miércoles, 13 de abril de 2022

Cuento. La nueva Tierra. Parte 11

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Pobreza y olvido. Corre la voz.

La nueva Tierra. Parte 11


- Pero entonces, ¿esa enfermedad no existe? ¿Nunca existió? ¿A poco estamos tan mensos como para creer en algo así, solamente porque nos dicen que es real? Bueno... también hay que ver que todos los "noticieros serios" estuvieron repitiendo noche y día que era real. Todavía ahorita que ya tenemos pruebas a veces me hacen dudar y creo que sí es real, ¡qué fácil nos convencen!

Jade se queda pensativa por un momento y después de pensar, me dice:

- No, la gente sí se enferma en realidad, la gente hasta se muere, tú lo has visto, pero no es por lo que nos están diciendo. La gente se enferma de pobreza y de olvido, se enferma de hambre y de indiferencia. Se enferma de la angustia por no tener trabajo y tener que estarse moviendo de un lugar a otro… Dicen que esta enfermedad es como un resfriado mortal, pero no es eso, son las defensas cada vez más bajas por la falta de interés de las autoridades en la gente y de la gente en sí misma. Ahora va a terminar esta enfermedad como la conocemos, como nos la han presentado en las “noticias”, pero ¿de verdad va a terminar? No, solo terminará hasta que se acabe esta crisis de pobreza.

De pobreza material y espiritual, me quedé pensando sin decir ya nada, un poco avergonzado por ver lo fácil que es engañarnos a todo el mundo repitiendo una mentira todos los días, a todas horas, por todos los canales…

En la mochila que Nico le entregó a Jade cuando nos subimos a la camioneta allá en el Popo había una laptop, un celular, algunos sobres, tarjetas de banco, un aparato que no conozco, unos lentes de sol y un pedazo de papel donde estaba mal garabateada la palabra “Cuídate”. Jade revisó la laptop y los otros aparatos y encontró varias carpetas con muchas fotos y documentos que detallaban las negociaciones de Nico con el grupo que se fue a Marte, incluyendo las instrucciones directas de cómo intervenir transportes, desde vagonetas hasta barcos y aviones, desestabilizar algún país en especial e incrementar la violencia en otros, además se explicaba detalladamente cómo iban a esparcir por todo el mundo la “noticia” de la nueva enfermedad. Había material suficiente para hacer todo un documental. En una carpeta de videos encontró un mensaje grabado para ella, en el que Nico le pedía disculpas, le explicaba que realmente no sabía a qué se estaba enfrentando, reconocía que la tecnología de los traidores a la Tierra era muy superior y no sabía si iba a sobrevivir, pero si lo lograba, estaría en contacto con ella para enviarle más evidencias de lo que sea que encontrara en Marte. Me conmovió ver este mensaje.

- Nico tiene un lado bueno. Ojalá esté bien.

- No te engañes, Jacobo. ¡Nico es un monstruo! Ojalá se quedé allá en el espacio y que lo aguanten en Marte, porque si regresa a la Tierra va a querer que lo tratemos como el súper héroe salvador y se va a convertir en el peor dictador de todos los tiempos.

No sé qué decir, me da un poco de vergüenza haberme dejado llevar por mi entusiasmo.

- Estás reaccionando como él quiere. Actuando así se va a ganar a toda la gente porque eso es lo que él hace: sabe ser encantador y parecer muy preocupado por todos. Es un excelente manipulador.

Afuera todo sigue igual. Tal vez peor, porque ahora sabemos que no hay líderes y la gente está dudando de esa enfermedad. En La Colmena nadie sabe dónde quedaron los científicos que podrían explicar lo que ha pasado… o al menos eso nos dicen en los noticieros, personalmente, creo que los deben estar interrogando en algún lugar muy, muy privado. Pero tenemos este material y habrá que darlo a conocer. Muchas de las gigantescas pantallas en las plazas y lugares públicos siguen transmitiendo los mensajes alentadores de los líderes “enfermos”, pero hay algunos lugares que ya protestan y se sabe que varias de estas pantallas han sido destruidas por grupos de inconformes con corta visión: las pantallas no son las que idearon esos mensajes.

Los noticieros han creado la historia de que un grupo terrorista atacó el Popocatépetl, y que en ese lugar en realidad estaba un centro de investigación con un mega laboratorio de cooperación internacional, donde se estaría desarrollando la cura para la extraña enfermedad... el viejo truco de convertir en mártires buenos y sacrificados a los verdaderos delincuentes que operaban con fuertes apoyos de quienes pueden pagar hasta las noticias que se dan a conocer. Pero en las redes circula el video que transmitió Nico y cada vez que lo borran, alguien más lo vuelve a subir y rápidamente rebasa el millón de visitas, después los cinco millones, los diez millones, y así continúa... sin embargo, sabemos que con el tiempo, tanto el video como la historia de lo ocurrido en la Colmena se volverán leyenda y se irá perdiendo el mensaje de lo que en realidad ocurre aquí, en nuestra Tierra.

Necesitamos hacer algo pronto, y no sabemos en quién confiar, pero me acuerdo de Zac y a Jade le parece buena idea buscarlo.

- Zac, mi amigo, ¡qué bueno que te encontramos!

- ¿Qué onda, muchachos?, ¡qué gusto verlos! ¿Qué han hecho? Hace mucho que no los veía.

- Tuvimos que irnos por un tiempo, ¿tú sigues en eso de la informática?

- Sí, aquí todo sigue igual, soy un bicho raro: ¡hasta trabajo en el mismo lugar! Ya ven que ahora la gente dura muy poquito tiempo trabajando y luego la corren, pero yo no he tenido problemas en la empresa. Hago programas de multimedia para cine, televisión y publicidad, en mis ratos de ocio también he hecho otros programas de efectos especiales para algunas series y películas. ¿Tú qué haces, Jacobo?

- Ahorita no estoy trabajando, Zac, renuncié hace unas semanas. Pero todo bien.

Después de los saludos de rigor se abre el refrigerador y pasamos a tomar unas cervezas al estudio de nuestro amigo, como fondo se estaba escuchando un blues tranquilo, creo que era Joe Bonamassa, pero Zac detiene esa playlist y se dirige a un tornamesa arrinconado entre otro montón de “cosas” electrónicas, toma un disco de acetato y con todo cuidado enciende el aparato, coloca la aguja de diamante sobre el primer surco del disco y comienzan a escucharse los Conciertos de Brandenburgo, de Bach. Entonces mi amigo empieza a hacer una de sus larguísimas reflexiones:

- Antes así se escuchaba la música, en discos o en cassettes, para que funcionara tenía que haber fricción, contacto físico, y eso causaba ruido, metía impureza al sonido. Miren: la aguja tiene que tocar al disco mientras gira para que se escuche la música, en los casettes es aún más fricción, la cinta tiene que rozar un dispositivo magnético para que la podamos escuchar y además, se daña fácilmente. Después a alguien se le ocurrió inventar la música digital y los discos compactos sustituyeron la aguja de diamante por un delgado rayo láser, seguía habiendo fricción, pero mucho más sutil. Entonces apareció el “estado sólido”, como éste, miren: en esta USB tengo muchísima música guardada y para escucharla solamente la coloco en el puerto de mi reproductor ¡y listo! Sin agujas, sin láser, sin magnetismo: la música pasa directamente al aparato sin que haya fricción. ¡Ah, pero aún hay contacto, es cierto! Justo ahí aparece la nube y el bluetooth, la música está en el aire y no necesitas cables, lásers ni nada visible para transmitirla al reproductor y escucharla. ¿No es una maravilla lo mucho que ha cambiado nuestra forma de guardar y reproducir música?

- Sí, claro que lo es… y lo mismo ha ocurrido con otras formas de transmitir información, ¿verdad?

- Así es, cuando los descubrimientos de la ciencia avanzan en un área, es inevitable que afecten a otras. Además, todo es información.

- Oye, Zac, necesitamos tu ayuda, no sé si quieras hacer algo por nosotros, y para empezar, no sé si vas a creer lo que te vamos a decir. Verás…

Zac escucha con atención la historia que le vamos relatando Jade y yo, sin interrumpirnos, después de un rato se termina el lado “A” del acetato y mejor apaga la música para escucharnos con más concentración. Es algo tardado, pero e cuanto terminamos, lanza un grito de emoción.

- ¡Ujúuuu! ¡Qué buena historia! Esto es ciencia ficción de a deveras.

- Pero nos crees, ¿verdad, Zac?

- Por supuesto que sí. Todo suena tan lógico que debe ser cierto. Solo hay algo que no me cuadra en su historia: entiendo que hay un grupo de personas que se distinguen por su postura racista y pertenecen a grupos de ultraderecha, pronazis y otros así de discriminadores, para ellos es totalmente lógico que se alejen de la “chusma” porque se consideran a sí mismos como una especie superior y todos los demás solamente debemos servirles sin hacer preguntas. Por lo que he visto en los videos que transmiten todo el tiempo, allá en Marte están todos ellos y me parece lo más normal. Lo que no logro entender es ¿qué hacen allá esas otras gentes que son más humanistas, que predican la tolerancia, el respeto y la igualdad?, porque también aparecen en los videos de la gente “contagiada” por esa supuesta enfermedad.

Intervengo haciendo un comentario casi sin pensar:

- Es cierto, tal vez lo que dicen no coincide totalmente con lo que hacen, hay personas así de incongruentes.

Jade es más prudente al opinar:

- Puede ser, pero también pudiera ser que los hubieran llevado a Marte con engaños, si no les dijeron la verdad no pudieron decidir.

Zac retoma el comentario de Jade. Me tiene sorprendido lo rápido que ha asimilado estos hechos y su claridad para hilar las ideas.

- Correcto, y todavía puede haber otra opción: no se fueron a Marte, siguen aquí en la Tierra y de verdad creen que están desahuciados por culpa de esa rara enfermedad. Pienso que, si en verdad son personas íntegras y estuvieran en Marte, al descubrir las intenciones reales de esa colonia extraterrestre no se prestarían a mentirle a la humanidad y pondrían en riesgo a quienes sí lo han hecho.

- ¡Zac, me sorprendes! Se escucha bastante creíble eso que dices, ¡qué listo!

Zac no se inmuta con los comentarios de Jade, sigue pensando en la historia que le acabamos de contar y atando los cabos que le parecen sueltos.

- Creo que sí les voy a poder ayudar, chavos, y también creo que no estamos solos en esto, habrá que localizar a los líderes íntegros que deben estar en la Tierra, ¿se les ocurre alguno? Con ellos podríamos hacer una red virtual y si funciona, podremos hacer llegar información a todo el planeta sin necesidad de causar fricciones innecesarias, ya saben, como con la música.

- ¿Les parece si empezamos con los líderes religiosos, como el Papa o el Dalai Lama? ¿O primero buscamos a los premios Nobel de la paz?

- También hay varios artistas que están asociados en organizaciones a favor de los derechos humanos… creo que ellos no huirían de este planeta.

Y resulta que, al empezar a buscar, van apareciendo los nombres de muchos hombres y mujeres que nosotros creemos íntegros y con respeto hacia sus semejantes. Así inicia la búsqueda, Zac es el responsable de asegurarnos el anonimato y de establecer contacto con esas personalidades, apoyado en la magia informática que sabe hacer. Efectivamente, la mayoría se quedaron en la Tierra e invariablemente escuchan con interés nuestro relato, se sorprenden, pasan por una etapa de incredulidad y reciben con grandes esperanzas el material que Jade ha copiado y respaldado con todo el cuidado posible. Invariablemente también, cada líder que contactamos nos pide que tengamos cuidado, porque también debe haber más aliados del grupo de nazistas aquí en la Tierra, apoyando sus planes.

Lo tenemos en cuenta, y antes de un mes hay varios canales y cuentas en las redes sociales transmitiendo de manera oficial el documental que elaboró este gran grupo de personas a partir del material que les proporcionamos. Mucha más gente de la que esperábamos se ha sumado voluntariamente a las tareas para difundir todo el material, y Zac está feliz por el gran despliegue tecnológico del que forma parte. Esta red virtual le permite hacer contacto con muchas personas como él, aquí participan todos los que apoyan a los líderes honestos en todo el mundo.

Por primera vez desde que “apareció la enfermedad”, algunos lugares dejan de transmitir los videos “alentadores” y en su lugar se puede ver a las grandes personalidades que quedan en nuestro planeta acompañados por su familia, regresando a sus lugares de trabajo o caminando entre la gente en lugares públicos, en estos nuevos videos se les puede escuchar explicando cómo fueron engañados para formar parte de esta gran mentira que aún está atormentando a la humanidad, también aclaran que si ya no existe La Colmena, no se pueden enviar productos, alimentos ni medicinas a Marte, y por lo tanto ya no hay razón para no invertir en mejorar las condiciones de los que vivimos aquí.

Es fácil identificar a las cadenas de noticias que se vendieron a los traidores de Marte, insisten en que todo es un plan terrorista para dominar el mundo y que los líderes que prometen mejorar a la Tierra enloquecieron con la enfermedad, pero sus notas van perdiendo credibilidad rápidamente, ¿seguirán inventando noticias falsas cuando pase el tiempo y dejen de recibir su paga? Porque en Marte tienen que administrar diferente el dinero y sus recursos.

Yo me siento mejor, tan solo por entender lo que está pasando, recuerdo cuando simplemente descubría que cada vez era más difícil vivir y era casi imposible convivir sin saber por qué y eran días desesperantes, ansiosos. Aún no hay un cambio real, pero estoy seguro de que se va a dar. Se necesita crear empleos suficientes, volver a apoyar al campo y erradicar a todas esas personas que se han dedicado a la delincuencia y ya no quieren trabajar. Son problemas bastante grandes y graves, pero confío en que se podrán solucionar. Ahora la gente de nuestro planeta trabaja para nuestro planeta, con un espíritu de solidaridad que yo no había visto nunca antes, más que en esas películas sentimentaloides o motivadoras.

Mientras tanto, sigo viviendo en casa de mis tíos, que ya están bastante grandes y necesitan que los cuide. Mi vida va regresando poco a poco a su ritmo normal y comencé a buscar trabajo, pero la verdad es que la mayor parte del tiempo estoy al pendiente de todo lo que ocurre con lo que hemos dado a conocer. Ahora quien lleva la mayor actividad en todo esto es Zac, y claro, Jade está detrás de todo lo que ocurre, con un entusiasmo que nunca termina.

Así van mis días, es curioso cómo hasta lo más maravilloso se va volviendo normal cuando se envuelve en la rutina.

Es temprano cuando tocan a la puerta y al abrir me encuentro una Jade feliz y radiante, apenas me ve y empieza a hablar sin parar mientras me entrega un paquete con comida que compró por el camino, ella sostiene una charola con cafés que huelen muy rico y sigue hablando, pero no comprendo lo que dice, parlotea bastante y tengo que pedirle que se detenga un momento para entenderla. Ella calla, me observa en silencio e inmóvil y enseguida estalla en risas.

- No viste mi mensaje, ¿verdad? ¡Revisa tu celular!

Es cierto, ella me envió un mensaje esta madrugada, pero ni siquiera había visto mi celular: “Nico me envió materiales desde Marte. Fotos, videos, documentos y hasta números de cuentas bancarias. Ahorita te cuento, voy a tu casa”. Ahora entiendo por qué está tan contenta, me siento junto a la mesa tratando de asimilar todo esto y también me lleno de júbilo. Jade, que ya ha asimilado un poco más lo que está pasando, saca unos sabrosos tamales del paquete que trajo, los calienta y comparte conmigo y con mis tíos, mientras desayunamos sigue hablando sin parar: Ellos, los de Marte, destruyeron La Colmena en su intento por detener a Nico porque no esperaban que él fuera capaz de defenderse tan bien de su ataque y perdieron el control. Tardaron casi 15 años en construir ese centro y para volverlo a hacer tendrán muchos problemas, primero necesitan volverse a organizar. En el material que acaba de recibir hay nombres y fotos de los aliados de Marte que están aquí en la Tierra, y también hay fotos y videos de los habitantes de aquel planeta y sus fantásticas ciudades. Tienen recursos de sobra y pueden vivir sin problemas mucho tiempo, fácilmente se mantendrán con toda comodidad más de quince años, todos se ven sanos y relajados.

- ¡Más de 15 años! ¡y sin trabajar ni producir nada! ¿Con tanta riqueza y nos siguen robando?

- Así es la gente que solo piensa en el poder, Jacobo: ¡no tienen llenadera! –de pronto Jade estalla en carcajadas y casi se atraganta, pero no deja de reir- ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Pobres! No saben lo que les espera ahora que tienen a Nico allá, van a saber lo que es vivir sin libertad y con miedo, ¡y qué bueno! ¡se lo merecen!

- Sí. Por supuesto que se lo merecen.

Dentro de mi alegría, estoy pensativo. Me queda el pendiente de reencontrar a los míos y si todo resulta bien, podré caminar de nuevo en el pueblo y localizaré a mi papá, hoy creo que todo puede ser posible si me enfoco en conseguirlo. Tal vez me estoy pasando de optimista, pero me gusta esta sensación y también me ayuda a mantener despierta mi memoria.

La plática continúa durante mucho tiempo, contactamos a Zac y quedamos de vernos más tarde, ¡tiene que ver todo este nuevo material! Y después de la euforia, viene un momento de paz, es tiempo de estar solos y también es un momento de silencio. No del silencio incómodo, no. Al contrario, ese silencio que viene de sentirte a gusto con alguien que te entiende sin necesidad de hablar todo el tiempo. Así estamos por unos instantes, en un estado parecido a la nada que buscan los meditadores trascendentales y enseguida empiezo a divagar. Creo que nadie se ha dado cuenta, pero hay ocasiones en que me cuesta trabajo recordar y eso me preocupa. No siempre, pero me preocupa.

- ¿Y cómo va tu colección de momentos, Jacobo? ¿A poco te acuerdas de todos? No me imagino cómo le haces… ¿Es como si los tuvieras etiquetados para localizarlos cuando los necesitas?

La pregunta de Jade me sorprende, parece que me estuviera leyendo el pensamiento, ¡qué susto! Pasa un momento, dos, muchos más y yo no atino a contestarle mientras ella me mira, seria. Se levanta de la mesa sin dejar de mirarme y después voltea hacia la ventana, camina despacio hasta quedar frente a ella y avienta su mirada hacia la calle, que a cambio le arroja sol, mucha luz del sol que la hace brillar. No dice nada, solamente agacha un poco la cabeza y sus ojos siguen fijos en la ventana. Yo tampoco digo nada, me siento incómodo y tonto por haber desconfiado de ella… pero no puedo evitarlo, tal vez fue una casualidad. Sí, eso pudo ser. Me levanto de la mesa y me paro a su lado con intención de abrazarla, pero ella se mueve un poco y apoya su mano en el marco de la ventana. Entonces levanta el rostro y me deja verme en la claridad de sus espejos negros, en ese océano de noche profunda solo hay serenidad y el reflejo de mi cara compungida. No sé qué decir, su seriedad me abruma.

- ¿Estás molesto, Jacobo? ¿Fue algo que dije?

- No, para nada, Jade. -pero no puedo sostener mi mentira y termino confesándole que a veces desconfío de ella y me da miedo pensar que está dentro de mi cabeza sin que yo me entere.

- ¡Ay, Jacobo tan tonto! Perdóname por todo lo que pasó allá en la isla. Yo sé que la confianza es muy frágil y cuando se rompe nunca vuelve a quedar igual, aunque se repare, porque quedará la huella de esa rotura. También sé que no puedo obligarte a confiar en mí: la confianza se debe ganar. Y el cariño. Y el respeto. Si tú quieres, voy a tratar de ganarme todo eso dándote mi confianza, mi cariño y mi respeto, no hay otra forma.

- Pero no he dejado de quererte, Jade, ni tengo intención de faltarte al respeto cuando te digo cómo me siento…

- Ya lo sé. Yo siento tu cariño y también te quiero. Te amo, Jacobo. Pero amarnos no es suficiente. Sin confianza no podrá crecer nuestra relación. ¡Ojalá no hubieras estado ahí, Jacobo! No tendrías que guardar esos momentos tan complicados en tu colección.

Sus palabras me calan. No por mí, al escucharla me viene a la memoria todo que ella pasó con Nico en su adolescencia y me imagino la cantidad de recuerdos que ha tenido que superar en su historia. Y yo me metí a esa historia para adueñarme de algunos momentos mientras ella revivía cosas de su pasado.

- ¿Sabes? Yo no me había dado cuenta, pero también tengo una colección de momentos, Jacobo, lo malo es que no soy tan organizada como tú y a veces se me salen cuando no deben, en los momentos más inoportunos. Voy a necesitar que me ayudes a domesticarlos, ja, ja, ja.

- Bueno, la verdad es que últimamente también mi colección está muy alocada. También se me aparece algún momento cuando no debe hacerlo, y me sabotea otros momentos más padres…

- Eso es lo que pasó ahorita, ¿verdad?

- Sí, eso pasó. Estábamos bien, yo me siento muy a gusto contigo y de pronto ¡zas! ¡ahí está! Un momento indeseable del pasado se aparece y se sobrepone al momento que estaba disfrutando en el presente. Creo que no soy el más adecuado para enseñarte a manejar tu colección de momentos.

Ella toma una de mis manos entre las suyas y la besa. Yo llevo esa misma mano a su rostro y lo acaricio hasta que ella la usa como almohada para recargar su mejilla. Estos gestos dicen más de nuestra confianza que cualquier palabra que pueda surgir de nuestras bocas.

- Al contrario. No habrá nadie mejor que tú para valorar y organizar los momentos valiosos de la vida. Aunque algunos no sean muy agradables…

- ¿Sabes, Jade? En estos días de confusión me he dado cuenta de que mi colección de momentos tiene varios huecos, hay algunas cosas que en ocasiones no recuerdo… nombres, lugares, personas, fechas, colores, no sé, a veces un solo detalle hace que pierda por completo el momento que estaba recordando.

- ¿Y no te había pasado eso antes?

- Nop. Bueno, de repente sí, pero no tan seguido como en estos días.

- No te preocupes. Ahí está toda tu colección -me dice señalando a mi cabeza, como si de verdad la memoria habitara en ese lugar dentro de mi cuerpo-, tal vez solamente necesites recuperar la paz para reorganizarte.

Esta vez yo sonrío y eso me da gusto, sobre todo porque veo a Jade con la misma confianza de siempre. La confianza está en mí y poco a poco la voy compartiendo con ella nuevamente. Creo que llegará un momento en que nos demos tanta confianza como lo hacíamos antes, no importa que quede la huella de que aluna vez se rompió.

- ¡Ya sé qué voy a hacer! Voy a hacer una colección de olvidos, Jade. ¡Ya está! Todo lo que no recuerde lo paso a mi colección de olvidos y así no me voy a perder de nada, ¿qué tal?

- Oye, eso está padre, ¿y si se te olvida que tienes una colección de olvidos?

- Pues meto toda mi colección a la colección de olvidos, je, je. Y si encuentro momentos que no me gusten o que no me sirvan, también los voy a pasar, aunque sea por un rato, a mi colección de olvidos. ¡Adiós angustias! ¿Qué no recuerdo tal fecha o tal lugar? No hay problema, están en la colección de olvidos, pero después los regreso a su lugar en mi colección de momentos…

Y con estas reflexiones tontas, nos vamos perdiendo nuevamente en nosotros, escapando por breves instantes de la realidad que nos exige estar presentes, cada vez más presentes.


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