El miedo y la muerte son dos hermanos casi siempre no deseados
ni aceptados que se mueven entre las sombras de tu conciencia queriendo ser
reconocidos como una parte de ti, como si fueran hijos bastardos reclamando al
padre o a la madre su abandono, entre más los ignoras más fuertes se vuelven sus
señales para recordarte que existen y que son tuyos, en ocasiones te hacen pasar
momentos de vergüenza, tristeza o ansiedad (todos de la misma familia), que son
sus formas de gritar cuando de verdad sienten que los rechazas y sin embargo
ahí están, la muerte atrás de tu hombro guiándote por la vida tal como la vio
Carlos Castaneda y el miedo, ese miedo tan sincero escondido dentro de ti con
la esperanza de que lo protejas tiene una forma pequeña como la infancia, como todo lo que no te
gustó en tu niñez, aunque entonces parecía ser muy grande y tal vez por eso
hoy aún no lo aceptas, pero el tiempo ya pasó y tu tamaño corporal, mental,
moral y espiritual ahora es otro, ya eres mayor en todo y tu miedo se da cuenta
más tú no. A veces no.
El miedo siempre ha querido avisarte cuando estás en riesgo
o en peligro para que tomes buenas decisiones y se asusta cuando lo ignoras y
te dejas ir al borde del precipicio emocional, laboral, familiar, económico o
cualquiera que esté cerca de ti. Más se asusta, más grande se hace y más te
desespera hasta que provoca el efecto contrario al que desea: tomas una
decisión impulsiva para quitarte la ansiedad en lugar de darte un tiempo para
hablar contigo acerca de los pros y contras de tu situación. Para dejar de alimentar a tu miedo es necesario dejar de prestarle tanta atención y simplemente aceptar que está ahí.
El mundo es de los valientes, dicen y dicen bien. Ser
valiente no es lo mismo que ser impulsivo. Ser valiente es aceptar la compañía
del miedo y con eso ampliar el horizonte de tu vida, reconociendo que hay
oportunidades, ventajas y ganancias junto a los riesgos, peligros y dudas que
encontrarás en el camino por cada una de tus edades hasta llegar al destino final que es la
puerta de salida de tu historia en este mundo. Hasta allá llegan tus huellas
y las de todos, no importa si creemos en la muerte o no. Aprovecha este día.
Hasta luego.
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