jueves, 29 de septiembre de 2011

Apuntes sobre el origen de la rebeldía

Dicen que la rebeldía es una característica inseparable de la juventud, incluso Salvador Allende dijo en una visita que hizo a la Universidad de Guadalajara su famosa frase "Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica". Y nótese que estoy utilizando intencionalmente las palabras "rebelde" y "revolucionario" como sinónimos, ya que toda rebeldía indica que hay una inconformidad con algo, que se busca un cambio.

Todos los revolucionarios se ganan la simpatía de un grupo de personas y el rechazo de otro grupo, el de intereses contrarios. En este caso me voy a referir a la rebeldía individual, esa que se va desarrollando conforme crece la persona y siente como que le va quedando chico el ambiente donde creció, por decirlo de una manera muy simplista. Y hago otra aclaración: lo que expongo aquí son ideas que pueden ser ampliadas pero que considero seriamente como elementos que influyen en el origen de la rebeldía. El cómo se encauza esa energía rebelde o cómo llega a ser una fuerza destructora será motivo de un escrito posterior. Aquí vamos:

Unos dicen que todo empieza en la infancia, cuando el niño se crea una “imagen” de las personas más importantes en su vida y esta imagen se queda grabada en su mente como si fuera una verdad absoluta. El niño adquiere entonces unos puntos de referencia importantes para confirmarse a sí mismo como persona, en base a la seguridad que le da el "saber" como son las gentes con las que convive.

Con el paso del tiempo el niño va creciendo, conoce más personas, ingresa a escuelas, aprende cosas y cambia su convivencia con esas personas importantes de su niñez más temprana, que aún así siguen siendo las más importantes para él porque forman su núcleo familiar, aunque ahora puede ser que lo traten de manera diferente y que el comportamiento en general de estas personas también sea distinto, pues poco a poco se van quitando la máscara de "cuidado, no hagas eso que aquí está el niño", y además va dejando de ser niño: Las personas cambian, la imagen no. Si no hay una comunicación directa con el niño, él seguirá tratando de encajar a sus seres queridos o importantes en la imagen que se formó de ellos.

El niño sigue creciendo y sus seres queridos también continúan cambiando, hasta que llega un momento en que la realidad y su imagen no pueden coincidir. Éste es el momento en que se toma la decisión: negarse a aceptar la realidad o tratar de cambiar para adaptarse a los cambios externos.

El que creó la imagen se siente decepcionado, lastimado y ofendido, no alcanza a darse cuenta que él mismo ha cambiado y seguirá cambiando, y solamente percibe el cambio en los demás.

La otra persona sigue siendo quien es. Esto no significa que esa otra persona no va a cambiar, al contrario: sigue siendo una persona cambiante, tal como ha sido desde antes y como seguirá siendo mientras viva, eso es la evolución.

Sin embargo, el “ofendido” reacciona con rebeldía, en cualquiera de sus presentaciones. ¿Y cuál es la forma más común de "rebelarse" ante la gente que antes era importante? Pues convertirse en Rey Mierdas y echarle la culpa de todo a los demás, es decir: La persona se niega a reconocer su propia necesidad de cambio y a hacerse responsable de su vida, no quiere crecer.

¿Y esto tiene remedio? Pues sí, para remediar esta actitud hace falta tomar otra decisión: Si el ofendido actualiza su “imagen” de la persona y la suya propia, las relaciones pueden continuar de manera sana y nutricia para todos los que participen en ella.

En caso contrario, el "ofendido" seguirá justificando sus actos para seguir con actitud "rebelde".

Y hasta aquí la teoría básica, donde el pequeño que va creciendo forma su propia imagen de los demás y después, en base a ella, decide rebelarse. Hay otros elementos que influyen en la conducta rebelde de los hijos y que no dependen de ellos ni de su forma de ver el mundo, sino de las conductas de sus "seres importantes". Por cuestiones de espacio y tiempo voy a mencionar aquí unas cuantas solamente:
Padres crean imagen falsa (mentiras). Y no existen las mentiras piadosas, todas las personas tienen derecho a crecer con la verdad, aunque un requisito deseable es que las verdades se manejen con amor o por lo menos cariño, y de acuerdo a la capacidad de comprensión, de manera progresiva de acuerdo al desarrollo del menor.

Padres rompen imagen bruscamente. Esto es muy común cuando las parejas se olvidan del amor que los llevó a unirse en alguna ocasión y con ello, se pierden el respeto y van cediendo todo su interés a un egoísmo rencoroso donde los más afectados son ¿ya adivinaron? Pues sí: Esos "rebeldes" que nadie soporta. Y esto puede ocurrir aunque los papás no se divorcien "para no afectar a los niños".

Hijos pierden a los padres. Puede ser que fallezcan ambos o uno de ellos, o que por alguna cuestión legal la familia quede separada, o que uno o ambos padres abandone el hogar. En cualquier caso se trata de una pérdida que no se puede reponer y que inevitablemente hará que el menor (o los menores) se sientan ofendidos en su valía como personas y tarde o temprano ese sentimiento aflorará como rebeldía.

Hijos pierden sus sueños. Casi todos, cuando estamos pequeños, soñamos con ser alguien valioso al crecer y si se dan las condiciones adecuadas, tratamos de avanzar para conseguir esa meta; sin embargo hay ocasiones en que esas condiciones no se dan y por lo tanto no existe la posibilidad de que el niño estudie lo que quiere, o de desarrollarse en el área que se siente más capaz. Cuando las circunstancias externas impiden que el niño reciba este apoyo, tal vez sea capaz de comprenderlo y de adaptarse, conozco muchos adultos que no pudieron seguir la línea de vida que se trazaron de pequeños y aún así han podido realizarse en otras actividades que no se hubieran imaginado entonces. Pero si el pequeño no es capaz de asimilar esta verdad y se aferra a su imagen, comienza nuevamente la "rebeldía".

Los padres no tienen los recursos que el niño exige. Esto es algo muy común, y muy triste también cuando un hijo o hija le reclama a los padres por no tener suficiente dinero en vez de preguntarse cómo apoyar a mejorar el ingreso familiar. Casi siempre hay uno o ambos padres sobreprotectores atrás de esta actitud, sacrificándose para que sus hijos "tengan lo que ellos no tuvieron", y privan a esos hijos de la satisfacción de conseguir algo con su propio esfuerzo.

En nuestro país hay más de 50 millones de personas viviendo en la pobreza, y por lo tanto no es raro encontrar este tipo de elementos como origen de la rebeldía, y no solamente en los hijos.
Hay muchísimos más ejemplos, si ustedes quieren compartir alguno se los agradeceré. Hay una cosa que tienen en común estos rebeldes de la segunda teoría: Tal vez fueron criados por "buenas madres y padres" que les inculcaron lo que la vida debe ser, pero seguramente olvidaron enseñarles a ser felices porque no supieron cómo dar ese ejemplo. No cualquiera puede presumir de darles a sus hijos, además de reglas, normas y cuidados, el ejemplo de ser feliz en la vida.

Y después esos niños crecen y se convierten en jóvenes que estudian, empiezan a tener sus noviazgos más serios, trabajan y van haciendo su vida. Claro que pueden tener problemas con el estudio, concretamente con los profesores; pueden pelear constantemente con la novia o el novio, y si se casan seguirán discutiendo con su pareja; también puede ser que no duren en sus trabajos y si duran, que se quejen constantemente de sus jefes y de cualquier autoridad... Y un día pueden llegar a formar sus propias familias sin haber satisfecho el origen de esa rebeldía que sobrevive oculta en su interior y la historia vuelve a comenzar, o ¿por qué sigue habiendo pades que mienten a sus hijos, los abandonan (en sentido figurado o real), los ignoran, o prefieren pelear con su pareja en lugar de hacerles caso?

Al llegar al final de estas breves reflexiones sobre el origen de la rebeldía resulta que caigo también en el origen de la baja autoestima y que atrás de todo esto hay un niño herido que no se puede sanar en su infancia real, por eso al crecer sigue reclamando con berrinches, corajes, chantajes y otras manifestaciones viscerales, pues no aprendió a pedir de otra manera y esa es precisamente la parte que hace falta sanar.

Y viendo esto, vale la pena dedicarle otro espacio a platicar sobre el niño herido. Ya habrá tiempo.

Gracias por darse el tiempo de leer, hasta luego.

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