"Si los amarras se van,
si los sueltan se quedan.
¿qué son?"
¿Ya diste con la respuesta? Pues sí, son los zapatos: si los desamarras te los quitas y se quedan. Si los amarras van contigo a donde vayas. Pero hoy mi amiga Magui me dio una respuesta mucho mejor para esta adivinanza: Son los maridos, porque si los amarras se van y si los sueltas se quedan. Y llevando esto un poco más allá, la respuesta se amplía a la pareja en general.
Hay personas que en verdad creen ser dueñas de su pareja y casi traen literalmente una cuerda en la mano para no dejarla ir más allá de "donde le den permiso". Y se justifican diciendo que no son tan malos (como si ser "malo" sin el "tan" fuera lo normal), que quieren mucho a su pareja y por eso la "cuidan" tanto. Esa es una parte de la relación (a veces se queda sola si "amarra" con demasiada fuerza) y en la otra parte de la relación hay otra persona; tenemos un verdadero problema si esta otra persona de verdad cree que está amarrada a su pareja, que le tiene que pedir permiso hasta para decidir cómo debe portarse, a quién ver y a quién no ver, con quién hablar y con quién no. Tal vez llegue a quejarse y a darse cuenta de que esa relación es dañina para su persona, pero no se puede retirar, ni pensar en dejar a quien en nombre del amor le maltrata y le limita la existencia. Pero eso no es amor.
¿Con qué se amarran las parejas? Con chantajes, manipulaciones, amenazas, promesas, órdenes, menosprecios y todo lo que hay en la docena sucia. Pero la cadena más fuerte que mantiene unida a una pareja así de tóxica y codependiente es la esperanza de que esa persona (la amarrada o la que amarra) va a hacer feliz a la otra. Que va a cambiar. Que cuando haga lo que la otra quiere todo va a ser felicidad. Obviamente es una cadena imaginaria, pero al final sirve igual para amarrar y por ende terminará haciendo lo mismo que en la adivinanza: "si los amarras se van...".
“He aprendido dos formas de
atarme los zapatos. Una de ellas sólo sirve para caerse. La otra sirve para
caminar.”
(Robert Heinlein)
¿Quién amarra y quien se deja amarrar? ¿el hombre o la mujer? Aunque culturalmente somos un país machista, el rol de "amarrador" o de "amarrado" lo puede asumir cualquier miembro de la pareja sin importar su sexo o género.
¿Te animas a soltar a tu pareja? ¿A la gente que quieres? Soltar significa cambiar las cuerdas que mencioné en el punto anterior por lazos de confianza, respeto, comunicación y contacto. Conviene primero tender estos lazos hacia tu propia persona, es decir, llevarte bien contigo y después extender eso hacia la gente que quieres. "Si los sueltas se quedan...".
Hasta luego.
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