domingo, 13 de julio de 2014

Jugar a ser buenos

"La única recompensa de la virtud, es la virtud.
La única manera de tener amigos, es ser un amigo."
Ralph Waldo Emerson


Cuando vemos una película o una caricatura nos preguntamos quién es el bueno, y mientras se desarrolla la trama también vamos tratando de identificar si los personajes que aparecen son buenos o malos. En las novelas, los partidos de fut y las películas estilo Hollywood es muy fácil hacerlo, están diseñadas para sentir simpatía hacia el "bueno" o la "buena". Pero también en los noticieros pasa lo mismo, tendemos a interpretar las noticias en términos de "buenos" y "malos", si no es que el mismo noticiero nos dice sin tapujos a quién debemos considerar "bueno" y a quién debemos temer y rechazar.



Y al final, cada uno se forma su propio concepto de lo que es "ser bueno" y actúa de acuerdo a él. 

En algunos casos lo que se aprende es que "ser bueno" significa ganarle a los demás, ser el mejor al costo que sea y asegurar que "mi gente" esté bien, sin importar cómo. De este tipo de "bondad" ya he hablado en otras entradas de este espacio (por ejemplo aquí o aquí) y seguramente volveré a tocar el tema alguna otra vez. En el extremo opuesto están las personas convencidas de que "ser bueno" es dedicarse 100% o más a la gente que quieren, aún a costa de sacrificarse a sí mismas.

En realidad, vivir para darle gusto a otros no es "ser bueno", a la larga genera amargura y resentimiento en la persona que lleva este rol durante años, porque hay algunos mensajes silenciosos, de fondo, atrás de todos los actos de bondad: 


"Yo soy bueno, por eso merezco lo mejor y un día lo tendré". 

"Yo soy bueno contigo para que me quieras".

"Yo soy bueno contigo a pesar de todo: Yo soy mejor que tú".

"Yo soy bueno y me sacrifico con gusto, ¿por qué todos los demás no son igual?"

Siendo tan buenos con los demás e ignorando nuestras necesidades, al final nos sentimos con derecho de juzgar y reclamar a los demás y a la vida misma. 



En aquellos que viven de esta manera su parte bondadosa existe un sentimiento confuso y contradictorio, ya que al mismo tiempo sienten culpa y orgullo, resentimiento y necesidad de ayudar, deseos de ser libre y miedo a retirarse. Aún cuando son capaces de querer y ayudar a todo el mundo si tienen la oportunidad, generalmente se dedican preferentemente a una sola persona: mamá, papá, un hermano, una hermana, la tía que vive sola, el esposo, la esposa (o como  le diga a su pareja). Siempre hay una persona a la que deben cuidar más, a la que hay que dedicarse y por la que vale la pena sufrir y luchar en esta vida. 

El problema es que quienes "son buenos" de esta manera se olvidan de sí mismos, al menos aparentemente y se conforman con hacer feliz a alguien más (también aparentemente, porque esto de ser feliz es responsabilidad de cada uno). Y si no hay felicidad dentro de su corazón, en su vida diaria, ¿cómo es posible que le den felicidad a otras personas? Nadie da lo que no tiene. La lógica dice que para querer realmente a otro, antes debes demostrarte que te quieres a ti mismo: Que en tu propia persona encuentras alguien a quien cuidar, que tú eres digno de recibir amor y buenos tratos.

Y si no, ¿qué pasará el día que se vaya esa persona que merece todos los cuidados y cariños? Los familiares mueren o se van retirando para hacer su vida. Las parejas pueden llegar a separarse, los amigos también se retiran aunque siga viva la amistad. Y la persona que quiere ser buena en función de agradarle a otra persona, siente una angustia tremenda cada vez que ocurre uno de estos cambios. Cada vez que necesite hacerse caso a sí misma. Si no te tratas a ti mismo como tratarías a la persona que más quieres, solamente estás jugando a ser bueno



Es importante entender que en este juego  hay reglas muy claras, voy a describir aquí las que tengo más presentes para ayudarte a identificarlas y descubras si las estás aplicando en tu vida. Si resulta que sí, eres bienvenid@ al mundo de la codependencia, que afortunadamente también tiene puerta de salida.

Por lo pronto, aquí están las reglas del juego, presentadas sin un orden específico:

1. Creer que las necesidades de la otra persona son más importantes que las propias.

2. Sacrificar o posponer indefinidamente tus planes, proyectos y bienes materiales para satisfacer a esa persona.

3. Limitar la vida social al mínimo permitido por la persona a la que se debe complacer.

4. Ofrecer tu ayuda antes de que te la pidan.

5. Si algo sale mal, ofrecer opciones de solución antes de identificar las causas y los responsables de que las cosas no hayan resultado como se esperaba.

6. Sentir una culpa tremenda cuando la otra persona se siente mal, o simplemente cuando está callada. 

7. Ceder a las exigencias de esa persona aunque parezcan ilógicas o hasta humillantes, porque la quieres mucho y se merece todo.
8. Creer que al hacer todo esto conseguirás el respeto y el reconocimiento de esa persona y de las demás.


9. Asegurar que la otra persona va a cambiar cuando valore todo lo que haces por ella.

10. Creer ser dueños de una virtud muy especial: la de "ser buenos" a pesar de cualquier cosa que ocurra.

11. Renunciar a la propia autoestima, esperando recibir la estima de otra persona.

Son reglas crudas, se escuchan crueles pero hay personas que las cumplen cabalmente. Y esas personas pueden dejar de hacerlo, solo que esta decisión debe salir desde su interior, de lo más profundo de su corazón para que se comprometan consigo mismas; de otra manera no podrán seguir el proceso de reconciliarse consigo mismas para recuperar su propio tiempo y espacio.



¿Qué se gana con este juego?

En lo personal creo que jugar a ser buenos es ganar puros premios virtuales, por no decir imaginarios:

Se gana el derecho de manipular o chantajear, porque "yo soy bueno".

Se gana el derecho de estar siempre con la persona querida, aunque no la aguante.

Se gana la reputación de ser una excelente persona, muy entregada y que sí quiere a _____________ (ponga aquí el nombre de quien guste), porque se lo demuestra siempre.

Se gana el derecho a recibir la compasión y las migajas del amor que otras personas sí piden y reciben asertivamente.

Se gana la creencia de ser útil, por satisfacer a otra persona.

Se gana la ilusión de controlar la vida de otra persona a través de la ayuda que se le brinda.

Se gana el derecho de vivir una relación de codependencia.



¿Qué tal con este jueguito? 

Y la pregunta final, en tono cantinflesco: ¿Entonces resulta que no es bueno ser bueno? Pues sí, lo que no es bueno es jugar a ser bueno. La bondad existe y la virtud también, aunque cuesta trabajo alcanzarlas y vivirlas pero una vez que esto se da, uno puede empezar a hacer lo correcto sin pensar en darle gusto a nadie más; esta no es una postura egoísta sino necesaria, pues una vez que se han satisfecho tus necesidades puedes decidir con quién vas a compartir tu bienestar, y en ese momento te das cuenta de otra cosa muy curiosa:

Cuando dejas de jugar a ser bueno, también dejas de buscar relaciones con gente codependiente que le gusta jugar a que no puede vivir sin tu ayuda. Ya no te interesa el estatus social de "ser muy buena persona".

Siempre es posible decidir algo diferente, la decisión es más efectiva y duradera cuando viene de adentro.

Hasta luego.

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