"Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer
hoy? Y si la respuesta era No durante demasiados días seguidos, sabía
que necesitaba cambiar algo"
(Steve Jobs)
La gente acude a terapia con la esperanza de cambiar su vida, y con frecuencia cree que lo va a lograr entendiéndose mejor, sabiendo cuál es la razón de sus infortunios y problemas para relacionarse con los demás. Desafortunadamente no es así, creer que con solo entender un problema éste se va a resolver es un "pensamiento mágico", una especie de receta milagrosa que conseguirá traer armonía a nuestra vida sin hacer mayor esfuerzo que el de "saber y entender".
En realidad, detrás de este deseo tan grande (y válido, por cierto) de saber, hay miedo a cambiar. Si en verdad deseamos que nuestra vida mejore, es necesario que hagamos cambios en algunas actitudes, conductas y creencias para conseguirlo, pero aunque parezca contradictorio, hay ocasiones en que decidimos seguir igual y mantener nuestros problemas con nosotros porque nos parece más difícil o riesgoso dejar el rol que hemos estado viviendo, así que lo seguimos asumiendo aunque no estemos satisfechos.
"Las personas cambian, aunque muchas veces se les olvida decírselo a sí mismas"
(hemebe)
Estas son algunas de las razones por las que nos resistimos a cambiar:
Tendría que hacerme responsable de mi persona. En realidad, excepto cuando somos niños pequeños y realmente dependamos de otra persona para estar bien, siempre somos responsables de nosotros mismos. Podemos actuar como si no lo fuéramos, pero incluso esta es una decisión propia y en algún momento habremos de asumir las consecuencias: Una persona adulta no puede basar su bienestar en otra persona, a menos que pague el precio de negarse a sí misma.
Tendría que admitir que los demás no son culpables de lo que me pasa. Puede ser que alguien nos haya hecho mucho daño en alguna época de nuestra vida. Incluso puede ser que alguien no esté dañando física o emocionalmente en estos días, y si preferimos culpar a esa persona en lugar de tomar la decisión de hacer un cambio personal, seguiremos pensando que las cosas se van a arreglar mágicamente o que alguna especie de justicia se hará presente para castigar al culpable. Nuevamente, no ocurre así. Si esperamos que castiguen a un culpable, debemos denunciarlo. Si nos daña la relación que vivimos (de pareja, familiar, amistosa, laboral o de cualquier índole) hablemos claro para buscarle solución y si no es posible hallarla, terminemos con la relación dañina. Si nos hicieron daño en el pasado, trabajemos con los efectos de ese daño en el presente y si es preciso, perdonemos a quien nos dañó para no vivir llenos de rencor y culpando a otros por nuestras decisiones en la vida. Vivir culpando a otros es vivir convencidos de que somos víctimas, y con eso justificamos que no somos responsables de nuestra vida. Pero sí lo somos, y podemos ser libres de nuestros victimarios. Si no hacemos nada por cambiar la situación que nos parece injusta, entonces no estamos tan mal y no deberíamos vivir culpando a los demás.
Tendría que dejar de extrañar mi pasado. Es una situación que también nos ocurre con facilidad, hasta existe la famosa frase "Todo tiempo pasado fue mejor", aunque yo prefiero la versión de Les Luthiers, que sin tanta nostalgia se limitan a decir "Todo tiempo pasado fue anterior". Como bien sabemos, en esta vida no hay reversa, solo marcha hacia adelante, pero tendemos a idealizar el pasado y nos hacemos creer que fue mejor que el ahora, o insistimos en que "si hubiera hecho esto o aquello" (esta frase es de las peores trampas para asumir nuestro presente) nuestra vida actual sería mejor. Pero no lo hicimos, hicimos en cualquier momento de nuestra vida lo mejor que pudimos y a veces resultó muy bien, otras veces no resultó tan bien y en ocasiones el resultado fue el contrario al esperado, pero siempre hicimos lo mejor que pudimos. Si algo de ese pasado nos afecta ahora, eso es lo que podemos trabajar en el presente, y nuevamente tenemos la oportunidad de hacernos responsables de nuestras decisiones. Eso es aprender del pasado, de nuestra historia personal única y valiosa, que seguimos construyendo día a día. En el peor de los escenarios, me imagino que un día cualquiera dentro de 10 años podríamos estarnos quejando del tiempo que perdimos sin actuar porque extrañábamos nuestro pasado, sin ver que lo seguíamos construyendo en ése y en cada momento.
Tendría que dejar de esperar a que pase algo especial para actuar. En el otro extremo está la creencia de que va a ocurrir algo y a partir de ese momento nuestra vida va a cambiar, así que nos sentamos a esperar a que, por ejemplo, termine la escuela, o a conseguir un trabajo, o a ser adulto, o a casarnos, o a ganar el melate o la lotería, o a conseguir el mejor puesto... Puede ser cualquier cosa, pero la actitud ante la vida es pasiva, de esperar para que casualmente se den las condiciones que requerimos para poder cambiar... Esas condiciones difícilmente se van a dar de manera espontánea, y mientras nos detenemos a esperar a que llegue ese futuro ideal creyendo que seguimos en el mismo lugar, en realidad vamos retrocediendo en nuestra autoconfianza y autoestima. Como el futuro no existe, todos los planes, proyectos y deseos que tenemos necesitan que les demos una ayudita para llegar a realizarse, y eso solamente lo podemos hacer en el día a día, en el presente.
Tendría que dejar de manipular a los demás. Sí. Y dejar de manipular implica que tendríamos que tener más claridad de nuestros deseos, emociones y necesidades para poderlas expresar, y al mismo tiempo tendríamos que reconocer y respetar los deseos, emociones y necesidades de los demás, que pueden ser muy distintas a las nuestras pero pueden coexistir.
Tendría que quererme y aceptarme como soy. Con defectos y virtudes, capacidades y limitaciones, simpatías y odios. Esto implica que tendríamos que quitarnos la máscara de indefensión o de dominio y abandonar esa postura donde le dejamos a otras personas la tarea de valorarnos y calificarnos para empezar a hacerlo nosotros mismos. Nuevamente es ser responsables de nuestro propio YO.
Discúlpeme, no le había reconocido: Es que he cambiado mucho.
Aquí quedan algunas de las razones que nos hacen tomar la decisión de seguir con nuestros roles de víctima, manipulador, codependiente y tantas otras etiquetas.
Como he dicho antes, nadie cambia a menos que necesite hacerlo, por eso cuando sientas la necesidad de cambiar tu forma de reaccionar y de relacionarte, aunque no sepas cómo, será un buen momento para iniciar ese camino que te llevará a ser quien quieres llegar a ser.
¿Vale la pena esforzarse para cambiar? Eso depende de la situación individual que estés viviendo, pero aquí pongo algunas consideraciones:
Ser responsable de uno mismo es una forma efectiva de vivir en libertad.
Dejar de culpar a los demás también nos libera de la necesidad de vivir ligados a la gente que nos daña.
Vivir en el presente nos permite disfrutar y aplicar lo que hemos aprendido de nuestras experiencias anteriores, y además nos deja libres para actuar de manera constructiva, organizada y creativa.
Dejar de manipular a los demás nos hace más dueños de nuestras decisiones y nos permite conocernos mejor, ser más claros acerca de nuestros deseos, sentimientos, opiniones y creencias. También libera a los demás de asumir el rol que les exigimos con nuestra manipulación.
Aceptarnos y querernos tal como somos es convertirse cada uno en su mejor amigo, tratarse con respeto y honestidad, buscar su propio bienestar y ser libres de compartirlo con quien cada uno desee.
¿Vale la pena? Vivir es un riesgo que estamos corriendo de cualquier manera, es mejor si lo podemos orientar a nuestras necesidades específicas, aquí y ahora. Nunca dejaremos de ser esencialmente los mismos que somos actualmente, pero sí podemos alcanzar dentro de nuestra personalidad específica, nuestros mejores rasgos y dejarlos expresarse.
"Si no te gusta tu vida no la cortes, nada más cámbiala"
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Hasta luego.