Esperamos demasiado de los demás y de la gente en general.
A veces ponemos unas expectativas muy altas en alguna persona y ahí se las dejamos colgadas, creyendo que por ese solo hecho esa persona en particular se comportará como nosotros esperamos, pero ¡Oh sorpresa! Normalmente cada uno de nosotros sigue avanzando por el camino de su vida y no nos convertimos en una fotografía o una reproducción estática de lo que la demás gente espera. También es normal que aquellos que colgaron una ilusión o una expectativa en otro alguien, vivan decepcionados porque sus deseos no se cumplen. Un poco menos normal, aunque no por eso poco común, es la reacción de culpar a otra persona por aquello que nosotros debimos haber realizado. Colgar muchas expectativas, o una expectativa muy grande a una persona puede ser el equivalente a convertirnos en el "amo" virtual de esa persona: a partir de ese momento estará obligada a cumplirnos, aunque tal vez ni siquiera lo sepa. En una relación de pareja esto se llama codependencia; en una relación padres-hijos se llama sobreprotección, en el mundo de la política y los negocios se llama lealtad y en el mundo de los niños, que siempre le dicen a las cosas por su nombre, este tipo de relación se llama "adivinanzas", con 2 preguntas favoritas: ¿A que no sabes lo que espero de ti? y ¿Por qué no hiciste lo que yo esperaba/quería/deseaba/insinuaba/exigía/sugería que hicieras? Como sea, en cualquier caso hablamos de una situación en la que, si ambos aceptan su rol de "esperanzado - esperanzador", tenemos como resultado una autoestima deficiente que buscará, por un lado, confirmarse a sí misma a través de la aceptación de los demás, y por el otro, que evadirá asumir su propia responsabilidad porque siempre habrá alguien que esperábamos hiciera algo mejor y por su culpa no pude hacer lo que me toca. ¿Suena familiar? Tal vez. Podemos jugar a ser el que cuelga las expectativas en otros y también a que somos los que van por ahí cargando expectativas ajenas, a fin de cuentas ninguno de estos roles permite ser libre de tomar decisiones propias, así que si nos descubrimos en alguno de estos papeles durante nuestra vida diaria, también podemos jugar a soltar la carga y dejarla ahí (en caso de jugar a ser aquellos de los que se espera demasiado) y a dejar de esperar tanto de los demás sin investigar qué tan realistas son nuestras expectativas. Al final encontraremos una ventaja: Seremos libres, capaces de decidir por nosotros mismos con menos egoísmo y más, mucha más confianza en nuestro propio yo y en los demás. Es difícil saber cómo nos perciben los demás, tal vez estemos traicionando las expectativas de alguien, o tal vez estemos decepcionados de alguien que no hizo todo lo que, según nosotros, debió haber hecho. Seamos libres, nos veremos con más respeto unos a otros y, a lo mejor, hasta tendremos la capacidad de afrontar la vida juntos, acompañados y aceptando a cada quien como es sin esperar que sea como yo quiero.
Saludos, nos seguimos leyendo.
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