martes, 6 de septiembre de 2011

Que la vida sea un espejo

En este momento deseo que la belleza de la palabra iguale a la grandeza de los más nobles corazones y la vida sea un espejo que nos deje disfrutar todo lo bueno que hemos regalado a los demás.

Cándida impaciencia irrumpe con sorpresa rompiendo mi sueño y me manda a trabajar, todos tenemos que trabajar para pagar las cadenas con las que nos amarran y la autoridad que nos imponen, y pagamos también las armas que se compran por nuestra seguridad para protegernos de las armas que se compran junto con las conciencias y la solidaridad.

Del respeto ya ni hablar, no sé qué buscamos allá afuera si en el interior tenemos todo, en el interior de mi familia viven los buenos recuerdos, las caras amorosas, la esperanza, la confianza, el respeto y la cursilería que aquí sí se anima a salir.

En mi familia hay una cama resguardada por cuatro paredes que me invita a descansar pero no quiero quedarme dormido, hay bocas sin llenadera que alimentar y nunca descansan de hablar, unos cuantos berrinches que resistir, enfermedades y necesidades, vida y emoción. Aquí nace y crece el amor.

El sol nace cada día y se vuelve uno distinto para cada ser humano, cada quien lleva consigo su día, su historia, su futuro, su sol, su luna y su mundo entero, algunos lo llevan cargando, otros a empujones y otros solamente quieren que el mundo los siga a ellos.

Mi mundo tiene ventanas que dan de frente con otros, me dejan mirar afuera y deja que otros se asomen. No me gusta todo lo que veo aunque es mi mundo, mi país y mi ciudad pues hay mucha gente que sí llegó de un mundo raro, no sabe del dolor ni del amor y no sé si alguna vez ha llorado, pero sí ha hecho llorar a muchos.

Y al principio y al final todos somos iguales, todos nos estamos yendo pues nada más hay un eterno y todos los demás nos dedicamos a construirnos infiernos, a refundir nuestras almas en horarios extremos, a valorar nuestras vidas con la nómina y el sueldo, a apretujar nuestros sueños junto al miedo de despertarlos y a cuidarnos del vecino que tal vez quiera fregarnos.

Esta persona y todas las que ves se venden, pero esta cuesta más que el dinero y pide solo sinceridad. A veces la vida me da alimentos que no me gustan y nada más, yo le agradezco que me quite el hambre.

En este momento deseo que la belleza de la palabra iguale a la grandeza de los más nobles corazones y la vida sea un espejo que nos deje disfrutar todo lo bueno que hemos regalado a los demás.

Hasta luego.

2 comentarios:

  1. Pues yo querido amigo, pienso y pienso que tus reflexiones me llevan a cuestionarme mi ser y hacer en la vida, definitivamente en las películas podemos ver la importancia de quien esta moribundo tenga oidos prestos a escuchar las últimas palabras o boca para escuchar la última frase y de manera irremediable hablar de la muerte me llevará a hablar de la vida y relfexionar acerca del valor de lo que hablo y de lo que escucho... y me pregunto ¿estoy satisfecha de mi vida y a lo que le he abierto los oidos? ¿Y de lo que he hablado?.... Gracias por compartir tus pensares que no siempre son tus penares....Un abrazo ingenioso amigo.

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  2. ¡Qué bonito es esto de la dualidad! ¿verdad, mi queridísima Manguis? Y tienes mucha razón cuando dices que una verdad generalmente nos obliga a buscar su extremo opuesto y que este ejercicio casi siempre nos lleva a darnos cuenta de algo nuevo. Y mientras siga ocurriendo así será una señal clara de que estamos vivos y seguimos aprendiendo de la vida propia, a veces a través de nuestras propias vivencias y a veces también a través de la vida de otros ¡Total! Y conste que aunque en ocasiones escribo en un tono medio dramático, para nada quiero repartir pesares, ¿eh? Gracias por hacerte presente, te mando un fuerte abrazo con mucho cariño.

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