miércoles, 30 de noviembre de 2016

Dirigir y ser dirigidos

"No me gusta que me conduzcan, me gusta que me dirijan"
(Concha Velasco)




La vida es fluir, cuando uno escucha esta frase parece que es suficiente con dejarse llevar y nada más... Y muchas veces así es, pero hay otras ocasiones en que nos toca guiar o dirigir, y esto también es fluir.

Para que las relaciones funcionen debemos ser capaces de seguir y de ser seguidos, de guiar y también de ser guiados. Así en las relaciones familiares, de pareja, de amistad, de trabajo y en la relación con la misma vida, por supuesto.



Pensando en que fluir no es solo recibir y seguir la inercia, sino también ofrecer y dejar huellas para alguien más, distingo un amplio abanico de opciones que simplifico en tres formas de ser seguidos por otros. Es decir, 3 formas de liderazgo, de dirigir, que igual aplican en una empresa, en la escuela, en la familia o hasta en grupos de amigos:

1. Vigilar y castigar.

2. Acompañar y orientar.

3. Consentir y solapar.



A todos nos gustaría decir que nuestro estilo es el número 2, pero la realidad es que en ocasiones resbalamos hasta el extremo demasiado rígido del 1 o al exageradamente permisivo del 3. Y como sabemos, ningún extremo es bueno.


"El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta"
(Herbert Von Karajan)

Y hemos de dirigir, de tomar decisiones y de influir en los demás en alguna ocasión, así que tratemos de hacerlo sin llegar a estos extremos tan distintos pero muy parecidos en una cosa: los dos sirven para "controlar" a otros, más que para dirigir.

Vigilar y castigar sirve para usar el miedo, la amenaza y el castigo como medio de control. Consentir y solapar sirven para causar una deuda afectiva y hacer sentir culpables a los demás, con una imagen bonachona y buena onda.

Estos dos extremos también se parecen en que ambos impiden la posibilidad de negociar y de hablar de los problemas. En un extremo todo se reduce a un "¡Porque yo lo digo!" y en el otro todo termina con un "Está bien, como tú quieras".

¿Qué más hay en los extremos?



Vigilar y castigar: Vivir enojados, con coraje, la vida no es fácil, tienes que ganarte todo, no te dejes humillar, gánale a los demás, no puedes equivocarte, ¿ya ves por no hacerme caso?, si me hubieras preguntado antes lo hubieras hecho mejor, tenías que haberlo hecho bien y a la primera...

Consentir y solapar: Esperar que la vida te premie por cualquier cosa que hagas, tomar a broma cualquier equivocación, rehuir las discusiones y hacer como que no hay problema, esforzarse poco y exigir poco también a los demás, no confiar en las capacidades propias ni en las de los demás, creer firmemente que siempre habrá alguien que te ayude y se preocupe por que las cosas te salgan bien.





Hay que fluir. Identifiquemos nuestro estilo de liderazgo para tratar de mejorarlo sin llegar a los extremos. 

Antes de dirigir o guiar a alguien, es importante ser capaz de seguir a otra persona cuando sea necesario. Llegar a ese nivel implica ser un buen guía para tu propia persona.


¿Cómo diriges tus acciones: desde el 1, el 2 o el 3? Si te acompañas y te orientas a tí mismo te estás tratando bien, y podrás hacer lo mismo con otros sin regañarlos de más ni minimizar sus problemas. También serás capaz de recibir orientación externa sin sentirte presionado ni desvalorizado.

Hasta luego.

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