"¿Qué es el amor sino comprender y alegrarse de que otro viva, actúe y sienta de manera diferente y opuesta a la nuestra? Para que el amor supere con alegría los antagonismos no debería suprimirlos, negarlos. Incluso el amor a sí mismo contiene como presupuesto suyo la dualidad (o la pluralidad) indisoluble, en una sola persona"
(Federico Nietszche)
No todo lo dual es sexual, pero todo lo sexual
sí es dual. Dualidad significa que tenemos dos extremos opuestos como los
polos de los imanes, y donde haya dos contrarios también habrá una interacción
entre ellos. Es claro el ejemplo del día y la noche, y prácticamente en cualquier
campo que nos desenvolvamos encontraremos esa relación entre los opuestos, los
diferentes. La relación sexual entre hombre y mujer es una manifestación más de
ese contacto con la dualidad, en su parte más física, y es la expresión de
nuestro intento por fundir en una unidad a dos extremos diferentes, desaparecer
la dualidad y llegar a ser uno con uno mismo, con la pareja e idealmente con el
mundo, ser uno con la realidad que conocemos.
Esa es una experiencia deliciosa y momentánea,
la dualidad sigue existiendo y es necesario aceptarla para evitar el conflicto
y para no volvernos adictos a escapar de la realidad fingiendo ser uno al
enfrascarnos en un vicio. Por cierto, los victorianos relacionaban la pereza y
la pobreza con el vicio, es decir que la gente perezosa y pobre era así por ser
viciosa y débil, ya que no podían superar su tentación. Todavía hay gentes que
piensan así, de esta manera tan polarizada: Si yo vivo "bien", entonces todos los
que no viven como yo están equivocados, por lo tanto están "mal" como personas. O
dicho de otra manera: Si son pobres es porque quieren, cuando se les quite lo
flojos van a hacer dinero. Como se ve, irse a un extremo de la dualidad es lo
mismo que volverse intolerante.
Decía que es necesario aceptar la dualidad, las
partes aparentemente contrarias que naturalmente hay en cada persona, lo
masculino dentro de lo femenino y viceversa, la aceptación de las diferencias
que hay entre las personas nos lleva a dejar de criticar, humillar o envidiar a
los demás para sentirnos parte de este conglomerado de dualidades.
Si no podemos aceptar nuestra dualidad y la de
los demás, las probabilidades de enfermar irán creciendo y en cualquier momento
se manifestarán física o emocionalmente, o de ambas maneras (para reducir la
dualidad). Además de esto, aceptar la dualidad ayuda a disminuir la ansiedad
sexual: todos tenemos una actitud ante la sexualidad que va del rechazo
(parecido a la moral victoriana) al apego desenfrenado (lo que algunos llaman
libertinaje), esta actitud representa nuestra preferencia sexual y aunque se
considera que toda expresión sexual es normal, cabe decir que también existen
síntomas de que puede haber alguna patología tocando a la puerta:
En principio,
el rechazo o no aceptación de la dualidad (o sea la sexualidad) revela también
el rechazo hacia uno mismo, lo que deriva en baja autoestima y puede provocar
situaciones de agresividad impulsiva para ocultar el miedo a la intimidad
sexual. El extremo opuesto, la búsqueda compulsiva de placer sexual, puede llevar
a olvidarse de sí mismo volcándose hacia afuera, forzando en ocasiones a otra u
otras personas a hacer cosas en contra de su voluntad y llegando a dañarse a sí
mismos en sus actividades, relaciones sociales o propiedades. Una adicción, que
también derivará en conflictos con la autoestima.
Un ejemplo que ilustra con claridad la no aceptación
de la dualidad es el de muchas parejas que deciden unir sus vidas: Cuando se
conoce la pareja, generalmente descubren infinidad de cosas valiosas en esa
otra persona y literalmente se enamoran de sus diferencias, ese misterio que
vuelve excitante la vida. Sin embargo ocurre con frecuencia que al vivir juntos
esas diferencias comienzan a pesar y la misma pareja comienza a quejarse de
cómo es esa persona con la que vive, hasta terminar por decirle que no le gusta
cómo demuestra su cariño: “Quiero que me quieras como yo quiero, no como tú me quieres”. ¡Nos enamoramos de las diferencias y después las tratamos de
eliminar!
En otros casos se puede ver a la pareja
jugando el rol de madre e hijo o de padre e hija, que es otra forma de vivir la
relación sin aceptar la dualidad y que además es motivo para desarrollar otro
tema: Escogemos a una persona adulta por pareja y queremos recibir una
obediencia infantil, ¡qué cosas hacemos los humanos!
Por estas y otras razones, es válido ver a la
persona en un contexto más amplio, en todas las dimensiones de su dualidad y no
solamente en su sexualidad.
¿Y no dicen que todo lo que hacemos refleja
nuestra sexualidad? Sí, nuestra sexualidad es parte inseparable de nosotros, de
nuestra naturaleza, y es al mismo tiempo dualidad. Pero la dualidad va más allá
de la sexualidad y de la humanidad.
Hasta luego.
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