"El ser más importante no es el padre ni la madre, sino el niño, pues de él depende el futuro"
Krishnamurti
¿Quieres mejorar la comunicación con tus hijos? Tengo una sugerencia que te puede ayudar, y de paso también a mejorar la comunicación con uno mismo. Se trata de aprovechar la hora de dormir, que es de los pocos momentos (si no es que el único) en que podemos convivir en casa.
La propuesta es muy sencilla: Cuando tus hijos se despidan y hayan realizado todo el ritual que acostumbren antes de acostarse (lavarse los dientes, ponerse su pijama, dar las buenas noches, rezar o cualquier otra actividad que normalmente hagan), síéntate con ellos en su cuarto y hazles 2 preguntas:
¿Qué fue lo que te gustó más en este día?
Y
¿Qué fue lo que te gustó menos en este día?
No lances las preguntas bruscamente, si esperas que te pongan atención, entonces hay que hacerles saber que te sientes a gusto con ellos y que te interesa lo que dicen. Así, entre las últimas palabras del día, los pequeños encontrarán la oportunidad de hablar de lo que a ellos les interesa: lo que les ocurrió durante el día, y lo harán de buena gana si les planteas la pregunta sin que parezca una orden, una amenaza o una obligación.
Haz la segunda pregunta hasta que te hayan terminado de contestar la primera.
Cuando escuches las respuestas, dales su tiempo para que se expresen. A veces les cuesta trabajo hacer un repaso de su día y pueden mencionar varias cosas que les gustaron y que no les gustaron, anímalos a identificar la que verdaderamente les gustó más y la que les gustó menos e todo el día; esto les ayudará a ser más conscientes de las distintas experiencias que están viviendo, también les enseñará a valorar los distintos sentimientos que tienen, dependiendo de la intensidad de lo que hayan vivido.
No juzgues. Tú preguntas, ellos responden.
Prepárate para las sorpresas: Cuando los niños tienen este espacio para hablar de lo que les gusta y lo que no les gusta, tal vez escuches cosas que no te imaginabas, y puede ser que descubras que están rodeados de personas que los quieren y los cuidan mucho, y también de enemigos que pueden hacerles la vida insufrible. También te darás cuenta que sus emociones son muy intensas y ante algunos hechos podrá sentir un inmenso placer y ante otros, sentirá un terrible miedo o vergüenza. Eso es la infancia: se vive intensamente el presente.
"Cada día de nuestra vida hacemos depósitos en el banco de la memoria de nuestros hijos."
Charles Swindoll
Procura mantener la calma, evita reaccionar con coraje y enojo cuando sepas que a uno de tus hijos lo regañaron por hacer algo mal en la escuela, o lo amenazó algún otro niño, o tiene miedo de hacer algo con sus amigos o en la escuela. Cuando le preguntas a tus hijos y ellos se atreven a responderte con sinceridad, lo último que esperan es ser castigados por hacerte caso y responder a tus preguntas. Al contrario, si se atreven a contarte esas vivencias tan personales desde su punto de vista, significa que te has ganado su confianza y hay que ayudarles a seguirlo haciendo: Al confiar en un adulto que los quiere también aprenden a confiar en sí mismos, aprenden que lo que les ocurre es importante para alguien más y aprenden a expresar sus sentimientos y pensamientos. Ellos mismos pueden darte opciones para saber qué hacer con los problemas que te cuenten, o tú puedes orientarlos dentro de la plática.
Tus hijos no van a opinar igual que tú. Son niños o adolescentes y su lógica es distinta.
Cuando identifiques un problema que ponga en riesgo la integridad de tus hijos (acoso, bullying, descuido del personal del transporte, malos tratos de las educadoras o maestras, o cualquier otro), hazles saber que los vas a apoyar y que el primer paso será hablar con las autoridades de la escuela o del lugar donde hayan ocurrido los hechos. Es importante decirles que cada conducta tiene consecuencias, y si alguien obra mal deberá ser sancionado, pero si obra bien, también deberá ser reconocido.
Cuando escuches lo que más les gustó de su día, refuérzales los sentimientos que generan esas experiencias agradables. Te darás cuenta que su autoestima se alimenta cuando participan en actividades solidarias, creativas y grupales, o cuando consiguen éxitos personales en la escuela o en algún deporte o disciplina.
No esperes cambios sorprendentes: hay que ser constantes, noche tras noche.
Tal vez te pregunten a ti lo mismo, si es así, puedes escoger algún momento grato del día y también un momento que no te haya gustado mucho, pero ten cuidado: Trata de no aprovechar este momento para chantajear a tus hijos diciéndoles que el momento que menos te gustó de este día fue cuando ellos no te obedecieron o no te hicieron caso. Ellos tienen derecho a saber que vives más cosas allá, afuera de tu casa, aunque sin entrar en detalles de adultos.
En ocasiones no van a responder, por la razón que sea te responderán "todo" o "nada". En esos casos no los forces y espera al siguiente día. También les ayuda darse cuenta que respetas su tiempo y sus decisiones en este espacio "suyo".
Este ejercicio funciona mejor si le dedicas su tiempo por separado a cada uno de tus hijos, sobre todo si son adolescentes. Tal vez les dé pena exponer ante sus hermanos lo que les despertó emociones agradables y desagradables durante el día.
Inténtalo. Usa estas dos preguntas para dejar que tus hijos se expresen. Verás que entre más lo hagan, se conocerán mejor entre ustedes y también tendrán más confianza en sí mismos y en su familia. Si logran esto, también podrán confiar en la vida, requisito indispensable para aceptarse a sí mismos. Los niños necesitan ser escuchados, tienen derecho a que su voz y su versión de los hechos se conozcan.
"Es propio de un padre sabio conocer a su hijo"
William Shakespeare
Evita caer en la crítica constante y la descalificación, o se acabará la comunicación y la confianza:
Al principio de este texto, decía que este ejercicio también te puede ayudar a mejorar la comunicación contigo, y es cierto, si antes de dormir te das un tiempo para repasar tu día y descubrir qué fue lo que te gustó más, lo que te despertó emociones más agradables, toma nota de eso; también dedícale un tiempo a saber qué fue lo que te gustó menos en este día, lo que te hizo sentir más mal, y también toma nota. Con el paso del tiempo te irás dando cuenta que hay un patrón en tu forma de reaccionar, que las experiencias que disfrutas y las que te desagradan tienen algo en común y entenderás que puedes manejar mejor tu manera de relacionarte con los demás, y contigo mismo.
Igual que ocurre con los hijos, cuando uno se hace caso, toma más en serio sus experiencias cotidianas, esas cosas que ocurren día a día y que a veces son sensacionales y otras veces son de los más sencillas. Pregúntate en serio, sin regañarte y dándote tu tiempo para responder.
Igual que ocurre con los hijos, cuando uno se hace caso, toma más en serio sus experiencias cotidianas, esas cosas que ocurren día a día y que a veces son sensacionales y otras veces son de los más sencillas. Pregúntate en serio, sin regañarte y dándote tu tiempo para responder.
Este ejercicio me lo dejaron de tarea en un taller de "Eneagrama" que tomé en la maestría y que fue excelente, por cierto. Nos lo dejaron de tarea a todos los del grupo y nos dieron una hoja para irla llenando noche tras noche de manera muy formal. Ahora lo comparto de una manera más sencilla pero con la misma aclaración que nos hicieron en aquel taller:
Esta es una tarea para hacerla durante toda la vida.
Esta es una tarea para hacerla durante toda la vida.
Hasta luego.
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