Antier comentaba que lo que ocurre en el mundo de la política afecta directamente a lo que ocurre en el mundo psicológico de cada individuo (e individua, diría un político inculto que cambió la gramática del español en México), ya que todos estos mundos coexisten y se ven influidos unos con otros permanente e inevitablemente (aunque suene un poco dramático).
Lo que van a leer es un extracto del artículo "¿Una sociedad deprimida?", escrito por Tony Anatrella, psicoanalista y experto en psiquiatría social, este rollo fue publicado en el año 2004 dentro del libro "La depresión", del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud. Los monitos son de mi cosecha, porque se me ocurrieron al ir leyendo el texto.
"1. ¿Es posible que una sociedad entera se deprima? ¿Podrá una sociedad enfermar de depresión, tal como le ocurre a una persona cuando duda de sí misma, está desvinculada de la realidad, es asténica y melancólica? Podemos hipotizar una respuesta: en realidad, son las personas las que se deprimen y no las sociedades; estas son la imagen de las personas que forman parte de ella. Por tanto, la sociedad es menos deprimida que los hombres, muchos de los cuales están afligidos por descompensaciones cuando no logran afrontar la realidad.
2. Como compensación, sabemos que en el ámbito de la psiquiatría social la sociedad produce patologías sociales que tienen repercusiones en las personas según situaciones particulares. El individualismo, la desocupación, el divorcio, la inseguridad, la ausencia de una real educación, la falta de transmisión del saber, de la cultura, de la moral y de la vida religiosa y la negligencia de las normas objetivas debido al relativismo ético, no puede sino debilitar o hacer más frágil la personalidad por falta de solidez y de estabilidad en la existencia. En efecto, la sociedad puede ampliar los desórdenes depresivos."
Hasta luego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres comentar?: