Lo siento, lo pienso.
El cuerpo emocional y racional se forma de motivos e impulsos espontáneos, estos provocan reacciones y decisiones que no se ven, pero se notan. La gente que te conoce tiene una idea de ti que tal vez no coincide con la manera en que te percibes, porque a veces no estás en contacto con lo que sientes y piensas, hasta después que lo expresas.
Si preguntan “¿cómo eres?” puedes responder en automático “bien” o “mal”, o pensar “soy alto, flaco, gordo, de piel morena, de manos grandes” o “soy alegre, atento, impaciente, sensible, confiable, inseguro, apasionado, creativo”. Hazle caso a esta segunda dimensión de tu cuerpo, porque tus pensamientos y emociones también te acompañan durante toda tu vida.
Tú controlas tu cuerpo emocional y racional, tal vez lo conoces menos que a tu cuerpo físico y eso hace más difícil que llegues a conocerte, pero cada emoción y pensamiento viene de tu interior y por tanto es tuyo. Eres dueño o dueña de todo lo que sientes y piensas.
El carácter y la actitud son como el esqueleto y la musculatura, sobre estas bases acomodas tus emociones y pensamientos. Tu carácter se forma desde la gestación y es tu forma personal e instintiva de actuar; tu actitud es tu forma de manifestar cómo tus creencias, valores y aprendizajes evolucionan a lo largo de la vida.
Aceptar tu cuerpo emocional y racional libera tu carácter y tu actitud ante la vida, si ambas partes estén sanas te enseñarán a aprender de lo vivido y compartirte con la gente.
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