"...las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.
...no alcanzas la excelencia si no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para servir las de todos. Y eso exige ética."
(Howard Gardner)
Saber que existe una persona con la que podemos coincidir en sus pensamientos y su manera de ver el mundo, es encontrarnos con un real amigo. No importa si esa persona aparece en un libro, una película, en el trabajo o entre los conocidos: existe, influye y eso es lo que la vuelve tan importante como todas las amistades. Eso me ocurrió al leer esta breve entrevista a un gran hombre que se quiere reinventar a sí mismo constantemente y que además sabe que reinventarse, seguirse conociendo, es una necesidad de todos los seres humanos.
Howard Gardner es el autor de la teoría de las inteligencias múltiples, evidencia científica de que realmente cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Sus descubrimientos, su forma de ver el aprendizaje y de creer que todos tenemos alguna habilidad y capacidad para adaptarnos a nuestro ambiente, su filosofía en general me llenan de optimismo y lo quiero compartir porque es un gusto saber que hay hombres que viven el conocimiento desde un punto de vista tan humanizante, por llamarlo de algún modo.
Desafortunadamente, después de leerlo y reflexionarlo, caigo en cuenta que este México lindo y querido, y la verdad no sé si todo nuestro planeta, está gobernado por las malas personas que plantea el señor Gardner: Por eso las cosas están tan mal para muchos en beneficio de unos pocos. En un país corrupto se premia al cinismo y a la habilidad para burlarse de la ética y la honestidad, en un país corrupto la gente honesta duda y se sabe insegura... y aquí vivimos. Soy un hombre creyente y por lo mismo tengo fe en que esas personas (gobernantes, empresarios, narcos) caerán por sus propios actos debido a que su ambición no tiene límites y se vuelven autodestructivos, pero también estoy consciente de que en esta época la corrupción ha tejido unas telarañas muy complejas para sobrevivir agarrándose de todo, absolutamente TODO lo que hay en nuestra sociedad. Tal vez no alcance a ver la caída de esas personas que presumen del poder para sí mismas, pero elijo seguirme descubriendo y conociendo de la manera más ética que me sea posible.
¿Para qué saber? Para hacer, para imaginar, para inventar, para transformar, para mover, para entender, para enseñar, para evolucionar, para compartir, para crecer sin envejecer...
(hemebe)
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“Una mala persona no llega
nunca a ser buen profesional”
Por qué cuestiona que la inteligencia
es lo que miden los tests?
Porque yo soy un científico y hago
experimentos y, cuando mido la inteligencia de las personas, descubro que
algunas son muy buenas solucionando problemas pero malas explicándolos. Y a
otras les pasa lo contrario.
¿Y si hay personas diversas es porque
también tiene que haber diversos talentos?
Por eso he dedicado 400 páginas a
describir siete tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, musical,
espacial, cinético-corporal, interpersonal e intrapersonal.
¿Y por qué no muchas más: la culinaria
o la mística o la teatral o la ecológica?
Porque no cumplen los requisitos que sí
cumplen esas. Y espero acabar demostrando que además hay una inteligencia
naturalista, otra pedagógica y otra existencial para plantearnos preguntas
trascendentes. Pero no más.
Hoy los colegios ya plantean sus
programas según esas inteligencias múltiples.
Y yo no me dirigía a los pedagogos,
pero fueron ellos los primeros que adoptaron mis teorías.
¿Por qué?
Porque comprobaban cada día en las
aulas que las categorías de tonto o listo no cubren la diversidad del talento
humano. Y, por tanto, que los tests de inteligencia no miden realmente nuestras
capacidades, sino sólo la de resolverlos.
Su teoría, además, era cómoda para
consolar a niños con malas notas y a sus papás.
Se abusó de ella al principio porque no
se comprendió bien. En Australia, la administración la manipuló para explicar
que había grupos étnicos que tenían inteligencias diferentes de otros.
"creer saber envejece y querer saber rejuvenece."
(Lluis Amiguet)
¡Qué peligro!
En ese punto, empecé también a
preguntarme por la ética de la inteligencia y por qué personas consideradas
triunfadoras y geniales en la política, las finanzas, la ciencia, la medicina u
otros campos hacían cosas malas para todos y, a menudo, ni siquiera buenas para
ellas mismas.
Esa ya es una pregunta filosófica.
Pero yo soy un científico e inicié un
experimento en Harvard, el Goodwork Project, para el que entrevisté a más de
1.200 individuos.
¿Por qué hay excelentes profesionales
que son malas personas?
Descubrimos que no los hay. En
realidad, las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan
a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes.
A mí se me ocurren algunas
excepciones...
Lo que hemos comprobado es que los
mejores profesionales son siempre ECE: excelentes, comprometidos y éticos.
¿No puedes ser excelente como
profesional pero un mal bicho como persona?
No, porque no alcanzas la excelencia si
no vas más allá de satisfacer tu ego, tu ambición o tu avaricia. Si no te
comprometes, por tanto, con objetivos que van más allá de tus necesidades para
servir las de todos. Y eso exige ética.
Para hacerte rico, a menudo estorba.
Pero sin principios éticos puedes
llegar a ser rico, sí, o técnicamente bueno, pero no excelente.
Resulta tranquilizador saberlo.
Hoy no tanto, porque también hemos
descubierto que los jóvenes aceptan la necesidad de ética, pero no al iniciar
la carrera, porque creen que sin dar codazos no triunfarán. Ven la ética como
el lujo de quienes ya han logrado el éxito.
“Señor, hazme casto, pero no ahora”.
Como san Agustín, en efecto. Otra
mirada estrecha lleva a estudiantes y profesionales comodones a ser lo que
consideramos inerciales, es decir, a dejarse llevar por la inercia social e ir
a la universidad, porque es lo que toca tras la secundaria; y a trabajar,
porque es lo que toca tras la universidad..., pero sin darlo todo nunca.
Sin ilusión, la vida se queda en
obligación.
Y otros son transaccionales: en clase
cumplen lo mínimo y sólo estudian por el título; y después en su trabajo
cumplen lo justo por el sueldo, pero sin interesarse de verdad limitan su
interés y dedicación. Y son mediocres en todo.
¿No descubren algún día de su vida algo
que les interese realmente?
Algunos no, y es uno de los motivos de
las grandes crisis de la madurez, cuando se dan cuenta de que no hay una
segunda juventud. Otra causa es la falta de estudios humanísticos: Filosofía,
Literatura, Historia del Pensamiento...
¡Qué alegría! Alguien las cree
necesarias...
Puedes vivir sin filosofía, pero peor.
En un experimento con ingenieros del MIT descubrimos que quienes no habían
estudiado humanidades, cuando llegaban a los 40 y 50, eran más propensos a
sufrir crisis y depresiones.
¿Por qué?
Porque las ingenierías y estudios
tecnológicos acaban dándote una sensación de control sobre tu vida en el fondo
irreal: sólo te concentras en lo que tiene solución y en las preguntas con respuesta.
Y durante años las hallas. Pero, cuando con la madurez descubres que en
realidad es imposible controlarlo todo, te desorientas.
¿En qué país influyó más su teoría de
las inteligencias múltiples?
En China editaron cientos de títulos
sobre inteligencias, pero las entendieron a su modo: querían que su hijo único
fuera el mejor en todas.
Pues no se trata exactamente de eso.
Cada sociedad y persona entiende lo que
quiere entender. Cuanto mayor te haces, más difícil es adaptar tu vida a un
descubrimiento y más fácil adaptar el descubrimiento a lo que ya creías que era
la vida. Por eso, voy a clase a desaprender de mí y aprender de los jóvenes.
Hasta luego.