“ Creo en la justicia, pero defenderé antes a mi madre que a la justicia.”
Albert Camus
Vivimos en un país que sufre una de las mayores carestías en sus alimentos y en el combustible; nos quieren vender la idea de que van a combatir el hambre en alianza con PepsiCo y otras compañias de comida chatarra, la violencia sigue presente en todos los noticieros (y peor aún: en la vida misma de nuestras ciudades y pueblos) y en la mente de nuestras nuevas generaciones se sigue grabando de manera imborrable la creencia de que ser corrupto es ser normal. Que ser prepotente significa ser una persona de éxito. Que no hay que esforzarse para conseguir algo, pues el fin justifica cualquier medio que se utilice. Que el cinismo y el abuso son más premiados que la honestidad y la justicia. Se invierte poco en crear empleo y mejorar la educación, así que no es de extrañar que las gentes sin trabajo pero con otras gentes que mantener se metan a actividades ilegales, riesgosas y peligrosas para ellos y también para los demás.
Pensando en la frase célebre de mi amiguita Mayté Vargas:
"Los políticos nada más sirven para dos cosas: Te dan coraje o te dan risa"
y aunque estoy consciente de que no domino para nada estos temas politiqueros, me atrevo a escribir este comentario desde mi corta visión, porque la semana pasada me llamó la atención una nota en el periódico "La Jornada", en la que unos investigadores de la UNAM aseguraban que en 25 años más el DF va a estar lleno de personas con problemas mentales. Hasta ahí la nota, aunque yo me atrevo también a decir que eso va a ocurrir en todo el país. La mayoría de las personas viviremos con algún padecimiento mental si no se toman las medidas correctivas para ofrecer una mejor calidad de vida a los mexicanos. Hoy se confunde "calidad de vida" con "sociedad de consumo", y así parece que quien pueda comprar más será más feliz, pero la solución no es así de simplista, implica modificar toda la escala de valores sociales, desde la alimentación hasta el trabajo, pasando por la educación y el entretenimiento.
No estoy hablando de una sociedad de conformistas (creo que eso somos ahorita), sino de una sociedad más pensante, más sensible y por lo mismo más crítica. Y como el buen juez por su casa empieza, me encuentro en esa tarea para mi, quitando el estrés de la competencia, la ansiedad de añorar el pasado o controlar el futuro y la obsesión de hacer todo perfecto porque la perfección cambia según quien la juzgue. Y hay más, muchas más situaciones que nos afectan y que se pueden evitar o curar si volvemos a mirar hacia adentro en lugar de buscar una solución o un culpable allá afuera. Allá afuera, a los políticos y líderes, solamente les podría pedir que se respete la legalidad para crear esas condiciones de bienestar social. Que también ellos, como entes sociales, vean hacia adentro para mejorarse a sí mismos en lugar de hacernos creer que van tras culpables ficticios.
Por cierto, tenía algunos enlaces alusivos a López Obrador y hoy los quité de este blog. No creía que el señor López fuera el mesías salvador aunque me gustó mucho su propuesta, sin embargo no se concretó y, aunque me sigue pareciendo la mejor opción, es un político.
Hasta luego.
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