la tristeza, más destructivo será el coraje:

Hoy llegó una nueva seguidora a este blog: bienvenida mi querida esposa.

miércoles, 22 de junio de 2011

¿Qué hay detrás de la tristeza?

Muchas gentes, yo también en varias ocasiones, hemos tenido la fuerte tentación de ponernos una máscara de tristeza y melancolía para demostrarle a la gente que no estamos satisfechos con la vida que llevamos. Asumir la tristeza como estilo de vida o como tarjeta de presentación es una decisión arriesgada, pues se corre el riesgo de que uno mismo crea que es verdad esa careta.


La persona triste se siente desamparada, luce frágil y quebradiza, a veces hasta apaga la voz al mínimo volumen para obligar a las demás personas a acercarse más para que puedan escuchar sus palabras. Y sus palabras, por cierto, son casi siempre igual de lastimeras que su figura, predominan las quejas, la autocrítica exagerada y la total convicción de que las cosas van a salir mal, sin importar de qué cosas se trate. Al final, se trata de llamar la atención y pedir ayuda al mismo tiempo que se dice "no te preocupes", es buscar que la gente se acerque mientras se le dice "aléjate".


¿Qué se esconde detrás de estas actitudes? Tristes del mundo, perdón por quitar la máscara así nomás, de golpe, pero atrás de tanta tristeza vive un odio de tamaño descomunal, un coraje tan destructivo que los "tristes" han optado mejor por fingir que no existe y taparlo con un manto de tristeza. Pero el rencor se alcanza a asomar en fugaces gestos y reclamos que se abren camino entre la omnipresente tristeza, aunque no hay mucho peligro, ya que el disfraz de triste siempre ayuda a disimular estos sentimientos más reales.


Y la persona "triste" puede durar años así, puede incluso creerse -como decía al principio- que de verdad es una persona muy buena y no entiende por qué le ha tocado vivir en un mundo tan injusto, con tanto sufrimiento. Eso no es lo peor: Lo peor es que al convencerse de su propia actuación termina por comerse su propio enojo y por dirigir hacia sí mismo el enojo que debería salir en los momentos adecuados y así, el "triste" puede enfermar gravemente y de esta forma cumplir su propia profecía: Se sufre mucho en este mundo injusto.


Por si fuera poco, el enojo no se calmará con el simple hecho de que el "triste" donde habita se haya enfermado, claro que no: Seguirá buscando la forma de salir y expresarse, hasta que el "triste" aprenda a manejar códigos especiales como el sarcasmo, las indirectas, el "pensar en voz alta" y otras tantas sutilezas que le permiten seguir sintiéndose "bueno" y triste, pero que nunca le permitirán reconocer que también es capaz de sentir coraje.


¿Qué se hace ese coraje reprimido? Bueno, una vez asimilado por el organismo, ayuda a crear la sensación de intranquilidad e insatisfacción que la persona confunde con "tristeza", y comienza a justificar la autocompasión que debe proyectar hacia el mundo todo "triste" que se respete. La autocompasión es uno de los peores sentimientos (Nietzsche decía que es el peor de todos): nos vuelve ignorantes de nuestras propias capacidades, nos hace creer que los demás son malos que abusan de nosotros y nos hacen desconfiar de todo y de todos, pues al no reconocer los sentimientos de uno mismo, es imposible reconocer los de otras personas.

¿Y entonces? Tristes del mundo, dejo esta idea para pensar: Todos los sentimientos son buenos, incluido el enojo, el rencor y el coraje, solamente es necesario dejarlos vivir -o sea expresarse- en el momento adecuado y con la persona adecuada. Si no lo hacemos así, nos lo estamos comiendo y tarde o temprano nos dará una indigestión emocional, o seremos devorados por nuestro propio odio.

Y aquí termino de hablar de estas tristezas para comentar otras cosas, por ejemplo que hoy entró a la reducida lista de seguidores de este blog mi apreciada amiga Ana Imelda, lo cual me da mucho gusto y espero que siga entrando a leer y a comentar los textos que dejo. Y también les digo a todos los que entren a leer mis reflexiones que se animen a dejar sus comentarios, me sirve mucho saber lo que piensan de las ideas que voy externando aquí, para ir mejorando este espacio.


Hasta luego.

viernes, 17 de junio de 2011

Punkito

Les comparto otra mini historieta extraída del arcón de los recuerdos, de hecho ni me acuerdo en qué año la hice:

Un minuto de silencio

Estoy tratando de ser más callado y de escucharme más, sigue habiendo una crisis de comunicación por el simple hecho de que no nos damos la oportunidad de escuchar a los demás, en muchos lugares me encuentro con gente deseosa de hablar y ser comprendida, pero es muy raro encontrar quién se interese en lo contrario: recibir los comentarios de otro y dar un poco de comprensión.

Cuando cerramos nuestros oídos a las palabras del otro, también nos cerramos la posibilidad de conocernos y de entendernos a nosotros mismos. Todos somos uno, o como dicen los místicos: Lo que es afuera de uno también es adentro.

Mi propósito es convertirme en alguien capaz de escuchar sin llegar a la inmovilidad de un tronco o al extraño nivel de concentración que tiene un gato ronroneando, sino con una escucha activa, que reaccione a lo que diga quien me esté hablando pero no a la defensiva, sino simplemente para hacerle saber que estoy escuchando y si me lo pide, daré mi opinión, que a fin de cuentas eso no es lo más importante.

Si a alguien le interesa, súmese a esta campaña de un minuto de silencio activo en pro de la sana comunicación. ¿Qué les parece?

Fritz Perls y la oración guestalt

En los 60's, en plena explosión del amor y paz, la liberación femenina, el despertar de la conciencia, la experimentación con drogas y la más grande revolución artística del siglo pasado, un señor llamado Fritz Perls apareció con una novedad: ¡la clave del autoconocimiento está aquí y ahora! Si algo te preocupa o no te deja concentrarte en lo que estás haciendo en este momento, quiere decir que a eso es a lo que debes atender, no importa que se trate del recuerdo de algo que ocurrió hace muchos años, o que se trate de una idea loca sobre algo que tienes planeado hacer en el futuro: Si te distrae en este momento, en el presente, éso es lo importante y hay que hacerle caso.

Eso se llama "Guestalt", y también tiene que ver con algunos principios filosóficos del oriente, sobre todo con las historias sufíes que a simple vista parecen ridículas pero que al revisarlas pueden tener profundas enseñanzas por su espontaneidad. Pero bueno, además del "Aquí y ahora", la guestalt se orienta a hacer que la persona se vuelva responsable de sí misma y autodependiente, es decir, que no se cuelgue de los demás ni deje que se le cuelguen otros.

Fritz Perls, la Gran Vaca Sagrada en esta corriente, escribió un texto que tituló, "modestamente":

* * * Oración Guestalt * * *

Yo soy yo
Tú eres tú

Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías
Tú eres tú
Yo soy yo
Si en algún momento o en algún punto coincidimos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse

Falto de amor a mí mismo
Si en el intento de complacerte me traiciono
Falto de amor a Ti
Si intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres

Tú eres tú y yo soy yo

Prácticamente esto fue lo primero que aprendí en la maestría, allá en INTEGRO Guadalajara (¡Qué padres tiempos!) y aquí y ahora me sigo encontrando con que esta gran verdad funciona, y funciona bien con la mayoría de las personas que han acudido conmigo, y conmigo mismo también. Aquí está resumida la clave de la autodependencia.

La guetsalt tiene otros encantos, como el uso que hace de las proyecciones, la manera en que rescata el simbolismo de los sueños y de la vida diurna, o la facilidad para confrontar a uno mismo con su lado oscuro (su sombra, diría Jung) sin tratar al inconsciente como algo fuera de este mundo.

En fin, creo que se nota que ésta es mi corriente consentida.

Hasta luego.

Del cuaderno de notas

En días pasados agarré mi cuaderno y no se me ocurría nada para escribir, así que mejor me puse a dibujar y dejé que saliera lo que fuera. Sobre aviso no hay engaño, esto es lo que pude hacer con mis marcadores:

Éste monito se llama "Cuestión de tiempo" y se me ocurrió después de repasar el comentario que dejé aquí acerca de Sigmund Freud y el inconsciente, por aquello del larguísimo tiempo que requería el psicoanálisis para llegar a descubrir qué diablos tenemos en el lado obscuro de la mente.

Éste otro no es muy original que digamos, se llama "Dualidad", aunque esta palabra refiere a 2 contrarios y en el caso de este dibujo traté de representar la múltiple capacidad que tenemos para mostrar diferentes facetas, tanto en nuestro interior (pensamientos, emociones, diálogo interno) como hacia el exterior.

Y éste, el último, es otro alegato acerca del tema de la autodestrucción del género humano, que se está llevando entre las patas a todo el planeta y no queremos darnos cuenta de ello. Se titula "Garantía de la Tierra" y trata de mostrar la poca, poquísima paz que impera en este planeta: Cuando no hay una guerra contra el narco en un país, hay un levantamiento en otro o una represión en otro más, pero no hay un solo día que transcurra pacíficamente, pensando en todo el planeta.

Hasta luego.

lunes, 13 de junio de 2011

La inútil crítica y la justificación de todo, de todo

Me encontré un libro escrito allá por los años 30's del siglo XX y tiene un título curioso: "Cómo ganar amigos e influir en las personas". Movido por el morbo y criticando de antemano lo que consideré sin ningún fundamento un libro superficial, comencé a leerlo y de entrada nada más, en el primer capítulo, me gustó mucho la idea con la que arranca el libro. Aquí reproduzco el inicio de este texto escrito por un tal Dale Carnegie:

""SI QUIERES RECOGER MIEL, NO DES PUNTAPIES A LA COLMENA"

El 7 de mayo de 1937 la ciudad de Nueva York pre­senció la más sensacional caza de un hombre jamás co­nocida en esta metrópoli. Al cabo de muchas sema­nas de persecución, "Dos Pistolas" Crowley -el asesi­no, el pistolero que no bebía ni fumaba- se vio sorpren­dido, atrapado en el departamento de su novia, en la Avenida West End.

Ciento cincuenta agentes de policía y pesquisas pusieron sitio a su escondite del último piso. Agujerean­do el techo, trataron de obligar a Crowley, el "matador de vigilantes", a que saliera de allí, por efectos del gas lacrimógeno. Luego montaron ametralladoras en los edi­ficios vecinos, y durante más de una hora aquel barrio, uno de los más lujosos de Nueva York, reverberó con el estampido de los tiros de pistola y el tableteo de las ametralladoras. Crowley, agazapado tras un sillón bien acolchado, disparaba incesantemente contra la policía. Diez mil curiosos presenciaron la batalla. Nada parecido se había visto jamás en las aceras de Nueva York.

Cuando Crowley fue finalmente capturado, el jefe de Policía Mulrooney declaró que el famoso delincuente era uno de los criminales más peligrosos de la historia de Nueva York. "Es capaz de matar -dijo- por cualquier motivo."

Pero, ¿qué pensaba "Dos Pistolas" Crowley de sí mis­mo? Lo sabemos, porque mientras la policía hacía fuego graneado contra su departamento, escribió una carta di­rigida: "A quien corresponda". Y al escribir, la sangre que manaba de sus heridas dejó un rastro escarlata en el papel. En esa carta expresó Crowley: "Tengo bajo la ropa un corazón fatigado, un corazón bueno: un corazón que a nadie haría daño".

Poco tiempo antes Crowley había estado dedicado a abrazar a una mujer en su automóvil, en un camino de campo, en Long Island. De pronto un agente de policía se acercó al coche y dijo: "Quiero ver su licencia".

Sin pronunciar palabra, Crowley sacó su pistola y aca­lló para siempre al vigilante con una lluvia de plomo. Cuando el agente cayó, Crowley saltó del automóvil, empuñó el revólver de la víctima y disparó otra bala en el cuerpo tendido. Y éste es el asesino que dijo: "Tengo bajo la ropa un corazón fatigado, un corazón bueno: un corazón que a nadie haría daño".

Crowley fue condenado a la silla eléctrica. Cuando lle­gó a la cámara fatal en Sing Sing no declaró, por cierto: "Esto es lo que me pasa por asesino". No. Dijo: "Esto es lo que me pasa por defenderme".

La moraleja de este relato es: "Dos Pistolas" Crow­ley no se echaba la culpa de nada.

¿Es esta una actitud extraordinaria entre criminales? Si así le parece, escuche lo siguiente:

"He pasado los mejores años de la vida dando a los demás placeres ligeros, ayudándoles a pasar buenos ra­tos, y todo lo que recibo son insultos, la existencia de un hombre perseguido."

Quien así habla es Al Capone. Sí, el mismo que fue Enemigo Público Número Uno, el más siniestro de los jefes de bandas criminales de Chicago. Capone no se cul­pa de nada. Se considera, en cambio, un benefactor pú­blico: un benefactor público incomprendido a quien na­die apreció.

Y lo mismo pensaba Dutch Schultz antes de morir por las balas de otros pistoleros en Newark. Dutch Schultz, uno de los más famosos criminales de Nueva York, aseguró en una entrevista para un diario que él era un benefactor público. Y lo creía.

He tenido interesante correspondencia con Lewis La­wes, que fue alcaide de la famosa cárcel de Sing Sing, en Nueva York, sobre este tema, y según él "pocos de los criminales que hay en Sing Sing se consideran hombres malos. Son tan humanos como usted o como yo. Así raciocinan, así lo explican todo. Pueden narrar las razones por las cuales tuvieron que forzar una caja de hierro o ser rápidos con el gatillo. Casi todos ellos inten­tan, con alguna serie de razonamientos, falaces o lógicos, justificar sus actos antisociales aún ante sí mismos, y por consiguiente mantienen con firmeza que jamás se les debió apresar".

Si Al Capone, "Dos Pistolas" Crowley, Dutch Schultz, los hombres y mujeres desesperados tras las rejas de una prisión no se culpan por nada, ¿qué diremos de las per­sonas con quienes usted, lector, o yo, entramos en con­tacto?

John Wanamaker, fundador de las tiendas que llevan su nombre, confesó una vez: "Hace treinta años. he aprendido que es una tontería regañar a los demás. Bas­tante tengo con vencer mis propias limitaciones sin irri­tarme por el hecho de que Dios no ha creído convenien­te distribuir por igual el don de la inteligencia".
Wanamaker aprendió temprano su lección; en cambio, yo he tenido que ir a los tumbos por este mundo durante un tercio de siglo antes de que empezara a ama­necer en mí la idea de que noventa y nueve veces de cada cien ningún hombre se critica a sí mismo por nada, por grandes que sean sus errores.

La crítica es inútil porque pone a la otra persona en la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse. La crítica es peligrosa porque lastima el orgullo, tan precioso de la persona, hiere su sentido de la importan­cia y despierta su resentimiento."

Hasta aquí la cita del libro. Me confieso criticón, y al verme en el espejo de esta primera hoja de un libro que juzgué a la ligera, vuelvo a entender que el verdadero trabajo de superación personal está hacia adentro... y no quiero criticarme duramente, pero creo que es un enorme trabajo. También me sorprende lo mucho que encuadra este relato con lo que ocurre actualmente en este país, donde la violencia ha rebasado a la imaginación, "nadie tiene la culpa de nada" y todos los involucrados se creen héroes salvadores... ¡Chale! Ya estoy criticando otra vez, je.

¿Está en la naturaleza humana esta facilidad de criticar y culpar a los demás antes de reconocer los propios errores? Espero que no, pero sé que esta actitud es uno de los principales demonios que debe vencer cualquier persona en algún momento de su vida.

Les recomiendo echarle un vistazo al libro, el autor tiene mucho conocimiento de la historia de su país (Estados Unidos) y rescata de forma muy amena anécdotas de personajes como Lincoln, Roosevelt y otros. Si les gusta coméntenlo, y si no, también.

Hasta luego.

domingo, 12 de junio de 2011

La muerte y el abuelo

Siguiendo con el tema de la muerte, me encontré esta mini-historieta que dibujé en algún momento de mi pasado, y aquí la tienen:


Y hasta el final, la muerte

En los tiempos más recientes he visto enfermarse a varios amigos, familiares y conocidos, lo que hace evidente que yo y mi círculo de conocidos ya no somos los jovencitos sanos y dinámicos de hace unos años (sería muy iluso creer que antes la gente se enfermaba menos), pero también me ha confrontado con la cercanía de la muerte. Y es una cercanía que no tiene mucho que ver con la edad: todos podemos desaparecer en cualquier momento, en cualquier lugar y en la más completa igualdad, sin importar posición social, sexo, raza, preferencia y sin distinguir si se trata de niños, jóvenes, adultos o ancianos.


¿Y qué pasa con la muerte? Los que somos creyentes nos quedamos abrazando la esperanza de que esa persona que amamos y respetamos (porque el sentimiento puede seguir vivo, afortunadamente) encuentre una mejor vida en el más allá, pero no solo eso... ¿qué pasa con los vivos? Muchas cosas pueden pasar para aprender a vivir con una soledad, para llevar adelante el duelo, para superar el dolor de la pérdida y encontrarle sentido a la vida, una vez que tomamos conciencia del limitado tiempo que tenemos para aprovecharla.



Hay varios libros que ayudan a comprender lo que sentimos y a darle esperanza y paz a nuestro corazón para seguir adelante, yo recomiendo leer estos 2:



El primero es "El camino de las lágrimas", de Jorge Bucay, excelente para apoyar a las personas que sufren una pérdida (no solamente la de un ser querido). El otro que les recomiendo bastante, sobre todo para encontrar paz y recuperar el valor para seguir adelante, es "La muerte, un amanecer", de Elizabeth Kübbler-Ross, una mujer famosísima en el ámbito de la tanatología porque dedicó la mayor parte de su vida a atender enfermos terminales, facilitarles la transición al más allá y acompañarlos hasta su último momento en este mundo, al menos en su forma humana.


En la página "ebiblioteca" puedes localizar ambos libros en la siguiente ruta:

https://ebiblioteca.org/

Al ingresar, selecciona en el menú del lado izquierdo la opción "Psicología" y en las opciones que se desplegarán da clic sobre "Tanatología". Además de estos dos libros, hay una gran cantidad de títulos sobre el tema.


Y de cualquier manera, les ofrezco el video que resume la parte más relevante de la filosofía de Elizabeth Kübbler-Ross (para mí, al menos):


La ruta es





Como dice mi buen amigo y músico Chalío en una de sus canciones: "La muerte es la amiga que al final nos tiende la mano", y también Carlos Castaneda comenta en uno de sus libros que la muerte nos acompaña siempre casi como una amiga protectora, segura de que llegaremos hasta nuestro último día... ¿Entender esta relación entre la vida y la muerte puede ayudarnos a vivir mejor? Creo que sí.



Hasta luego.

viernes, 10 de junio de 2011

Inteligencia dormida

Hace poco mi hermano me presentó las canciones de Pedropiedra, músico chileno, y me gustaron mucho. Se oye bastante fresco, sencillo y con buena letra, de esas que se disfrutan y también te ponen a reflexionar.

Aquí está la canción "Inteligencia dormida" en un video que además está muy bien elaborado, hasta me recordó los que hacía Peter Gabriel a finales de los 80's:

http://www.youtube.com/watch?v=v2ORwZ91Dds

Hasta luego.

lunes, 6 de junio de 2011

Cuento camaleón

Hoy comparto un cuento que vio la luz hace poco más de un mes, y que algunos ya recibieron en sus cuentas de correo:

Había una vez un cuento camaleón que a veces salía de verso, otras de prosa y cuando se juntaba con sus amigos todos salían con las letras sueltas a ver si encontraban quién les hiciera caso, pero últimamente casi nadie se quedaba con él, aunque en ocasiones podía ocurrir que una persona interesante le echara una mirada profunda, o por lo menos una hojeada rápida y entonces se emocionaba pensando que ya tenía compañía, pero después esa persona miraba a otra parte y se olvidaba de él. La verdad es que casi nadie se fijaba en el cuento camaleón desde hacía años, no importaba de qué color se vistiera ni de qué sabor fuera su historia, ya no había quien la probara.

El cuento camaleón se fue acostumbrando poco a poco a sentirse solo y empezó a descuidar el camuflaje de sus textos, de modo que sus tramas en algunos fragmentos parecían realidad pero en otros eran una invención desvergonzada de literatura somnolienta y desabrida; en esos lapsos todos podían descubrir o de algún modo saber que estaban frente al cuento camaleón y, de esa forma, todas las historias perdían interés. Hace tiempo sus disfraces eran mucho mejores y su interés por ataviarse de acuerdo al guión de su fantasía era permanente, así que nunca hubo un lector que alcanzara a distinguir la huidiza frontera entre la vida cotidiana y la ficción. Fueron los días de la popularidad.

Para el cuento camaleón fue una suerte haber salido al mundo y ser conocido por tantos jóvenes justo en la época de su vida en que también él era joven, pues es la única edad en que podemos dedicarnos a ser amigos de verdad, compartir sueños y despertares sin temor a que los compañeros conozcan nuestros deseos, esperanzas, intentos, logros y fracasos: compartir soledades es un hobby de todas las juventudes. Los muchachos crecieron junto con él y aunque todos siguen contando con un espacio en su corazón, es muy raro que se acerquen a ocuparlo porque tienen muchas cosas qué hacer, igual que el cuento camaleón y otros muchos adultos. Nuevas juventudes han llegado a conocer al cuento camaleón y siempre se enamoran de ese gran tipo que fue, casi es obligatorio que todas las generaciones conozcan al joven rebelde, soñador y multifacético camaleón, pero también hay otro "casi obligatorio" que ocurre cuando llegan a las historias más recientes: nadie las quiere leer. ¡Lógico!: La rebeldía de los adultos no tiene la promesa del futuro que presumen los nuevos valores.

Un día el cuento camaleón se puso a pensar en estas cosas y las comentó también con sus viejos amigos, aquellos que conoció en su primera juventud y que a su vez fueron los primeros que se adueñaron de los sueños ilimitados de sus relatos, mientras hablaba, por primera vez se dio cuenta que tenía vergüenza de ser juzgado por aquellos que lo han aceptado durante toda una vida, por lo menos, pero por enésima ocasión volvió a saber que esos amigos cultivados en la temporada correcta nacen, crecen y dan frutos durante toda su madurez, y esta vez lo dejaron hablar, expresarse y llegar al límite que separa la razón del llanto, tratando de explicar cómo se siente ahora que sus lectores prefieren las primeras historias e ignoran todas las novedades, mientras él solamente sigue interesado en continuar creando leyendas y crónicas de mundos reales y ficticios para construir en la mente de sus lectores un paraje de imaginario colectivo donde todos se pudieran encontrar. Un cuento avergonzado de contar historias, cosa rara.

Una sola frase vino a rescatar al cuento camaleón de su melancolía: “Así eres tú, y así nos gustas”. Otro amigo preguntó “¿Qué piensas hacer?” y atrás de esa pregunta se escondían mil respuestas, sobre todo si recordamos que el cuento camaleón es un maestro en inventar historias enteras o finales distintos para un solo momento. Podría decidir abandonar la escritura, o cambiar a un estilo más acorde a los tiempos modernos, o empezar a sacar recopilaciones revolviendo entre ellas algún pensamiento nuevo disfrazado de joya inédita, o anunciar su retiro con fines mercadológicos para volver a tener buen rating durante la próxima estación, o podría decidir cualquier cosa, que al fin y al cabo se trata de su vida, pero lo que escogió fue seguir escribiendo como siempre lo ha hecho porque es lo que le gusta... aunque eso sí: se comprometió a atender nuevamente la gama cromática de sus vivencias para no alejarse demasiado de la realidad, porque muchas veces lo que ocurre no es que sus textos sean muy lúdicos ni oníricos, sino que se escapan y se quieren esconder del mundo donde se mueve.

Había una vez un cuento camaleón que decidió seguir siendo un cuento camaleón, se soltó las letras de manera permanente y dejó que le escurrieran las ocurrencias por los cuadernos y las teclas sin vergüenza por exhibir su soledad y sus compañías, palabra por palabra.


Hasta luego.

sábado, 4 de junio de 2011

El inconsciente en manos de Milton Erickson

Milton Erickson es un tipazo. Él también supo que el inconsciente existe, y llegó más allá que Freud al revolucionar la hipnosis terapéutica. La técnica que utilizaba Erickson ha sido imitada por miles de terapeutas de su época y posteriores, y aunque ha habido excelentes hipnotistas en terapia (no de espectáculo, conste), ninguno ha podido igualarlo.

Todo empezó cuando Milton era un chico con polio, había perdido la capacidad de caminar y estaba en su casa viendo a su hermana menor, de unos cuantos meses de edad. El tiempo pasaba y la bebé crecía normalmente, así que llegó un día en que gateó, poco tiempo después intentó ponerse de pie, hasta que lo logró. Con un poco más de tiempo ya no era suficiente con ponerse de pie y sostenerse, tenía que moverse con sus manos libres para poder agarrar lo que se le antojara, o para apoyarse. Y con suficiente aferramiento, solamente hicieron falta unos cuantos días para que empezara a dominar el arte de caminar. Milton tomó nota de todo esto y estuvo haciendo una descripción cuidadosa de todo lo que su hermanita hacía y de cómo alcanzaba cada pequeño éxito. Le sorprendía mucho ver que en el deseo de caminar que tenía la niña no existía una instrucción consciente, simplemente quería caminar hasta que lo logró.

Entonces comenzó a pensar que esa es la forma en la que opera el inconsciente, y que la mente consciente solamente sirve para explicar lo que hace su contraparte. Puso en práctica su idea consigo mismo, estuvo aplicando sobre su cuerpo las técnicas que le vio hacer a su hermanita para aprender a caminar, creyendo que podría volver a caminar, hasta que lo logró. Milton nunca perdió la capacidad de caminar durante el resto de su existencia y desarrolló su famosa técnica de hipnosis basada en el uso de un lenguaje meramente descriptivo, acompañado de anécdotas que a veces parecían fuera de lugar, en su narración él mezclaba de cuando en cuando alguna instrucción muy clara y específica, que casi siempre pasaba desapercibida para el paciente y normalmente éste no la volvía a mencionar, pero la cumplía.

Milton Erickson se volvió famoso por la facilidad con que hipnotizaba y también por lo eficaces de sus indicaciones, que podían terminar con síntomas de neurosis, histerias, tics nerviosos, fobias, miedos y similares, en muy pocas sesiones. Y aparentemente todo estaba basado en el uso adecuado de la mente inconsciente.

En realidad, Milton agregó un elemento que Freud no consideró: El lenguaje paradójico en la sugestión hipnótica. Para Freud, el uso del lenguaje como elemento integrador de una persona con las demás nunca tuvo la relevancia que le dio Erickson, y aunque éste basó su quehacer en la dualidad consciente-inconsciente, amplió los horizontes de la psicoterapia y la teoría psicológica al dejarla parada con un pie del lado puramente clínico y el otro del lado de las ciencias sociales y humanidades.



Hipnotizar es fácil, una vez que se conocen aunque sea someramente las técnicas del maestro Milton Erickson, hipnotizar es peligrosamente fácil, aunque también es una actividad que requiere práctica para dominar el nivel de profundidad al que se requiere llegar con cada sesión de hipnosis, pues resulta riesgoso y contraproducente dejar al paciente a su suerte sin ayudarlo a salir del estado de trance por falta de pericia. En otra ocasión les platico algunas técnicas que utilizaba Erickson, pero si les interesa saber más del tema, pueden descargar 3 libros en esta liga:


Los títulos de los libros son:

"Psicoterapia ericksoniana: El legado de Milton H. Erickson a la psicoterapia actual", de Mario Pacheco León (sáltense toda la introducción).

"Un seminario didáctico con Milton Erickson", de Jeffrey K. Zeig (Muy recomendable).

"Experiencing hypnosys: Therapeutic appraches to altered estates" (en inglés), de Milton H. Erickson y Ernest Rossi.

Lo que está en juego

Cuando estaba chico me gustaban mucho las caricaturas... bueno, todavía, pero entonces disfrutaba mucho las aventuras de los superhéroes y los supervillanos. Y aún siendo tan fanático, a esa edad me parecía algo muy tonto eso de que algunos supervillanos siempre querían destruir al mundo, es más, los más aventados pretendían acabar con todo el universo, y yo me preguntaba "¿para qué?" "¿no se dan cuenta que si acaban con el mundo o con el cosmos también se destruyen ellos mismos?"


Y no. No se daban cuenta. El hambre de poder y la ilusión de omnipotencia les hacían olvidarse de que todos somos uno.



Y de ahí se me ocurrió esta imagen, acorde a los supervillanos de estos días en que ya no estoy chico. Ahora les llaman "delincuencia organizada" y en el dibujo se representan por políticos, empresarios y narcosicarios cargados de un lado de la balanza, del otro lado está todo el mundo. Así, sin exagerar: todo el mundo incluyendo también a los delincuentes organizados. Eso es lo que está en juego si se sigue anteponiendo el dinero a la vida, a la naturaleza, a la dignidad.



Decían en una marcha por la paz, hace más de un mes: "No mas sangre por dinero" y es cierto. También habría que decir "No más dinero por sangre", que se pague por hacer, por crear y no por destruir, porque en la destrucción podría terminar todo y porque una buena parte del problema está en que no hay trabajos bien pagados.



El que no es capaz de amar, solamente puede odiar. El que no es capaz de crear, solamente puede destruir. Y hay que decidir de qué lado estamos.



Hasta luego.

jueves, 2 de junio de 2011

El inconsciente según mi visión de Freud

En el principio fue Freud, y aunque él era médico de profesión, pudo darse cuenta de que algunos síntomas y conductas extrañas de sus pacientes no tenían nada que ver con cuestiones de salud física, sino que estaban dentro del campo de los pensamientos, las emociones, las ideas y los instintos. Freud elaboró entonces una teoría para explicar que las personas nos movemos y nos desarrollamos siguiendo impulsos o pulsiones, la lógica dice que nos debemos inclinar a seguir las pulsiones de placer (eros) y alejarnos de las pulsiones de sufrimiento (tanatos), pero el Dr. Freud estaba sorprendido de ver cuánta gente seguía con más rigor y disciplina una pulsión de eros, aunque eso le fuera a costar muchísimo tiempo de tanatos (y se sorprendería más si viviera en nuestros días).

Entonces Freud sacó de algún recóndito lugar el concepto de "inconsciente" para explicar esta extraña conducta, así, todo lo que hacemos voluntariamente y todas las cosas que por lo menos nos damos cuenta de que las hicimos, caen en la esfera del consciente, pero todo lo que hacemos "sin querer" o "sin darnos cuenta" cae del lado del inconsciente. Por ahí anda también un concepto de "subconsciente", que medio se da cuenta de las cosas pero como que no mucho, para no andarnos con medias tintas nos quedamos con los dos enteros y mandamos a volar, en esta ocasión, al subconsciente.

Total que Freud se dio a la tarea de comprobar y demostrar que hay un inconsciente y que es más común de lo que nos imaginamos, y su mejor prueba fueron las sesiones de hipnosis: Resulta que cuando una persona estaba en trance le podía ordenar, por ejemplo, que al despertar se levantara, abriera la ventana y se rascara la nariz, y cuando se levantaba esa persona, lo primero que hacía era levantarse, abrir la ventana y rascarse la nariz, y si le preguntaban por qué había hecho eso no sabía explicarlo, solamente respondía algo como "me dieron ganas de hacerlo" o "no lo sé, simplemente lo hice".

Entonces, la mente, el inconsciente existe y va con cada uno de nosotros a donde vayamos, eso vino a explicar, al menos temporalmente, muchas de las conductas llamadas "anormales" y también le dio trabajo a los terapeutas, que durante muchísimos años trataron de hacer que sus pacientes entraran en contacto con esa mente inconsciente para poder dominarla. Hoy, en la segunda década del siglo XXI, aún seguimos intentándolo sin mucho éxito, al inconsciente todavía no le gusta ser razonable.

¡Bonitos días aquellos en que las sesiones de terapia se daban el tiempo suficiente para revisar la mente de la persona que estaba ahí en su consultorio! Tiempos en que se podía dejar que el paciente conociera su mundo interno, su forma de sentir, razonar y ver su entorno a partir de su propia y única experiencia.