lunes, 30 de enero de 2012

El candidato que sube

Perdón por meterme otra vez a cosas de política, ya sé que este tema no es mi fuerte, pero veo las noticias y me parece que se avecinan tiempos igual o más difíciles que los actuales: El candidato aparentemente más "apoyado", por decirle de algún modo, no representa ningún ideal ni esperanza profunda para este México lindo y querido, al contrario, es la viva imagen de lo superficial y por lo mismo lo asocio con el egoísmo, como alguien capaz de crecer entre la ignorancia a costa de quien sea. Los demás candidatos, pues... solo hay uno al que volteo a ver, aunque ahorita soy más desconfiado que en el 2006.

El caso es que hice este dibujo pensando en esas cuestiones de políticos (¡en lo que anda uno pensando!) y lo que siento con estos pensamientos lo quiero compartir aquí:


Deberé decidir mi voto en unos meses, pero no pongo mi fe en un candidato. De hecho nadie puede basar su bienestar en otra persona, sea quien sea. Mucho menos si esa persona no escucha nuestra voz ni se da cuenta de lo que necesitamos... ¿qué tipo de relación es esa?

Hasta luego.

domingo, 29 de enero de 2012

Es que así soy, mi vida

Me han dicho varias veces que somos lo que creemos, pero esto no es necesariamente cierto, hay ocasiones en que lo que creemos no nos deja vivir lo que somos.

Esto es muy significativo en algunas vivencias de baja autoestima y de vida en pareja; por ejemplo, hay personas que proyectan una imagen de seguridad o hasta de autoridad en los demás, pero nunca llegan a darse cuenta de cómo son percibidos o, si se dan cuenta, simplemente no lo creen y prefieren seguirse percibiendo a sí mismos como si fueran una persona menos capaz o menos digna de confianza, con esa creencia encima no es de extrañar que su autoestima ande por los suelos botando como lata pateada.

Cada quien tiene sus razones para creer cosas así de dañinas acerca de su propia persona, y esas razones pudieron ser muy válidas en algún momento, pero con el paso del tiempo el regaño, la burla o la crítica tantas veces escuchados se quedaron grabados en la memoria central de cada uno de nosotros. O también pudo grabarse el elogio, el halago, las felicitaciones por haber sido tan bueno, así que preferimos seguir representando un mismo papel, aunque ya no nos sirva con el paso del tiempo.

En varias de las parejas que he conocido está presente, paradójicamente, alguna afirmación del pasado que se ha convertido en una firme creencia del tipo "es que así soy yo", sin embargo, cuando escarbamos un poco más resulta que la creencia real es del tipo "es que así debo de ser yo", y siempre que utilizamos las palabras "yo debo de" o "yo tengo que" estamos ante una creencia que aprendimos reaccionando ante una persona importante de nuestra historia, y aprendimos a creer que somos así para evitar un castigo o para ser premiados.

Una creencia común en varias personas casadas es de la "yo soy un buen hijo o hija". Y esa es una actitud muy bien vista y valorada en nuestra sociedad, así que a nadie le parece mal que uno o los dos miembros de la pareja se sigan viendo a sí mismos como hijos en lugar de verse como esposos. El problema es, como decía al principio, que no siempre somos lo que creemos, pero sí somos siempre lo que hacemos, y en los hechos quien se ve a sí mismo como hijo o hija sentirá más compromiso hacia su familia paterna que hacia su pareja, y se percibirá a sí mismo como si fuera más chico o chica de lo que en realidad es: ¡Es un hijo de familia! En muchas ocasiones hasta es probable que no puedan tener hijos, pues esto afectaría terriblemente la creencia de ser hijos y los obligaría a tomar responsabilidades de padres.

Otra creencia que aparece comúnmente, y que aparentemente es la contraria a la de "soy un buen hijo", es la de decir que "soy una persona autosuficiente, yo me hice a mí mismo". Y entonces tenemos una persona que no percibe la ayuda de los demás, desconfía hasta de su sombra y aprendió a sacarle beneficio personal a todas sus relaciones, incluso a la de pareja. Normalmente estas personas se quejan de lo blandos y poco aguantadores que son todos los demás y no comprenden por qué se quejan si "la vida es muy fácil para todos, menos para mí". Pueden ser muy responsables, pero emocionalmente desapegados y muy exigentes con la crianza de los hijos.


Entre estas dos posturas hay una infinita gama de posibilidades, dependiendo del estilo de educación recibida por cada miembro de la pareja y de la claridad con que aborden su situación. Se me ocurren los siguientes roles que uno puede vivir, convencido de que "así soy":

El buen amigo, o el "candil de la calle y obscuridad de su casa".
El o la modelo.
El alma de las fiestas.
El optimista, "aquí no pasa nada".
El hermano o hermana solidarios.
El o la rebelde sin pausa.
El o la incomprendida.
La excelencia académica.
Y agréguese al gusto...

Es muy fácil descubrir estos roles en los demás, de hecho es demasiado fácil ponerle una etiqueta de estas a nuestra pareja, pero lo más útil y difícil es descubrir cómo se percibe uno mismo, porque en base a eso podremos entender por qué hemos acuado tantas veces de una misma manera. Y con el paso del tiempo podremos decidir si queremos seguirnos pecibiendo igual o si queremos cambiar y empezar a vernos de una manera distinta.

¿Queremos ser lo que creemos? ¿O queremos creer en lo que somos?

Creo que una de las principales razones por las que nos cuesta tanto trabajo decidirnos a cortar con ese compromiso platónico hacia otras personas, es porque nadie nos ha enseñado a ser dueños de nuestro corazón, así que sentimos un fuerte lazo de unión o de rechazo hacia la gente más significatica de nuestra historia personal y sobre eso gira nuestra manera de vivir el mundo emocional. Bajo esta idea, sería muy útil aprender a vivir con el corazón compartido, sabiendo que en él cabe toda la gente que aceptemos en nuestra vida, sabiéndola acomodar, es decir: Marcando nuestras prioridades para no sentirnos culpables o no merecedores del cariño.

Ahí está la raíz de nuestra auto percepción, ahí donde están los corazones cerrados, empeñados o prestados, pero no compartidos. Y nuevamente nos encontramos con una postura de rigidez ante la vida ("así soy yo").
Por mi parte, tengo una creencia o una meta muy fija en mi mente, y trato de guiar mis pasos hacia el hemebe que espero llegar a ser, aunque también, con algo de frecuencia, me descubro reaccionando de acuerdo a lo que esperaban de mí otras gentes (muy valiosas y queridas para mi) hace ya bastantes años... Lo peor del caso es que en algunos casos me he descubierto que reacciono de acuerdo a lo que yo creo que hubieran esperado de mi esas gentes.

Aceptarme tal como soy. Vivir en el presente. Responder a los compromisos que he asumido. Ser yo auténtico para encontrar lo mismo en ti.

Es un buen camino, y tenemos tiempo para recorrerlo.

Hasta luego.

jueves, 26 de enero de 2012

La luz y la obscuridad

Siguiendo con las ideas de Gary Zukav, la luz representa la integración, la totalidad, la plenitud, y la obscuridad, por el contrario, nos remite a pensar en la carencia, la falta de algo, lo incompleto, la insatisfacción.

En términos psicológicos llamamos a esta interacción de contrarios "dualidad", y nos permite entender las cambiantes facetas de nuestra personalidad. Ninguna persona puede vivir totalmente en la luz o en la obscuridad, es parte de nuestra naturaleza humana movernos dentro de una amplia banda de tonos grises, algunas veces nos acercamos más a la negrura, donde está ausente la claridad y otras veces llegamos a sentir la blancura en nuestra vida. Es parte de la dinámica de nuestra vida, avanzar en busca de la realización (luz) y resistir la tentación (obscuridad) de desviarnos de ese camino.

Decimos que una persona es muy brillante cuando reúne muchas cualidades apreciadas socialmente o cuando es muy inteligente; también decimos que una persona puede iluminar a los demás cuando contagia su buen ánimo y humor, o cuando se dedica con interés a los demás, es una persona de luz la que se muestra tal cual es, con virtudes y defectos para crecer; en cambio decimos que es una persona obscura y gris la que se aisla de los demás, tiene negras intenciones la persona que piensa hacer el mal a otra y la que únicamente piensa en su beneficio personal.

Imagen tomada de la página "granadablog.com"

Si la unidad de medida en este tema es el amor y los sentimientos que identificamos como "positivos", entonces la persona de luz está llena y la persona obscura vive vacía.

En las familias suelen aparecer de vez en cuando algunos miembros sin luz, tal vez uno solo, y casi siempre ocurre que al verlos diferentes a los demás (o más bien, distintos a los ideales y expectativas de la familia) se les empiezan a cerrar las puertas, insistiendo en remarcarles directamente su condición de "seres obscuros" (hasta les dicen "ovejas negras") y a identificarlos con todo aquello que la familia conoce como "malo". Les hace falta iluminarse y no tienen capacidad para hacerlo, requieren que los demás les compartan de su luz.

Pero ocurre también, con mucha frecuencia, que la familia empieza a hacer esas odiosas comparaciones donde la mayoría de las veces sale perdiendo quien menos luz tiene, y esa misma familia se justifica a sí misma en sus acciones cuando decide castigar, dar menos oportunidades o criticar a quien solo tiene obscuridad, es decir, carencias.

La obscuridad se elimina con la luz, y en el caso de cualquier persona ocurre lo mismo, hay que hacer llegar la luz al corazón y a la mente de quien permanece en las penumbras de la ignorancia, de la violencia, del rencor, a quien vive sin oportunidad de hacer algo mejor con su vida y sentirse útil. Claro que tomar esta decisión implica un compromiso de tiempo, dinero y esfuerzo constante, pues es más difícil para quien carece de luz aprender al mismo ritmo que quien sí la tiene. Además, quien carece de luz es fácilmente influenciable por cualquier chispita o débil flama que le llame entre las penumbras y de esa manera puede escoger el camino de la destrucción en lugar de la senda del autodesarrollo. Ésas son las tareas que le esperan a los miembros de una familia que tiene luz y decide compartirla con uno de los miembros que no la tiene, al menos en ese momento.

Muchas familias no inician esa labor, es más fácil decir que quien carece de luz simplemente "es así", en lugar de invertir en su formación, es decir, en educar y preparar a la persona para que se respete, se valore y se convierta en una persona productiva y capaz de relacionarse sanamente. En ocasiones, además de no aportar luz, también se ataca a quien no la tiene, acusándolos de ser "malos" porque carecen de algo que los demás miembros sí tienen, o creen tener. Se convierte en chivo expiatorio a quien está menos iluminado, a quien no se da cuenta de su propia luz.

Siempre que realizamos un acto de discriminación, de violencia, de ataque a un ser que se encuentra en desventaja, nuestra luz disminuye y nos convertimos en aquello que estamos atacando.

Imagen tomada de la página "granadablog.com"

Esto sucede en los hogares, en las escuelas, en los trabajos, en la calle y también en el Gobierno. La muestra más clara está cuando se decide atacar y reprimir a un grupo que se queja de sus carencias en lugar de acercarle la luz. O cuando se decide gastar demasiado dinero en estrategias, armamento e instalaciones para la guerra (invertir en la obscuridad) en lugar de proporcionar educación y empleo (invertir en luz, iluminar) a toda la población. Se repite la misma historia de la familia, pero a una escala gigantesca: Es más fácil criminalizar a toda esa gente que no trabaja y se dedica a delinquir, en lugar de analizar por qué no tiene empleo y atacar esas causas.

Busquemos la luz, tratemos de iluminar y de estar cerca de la verdad (en cualquiera de sus formas) para no dejarnos envolver por la obscuridad de la ignorancia, la violencia, la adicción y tantas otras formas que encierra la mentira. La luz nos puede alcanzar a todos, quien la tenga también tiene la obligación de compartirla, bajo la pena de perderla por su egoísmo.

Hasta luego.

sábado, 21 de enero de 2012

El lugar del alma

Aún no he conseguido la versión electrónica de "El lugar del alma", un libro de Gary Zukav que me tiene encantado. Para compartir un poco de él, les reproduzco enseguida algunas frases tomadas de la introducción y los primeros capítulos:

"...cuando las actividades de la vida se encuentran infundidas de respeto se llenan de sentido y alcanzan buenos resultados".

"La violencia y la destrucción son los resultados de contemplar el poder como si de algo externo se tratase. Todas nuestras instituciones -sociales, económicas y políticas- reflejan nuestra manera de ver el poder como algo externo".

Evolución

"Hemos creado sistemas de bienestar para proteger a los pobres. Éste es un perfecto reflejo de cómo hemos llegado a percibir el poder: como una posesión perteneciente a una minoría, al tiempo que la mayoría le sirve en tanto que víctimas".

"Cualquier cosa que temamos perder es símbolo de poder externo. Lo que tememos es un incremento de nuestra vulnerabilidad".

"No existe diferencia entre una esquizofrenia aguda y un mundo en guerra. No existe diferencia alguna entre la agonía de un alma destrozada y la de una nación destrozada".

"...la intención que se encuentra detrás de una acción determina sus efectos, cada intención nos afecta a nosotros y a los demás, y los efectos de las intenciones se extienden mucho más allá del mundo físico".

"Tu personalidad, al igual que tu cuerpo, son los vehículos de tu evolución".

"Cuando una personalidad se convierte en multisensorial, sus intuiciones llegan a ser importantes para ella. Advierte sensaciones sobre sí misma y sobre los demás, así como las situaciones en que ella misma encuentra que no pueden justificarse sobre la base de las informaciones proporcionadas por los cinco sentidos".

"Es éste un libro sobre la consecución del poder auténtico -la alineación de la personalidad con el alma- y lo que eso implica, de cómo sucede y qué es lo que crea".

Karma

"El periodo de vida de tu personalidad es una más de la innumerable cantidad de experiencias de tu alma. El alma existe fuera del tiempo".

"Desde el punto de vista del alma, todas sus encarnaciones son simultáneas. Todas sus personalidades existen al mismo tiempo".

"...una vida consciente se convierte en un tesoro que no tiene precio".

"...en la personalidad de una persona uno puede observar el sufrimiento del alma de la que ha sido formada, al tiempo que también se puede observar la gracia que el alma ha ido consiguiendo, que no es otra cosa que la parte de la personalidad dominada por el amor".

"En ciertas ocasiones la personalidad se nos muestra como una fuerza que se desplaza elevándose sobre el mundo sin ninguna relación con la energía de su alma. Esta situación puede estar en el núcleo de lo que denominamos un ser humano malvado, y puede dar origen a un ser humano esquizofrénico. Es el resultado de una personalidad incapaz de encontrar su punto de referencia, o la conexión con la madre, que es el alma".

"...somos responsables de cada una de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos, o lo que es lo mismo, por cada una de nuestras intenciones".

"...el hecho de aprender que las intenciones producen efectos específicos, y cómo son tales efectos, significa un avance muy lento cuando nuestro aprendizaje debe hacerse solamente a través de la densidad de la materia física".

"Recibes del mundo aquello que entregas al mundo".

"La moralidad es una creencia humana. El universo no juzga".

"Cuando juzgamos, creamos karma negativo".

"El camino que conduce hasta tu alma pasa por tu corazón".

"Una justicia que no juzga es una percepción que nos permite ver cualquier aspecto de la vida, pero que no nos compromete con sus emociones negativas".

Hasta aquí las citas por esta ocasión, pero amenazo con ingresar frases de otros 2 capítulos de este libro en un escrito posterior.

Hasta luego, y si quieren opinar pueden hacerlo libremente.

jueves, 19 de enero de 2012

Palabra de Bernardo

Estoy leyendo a un psicólogo, sexólogo y pastor religioso que se llama Bernardo Stamateas, su lectura me está resultando interesante y agradable, porque aborda los temas de la relación de pareja, de la autoestima y de las relaciones interpersonales de una manera muy clara y sencilla.

Tal vez a quien no le guste fusionar las cosas de este mundo material con la religión le resulte difícil digerir estos textos, pero aunque aparecen de vez en cuando algunas referencias bíblicas y un poco de sermón dominical, sus libros están escritos con un criterio amplio, para ser leidos por mentes abiertas y hambrientas, en el sentido de nutrición y no de comida chatarra para la psiqué.

Una frase que me gustó, de su libro "Gente tóxica":

La palabra es como las abejas: Tiene miel y aguijón.

Y aquí, la liga para descargar su libro "Sexualidad y erotismo en la pareja":


Hasta luego.

martes, 17 de enero de 2012

Un espejo nos está esperando

Las familias que vuelcan su atención hacia su propio interior pueden crear en sus miembros unas expectativas muy, muy altas y llegan a creer que cuentan con un elemento o característica especial para desenvolverse en la vida.

Es el sentido de pertenencia en su más puro sentido, expresado con la frase "nosotros los (ponga aquí su apellido) somos así", que suena de lo más cierta e inofensiva, pero que excluye con esa certeza a todos los que no sean de ese grupo de "nosotros". Algo así como "nosotros somos así, y todos los demás son distintos. Entonces, todos los demás están mal". Existe una tendencia más o menos reciente a interesarse por la historia familiar (no sólo por la historia personal), lo que parece muy sano para entender el sistema de relaciones en el que se formó cada uno de nosotros, y que explica porqué nos relacionamos de tal o cual forma en la actualidad.

En mi caso, que es el que mejor conozco aunque aún me falta mucho por descubrir, resulta que pasé muchos años viviendo con la firme convicción de que provengo de una familia donde impera el respeto por la vida, por el desarrollo espiritual y se le da un lugar especial a los sentimientos, lo que crea un ambiente propicio para la nostalgia y el recogimiento en uno mismo, y eso nos ayuda a ser más abiertos y comprensivos con los demas... Hasta ahí todo muy bien, y crecí convencido de que así "somos nosotros", porque es una bonita forma de ser en el mundo. Lo malo es que se trata de una máscara, una fachada que oculta el interior.

Actualmente me he dado cuenta, sin que sea tampoco una verdad definitiva, que el sentimiento que más conservo de mi historia familiar, es decir, lo que yo aprendí en casa, es el orgullo de ser una persona "moralmente correcta". Ciertamente, la nostalgia es un enemigo a vencer porque puede crear la ilusión de comodidad y satisfacción por lo que he hecho en el pasado y de ese modo puede hasta oxidarme si decido que ya no necesito moverme, pero en las relaciones diarias lo que más afecta en mi constelación familiar (por decirle de algún modo) es el sentirme como si fuera una autoridad moral, el juzgar a los otros y la dificultad para reconocer que sé o conozco menos que otros (no en cuanto a conocimiento, sino en términos de lo que es bueno, lo que es aceptable, lo reprobable y lo correcto).. ¿Cuál es la señal que me lleva a esta conclusión?

Son dos: una es la reacción desproporcionada y voluntariosa cuando las cosas no salen "de acuerdo a lo planeado". La otra es la necesidad de juzgar u opinar sobre asuntos de otros, considerando que debo tener la razón.

Me ha costado trabajo pararme frente al espejo y verme así, sin la máscara de la bondad y la nostalgia, duele encontrar algo así como el retrato de Dorian Grey en el rostro de ese tipo que me mira del otro lado, en el reflejo. Pero una parte importante para corregir el camino consiste en hacer caso de lo que no nos gusta, dedicarle un tiempo y tratar de cambiarlo. Ninguna actitud es buena o mala, pero cuando se manifiesta excesivamente terminará por funcionar mal, así que mi tarea personal es reacomodar en su justa medida mi nostalgia y melancolía, tanto como mi orgullo y afán de aceptación. Trataré de hacerlo con responsabilidad recordando esta máxima de la psicología: "Cualquier conducta exagerada trata de ocultar la conducta contraria", o lo que es igual: "Dime de qué presumes y te diré de lo que careces".

El primer paso para reeducarnos es reconocer la parte donde tenemos carencias, y esto ocurre al interior de cada familia, pues es mucho más cómodo vivir detrás de la máscara, seguir siendo uno de "nosotros" y excluir a "aquellos". Aquí abro un paréntesis para pedir una disculpa por ponerme autobiográfico describiendo mi postura personal ante algunos aspectos familiares: estas son meras conjeturas mías, mi vivencia, sin generalizarla necesariamente a toda mi familia.

Pero bueno, ¿cómo se forma esta máscara? Ésta es la parte más interesante: Es verdad que mi familia ha vivido con respeto por la vida y el desarrollo espiritual, y que le hemos dado un lugar especial a los sentimientos, y que cuenta (como todas las familias) con una característica especial para desenvolverse; es obvio que también me considero una persona abierta y comprensiva. Lo que ha ocurrido es que idealicé esta forma de ser en el mundo hasta verla como inalcanzable para cualquiera (hasta para uno mismo, he ahí la trampa de la nostalgia y el orgullo). Se requiere un trabajo de humildad y constancia para poner los pies en la tierra y vivir la vida como es, aunque no se apegue a mis ideales. Asì, mis actitudes se pueden convertir en mis defectos o en mis cualidades, dependiendo de mi capacidad para regularlas. Esto aplica para cualquiera.

En otra ocasión platicaré un poco acerca de las familias que vuelcan su atención hacia el exterior, pues también son una excelente fábrica de máscaras muy útiles para poder movernos por la vida. Estas máscaras, además de ocultar nuestro mundo interior, nos protegen de las amenazas del exterior, a veces fantasiosas y en ocasiones muy reales.

Todos usamos máscaras, y todos podemos quitárnoslas si lo creemos necesario, aunque tal vez no nos gustará lo que podamos ver, pues detrás de nuestras máscaras podemos encontrar envidia, crítica destructiva, prepotencia, holgazanería, irresponsabilidad, chismes, conformismo, exigencia desmedida y todas esas actitudes que criticamos en los demás.

Si la máscara es funcional y me ha servido para avanzar, puedo conservarla y hacer un uso consciente de ella. En mi caso, quiero regular mi orgullo para que no mate a mi memoria, porque mi máscara me había hecho creer que mis recuerdos afectaban a mi autoestima. ¡Qué cosas!

Y aquí quedan abiertas estas preguntas:

¿Cómo es tu familia? ¿Cómo te calificas tú y a los "tuyos"? ¿Con cuáles "verdades caseras" te has quedado? 

No hay ninguna prisa: Tenemos toda una vida para encontrar ese espejo por el que se asoma nuestra expresión real, sin antifaces. Todo ocurre a su debido tiempo.


Hasta luego.

viernes, 13 de enero de 2012

Obesidad mental

Hoy conocí el concepto de obesidad mental, y nada más de hacer la comparación entre la nutrición física y la mental, me gustó la idea y la adopté para mi acervo, así que aquí estoy, platicando de la desnutrición mental.

Conocí esta idea a partir de un archivo de Power Point que cayó en mis garras, y que por supuesto comparto en este espacio, para bajarlo hay que dar clic sobre esta liga:


Y aunque va a sonar muy repetitivo, voy a comentar algunas de las ideas que más me llegaron al leer esta presentación, creo que me encontré con mi miedo a descubrirme con la mente llena de alimento chatarra:

Uno debe aprender a nutrirse, para ello debemos variar el menú y arriesgarnos a comer algo distinto de vez en cuando. Claro que ello implica hablar con otros comelones de más experiencia y escuchar sus recomendaciones.

El alimento más accesible no es siempre el mejor. Así como en cualquier oxxo, tiendita de abarrotes o puesto de comida rápida encontramos refrescos, botanitas empaquetadas o grasa en todas sus presentaciones, también así encontramos en la mayoría de los programas de radio, televisión o en los periódicos la comida chatarra que se ingiere rápidamente, pero se va pegando en el subconsciente y con el tiempo es difícil removerla, pues se va pegando hasta hacernos creer que siempre estuvo ahí y que es natural cargar con ella. ¡Hay que buscarle! Sí hay alimentos nutritivos y sabrosos para la mente y para el espíritu, pero si se requiere asesoría, hay que regresar al párrafo anterior.

Otros libros
Otras músicas
Otras películas
Otras revistas
Otros periódicos
Otras páginas web
Otros temas de qué hablar
Otros juegos
Otras personas
Otros programas en la radio y en la tele
Solamente hay que conservar
la misma vieja curiosidad
Y evitar convertirnos en coleccionistas
que desechan todo "lo que ya saben"
nada más porque ya hay "algo nuevo".

Si no probamos un buen alimento, hasta juraremos que estamos bien nutridos con lo que ingerimos. Hay personas orgullosas de su redondez y que disfrutan siendo alfeñiques de 100 o 200 kilos, pues estar "llenitos" puede ser un símbolo de estatus y de "estar bien" en algunos círculos de escasa cultura gastronómica. En el caso de la obesidad mental, también habemos quienes nos sentimos orgullosos de cargar el cerebro y todas las memorias con datos e información dispersa que puede llenar totalmente nuestra capacidad, sin servir absolutamente para nada. Pero creemos que sabemos porque nos atiborramos de información, irrelevante, pero información al fin: ésa es la mejor manifestación de nuestra gordura u obesidad mental.

No hay apoyo del sector público ni del privado para mejorar la nutrición, tanto en el nivel físico como en el mental, parece ser que las autoridades y los empresarios no encuentran productivo eso de tener una población bien nutrida en cuanto a comida y pensamientos. Es obvio que la obesidad mental hizo presa también de quienes toman las decisiones acerca de qué puede consumir la mayoría de las personas y por ello es muy fácil acceder a programas de raquítico valor para el intelecto, las emociones y la autoestima; y del mismo modo accedemos al chiste facilón, a la critica del prójimo, a la descalificación y la discriminación, a la burla y a la exhibición como fuentes "normales" de diversión. Y lo peor es que esto no ocurre en círculos de amigos, sino en los medios de comunicación, con comunicadores "serios". ¿Quién coordina la programación de todos los medios masivos? ¿Será acaso la misma autoridad la que debe regular la nutrición física y mental? ¿Y esa autoridad estará bien nutrida o nomás leerá los empaques del cereal cuando desayuna y el relleno de los cheques cuando cobra?

Estamos perdiendo la costumbre de compartir los alimentos. No caería mal conocer lo que nutre a nuestros conocidos, pues a veces vamos dando por hecho que todos pensamos más o menos lo mismo y vamos cerrando nuestras bocas, nuestros oídos y nuestros ojos a lo que dicen y razonan los demás. Con un poco más de tiempo, terminaremos cerrando también el corazón para no dejar entrar los sentimientos y las emociones de nuestros seres humanos cercanos, pues ya nos las ofrecerán prefabricadas... ¿o ya ocurre esto?

En fin, aquí tenemos otro reto, aunque bien mirado resulta ser el mismo reto que afrontamos desde hace tiempo: Comprometernos a mejorar nuestra nutrición. "Somos lo que comemos", suele decirse por ahí y quien lo dice se queda muy orondo por haber dicho una verdad digerida y aprobada por medio mundo. También es válido decir que "somos lo que consumimos", esto incluye tanto los alimentos que entran por la boca como todos esos alimentos del espíritu que pueden entrar por los ojos y los oídos principalmente.

Tratemos de arriesgarnos a consumir algo distinto aunque se corra el riesgo de ser vistos como bichos raros, pues al que no consume la misma comida chatarra que pasan en la programación "normal" se le ve como si de verdad estuviera mal, ¡hay que probar otros sabores! En los comedores de las escuelas y los trabajos siempre están disponibles las porquerías del tipo Marinela, Sabritas o refrescos, pero nadie se escandaliza si alguien decide sacar su alimento preparado en casa y comerlo entre los demás. Con el alimento del intelecto y el espíritu debería ser igual, que nadie se escandalice cuando uno entre todos decida consumir una dieta de información más balanceada y con ingredientes distintos a los de diario. Lo peor que puede ocurrir es que se vayan volviendo más ricas las opiniones y se vayan difundiendo opciones de entretenimiento y cultura más amplias.

Creo que no exagero si digo que una buena nutrición mental es un excelente camino para llegar a ser libres, en toda la extensión de la palabra.

Provecho. Digo: Hasta luego.

miércoles, 11 de enero de 2012

Expectativas

Esperamos demasiado de los demás y de la gente en general.

A veces ponemos unas expectativas muy altas en alguna persona y ahí se las dejamos colgadas, creyendo que por ese solo hecho esa persona en particular se comportará como nosotros esperamos, pero ¡Oh sorpresa! Normalmente cada uno de nosotros sigue avanzando por el camino de su vida y no nos convertimos en una fotografía o una reproducción estática de lo que la demás gente espera. También es normal que aquellos que colgaron una ilusión o una expectativa en otro alguien, vivan decepcionados porque sus deseos no se cumplen. Un poco menos normal, aunque no por eso poco común, es la reacción de culpar a otra persona por aquello que nosotros debimos haber realizado. Colgar muchas expectativas, o una expectativa muy grande a una persona puede ser el equivalente a convertirnos en el "amo" virtual de esa persona: a partir de ese momento estará obligada a cumplirnos, aunque tal vez ni siquiera lo sepa. En una relación de pareja esto se llama codependencia; en una relación padres-hijos se llama sobreprotección, en el mundo de la política y los negocios se llama lealtad y en el mundo de los niños, que siempre le dicen a las cosas por su nombre, este tipo de relación se llama "adivinanzas", con 2 preguntas favoritas: ¿A que no sabes lo que espero de ti? y ¿Por qué no hiciste lo que yo esperaba/quería/deseaba/insinuaba/exigía/sugería que hicieras? Como sea, en cualquier caso hablamos de una situación en la que, si ambos aceptan su rol de "esperanzado - esperanzador", tenemos como resultado una autoestima deficiente que buscará, por un lado, confirmarse a sí misma a través de la aceptación de los demás, y por el otro, que evadirá asumir su propia responsabilidad porque siempre habrá alguien que esperábamos hiciera algo mejor y por su culpa no pude hacer lo que me toca. ¿Suena familiar? Tal vez. Podemos jugar a ser el que cuelga las expectativas en otros y también a que somos los que van por ahí cargando expectativas ajenas, a fin de cuentas ninguno de estos roles permite ser libre de tomar decisiones propias, así que si nos descubrimos en alguno de estos papeles durante nuestra vida diaria, también podemos jugar a soltar la carga y dejarla ahí (en caso de jugar a ser aquellos de los que se espera demasiado) y a dejar de esperar tanto de los demás sin investigar qué tan realistas son nuestras expectativas. Al final encontraremos una ventaja: Seremos libres, capaces de decidir por nosotros mismos con menos egoísmo y más, mucha más confianza en nuestro propio yo y en los demás. Es difícil saber cómo nos perciben los demás, tal vez estemos traicionando las expectativas de alguien, o tal vez estemos decepcionados de alguien que no hizo todo lo que, según nosotros, debió haber hecho. Seamos libres, nos veremos con más respeto unos a otros y, a lo mejor, hasta tendremos la capacidad de afrontar la vida juntos, acompañados y aceptando a cada quien como es sin esperar que sea como yo quiero.

Saludos, nos seguimos leyendo.