"La sexualidad no es distracción o actividad de medio tiempo. Es una forma de ser."
(Alexander Lowen)
¿Cómo se debe tratar a la pareja?
¿Hasta dónde permitir que llegue el contacto físico?
¿Cuándo decir que sí podemos tener una relación sexual?
¿Cómo hacerle saber a la pareja que vivir nuestra sexualidad no significa que únicamente nos vamos a ver para hacer el amor?
¿Y si me abandona por decirle que no aunque me pide algo que no quiero hacer?
¿Cómo terminar con alguien que no me hace sentir que yo valgo como persona?
¿Cómo saber si lo que hago y lo que permito que me hagan me pone en algún tipo de riesgo?
Cuando estas y otras dudas comienzan a rondar la mente de una persona, lo más sano es buscar apoyo y orientación, antes de que una relación llena de dudas y miedos se vuelva “normal”, es decir, antes de que aceptemos vivir de una manera que no nos hace sentirnos valorados ni amados.
Cuando
llegamos a la adolescencia, y en ocasiones un poco antes de eso, comenzamos a
sentir esos cambios en nuestro cuerpo que liberan nuestro impulso sexual y hacen
que se vuelva importante atraer a otra persona para sentir nuestro propio
cuerpo y el de ese otro ser. Se vuelve importante saber que así como queremos,
también podemos ser queridos.
En
ese momento es muy fácil confundir la excitación y la atracción física con amor
pensando cosas como “ésta es la persona de mi vida, por eso me gusta tanto”, o
bien “una persona tan hermosa no puede hacerme algo malo”, y el clásico "te dedicaré mi vida porque tú vales más que yo". Y tratamos de ganarnos a esa
persona con los escasos o nulos conocimientos que tenemos acerca de lo que es
el amor y la sexualidad humana.
En
la primaria ya nos mostraron las partes del cuerpo y eso que llamamos “aparato
reproductor”, enseñándonos la parte biológica casi mecánicamente, como si todos funcionáramos y reaccionáramos siempre igual. Pero sentir la cercanía de otra persona, y sobre
todo exagerar la diferencia de una persona sobre todas las demás (cualidad
inevitable del amor y del apasionamiento) provoca sensaciones desconocidas y
agradables, a veces combinadas con una sensación de angustia o ansiedad en
menor o mayor grado.
En
muchas ocasiones buscamos orientación en mamá o en papá, y también es frecuente que
en muchas ocasiones mamá y papá también aprendieron acerca del amor y la
sexualidad sobre la marcha, con lo que la vida, sus valores, sus principios y
sus creencias les fueron permitiendo, y lo que hacen es transmitir los mismos conceptos
de lo que es “correcto” y lo que es “incorrecto” a la siguiente generación. Pero eso no es suficiente, y
a veces lo que es social o culturalmente correcto no es lo mejor para una persona en
particular.
Por
ejemplo, para la sociedad es correcto que los hijos y las hijas sean obedientes,
pero en la relación de pareja no se espera que una persona mande y la otra
siempre obedezca, sino que entre ambas compartan las decisiones.
También
se dice que una persona es “buena” cuando es capaz de sacrificar algunos de sus planes
y anhelos para ayudarle a sus padres o a la gente que quiere a ser felices. Y
hasta decimos que eso es una prueba de amor. Pero el amor no debe estar basado
en el sacrificio de una persona, sino en la cooperación de ambas, y esto aplica
desde la relación de parejas hasta la relación entre padres e hijos.
El
sacrificio en las relaciones puede llegar a extremos inimaginables, por eso es
bueno detenerse a revisar la relación y si fuera el caso, asumir que vivo haciendo o soportando
cosas que no consideraba dentro de mi escala de valores, solamente para mantener cerca a la persona que dice amarme, o que digo amar. Esto no es amar, es aferrarse a una persona como si fuera un salvavidas.
Si
los valores de mamá y papá no son suficientes, compartimos nuestras dudas e
inquietudes con las amistades, y el abanico de posibilidades no cambia mucho.
Tal vez haya dos extremos en los puntos de vista de las amistades: “Entrégate
con todo“, o “No te dejes porque si no, ya te fregaste”. Entre estas dos
posturas hay una amplia variedad de opciones, hace falta es conocerlas
para poder escoger.
Y
finalmente lo que ocurre es que a la mayoría de nosotros se nos educa en
cuestiones de sexualidad y relaciones de pareja fuera de las escuelas y del
hogar. Las novelas proponen un tipo de relación donde la mujer y el hombre
buscan agradarse y “conquistarse”. Se trata de que la persona que te gusta
termine siendo “tuya”, y no de que se dé la unión de dos personas libres.
En
algunas series y películas se manejan las relaciones con mucha libertad y
soltura, como si fuera posible tener relaciones con muchos conocidos sin que
esto llegue a causar conflictos entre esos conocidos y además con uno mismo. Se
crea la imagen del “macho” conquistador y de la “mujer fatal”, con todo su
estereotipo.
"Alguien inventó que el sexo podía ser fuente de mugre y de degradación. Penetrando a una señora se la degradaba. Se les podía haber ocurrido que de ese modo se la enaltecía, pero, por desgracia, eso no se le ocurrió a nadie. De modo que el peso moral del señor lo cargó la mujer. Si un hombre tenía grandes necesidades sexuales era un modelo de salud. Y si una mujer tenía necesidades sexuales incontroladas era ninfómana o, como decían en mi pueblo, tenía fiebre uterina."
(Manuel Puig)
Y
para “resolver” todas las dudas acerca de la sexualidad, sobre todo pero no
exclusivamente en el caso de los hombres, recurrimos a la pornografía.
Anteriormente los materiales pornográficos eran productos clandestinos y
vergonzosos que se colaban en revistas y videocasetes en las aulas de las
escuelas con todo el riesgo que implicaba ser descubiertos. Eran rituales casi
de iniciación para sentirse “grandes”. Actualmente Internet y la información en
línea hacen más fácil el acceso a todo tipo de videos, incluyendo la
pornografía, y esto lleva encima el riesgo de que a los jóvenes les parezca más
normal considerar las relaciones sexuales como si se tratara de jugar a las
luchitas o a una pelea de videojuegos: El que le dé más gana. Si no puede darle
más, pierde.
Generalmente,
la posición de la mujer en las películas, comerciales, novelas, series y hasta
en la vida real, sigue siendo de complacencia, de sumisión. Sobre todo en las
películas pornográficas pareciera que a la mujer le gusta ser pasiva y que todo
el tiempo está excitada. De ahí nacen muchas frustraciones porque los hombres
sienten que no son atractivos si su pareja no está siempre excitada, y las
mujeres creen que algo anda mal con ellas cuando no disfrutan algunas
situaciones que en la tele parecen enloquecer de pasión a las actrices. En la
vida real muchas mujeres deciden compensar esto con sumisión. Y los hombres suelen suplir la falta de una erección permanente con una actitud de dominio y control.
Recordemos
que a los actores les pagan por su trabajo, y esto aplica también para los actores de películas
porno. De hecho, las secuencias de sexo excitante con frecuencia son realizadas en varias tomas que, con su debida edición, dan la idea de una potencia sexual continua e inagotable ¡otra fuente de frustración para quienes se comparan con estos actores! También recordemos que tener una relación sexual no es vivir una
relación de pareja.
Es posible vivir plenamente la sexualidad con la persona
que amas. Para llegar a ello debes creer honestamente que eres capaz de vivir intensamente tu relación con tu propio ser y hacer caso de los que sientes, de lo
que deseas, de quién eres. Así podrás decidir qué camino quieres seguir en esta vida y si quieres recorrer ese camino solo o acompañado. La relación de pareja te dará esa compañía, garantizándote que no será siempre puro placer, pero la comunicación y el contacto serán los pilares que le permitan a cada pareja llegar a conocerse cada vez más hasta integrar una unidad que lleve a esa misma pareja a una dimensión mucho más amplia: "yo-tú-nosotros".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres comentar?: