"Cada grupo humano tiene su estilo de vida. ¿Por qué no mantener la diversidad sin querer imponer lo nuestro?"
(En una reflexión acerca de la película Avatar)
Uno: Super héroes y corruptos.
Cuando era chico disfrutaba mucho las historietas en papel -y todavía-, me gustaba mucho apreciar los distintos estilos de trazo y las muchas formas de representar un gesto o una acción, y aunque al final me incliné más hacia la historieta de humor y crítica, también leía varias de súper héroes como Superman, Batman o las de Marvel, hoy tan exageradas en el cine por los efectos especiales. En estas historias me llamaban la atención, entre otras cosas, que fuera tan fácil distinguir a los buenos de los malos, y sobre todo, que los malos fueran tan zopencos como para querer destruirlo todo, incluidos ellos mismos.
Me parecía una estupidez, y ahora que veo esas historias de lejos, a la distancia de un adulto, confirmo que sí lo era, pero también he confirmado otra cosa: Sí existen personas que hacen esas estupideces, que aspiran a ser amos y señores de todo lo que puedan, que roban el trabajo y el dinero de los demás, abusan de los recursos materiales y humillan a las demás personas, y que destruyen ecosistemas y hábitats sin remordimiento y sin pensar que todos salimos dañados con esas acciones. Son reales y habitan entre nosotros.
Algunos, Los Menos, tienen un gran poder y deciden sobre la vida y las propiedades de otras muchas personas. Otros, Los Más, no tienen suficientes recursos pero actúan con prepotencia y son capaces de hacer cualquier cosa con tal de subir un escaloncito más arriba, tratando de llegar a esa reducida cima donde están Los Menos.
"Los hombres son corrompidos no tanto por la riqueza, sino por el afán de riqueza"
Giordano Bruno
En las historietas que leía de chico, estos especímenes eran identificados fácilmente como "los malos" y enseguida eran derrotados por los súper héroes. En la vida real, son ellos los que han tomado el control y las decisiones de lo que debe hacerse en nuestro México lindo y querido, y en otros países también. Se ha vuelto muy difícil discernir el bien del mal, nos han enseñado a dudar de nosotros mismos y a atacarnos entre nosotros, la gente trabajadora, para no "alterar el orden" ni atentar contra Los Menos, los que ostentan el poder. Además, hacer que los humanos se peleen entre ellos es la mejor forma de producir más sujetos que gozan pisoteando a los demás.
En la tele y los periódicos aparecen Los Menos, ahora sonrientes, ahora preocupados, ahora muy serios. En las calles, las empresas, las escuelas y otros lugares de diario, se dejan ver Los Más con sus muchas caras, ya de simpatía, ya de experiencia, ya de complicidad, ya de prepotencia... A Los Más y a Los Menos les gusta el poder, estar sobre los demás y ambos tienen un nombre común: Se llaman corruptos y su presencia en nuestra vida diaria se está volviendo cotidiana, porque uno menciona la palabra "corrupto" y de inmediato piensa en políticos, en maestros, en narcos, en líderes sindicales y de opinión... Y esto de la corrupción se contagia rápido.
En la escuela siempre me contaban el ejemplo de la canasta de manzanas sanas, donde una de ellas se comenzaba a pudrir y si no la sacaban oportunamente, en poco tiempo ya estaban podridas todas las demás. Nunca ocurre al revés: si metes una manzana sana y jugosa en un canasto de manzanas podridas, no se van a componer las que estaban antes, sino que se echará a perder junto con todas las demás. La única manera de evitar que se pudran todas es sacar a tiempo las manzanas podridas y sustituirlas con otras sanas. Si se pudren todas, entonces hay que vaciar el canasto y volverlo a llenar con nuevas manzanas.
En lo poco que conozco de la historia de México, nuestros dirigentes han insistido tercamente en aventar, de vez en cuando, una manzana saludable a sus filas, jurando que con eso se corregirá todo el canasto. Ya sabemos el resultado.
Dos: Familia y corrupción
La corrupción está tan generalizada que se está volviendo "normal", muchos chavos piensan seriamente en llegar a ser grandes corruptos cuando crezcan, ya sea en la política, coyoteando, en la piratería, con los narcos y sicarios o en cualquier otro giro. Lo que realmente les importa es ganar dinero rápido y con el menor esfuerzo, tener poder para humillar a los demás y que la gente los admire y les tenga miedo.
"Detrás de cada gran fortuna siempre hay un crimen"
Si en tu familia observas conductas como estas, conviene ir pensando en hacer un cambio drástico en la manera de interactuar para prevenir y evitar que los pseudo-valores de la corrupción llenen la mente de los más jóvenes... y de los adultos también.
Los jóvenes que tienen la edad y la oportunidad de trabajar deben hacerlo, independientemente de que estudien o no. Lo ideal es que sepan asumir sus propias responsabilidades y administrar ellos mismos los beneficios de su trabajo, y sobre todo, compartir de ese beneficio. No importa si el hogar requiere apoyo económico o no, cuando los jóvenes trabajadores colaboran con el gasto de la casa refuerzan su sentido de pertenencia hacia su familia y aprenden a administrarse sin dejar de pertenecer a su comunidad.
Con frecuencia encuentro jóvenes que trabajan y destinan miles de pesos a comprarse celulares, tablets, ipods y toda esa gama de objetos costosos y desechables, además del obligatorio auto propio, sin considerar ni por equivocación en cooperar económicamente con la familia de la que forman parte. En los casos más patéticos, el resto de la familia puede estar lleno de carencias mientras el nuevo asalariado disfruta los beneficios del consumismo. El mensaje de fondo es muy claro: YO trabajo, YO me merezco todo esto y no me importan los demás. Éste es el principio de la corrupción.
La falta de solidaridad hacia la gente de nuestras propias raíces y el culto hedonista hacia la propia persona "porque me lo gané, me lo merezco". Obvia decirlo, pero una persona que no se tienta el corazón para privar de ayuda a su familia directa -hermanos, padres, hijos-, no se tentará el corazón para seguir recibiendo ganancias personales, al costo que sea.
¿Cómo estamos educando a nuestros hijos? ¿Saben ellos que son exactamente iguales a las demás personas, o viven creyendo que son especiales y merecen más que los demás? Si están en el segundo supuesto, estamos criando a los corruptos del mañana, que podrán justificar todo lo que hagan porque desde chiquitos les decían que cualquier cosa que hicieran estaba bien, y cualquier cosa que recibieran era poca... ¿acaso no piensan así los corruptos que menciono en la primera parte de este texto?
"Hay dos clases de hombres: Los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas."
Antonio Machado
Tres: Humildad contra corrupción.
Seguramente nuestros padres y abuelos no fueron personas perfectas, lo más seguro es que fueron -o son- tan humanos como nosotros mismos. Muchos de nosotros guardamos un recuerdo especial de uno o más antepasados, aunque en ocasiones alguno de ellos pudo haber sido una persona odiosa, sin embargo ahí están las raíces de la familia y por ese solo hecho se les reconoce y acepta sin juzgar, de esa manera tú mismo y tus hijos se sienten parte de algo más grande y no aislados ni marginados. Cuando honramos la memoria de nuestros ancestros, desechamos de nuestro interior un resentimiento social que puede durar toda la vida, hasta que tengamos la humildad de reconocer nuestros orígenes. En este punto, a los papás y las mamás les toca dar el ejemplo sincero.
Parte de honrar esta memoria con humildad consiste en dar a cada miembro de la familia responsabilidades de acuerdo a la edad. Ir a la tienda, hacer pequeños mandados en la casa, barrer, sacudir, hacer las tareas, lavar la loza, ayudar a lavar el carro, regar las plantas... En fin, hay muchas pequeñas tareas que cultivan la idea de que cada uno puede poner un granito de arena para que todos estemos mejor. Lo que toca a los papás es asignar las tareas sin forzar a los hijos y vigilar que las cumplan, con firmeza y amor.
No le demos a los miembros de la familia todo lo que pidan de inmediato: Ni todos los juguetes, ni todos los dulces, ni todos los aparatos electrónicos, ni todos los permisos. Dicen, y dicen bien, que si quieres hacer a un hijo inútil, solamente tienes que acostumbrarlo a recibir todo de sus papás. Y para que no haya confusiones recordemos que un hijo inútil tendrá muchas más probabilidades de ser un corrupto activo.
A una mamá soltera tal vez le suene familiar eso de "No tengo tiempo para estar con mi hijo, por eso mejor le compro cosas", y también se le dan permisos para ver la tele o el Internet. Si no se detiene a tiempo esa inercia de dar y dar constantemente, llegará un momento en que ningún regalo será suficiente, por caro que sea. Y también me ha tocado ver situaciones patéticas de gente que hace tremendos sacrificios en el gasto familiar y personal con tal de seguirle dando gusto a los hijos, creyendo que están cumpliendo con su deber de padres al enseñarles que lo merecen todo y que son mejores que los demás.
"Eduquemos a los niños y no será necesario castigar a los hombres"
Pitágoras
Solo la humildad puede vencer a la corrupción, pero mucho cuidado de no confundirse: La humildad es algo muy distinto a la resignación, una persona con humildad tiene sus aspiraciones y tratará de mejorar sus condiciones de vida, la diferencia con un corrupto es que no tratará de hacerlo pisoteando a los demás.
En un ambiente corrupto no puede haber salud: ni mental, ni financiera, ni emocional y por supuesto, ni física, pues la corrupción arrasa con las partes más honestas de la sociedad, entendiendo por esta desde una familia hasta un país entero.
Hasta luego.