sábado, 18 de mayo de 2013

Dualidad y contradicción

"Hay quien cree contradecirnos cuando no hace más que repetir su opinión sin atender la nuestra."
Goethe


Dicen que la vida misma es contradicción, eso lo entiendo porque en nuestra existencia las cosas no se dan de manera lineal, sino que vamos pasando de una etapa a otra de maneras a veces sobrepuestas, y en esos momentos de transición llegamos muchas veces a "conclusiones definitivas" que duran algunos meses, a lo mucho.


Somos contradictorios desde que empezamos a crecer: el niño va negando al bebé, el púber al niño, el adolescente al púber y así sucesivamente. Cuando creemos que ya somos grandecitos y nos vamos a estabilizar como adultos nos llevamos la gran sorpresa de que nunca dejaremos de crecer (en el mejor de los casos, porque hay quienes no quieren darse cuenta de esto) y eso implica seguir replanteándonos nuestras verdades y nuestros valores.

Esa contradicción dialéctica (en cambio constante, pues) durante toda nuestra vida puede tener otro nombre más sencillo: dualidad. La dualidad permite entender más fácilmente que dentro de cada uno de nosotros cohabitan simultáneamente los impulsos hacia el amor y hacia el odio, hacia la creación y hacia la destrucción, hacia la alegría y la tristeza... Los polos opuestos, la famosa unión y lucha de contrarios, pues efectivamente lo que nos mantiene unidos en nuestra individualidad es esta posibilidad de poder vivir todas las emociones. Si nos negamos a aceptar esto, podríamos llegar a tratarnos con mucha dureza y a intentar castigarnos a nosotros mismos cuando aparecen sentimientos, ideas o impulsos "negativos", y claro que esto de autocastigarse es más bien algo inconsciente, porque luego resulta que también tenemos la dualidad "consciente-inconsciente". Pero bueno, el punto es que generalmente nos formamos una imagen de nuestra propia persona y hacemos hasta lo imposible por expresar todo lo que afirme esa imagen y reprimir todo lo que vaya en contra de lo que queremos ser. Es entonces cuando decimos esa famosa frase de "es que yo así soy".




Si siento coraje y eso va contra mi creencia de que "yo nunca me enojo" voy a terminar más enojado y hasta con dolor de estómago por tragarme mi enojo. Si siento tristeza pero quiero convencerme de que yo siempre soy muy optimista también voy a terminar más triste y con problemas en el pecho, por tragarme mis tristezas. Cada vez que aflora un sentimiento y no alcanza a manifestarse, es porque lo escondemos y tratamos de negarlo, pero va creciendo en nuestro interior. Eso, para mi, es la contradicción y coincide con lo que dice el dibujo de Quino: Quiero que te expreses y al mismo tiempo te coloco frente a la imagen de "silencio, no hagas ruido".

La dualidad, en cambio, aparece cuando somos capaces de aceptar cualquier sentimiento que aparezca en reacción a lo que estamos viviendo, y por lo tanto dejamos que se manifieste, nos expresamos con risa, llanto, suspiros, seriedad, coraje, gritos, murmullos... Cuando aceptamos nuestra dualidad, desaparece la contradicción para convertirse en expresiones congruentes con lo que estamos viviendo. Somos más honestos con nosotros mismos, respetamos nuestros sentimientos y hasta puede ser que reconozcamos en nuestra persona algunas actitudes que nos chocan en otros. Son los riesgos de la dualidad, pero nos convierte en seres humanos más completos y nos vuelve menos tercos ante opiniones distintas a la nuestra, es decir: nos permite tener una mentalidad más abierta y flexible, sin abandonar nuestras creencias y valores.

Hasta luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Quieres comentar?: