"Puedo perdonar pero no olvidar", es solo otra forma de decir "No puedo perdonar"
(Henry Ward Beecher)
Repasemos:
2. Hay que resistir la tentación de "perdonar" a una persona antes de aceptarla... y eso incluye a mi propia persona.
3. Atrás de la rabia y el rencor que nos impiden perdonar, viven un mundo de emociones castigadas, ignoradas, que quieren ser reconocidas y expresadas.
4. Perdonar no es olvidar ni hacer como que no pasó nada. Esas actitudes no permiten aprender nada de lo ocurrido ni liberan las emociones reprimidas.
5. Perdonar es mirar de frente al mal, reconocerlo, saber que no se justifica y enfrentarlo con amor.
Una de las razones por las que no perdonamos es que no visualizamos la manera en que vamos a cambiar nuestra manera de relacionarnos con los demás y específicamente con esa persona que en algún momento nos hizo daño... O que al menos creemos que nos hizo daño. Ante esa persona o ante su puro recuerdo sentimos rabia y rencor, y queremos dejar de sentir eso pero no queremos quedarnos "vacíos". No queremos soltar lo único que nos queda de esa persona.
Es una especie de masoquismo: Preferimos cargar con el dolor quejándonos y desconfiando en vez de "vaciarnos" y sentirnos más ligeros. Porque si soltamos esos dos sentimientos -que de por sí no son agradables- pensamos que nos quedaremos con nada, y este pensamiento provoca una sensación de soledad y abandono que da miedo enfrentar... Por eso muchas veces decimos que perdonamos pero solo de palabra, sin acción, no nos permitimos dejar que se vaya ni el rencor ni la rabia de nuestro interior. Y curiosamente, también llegamos a pensar que nos volveremos insensibles si llegamos a soltar ese par de sentimientos, y encontramos siempre una justificación para no perdonar de verdad.
"Es más fácil perdonar a un enemigo que a un amigo"
(William Blake)
Pero hay buenas nuevas: Resulta que si soltamos y perdonamos no nos vamos a quedar con la nada:
Una vez que aceptamos que la otra persona es como es y no va a cambiar por más rencor que le tengamos y por más injusto que nos parezca lo que hace o lo que hizo, estaremos listos para dejar que la rabia y el rencor se vayan ¡y seguiremos sintiendo! solo que serán sentimientos diferentes. Tal vez esa rabia y rencor sean sustituidas por otros sentimientos que surgen al darse cuenta que algo se acabó (perdonar es terminar una relación rencorosa con otra persona). Sentimientos y emociones como la tristeza, la vergüenza o la decepción tampoco son muy agradables pero tienen una ventaja y es que son diferentes a lo que nos habíamos permitido sentir anteriormente, y además son un paso necesario para recuperar nuestra autoestima y enfocar nuestra atención en quién somos nosotros realmente. Uno necesita reconocerse, valorarse y cuidarse. No lo podemos hacer si estamos enfocados hacia afuera, hacia quien nos dañó en otro tiempo.
Dejar que surjan esas emociones que habían estado reprimidas porque considerábamos un deber odiar a otra persona es una experiencia liberadora, pero no mágica, se requiere vivir un proceso de real aceptación de la vida y la propia persona, que va a requerir dedicación y tiempo, pero al final tiene su recompensa y esta consiste en volver a vivir sentimientos y emociones más nutritivas como el respeto, la confianza o el amor, y ya no enfocados hacia afuera sino como parte de uno mismo. Claro, una vez que tenemos estas emociones tan valiosas en nuestro interior, somos libres de compartirlas con quien cada uno decida hacerlo. Es en ese momento cuando notamos que ya cambió nuestra manera de relacionarnos con los demás, y obviamente también con uno mismo.
Hasta luego.
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