sábado, 8 de marzo de 2014

Otras deudas emocionales

"Tu única obligación
en cualquier periodo vital
consiste en ser fiel a ti mismo.
Ser fiel a otro ser o a otra cosa
no sólo es imposible,
sino que también es el
estigma del falso
Mesías.
"

Richard Bach

Hace unos días escribí algo acerca de las deudas emocionales, y en ese momento decía que la moneda de cambio para esos créditos es el rencor (¿por qué sería?... nada personal, espero); sin embargo hoy vengo a hacer una corrección para aclarar que así como en el mundo material manejamos distintos tipos de monedas, también en el mundo de las emociones ocurre lo mismo: No es lo mismo tener que pagar en pesos que en dólares, o en euros.

Entonces, hablando de nuevo de nuestra economía psicológica, podemos contraer una deuda de rencor como la que mencioné en el escrito anterior, pero también podemos echarnos encima una deuda con alguna otra moneda, y no será lo mismo sentir que debemos rencor, a sentir que debemos gratitud o lealtad, por poner un ejemplo. Y aún así siguen siendo deudas, con las mismas características mientras las tengas en tu vida:


No eres el verdadero dueño de tus sentimientos.

Te angustias cuando se aproxima el momento de pagar.

Te amarras a una situación del pasado en vez de actualizarte y vivir el presente.

Generas intereses, pero a diferencia del rencor, los intereses que generan las deudas de gratitud o de lealtad son actitudes como la culpa, la vergüenza, el miedo o la represión.

No tienes el control sobre tus emociones, pues reacciones para otra persona: en las deudas de rencor tu objetivo principal es hacer que esa otra persona se sienta mal, y en las deudas de gratitud o lealtad tu objetivo será conseguir que otra persona se sienta bien... ¿Y tú? ¿Cuándo?


Dejas de usar tu capital emocional en los proyectos del presente, para dedicarlo a esa deuda del pasado. Un ejemplo claro de esto aparece en la vida de casados, cuando uno de los miembros se siente tan comprometido con sus papás "porque les debe tanto, que nunca acabará de pagarles" y entonces decide dedicarles más tiempo, dinero y atenciones a ellos que a su pareja... y hasta se enoja si esa pareja no entiende que debe cumplir la noble misión de saldar la deuda con sus padres... ¡Imagínense si a los dos les da por "pagar" sus deudas de gratitud en lugar de dedicarse a su propia familia!

"Eres muy egoísta: Prefieres pensar en ti que en mi"
Jorge Bucay

Aunque las deudas de gratitud y de lealtad parecen tener un noble fin, al final producen un efecto similar al que hacen las deudas de rencor, pues terminas por definir tus actos y tus decisiones en función de lo que desea otra gente. No eres libre, y aún haciendo todo lo posible por pagar, sigues pensando que no es suficiente.

Las deudas de gratitud te pueden amarrar con más fuerza que las de rencor, ¿cómo dejar de sentir (o de demostrar, al menos) gratitud hacia alguien que te ha hecho tanto bien? En algún otro momento he tocado el tema de la dependencia y las adicciones (si no lo leíste, pícale aquí, aquí y aquí), también el de la manipulación; pues bien, eso es lo que ocurre con estas deudas:

Si tuviste padres sobreprotectores que te enseñaron a sentirte seguro solamente junto a ellos, tendrás una gran deuda de "gratitud y lealtad"; si admiraste demasiado a un maestro, un amigo, un familiar o a determinada persona en algún momento de tu historia, también tendrás una gran deuda que tal vez te impedirá encontrar tus propias convicciones con tal de seguir siendo "leal y agradecido". 

Por cierto, Jorge Bucay dice que "admirar" significa "ponerse por debajo de alguien", así que desde ahí estamos adquiriendo la deuda emocional. 


La recomendación es NO admirar, en lugar de eso SÍ valorar a las personas. Y no admirar es una verdad aplicable a TODA la gente, llámense papás, esposa, esposo, hijos, maestros, jefes, o quien sea.

¿Te descubres con alguna deuda emocional? Págala lo antes posible, de ser posible hazlo de contado. Puedes seguir queriendo a la gente con la que sientes gratitud, lealtad o hasta rencor si les regresas lo que es de ellos, y lo mejor de todo es que también a ti te seguirán aceptando, no porque seas muy agradecido o leal, sino simplemente por ser cómo eres.

"Si en la vida tu única oración fuera “gracias”, con ella sería suficiente."

Eckhart

Si sueltas tu deuda emocional, podrás sentir esa sana gratitud y lealtad hacia la vida que te permite valorar a todas las personas, sin sentir que debes vivir centrado en una sola. Incluso te podrías permitir valorarte a ti mismo. Eso es usar tu capital emocional, tu decidirás con quién lo compartes.

Hasta luego.

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