sábado, 5 de julio de 2014

Necesidad y necedad

"Un necio encuentra siempre otro necio mayor que le admira"
Nicolas Boileau


Hoy es un día como cualquier otro. Tal vez en algún lugar del planeta se celebre una fecha especial. Tal vez para alguien sea el aniversario de algo importante. Tal vez este día haya traído una sorpresa inesperada para alguien más. Pero visto de manera general, como lo vemos la mayoría de las personas, hoy es un día tan especial y único como cualquier otro.


Es un día en el que tuvimos la oportunidad de atender a nuestras necesidades y usar nuestros recursos para satisfacerlas. Si somos prácticos y coherentes, eso debimos haber hecho para saber que al final, este día fue provechoso. Pero a veces no es así. A veces no hacemos caso de las necesidades que tenemos y preferimos darnos un gustito, cumplirle ese capricho a la pareja, o a la hija, o a quien sea. Preferimos tomar prestado el dinero que ya tenía un destino y usarlo en otra cosa. Cuando hacemos esto nos robamos a nosotros mismos, nos hacemos trampa y nos quitamos la paz y la tranquilidad de hacer caso a lo que en realidad necesitamos. Nos hacemos trampa y entonces relegamos nuestras necesidades, retrasando el momento en que se verán satisfechas.

Es una cuestión de equilibrio: Entre más interés prestamos a las cosas materiales y superficiales, más descuidamos las cuestiones espirituales y emocionales. Es como un péndulo, que en un extremo tiene la diversión, las golosinas, la bebida, los programas de TV, las horas frente a las redes sociales, el gusto de gastar y estrenar para sentirse felices y en general, todo lo que provoque placer instantáneo (no nos gusta esperar). En el otro extremo de este péndulo está el trabajo, la necesidad de administrarnos y organizarnos, el estudio, las tareas, las responsabilidades, el tiempo de atención a la gente que queremos... y en general, todo lo que implica un logro y una satisfacción de largo plazo.

Este péndulo debe estar equilibrado, detenerse en cualquiera de sus extremos sería igual de perjudicial, por eso debe estar siempre oscilando y reduciendo la distancia entre las necesidades y los deseos caprichosos, por no decir necedades, jeje. Y claro, tengamos en cuenta que entre ambos extremos está toda una variedad de posibilidades para no vivir solamente en la responsabilidad o en la necedad.


No hay mucho margen para la confusión, por ejemplo, si vemos esta imagen se entiende de inmediato que este señor no está actuando de acuerdo a sus prioridades (lo curioso es que algunos gobiernos sí actúan de esta manera):


Digo, si a cualquiera le preguntan dirá que es más importante pagar la deuda que ya se tiene en lugar de adquirir una o dos deudas más (aunque el dinero alcance). También dirán que ante todo hay que asegurar la vivienda, el alimento, el vestido, el trabajo y la educación de los hijos y de uno mismo. ¿Habrá gente capaz de gastar el dinero, los recursos de la familia en darse un gusto que durará poco? Unas vacaciones, una tele grandota de plasma o leds con Internet, un celular nuevo cada 3 meses,  un auto del año, una inscripción al club donde va "toda la gente", una cirugía estética... ¿Habrá alguien capaz de invertir su dinero en deudas que le darán una sensación de poder y placer inmenso durante unos meses, pero que tardará años en pagar? ¡Claro que sí!

Y miren que no estoy en contra de darse estos gustos y otros más, aquí el punto es que en ocasiones nos damos los gustos sin prevenir antes que habrá otros gastos necesarios e inevitables, y que además de esos gastos del día a día, con situaciones tan incómodas y anticuadas como comer, usar ropa, trasladarse al trabajo o a la escuela, surtir la despensa, asegurar el vestido, los útiles y la escuela de los hijos, pagar los servicios básicos (luz, agua,  y otras cuestiones igual de obvias), hay también de manera inevitable otro montón de gastos imprevistos, sobre todo si algún familiar enferma sorpresivamente, o sufrimos un accidente o un robo... 

"El necio tiene una gran ventaja sobre el hombre de espíritu: está siempre contento de sí mismo."
Napoleón

Algunas personas, no sé si muchas o pocas, llevan este ritmo de vida, desconocen o ignoran sus propias necesidades y cuando se dan cuenta ya no tienen recursos, pues los han repartido alegremente aún desde antes de ganarlos.


La necedad es, según los que dicen saber, ese acto que resulta de la ignorancia por no saber algo que sí deberíamos saber. Tal vez el término correcto sería el que decía mi mamá: No saber lo que uno no quiere saber. Así podemos entender por qué mi necedad le hace más caso al qué dirán que a mis necesidades reales. A la publicidad que a la lógica. Al antojo que al hambre. Si le hacemos caso a la necedad siempre vamos a actuar como si no supiéramos... pero sí sabemos.

Y como este blog se ocupa sobre todo -aunque no de manera exclusiva- de asuntos psicológicos, quiero recordar que todo lo que hacemos en cualquier terreno de nuestra vida se refleja en las demás áreas que conforman nuestra personalidad o nuestro ser. Así, quien vive sin hacer caso de sus necesidades y desperdicia sus recursos materiales, también puede llegar a vivir esos extremos en la esfera emocional y convertirse en un auténtico alienado (de "alien": extraño, fuereño, lejano, diferente y desconocido) que no sabe o no quiere saber lo que siente y prefiere que sean los demás quienes le digan qué debe sentir y cómo reaccionar


Entonces tenemos personas que también desperdician sus sentimientos, exagerándolos ante una novela o una situación donde nos dicen que se debe "sentir mucho" y escondiéndolos en las situaciones cotidianas, en las que es realmente necesario demostrar amor, interés, cercanía, confianza, respeto y otro montón de sentimientos que, cuando surgen espontáneos y con las personas indicadas, crean lazos y vínculos profundos y dejan huellas imborrables en la historia personal de quien se atreve a expresar las emociones que necesita, y también crean esas uniones y vínculos permanentes en las personas que le acompañan en su sentir.

"Corrige al sabio y lo harás más sabio. Corrige al necio y lo harás tu enemigo"
Emmanuel Kant

Mi sugerencia es que no seamos derrochadores ni de dinero, ni de recursos ni de emociones, sino que utilicemos generosamente y con plena conciencia todo lo que tengamos a la mano sin ir más allá. Sin empezar a gastar o a consumir lo que aún no tenemos.


Y ya escucho las quejas: ¿Y cómo le hago, si todo está tan caro? ¿Y cómo hago caso a mis necesidades emocionales, si no puedo dejar de enojarme con tanta carestía y problemas? O también otra más patética: ¿Cómo dejar de hacer esto, si se lo prometí a ... ? (ponga usted el nombre de quien le gustaría complacer).

Bueno, ante estas preguntas y otras parecidas no queda más que volver a lo básico y revisar cada quien en su estilo de vida: ¿De verdad le estamos dando prioridad a nuestras necesidades?, ¿no estaremos sufriendo por necedades?


Hasta luego.




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